Mateo
19,30 – 20,16
Jesús les dijo: Mas muchos primeros serán postreros; y postreros primeros."Semejante es el reino de los cielos a un hombre, padre de familias, que salió muy de mañana a ajustar trabajadores para su viña.Y habiendo concertado con los trabajadores darles un denario por día, los envió a su viña.Y saliendo cerca de la hora de tercia, vio otros en la plaza que estaban ociosos, y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que fuere justo. Y ellos fueron.Volvió a salir cerca de la hora de sexta y de nona, e hizo lo mismo.Y salió cerca de la hora de vísperas, y halló otros que se estaban allí, y les dijo: ¿Qué hacéis aquí todo el día ociosos?Y ellos le respondieron: Porque ninguno nos ha llamado a jornal. Díceles: Id también vosotros a mi viña.Y al venir la noche, dijo el dueño de la viña a su mayordomo: Llama a los trabajadores, y págales su jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. Cuando vinieron los que habían ido cerca de la hora de vísperas, recibió cada uno su denario. Y cuando llegaron los primeros, creyeron que les daría más, pero no recibió sino un denario cada uno.Y tomándole, murmuraban contra el padre de familias, diciendo: Estos postreros sólo una hora han trabajado, y los has hecho iguales a nosotros que hemos llevado el peso del día y del calor; mas él respondió a uno de ellos, y le dijo: Amigo, no te hago agravio. ¿No te concertaste conmigo por un denario? Toma lo que es tuyo, y vete: pues yo quiero dar a este postrero tanto como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero? ¿Acaso tu ojo es malo porque yo soy bueno?Así serán los postreros primeros, y los primeros postreros.
Rábano
Como sucede con frecuencia que el hombre
no continúa en la virtud con el mismo celo con que principió, sino que, o se
entibia o se deja caer con rapidez, añade el Señor: "Muchos que están los
últimos serán los primeros y muchos que están los primeros serán los
últimos".
Orígenes, homilia 9 in Matthaeum
El Señor exhorta por estas palabras a
quienes se han acercado a la Palabra divina hace poco tiempo, a que se
apresuren a llegar a la perfección mucho más que aquellos que parece que han
envejecido en la fe. También pueden servir estas palabras para educar en la
humildad a aquellos que se glorían de haber sido educados en el cristianismo
por sus padres cristianos y para dar valor a aquellos que han sido
recientemente iniciados en los dogmas del cristianismo. También se puede dar a
este pasaje el sentido de que los israelitas, que fueron los primeros, llegaron
a ser por su infidelidad los últimos; y los gentiles, que eran los últimos, los
primeros. Con toda precaución dice el Señor: "Muchos", porque no
todos los primeros serán los últimos, ni todos los últimos los primeros. Aún
hay hombres que siendo inferiores a los ángeles por su naturaleza, se han hecho
superiores a algunos ángeles por su vida angelical; y algunos ángeles que
fueron los primeros, son los últimos por su culpa.
Remigio
Estas palabras también pueden referirse
especialmente a la tristeza del rico, que creía ser el primero porque había
cumplido los mandamientos y luego fue el último por haber preferido sus
riquezas terrenales a Dios. Y los santos apóstoles, que eran tenidos por los
últimos, fueron hechos los primeros, dejándolo todo por efecto de la gracia de
la humildad. Hay, en fin, muchos que después de tener mucho celo por las buenas
obras, se abstienen de ellas y son los últimos después de haber sido los
primeros.
Remigio
Habiendo dicho el Señor: "Que
muchos de los que están los primeros serán los últimos y los últimos los
primeros" ( Mt 19,29), añade, en apoyo de esta verdad, la
siguiente parábola: "Semejante es el Reino de los Cielos", etc.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 34
El padre de familia es Cristo, y el
cielo y la tierra son como su única casa y su familia todas las criaturas. Su
viña es la justicia, en la que se encuentran todas las clases de justicia, como
plantas distintas de una misma viña; por ejemplo, la mansedumbre, la castidad,
la paciencia y otras virtudes, todas las cuales están comprendidas en el nombre
general de justicia y los cultivadores de esta viña son los hombres. Por eso se
dice: "Que salió muy de mañana a ajustar trabajadores", etc. Dios ha
grabado la justicia en nuestras facultades, no para su utilidad, sino para la
nuestra. Sabed, pues, que nosotros somos conducidos a la viña como asalariados.
