jueves, 28 de mayo de 2020

Meditaciones del tiempo pascual con textos de Santo Tomás de Aquino 47


Jueves de la séptima semana de Pascua

PREPARACIÓN PARA RECIBIR AL ESPÍRITU SANTO


Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogare al Padre, y os dará otro Consolador (Jn 14, 15-16).

I. Los discípulos tenían necesidad de una doble preparación: el amor del corazón y la obediencia en la acción. El Señor supone que ellos tenían una de las dos y por eso dice: Si me amáis, y esto se ve en que os entristecéis por mi partida. Pero les ordena otra cosa futura, diciendo: Guardad mis mandamientos, como si dijese: No mostréis el amor que me tenéis con lloros, sino con la obediencia a mis mandamientos, pues ésta es la señal evidente del amor. Esas dos cosas preparan al recibimiento del Espíritu Santo. Ya que, siendo el Espíritu Santo amor, no se da sino a los que aman. Yo amo a los que me aman (Prov 8, 17). También se da a los obedientes: Sobre quien descansa mi Espíritu, etc. (Is 11, 2).

II. Mas ¿por ventura la obediencia y el amor preparan? Parece que no, porque el amor con que amamos a Dios nos viene por el Espíritu Santo, así como también la obediencia nos viene del Espíritu Santo.

Mas conviene saber que en los dones de Dios quien usa bien de un don que le fue concedido, merece recibir un don nuevo y una gracia más grande; y quien usa mal, será privado de eso mismo que recibió. Al siervo perezoso se le quitó el talento que había recibido de su señor, porque no usó bien de él, y fue dado al que había recibido cinco. Lo mismo ocurre con los dones del Espíritu Santo.

Nadie puede amar a Dios, si no es por el Espíritu Santo. No somos nosotros los que prevenimos la gracia de Dios, es ella la que nos previene a nosotros. Por eso debe decirse que los Apóstoles recibieron efectivamente en primer lugar al Espíritu Santo para que amasen a Dios y obedeciesen a sus mandatos. Pero era necesario además que recibiesen más ampliamente al Espíritu Santo, para usar bien del don del Espíritu Santo anteriormente recibido, amando y obedeciendo. En este sentido debe leerse: Si me amáis, por el Espíritu que tenéis, y obedecéis mis mandatos, recibiréis más plenamente al Espíritu Santo, que ya poseéis.
(In Joan., XIV)

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