jueves, 30 de enero de 2020

La golondrina - P. Leonardo Castellani


La golondrina


– Tú eres feliz – dijo el Ruiseñor a la Golondrina– . Se conoce en tu parloteo vivaz, en tus movimientos sueltos, en tu habilísimo patinaje aéreo que raya ahora las nubes más altas para descender luego fugazmente con una maravillosa rúbrica a rasar las aguas del lago en curvas armoniosas. ¡Qué vivaracha eres y qué graciosa, muchacha!

– ¿Es lo mismo estar alegre que ser feliz? – dijo ella.

– No sé – dijo él– . Pero tú eres feliz.

– ¿Y cómo no he de serlo si soy sencilla, soy artista y soy amada? A mí me basta para casa un rancho mitad paja y mitad barro; no le pido mucho a la vida. Yo soy artista y alabo a Dios por la belleza de las cosas. Y procuro ser buena; soy inofensiva y no hago mal a nadie.

– Yo también soy artista – dijo el Ruiseñor– ; y sin embargo mi garganta rompe muchas veces en sollozos agudísimos.


– Es que tú produces para el público, cantas para ser oído por los hombres y los pájaros y tu mujer y tus hijos. Yo canto para mí y cuando siento la belleza del cielo vespertino o el encanto del amanecer desahogo mi admiración por las cosas de Dios en gorjeos, sin preocuparme de poner mis internas armónicas en solfas inteligibles. Y así nunca he progresado en la técnica y mis chirridos alegres son tan iguales y tan monótonos como el canto de mi vecino el Grillo violinista o la Chicharra guitarrera.

– Yo – dijo el Ruiseñor– intento comunicar a todos mis hermanos de la creación el sentimiento del fulgor del rostro divino que percibo en las cosas. Eso me causa a veces dolores como de parto, pero también gozos muy subidos. Tus alegrías son egoístas. No hay felicidad fuera del amor, y el amor es comunicación. Se me figura que yo ocupo un lugar más alto que tú en la escala de los seres, alegre muchacha volandera.

– Me tiene muy sin cuidado – contestó la Golondrina a quien ya quemaba las patas el alero en que se había asentado por cinco minutos–. ¡A volar! Adiós, genio.

¿Y qué moraleja sacaremos de todo esto?, pregunto yo. Dios mío, no lo sé. Pero esto fue lo que se dijeron el Ruiseñor y la Golondrina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Vistas de página en total

contador

Free counters!