Y así como nadie lleva a un asalariado a su viña con el objeto único de que
coma, así también nosotros hemos sido llamados por Cristo al trabajo, no sólo
para que obtengamos nuestra utilidad personal, sino para la mayor gloria de
Dios; y así como el asalariado se ocupa primero de su trabajo y después de su
alimentación diaria, así también nosotros debemos ocuparnos primero de lo que
se refiere a la gloria de Dios y después de lo que concierne a nuestra
utilidad. Así como el mercenario emplea todo el día en las obras de su señor y
sólo consagra una hora para su alimentación, así también nosotros debemos
emplear todo el tiempo de nuestra vida en la gloria de Dios y no conceder más
que un poco de tiempo a nuestras necesidades temporales y así como el
mercenario se avergüenza de entrar en la casa de su señor y de pedirle pan el
día en que no trabaja, ¿cómo vosotros no os avergonzáis de entrar en la Iglesia
y de estar delante de Dios el día en que no practicáis una obra buena?
San GregorioMagno, homiliae in
Evangelia, 19,1
O también el Padre de familia, es decir,
nuestro Creador, tiene una viña, esto es, la Iglesia universal, que ha arrojado
tantos sarmientos cuantos son los santos que ha producido, desde el justo Abel
hasta el último santo que produzca hasta el fin del mundo. En ningún tiempo ha
dejado el Señor de mandar predicadores como trabajadores que enviaba para
cultivar su viña a fin de que instruyeran a su pueblo. Porque El ha trabajado
en el cultivo de su viña, primeramente por los patriarcas, después por los
doctores de la Ley y los profetas y últimamente por los apóstoles, como sus
operarios. Se puede decir que todo hombre que obra con recta intención es de
alguna manera y en cierta medida trabajador de su viña.
Orígenes, homilia 10 in Matthaeum
Podemos decir que todo el siglo presente
no es más que un solo día. Porque aunque para nosotros es mucho un siglo, para
la vida de Dios es un tiempo muy corto.
San Gregorio Magno, homiliae in
Evangelia, 19,1
La mañana del mundo es el tiempo
trascurrido desde Adán hasta Noé y por eso se dice: "Que salió muy de
mañana a ajustar trabajadores para su viña". Y añade el modo de ajustarlos
en estas palabras: "Y habiendo concertado, etc."
Orígenes, homilia 10 in Matthaeum
Yo soy de opinión, que la palabra
denario se aplica a la salud.
Remigio
El denario era una moneda que valía
antiguamente diez ases y que tenía la efigie del emperador. Con razón, pues, el
denario representa en este pasaje la recompensa por la observancia del
Decálogo. Por eso el Señor dice de una manera significativa: "Y habiendo
concertado, etc.". Porque en el campo de la Iglesia trabajan todos por la
esperanza de una recompensa futura.
San Gregorio Magno, homiliae in
Evangelia, 19,1
La hora de tercia, de la que se dice:
"Y habiendo salido cerca de la hora de tercia, vio otros en la plaza que
estaban ociosos" comprende el tiempo que media desde Noé hasta Abraham.
Orígenes, homilia 10 in Matthaeum
La plaza es todo lo que está fuera de la
viña, esto es, de la Iglesia de Cristo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 34
Los hombres viven en este mundo
vendiendo y comprando y sustentan sus vidas con sus recíprocos engaños.
San Gregorio Magno, homiliae in
Evangelia, 19,1
Con razón se llama ocioso a aquel que
vive para sí y se recrea en los placeres de su carne, porque ése no trabaja
para recoger los frutos de las obras de Dios.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 34
O también es ocioso, no el pecador,
porque ése está muerto, sino el que no trabaja en las obras de Dios. ¿Queréis,
pues, no estar ociosos? No toméis los bienes de otros y dad los que son
vuestros y cultivando la planta de la misericordia, habréis trabajado en la
viña del Señor. Sigue: "Y les dijo: Id también vosotros a mi viña".
Es de advertir que sólo a los primeros les fija un denario, mientras que somete
a los otros a un precio indeterminado, diciéndoles: "Os daré lo que es
justo". El Señor sabía que Adán pecaría y que después de él perecerían
todos los hombres en el diluvio y para que en ninguna ocasión se pudiese decir
que Adán había abandonado la justicia porque ignoraba la recompensa que había
de recibir, se concertó con él. Mas no hizo convenio con los otros, porque
estaba dispuesto a retribuirles de una manera superior a lo que podía esperar
un asalariado.
