5 de enero
EL FRUTO DE LA
BIENAVENTURADA
VIRGEN MARÍA
Bendito el fruto de tu vientre (Lc 1, 42).
Alguna vez el pecador pide a las cosas lo que no puede conseguir, mientras que el justo lo consigue. Para el
justo se guarda la hacienda del pecador (Prov 22). Así Eva buscó el fruto y no
encontró en él todo lo que quiso. La Bienaventurada Virgen, al contrario, encontró
en su fruto todo lo que Eva había deseado. En efecto, Eva deseó tres cosas en
su fruto.
1º) Lo que d diablo le prometió falsamente, a saber: que serían como
dioses, sabiendo el bien y el mal (Gen 3, 5). Seréis, le dijo aquel embustero,
como dioses. Y mintió, porque es mentiroso y padre de la mentira 1. Porque Eva al comer la fruta no se hizo semejante
a Dios, sino más desemejante; pues pecando se alejó de Dios, su salvador, y por
ello fue expulsada del Paraíso. Pero en cambio lo encontró la Bienaventurada Virgen y todos los cristianos en
el fruto de su vientre; pues por Cristo nos unimos y asemejamos a Dios: Cuando él
aparezca, seremos semejantes a él, por cuanto nosotros le veremos así como él
es (1 Jn 3, 2).
2º) Eva deseó el deleite en su fruto, porque era bueno para ser comido; mas
no lo encontró, porque al instante conoció que estaba desnuda y tuvo dolor. En
cambio, en el fruto de la Virgen encontramos suavidad y salud: El que come mi carne...
tiene vida eterna (Jn 6, 55).
3º) El fruto de Eva era hermoso a la vista; pero más hermoso es el fruto
de la Virgen en quien desean mirar los Ángeles: Vistoso en hermosura, más que
los hijos de los hombres (Sal44, 3); porque es esplendor de la gloria del Padre.
Eva no pudo encontrar en su fruto lo que tampoco encuentra ningún pecador
en los pecados. Por consiguiente, lo que deseamos busquémoslo en el fruto de la
Virgen.
Ese fruto es bendecido: 1º) Por Dios, porque de tal modo le colmó de toda
gracia que vino a nosotros mostrándole reverencia: Bendito el Dios y Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en bienes celestiales
en Cristo (Ef 1, 3). 2º) Por los Ángeles y por los hombres, como dice el Apóstol:
Y toda lengua confiese que el Señor Jesucristo está en la gloria de Dios Padre (2,
11), y el profeta David: Bendito el que viene en el nombre del Señor (Sal 117,
26). Así, pues, la Virgen es bendita, pero su fruto es todavía más bendito.
(Salutat. angelicae expositio, I)
24
Juan 8, 44
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