lunes, 4 de septiembre de 2017

Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario 20 - Está defendiendo a sus Marías leales - San Manuel González García

El CORAZÓN DE JESUS
ESTÁ DEFENDIENDO A SUS MARÍAS LEALES
¿Por qué molestáis a esta mujer?
(Mt 26,10)



Lo que hacen por Él las mujeres
Marías, la piedad de mis hijos tiene en los días de Pascua fijas sus miradas y empeñados sus agradecimientos en el proceder de vuestras maestras y hermanas mayores del Evangelio.
¡Se portaron tan bien conmigo! ¡Me fueron tan fieles en seguirme siempre, siempre! ¡Lo mismo cuando las turbas me aclamaban su Rey, que cuando pedían mi crucifixión, lo mismo en las delicias del Cenáculo que en los horrores del Calvario!
¡Qué pena y qué vergüenza debe levantar en el pecho y en la cara de mis hijos, los hombres, el contemplar en mi Evangelio representada la Lealtad en figura de mujer y no de hombre...!
Pero por muy interesantes y atrayentes que aparezcan en el teatro de mi vida terrena esas representaciones vivientes de la lealtad, agrándanse en interés y belleza cuando se las contempla en torno de mi cuerpo muerto.
¡Las Marías del Sepulcro!
Delicadezas de amor, generosidades de la piedad, heroísmos de la fidelidad, valentías de la debilidad, ¡ahí tenéis vuestra Obra y vuestra imagen! ¡Así se ama! ¡Así se ama hasta el fin!

Lo que hacen por Jesús los hombres

Si la historia de mis hombres en mi Pasión puede escribirse con el «abandonándolo huyeron todos» (Mt. 26,56), de mi Evangelio, la historia de mis Marías hay que escribirla con el «María Magdalena vino por la mañana antes del alba, al sepulcro»... (Mt 28,) ellos se van; ellas se quedan; ellos me abandonan apresuradamente, vivo aun; ellas me buscan con prisa hasta muerto; ellos me niegan; ellas me confiesan con sus lágrimas; ellos me venden por dinero; ellas gastan el suyo en comprar aromas y bálsamos para ungirme; unos y otras son tardos en creer mis tantas veces anunciada resurrección; pero al paso que ellos se van a Emaús el día tercero a su negocios, ellas se van al sepulcro.
Y ¿por qué, hombres míos de entonces y de todos los tiempos, por qué ese proceder tan opuesto al de mis hijas?
¿Por qué siguen siendo ellas las que me buscan en mis Sagrarios y ellos los que no vienen?
¿Por qué sigue teniendo la lealtad a Mí figura de mujer y la deslealtad y la ingratitud y el menosprecio y el desaire figura de hombre?
¿Por qué?...
Si no os atrevéis, hombres, a contestar esos porqué, al menos no impidáis a vuestras mujeres, con vuestras burlas y vuestras persecuciones, que me sigan buscando en donde me tienen como muerto y, si al fin algún día os decidís a buscar lo que os conviene, creed a las Marías..., haced caso de lo que os digan de parte del Jesús de sus Sagrarios abandonados...
¡En muchos sitios y para muchas almas no tengo más apóstoles que me prediquen y anuncien que mis Marías!
Hombres, no molestéis a estas mujeres... ¡Marías! ¡Marías! ¡Cuánto os debo y cuánto me debéis!


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