Orígenes, homilia 10 in Matthaeum
O también, porque El había invitado a
los trabajadores de la hora de tercia para toda la obra y se reservó el
distribuirles la recompensa justa hasta después de ver lo que habían trabajado.
Porque podían haber trabajado lo mismo que los que estaban desde por la mañana
muy temprano, desplegando en poco tiempo una energía de trabajo que compensase
la falta de trabajo de por la mañana.
San Gregorio Magno, homiliae in
Evangelia, 19,1
La hora de sexta comprende desde Abraham
hasta Moisés y la de nona desde Moisés hasta la venida del Señor. Por eso
sigue: "Volvió a salir", etc.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 34
Y unió la hora de sexta con la de nona,
porque en ese tiempo llamó al pueblo judío y se reveló con más frecuencia a los
hombres para dar todas las disposiciones, porque ya se aproximaba el tiempo
como definitivo de la salvación de todos.
San Gregorio Magno, homiliae in
Evangelia, 19,1
La hora undécima comprende el tiempo que
media desde su venida hasta el fin del mundo. El trabajador de la mañana, de la
hora de tercia, de sexta y de nona, es el pueblo judío, que por sus elegidos no
cesa de trabajar en la viña del Señor, desde el principio del mundo,
esforzándose en honrar a Dios con la rectitud de su fe. Los gentiles son los
llamados a la hora undécima. Por eso sigue: "Y salió cerca de la hora de
vísperas". Porque estaban ociosos todo el día, sin haber hecho esfuerzo
alguno en ninguna de las tan largas épocas del mundo para cultivar su viña;
pero reparad en la respuesta que dan cuando fueron preguntados: "Y ellos
le respondieron. Porque ninguno nos ha llamado a jornal". Efectivamente,
ningún patriarca, ni ningún profeta se había acercado a ellos. ¿Y qué otra cosa
significa la contestación: "Ninguno nos ha llamado a jornal", sino el
que nadie les había predicado el camino de la vida?
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 34
¿Qué es lo que ha concertado con
nosotros y cuál el precio de este contrato? La promesa de la vida eterna. Las
naciones estaban solas y no conocían a Dios, ni sus promesas.
San Hilario, in Matthaeum, 20
Por eso son mandados a la viña:
"Díceles: Id también vosotros", etc.
Rábano
Es justo que, después de haberles tomado
el Señor cuenta de los trabajos del día, llegue el momento tan deseado de la
recompensa: "Y al venir la noche"; esto es, cuando el día de todo el
universo se fuere inclinando hacia la tarde de la consumación de todas las
cosas.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 34
Advertid que, cuando da la recompensa,
es por la tarde y no a la otra mañana. Por consiguiente, tendrá lugar el juicio
dentro del presente siglo y entonces se dará a cada uno su recompensa. Y esto
por dos razones: primera, porque la recompensa de la justicia es la misma
bienaventuranza eterna; de donde resulta, que antes de la eternidad, esto es,
en esta vida, tendrá lugar el juicio. Y la segunda, porque el juicio precederá
al día de la eternidad, a fin de que los pecadores no vean la felicidad de
aquel día.
Sigue: "Dice
el Señor a su mayordomo", es decir, el Hijo al Espíritu Santo.
Glosa
O también, si os parece bien, dice el
Padre al Hijo, porque el Padre obra por el Hijo y el Hijo por el Espíritu
Santo, sin que por esto haya entre las tres personas diferencia alguna de
sustancia o de dignidad.
Orígenes, homilia 10 in Matthaeum
O también dice a su mayordomo, esto es,
a alguno de los ángeles destinado a distribuir las recompensas o también a uno
de los numerosos administradores, según aquellas palabras de San Pablo ( Gál 4,2):
"Que el heredero, mientras es pequeño, está bajo el poder de los
administradores y tutores".
Remigio
O también, Nuestro Señor Jesucristo es
el Padre de familia y el mayordomo de la viña; como también es El mismo la
puerta y el portero. Porque El es quien ha de venir a juzgarnos y a dar a cada
uno según sus obras y cuando reuniere a todos en su juicio, para que cada uno
reciba según sus obras, entonces es cuando llama a los trabajadores y les da la
recompensa.
