El
CORAZÓN DE JESUS
ESTÁ
DEFENDIENDO A SUS MARÍAS LEALES
¿Por qué molestáis a esta mujer?
(Mt 26,10)
Lo
que hacen por Él las mujeres
Marías,
la piedad de mis hijos tiene en los días de Pascua fijas sus miradas y
empeñados sus agradecimientos en el proceder de vuestras maestras y hermanas
mayores del Evangelio.
¡Se
portaron tan bien conmigo! ¡Me fueron tan fieles en seguirme siempre, siempre!
¡Lo mismo cuando las turbas me aclamaban su Rey, que cuando pedían mi
crucifixión, lo mismo en las delicias del Cenáculo que en los horrores del
Calvario!
¡Qué
pena y qué vergüenza debe levantar en el pecho y en la cara de mis hijos, los
hombres, el contemplar en mi Evangelio representada la Lealtad en figura de
mujer y no de hombre...!
Pero
por muy interesantes y atrayentes que aparezcan en el teatro de mi vida terrena
esas representaciones vivientes de la lealtad, agrándanse en interés y belleza
cuando se las contempla en torno de mi cuerpo muerto.
¡Las
Marías del Sepulcro!
Delicadezas
de amor, generosidades de la piedad, heroísmos de la fidelidad, valentías de la
debilidad, ¡ahí tenéis vuestra Obra y vuestra imagen! ¡Así se ama! ¡Así se ama
hasta el fin!
Lo
que hacen por Jesús los hombres
Si
la historia de mis hombres en mi Pasión puede escribirse con el «abandonándolo
huyeron todos» (Mt. 26,56),
de mi Evangelio, la historia de mis Marías hay que escribirla con el «María
Magdalena vino por la mañana antes del alba, al sepulcro»... (Mt 28,) ellos se van; ellas se
quedan; ellos me abandonan apresuradamente, vivo aun; ellas me buscan con prisa
hasta muerto; ellos me niegan; ellas me confiesan con sus lágrimas; ellos me
venden por dinero; ellas gastan el suyo en comprar aromas y bálsamos para ungirme;
unos y otras son tardos en creer mis tantas veces anunciada resurrección; pero
al paso que ellos se van a Emaús el día tercero a su negocios, ellas se van al
sepulcro.
Y
¿por qué, hombres míos de entonces y de todos los tiempos, por qué ese proceder
tan opuesto al de mis hijas?
¿Por
qué siguen siendo ellas las que me buscan en mis Sagrarios y ellos los que no
vienen?
¿Por
qué sigue teniendo la lealtad a Mí figura de mujer y la deslealtad y la
ingratitud y el menosprecio y el desaire figura de hombre?
¿Por
qué?...
Si
no os atrevéis, hombres, a contestar esos porqué, al menos no impidáis a
vuestras mujeres, con vuestras burlas y vuestras persecuciones, que me sigan
buscando en donde me tienen como muerto y, si al fin algún día os decidís a buscar
lo que os conviene, creed a las Marías..., haced caso de lo que os digan
de parte del Jesús de sus Sagrarios abandonados...
¡En
muchos sitios y para muchas almas no tengo más apóstoles que me prediquen y
anuncien que mis Marías!
Hombres,
no molestéis a estas mujeres... ¡Marías! ¡Marías! ¡Cuánto os debo y cuánto me
debéis!
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