1º de enero
Año nuevo - Octava
de la Natividad
SANTA MARÍA MADRE
DE DIOS
I. Fue conveniente que Cristo naciese de mujer:
1º) Porque con ello fue ennoblecida toda la naturaleza humana; por lo cual
dice San Agustín 1: "La liberación del hombre debió
manifestarse en uno y otro sexo; luego, puesto que convenía que Cristo tomase
el sexo del hombre, que es el más noble, convenía que la liberación del sexo
femenino se manifestase en haber nacido de una mujer." Mas, para que no
pareciese que era despreciado el sexo femenino, fue conveniente que tomase
carne de la mujer. Por eso aconseja San Agustín:
"Varones, no os despreciéis a vosotros mismos; el Hijo de Dios tomó forma
de varón. Mujeres, no os despreciéis a vosotras mismas; el Hijo de Dios nació
de mujer" 2.
2º) De este modo se completa toda la diversidad de la generación humana;
pues el primer hombre fue hecho del barro de la tierra, sin varón y sin mujer.;
Eva fue hecha del varón sin la mujer, mas los demás nacen de hombre y de mujer.
Por consiguiente, quedaba este cuarto modo propio de Cristo, cual era el nacer
de mujer, sin varón.
(3ª,q. XXXI, a. 4)
II. La Bienaventurada Virgen María es Madre de Dios.
Concebir y nacer se atribuye a la persona. Luego, como la persona divina
en el principio mismo de la concepción tomó naturaleza humana, se sigue que
puede decirse verdaderamente que Dios fue concebido y nació de la Virgen. Mas una mujer se llama madre
de alguno por haberlo concebido y engendrado; por lo cual síguese que la
Bienaventurada Virgen se llama en verdad Madre de Dios.
(3ª,
q. XXXI, a. 4.)
San Ignacio mártir emplea un ejemplo hermosísimo. En la generación de
los hombres la mujer se llama madre, aunque la mujer no da el alma racional,
que procede de Dios, sino que suministra la substancia para la formación del
cuerpo. Así, pues, la mujer se llama madre de todo el hombre, porque lo que de
ella ha sido tomado se une al alma racional. Del mismo modo, habiendo sido
tomada de la Bienaventurada Virgen la humanidad de Cristo, aquélla se llama no
solamente madre del hombre, sino también de Dios, a causa de la unión (de la
humanidad) a la divinidad; aun cuando de María no sea tomada la divinidad, como
tampoco en los otros el alma racional es tomada de la madre.
Esto manifiesta la dignidad de María. Porque a ninguna criatura, ni hombre
ni ángel, le ha sido concedido ser padre o madre de Dios. Fue privilegio de
gracia singular, no solamente ser madre del hombre, sino también Madre de Dios,
y por eso se dice en el Apocalipsis (12, 1): Una mujer
cubierta del sol, como toda llena de la
divinidad.
(In
Matth., I)
III. La Madre de Dios posee cierta dignidad infinita. Así como en todo bien
creado, por el hecho de ser finito, puede haber otro mejor, así también el bien
increado, por el hecho de ser infinito, no puede tener otro mejor que él.
Por consiguiente, la bondad de una criatura puede considerarse de dos maneras: con respecto a lo que es en sí
misma absolutamente, y en este sentido puede haber otra mejor, o con relación
al bien increado, y en este caso, la dignidad de la criatura recibe algo de lo
infinito, por razón de lo infinito con que se compara, como la naturaleza
humana en cuanto está unida a Dios, la Bienaventurada Virgen en cuanto es Madre
de Dios, y la gracia en cuanto une a Dios (I Dist. 44, q. I). Desde este punto
de vista una cosa no puede ser hecha mejor, como nada puede ser mejor que Dios.
(1ª,
q. XXV, a. 6)
1 Lile 83 Quaest., q. 11
2 De agone christiano, c. 11.
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