Orígenes, homilia 10 in Matthaeum
Mas los primeros trabajadores, que no
tienen más testimonio que el de su fe, no recibieron la promesa de Dios porque
el Padre de familia nos ha reservado a nosotros alguna cosa mejor, no queriendo
que sean terminadas sus obras sin nuestros trabajos. Nosotros que somos de
Cristo y que hemos alcanzado su misericordia, esperamos recibir la recompensa
antes que los demás, mientras que los que trabajaron inicialmente, la tendrán
después que nosotros, por eso se dice: "Llama los trabajadores y págales
su jornal".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 34
Siempre damos con más gusto a aquéllos a
quienes damos alguna cosa gratuitamente, porque entonces concedemos las cosas
sólo por nuestra honra. Por consiguiente, dando Dios su recompensa a todos los
santos, se muestra justo, y dándosela a los gentiles, misericordioso; según las
palabras de San Pablo ( Rom 15,9): "En cuanto a los gentiles, no
tienen ellos más que alabar a Dios por su misericordia". Y por eso se
dice: "Comenzando desde los últimos hasta los primeros". El Señor
efectivamente, a fin de manifestar su inefable misericordia, da su recompensa;
primeramente a los últimos y a los más indignos y después a los primeros. Su
excesiva misericordia no tiene en cuenta el orden.
San Agustín, de spiritu et littera,
24
O también los últimos son considerados
como los primeros porque se les ha diferido su recompensa por menos tiempo.
Sigue: Cuando
vinieron los que, etc.
San Gregorio Magno, homiliae in
Evangelia, 19,1
El mismo denario, que con tanto deseo
estuvieron esperando todos, reciben tanto los que trabajaron a la hora
undécima, como los que trabajaron desde la primera hora, porque igual
recompensa, la de la vida eterna, consiguen los que fueron llamados desde el
principio del mundo, como los que vengan a Dios hasta el fin del mundo.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 34
Y esto es justo. Porque el que nació al
principio del siglo, no vivió más que el tiempo marcado a su vida; ¿y qué
perjuicio le ha resultado con que continuara después de su muerte el mundo? Y
los que nacen al final, no viven menos tiempo que los días que les han sido
destinados; ¿y qué utilidad les reporta, con respecto al cómputo de su trabajo,
que el mundo termine pronto, puesto que cumplen con la tarea de su vida antes
del fin del mundo? Además, no depende del hombre el haber nacido antes o
después, porque esto depende de la voluntad divina. Y ciertamente, no debe
reivindicar para sí el primer puesto el que ha nacido primero, ni debe considerarse
como más despreciable al que ha nacido después. Sigue: "Y tomándole,
murmuraban contra el Padre de familia diciendo: etc." Mas si es verdad lo
que hemos dicho, que los primeros y últimos no han vivido ni más ni menos
tiempo que el que tenían marcado y a unos y otros ha arrebatado la muerte, ¿qué
razón tienen para decir: "¿Hemos llevado el peso del día y del
calor?" Sin duda conocer que está cerca el fin de los tiempos nos da
fuerza para alcanzar la justicia. Por ello el Señor, dándonos un arma para la
lucha, decía ( Mt 4,17): "El Reino de los Cielos está
próximo". Para ellos era motivo de debilidad saber que el mundo duraría
aún mucho tiempo. Por esto, si bien no han vivido todo un siglo, sin embargo
parece que hubieran soportado el peso de sus cien años. O bien: "el peso
de todo el día", son los mandamientos pesados de la ley; "el
calor" es la abrasadora tentación del error, inflamada por los espíritus
malignos en sus corazones, a fin de irritarlos para emulación de todos estos
gentiles. De estos, los que creen en Cristo, salieron libres de los lazos y
están a salvo por la plenitud de gracia, que lo resume todo.
San Gregorio Magno, homiliae in
Evangelia, 19,1
O también: "el llevar el peso del
día y del calor" es estar fatigado durante el tiempo de una larga vida,
por la lucha contra los estímulos de la carne. Pero se puede preguntar: ¿Cómo
es posible que murmuren los que son llamados al Reino de los Cielos? Porque el
que murmura, no recibe el Reino de los Cielos y el que recibe, no puede murmurar.
