jueves, 21 de mayo de 2020

Para rezar en familia 21 de mayo de 2020


Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.

Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.


1. + Señal de la cruz

2. Ven, Espíritu Santo. Tú derramas sobre nosotros los siete dones; Tú, dedo de la diestra del Padre; Tú, fiel promesa del Padre; que inspiras nuestras palabras. Ilumina nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.

3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Señor, ten misericordia de nosotros.
(Respondemos) Porque hemos pecado contra ti.

· Muéstranos, Señor, tu misericordia.
(Respondemos) Y danos tu salvación.

4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san Juan 16,16-20.

Catequesis para mayores de 12 años
En estos días, vemos como Pablo sigue evangelizando. Todos los sábados, Pablo discutía en la sinagoga y trataba de persuadir tanto a judías como a paganos.
Nuevamente la gracia alcanza el corazón de un hogar familiar sediento del verdadero Dios. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor, junto con toda su familia. También muchos habitantes de Corinto, que habían escuchado a Pablo, abrazaron la fe y se hicieron bautizar. Éste es el fervor evangélico del Apóstol de los gentiles en la naciente Iglesia.
San Juan evangelista nos sigue iluminando con sus palabras que deslumbran y a la vez encandilan a la hora de entenderlas. Dentro de poco ya no me verán, y poco después, me volverán a ver. Por un lado, el Señor Jesús se refiere a su Pascua de muerte y resurrección y por otro, se refiere al tiempo intermedio de espera y persecución entre la Ascensión al Padre y su Segunda venida. Así lo afirma san Agustín: “Es una promesa que se dirige a toda la Iglesia. Este poco de tiempo nos parece bien largo, porque dura todavía, pero cuando haya pasado, comprenderemos entonces cuán corto fue”.
Les aseguro que ustedes van a llorar y se van a lamentar, pero el mundo, se alegrará. Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo. Estamos en medio de un mundo que desprecia y persigue a Jesucristo, pero el Resucitado es la esperanza cierta para el Gozo eterno.
Es un Evangelio que nos habla de la cruz y de la persecución por ser de Cristo, y que a la vez nos renueva la fortaleza y la alegría por la victoria final del Resucitado. Esta fue la experiencia que vivieron los mártires mexicanos de principios del siglo XX.

Santo del día: San Cristóbal Magallanes, sacerdote y mártir. En la ciudad de Catatlán, en el territorio de Guadalajara en México, santos Cristóbal Magallanes Jara y Agustín Caloca Cortés, presbíteros y mártires, que durante la persecución mexicana obtuvieron la corona del martirio. († 1927)
Cristóbal nació en Jalisco en 1869. De muy humilde origen, ingresó en su juventud al seminario y fue ordenado presbítero en 1899. Fue párroco de su pueblo natal, se distinguió por su vida limpia y una intensa labor social. Para atender las vocaciones sacerdotales de esa región, estableció en su parroquia, a partir de 1916, un seminario auxiliar. Organizó centros de catecismo, habilitó escuelas en rancherías y promovió la construcción de una presa para favorecer el riego de la región y regalaba maíz. Estaba consciente de la obra social de la Iglesia y procuraba atender las consignas del Papa León XIII, por ello, fundó cooperativas y sindicatos; estableció talleres de carpintería y zapatería, introdujo maquinaria y ayudó al establecimiento de una planta de luz eléctrica para el uso de molinos; misionó entre indios huicholes cuyo acceso aún sigue siendo muy difícil; llevaba víveres y ropa a las comunidades indígenas, algunas de las cuales.
Desde 1926 hasta 1929, el gobierno mexicano encabezado por Plutarco Elías Calles comenzó una cruel y sangrienta persecución contra el pueblo católico. Nadie es capaz de explicar adecuadamente el odio extremo e irracional de Calles contra la Iglesia. La ideología de la masonería atea había carcomido a quienes ostentaban el poder civil y éstos se lanzaron a una carnicería de todos aquellos que profesaban públicamente la fe en Jesucristo. Ante esa matanza, la prohibición de los sacramentos y los sacrilegios cometidos, los mexicanos del pueblo fiel realizaron una heroica resistencia por la cual se los llamó “cristeros”, dado que ponían su única esperanza en el reinado de Cristo. Muchos se levantaron en armas para defender la libertad religiosa al grito ¡Viva Cristo Rey! 30.000 cristeros murieron defendiendo la fe.
El 21 de mayo de 1927, mientras que el padre Cristóbal desempeñaba sus labores apostólicas, un grupo de militares encabezados por el general de brigada, lo capturó junto al sacerdote encargado del seminario. Acusado de sedición, el párroco desmintió los cargos presentando un artículo de su puño y letra, publicado un poco antes, donde exhortaba a sus feligreses a mantener la calma: “La religión ni se propagó ni se ha de conservar por medio de las armas. Ni Jesucristo, ni los apóstoles, ni la Iglesia han empleado la violencia con este fin. Las armas de la Iglesia son el convencimiento y la persuasión por medio de la palabra.” Sin embargo los grupos anticlericales lo consideraron promotor de una supuesta rebelión.
Dos días después fueron trasladados a Momax, Zacatecas, y la mañana siguiente, sin ningún juicio, fueron fusilados en el patio de la presidencia municipal. Antes de ser ejecutado, el señor cura Magallanes distribuyó sus pertenencias entre los soldados del pelotón. Después ambos sacerdotes se dieron la absolución sacramental. El señor cura pidió permiso para decir lo siguiente: “Soy y muero inocente, perdono de corazón a los autores de mi muerte y pido a Dios que mi sangre sirva para la paz de los mexicanos desunidos”.
Fueron miles los fieles del pueblo, consagrados y laicos, que sufrieron el martirio por defender su fe católica. El 21 de mayo del año 2000, san Juan Pablo II proclamó santos a 25 de ellos, la mayoría eran sacerdotes, entre los que se cuenta a san Cristóbal Magallanes y compañeros mártires.


Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a 6 Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las palabras: “Ustedes estarán tristes, pero esa tristeza se convertirá en gozo.”
· En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

5. Cada uno de la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .

6. Ahora, cada uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .

7. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, estar al servicio, etc..

8. Oramos como Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

9. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

10. Oramos a nuestra Madre:
Dios te salve María…

11. Comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

12. Oremos: Dios misericordioso, concédenos experimentar en todo tiempo los frutos del misterio pascual que hoy celebramos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

13. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.



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