San Juan Crisóstomo, homiliae in
Matthaeum, hom. 64,3
No es conveniente examinar las parábolas
hasta en sus más pequeños detalles, sino penetrarse de la intención del que la
ha dicho y no pasar más adelante. Por consiguiente, en la parábola de que
tratamos, no se propuso el Señor el manifestar que había algunos envidiosos,
sino el de hacer ver que todos ellos gozaban de tantos honores, que sus mismos
honores podían engendrar en otros el vicio de la envidia.
San Gregorio Magno, homiliae in
Evangelia, 19,1
O también: "el murmurar"
quiere decir que todos los antiguos patriarcas, a pesar de haber vivido en la
justicia, no pudieron entrar en el reino, hasta la venida del Señor y por eso
es propio de ellos el haber murmurado. Mientras que nosotros no podemos murmurar,
porque a pesar de haber venido a la hora undécima y de haber nacido después de
la venida del Mediador, entramos en el reino en seguida que abandonamos
nuestros cuerpos.
San Jerónimo
O también el pueblo judío, que es
llamado antes, tiene envidia de los gentiles y encuentra su tormento en la
gracia del Evangelio.
San Hilario, in Matthaeum, 20
El murmurar de los trabajadores, se vio
bien claro en tiempo de Moisés, por la boca insolente del pueblo.
Sigue: "Mas él
respondió a uno de ellos y le dijo: Amigo, no te hago agravios":
Remigio
Por este "uno" pueden
entenderse todos los judíos, que recibieron la fe y a quienes el Señor llama,
por razón de esta misma fe "amigos".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 34
Mas no se quejan de no haber recibido lo
que se les había prometido, sino de que los otros hubiesen recibido más de lo
que merecían. Esto es propio de los envidiosos, que siempre se quejan de lo que
se da a otros como si se les quitara a ellos; de donde resulta que la envidia
es hija de la vanagloria y por eso, el que aquí se queja, no se queja de ser el
segundo más que por los vivos deseos que tiene de ser el primero. Por esta
razón, rechaza el Señor este movimiento de la envidia diciendo: "¿No te
concertaste conmigo por un denario?"
San Jerónimo
El denario tiene la efigie del rey.
Habéis recibido, pues, la recompensa que os he prometido, es decir, mi imagen y
semejanza, ¿qué más queréis? Y vosotros deseáis, no tanto el recibir más, como
el que otro no reciba nada. Tomad lo vuestro y marchaos.
Remigio
Es decir, recibid vuestra recompensa y
marchaos a la gloria. Yo quiero dar a este último, esto es, al pueblo gentil
(según sus méritos) tanto como a vosotros.
Orígenes, homilia 10 in Matthaeum
Pueda ser que dirigiera a Adán estas
palabras: "Amigo, no te hago agravio: ¿No te concertaste conmigo por un
denario? Toma lo que es tuyo y vete". El denario, esto es, la salvación es
lo tuyo; yo quiero dar a este último tanto como a ti. Se puede creer, sin
faltar a la verdad, que este último, que trabajó una hora y sin duda más que
los que le precedieron, es el apóstol San Pablo.
San Agustín, de sancta virginitate,
26
Da a todos un denario, recompensa de
todos, porque a todos será igualmente dada la misma vida eterna. Habrá en la
vida eterna, en la casa del Padre, muchas moradas y resaltará en ellas, de un
modo diferente, el brillo de los méritos de cada uno. El denario, que es el
mismo para todos, significa, que todos vivirán el mismo tiempo en el cielo y la
diferencia de mansiones, indica la gloria distinta de los santos.
San Gregorio Magno, homiliae in
Evangelia, 19,1
Y como nosotros recibimos la corona de
la bienaventuranza por efecto de la bondad del Señor, añade: "¿No me es
lícito hacer lo que quiero?". Grande insensatez del hombre es murmurar
contra la bondad de Dios. Porque podría quejarse de Dios cuando no le diera lo
que le debe; pero no tiene motivo para formular sus quejas cuando El no da lo
que no le debe. Por eso añade con tanta claridad: "¿Acaso tu ojo es malo,
porque yo soy bueno?"
Remigio
El ojo significa la intención. Los
judíos tuvieron un ojo malvado, es decir, una intención perversa, porque tenían
envidia de la salud de los gentiles. Las palabras del Señor: "Así serán
los postreros, primeros y los primeros postreros". Nos dan a entender el
objeto que se propuso el Señor en esta parábola, es decir, manifestarnos el
tránsito de los judíos, desde la cabeza a la cola y el tránsito nuestro, desde
la cola a la cabeza.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 34
O también llama a los primeros postreros
y a los postreros primeros, no porque los postreros sean más dignos que los
primeros, sino para manifestar que la época diferente de su vocación no
establece entre ellos diferencia alguna. Las palabras: "Muchos son los
llamados y pocos los escogidos"; no se refieren a los santos de que hemos
hablado arriba, sino a las naciones, entre las que habrá muchos que serán
llamados y pocos los que serán escogidos.
San Gregorio Magno, homiliae in
Evangelia, 19,1
Muchos vienen a la fe, pero son pocos
los que llegan al Reino de los Cielos, porque son muchos los que siguen a Dios
con los labios y huyen de El con sus costumbres. De todo esto, podemos sacar
dos consecuencias. Primera, que nadie debe presumir de sí mismo. Porque aunque
uno haya sido llamado a la fe, no sabe si estará elegido para el Reino; y
segunda, que nadie debe desconfiar de la salvación del prójimo, aunque lo vea
entregado al vicio, porque todos ignoramos los tesoros de la misericordia de
Dios. O de otra manera, nuestra mañana es la niñez; la hora de tercia la
adolescencia, porque el calor que en esa edad se desarrolla, es como el del sol
cuando sube a lo más elevado de su carrera; la hora de sexta es la juventud,
época en que el hombre adquiere toda su robustez y la de nona es la vejez, edad
en que falta el calor de la juventud, como al sol cuando se retira de los
puestos elevados de su carrera. Por último, la hora undécima, es la edad que se
llama decrepitud o veterana.
San Juan Crisóstomo, homiliae in
Matthaeum, hom. 64,3
La diferencia de las almas de los
trabajadores está bien marcada en el hecho de ser llamados unos por la mañana,
otros a la hora de tercia y así sucesivamente. El Señor los llamó a todos
cuando estaban en disposición de obedecer, cosa que hizo con el buen ladrón, a
quien llamó el Señor cuando vio que obedecería. Mas si dicen: "Porque
ninguno nos ha llamado a jornal" (Mt 20,7), es preciso tener
presente, como ya hemos dicho antes, que no debemos investigar todos los
detalles de la parábola, además de que no es el Salvador quien dice eso, sino
los trabajadores. Y en el mismo hecho del Salvador, en cuanto está de su parte,
llamar a todos a la primera hora, significa que el Salvador no excluyó a nadie
como lo indican las siguientes palabras: "Salió muy de mañana a ajustar
trabajadores" ( Mt 20,1).
San Gregorio Magno, homiliae in
Evangelia, 19,1
Estuvieron ociosos hasta la hora
undécima todos los que se retrasaron en vivir, según Dios, hasta la hora
última. A éstos, sin embargo, los llama el padre de las familias y muchas veces
los recompensa en primer lugar, porque mueren y van al reino antes que
aquellos, que son llamados desde los primeros años de su infancia.
Orígenes, homilia 10 in Matthaeum
Las palabras: "¿Qué hacéis ociosos
todo el día?" ( Mt 20,6) no se dirigen a los que habiendo
comenzado por el espíritu, concluyen por la carne, si después vuelven al
espíritu para vivir otra vez espiritualmente. Y no decimos esto para disuadir a
los hijos lascivos, que han gastado con su vida lujuriosa todos los tesoros
evangélicos, a que vuelvan a la casa de su Padre, sino para hacer ver que hay
una gran diferencia entre ellos y aquellos que pecaron en su juventud, cuando
aún no tenían conocimiento de lo que enseña la fe.
San Juan Crisóstomo, homiliae in
Matthaeum, hom. 64,4
En las palabras: "Los primeros
serán los postreros y los postreros serán los primeros" ( Mt 20,16)
indica el Señor de una manera encubierta que se refería a los que
resplandecieron primero en la virtud y después la despreciaron; y además, a
aquellos que se separaron del mal y se sobrepusieron a muchos. Esta parábola
fue, pues, compuesta con el objeto de avivar más los deseos de aquellos que se
convertían al Señor en sus últimos años y que por lo mismo tenían la idea de
que ellos recibirían menos recompensa que los demás.
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