Mateo 21, 28-32
"Mas
¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo:
Hijo, ve hoy, y trabaja en mi viña. Y respondiendo él, le dijo: no quiero. Mas
después se arrepintió y fue. Y llegando al otro, le dijo del mismo modo; y
respondiendo él, dijo: Voy, señor, mas no fue. ¿Cuál de los dos hizo la
voluntad del padre?" Dicen ellos: "El primero"; Jesús les dice:
"En verdad os digo, que los publicanos y las rameras, os irán delante al
reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros en camino de justicia, y no le
creísteis. Y los publicanos y las rameras le creyeron, y vosotros, viéndolo, ni
aun hicisteis penitencia después, para creerle".
San Jerónimo
Después de lo dicho, Jesucristo ofrece
una parábola en la que hace resaltar la impiedad de los que le preguntaban, y
les da a conocer que el reino de Dios pasará a los gentiles, diciéndoles:
"¿Mas qué os parece?"
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 40
Desea a los que considera como reos que
sean jueces en su propia causa, para que los que se condenan a sí mismos no
merezcan ser absueltos por nadie. Grande es la confianza de la justicia cuando
se confía al enemigo su propia causa. A aquellos los representa en parábolas
para que no comprendan que se sentencian a sí mismos. Sigue, pues: "Un
hombre tenía dos hijos", etc. ¿Quién es aquel hombre sino Dios, que ha
criado a todos los hombres? El, siendo dueño por naturaleza, prefiere ser amado
como padre, a ser temido como señor. El hijo mayor era el pueblo gentil y el
menor el pueblo judío, pues los gentiles procedían de Noé y los judíos de
Abraham. Prosigue: "Y llegando al primero, le dice: hijo, ve hoy",
etc. Hoy, esto es, mientras dura el tiempo de esta vida. Habló no a la cara
como un hombre, sino al corazón como Dios, penetrando hasta la inteligencia por
medio de los sentidos. Trabajar en su viña, es obrar bien, no sé si alguno de
los hombres podrá trabajarla toda.
San Jerónimo
Primeramente se dice al pueblo gentil,
por medio de la ley natural: "Ve y trabaja en mi viña". Esto es, lo
que no quieras hacer para ti, no lo quieras para otro ( Tob 4), pero
él responde con soberbia. Por esto sigue: "Y respondiendo él le dijo: no
quiero".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 40
Los gentiles, habiendo dejado desde el
principio a Dios y su justicia, y pasando a adorar los ídolos y al pecado,
parece que responden en su interior: No queremos hacer la voluntad de Dios.
San Jerónimo
Después cuando vino el Salvador, el
pueblo gentil, habiendo hecho penitencia, trabajó en la viña de Dios, y enmendó
con su trabajo la oposición que había presentado con la palabra. Esto es lo que
da a entender cuando dice: "Mas después se arrepintió y fue".
Prosigue:
"Y llegando al otro, le dijo del mismo modo; y respondiendo él, dijo: voy,
Señor".
San Jerónimo
Este segundo hijo es el pueblo judío que
respondió a Moisés: "Haremos todo lo que nos mande el Señor" ( Ex 24,3).
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 40
Pero arrepentidos, después mintieron a
Dios, según aquellas palabras del Salmo: "Hijos extraños me
mintieron" (17,46). Y esto es lo que dice: "Mas no fue".
Pregunta por lo tanto el Señor: "¿Cuál de los dos hizo la voluntad del
padre? Dicen ellos: el primero." Observa, por lo tanto, cómo se sentencian
a sí mismos, diciendo que el primero de los hijos hizo la voluntad del padre
(esto es, el pueblo gentil). Porque más vale no ofrecer a Dios obrar bien y
hacerlo, que ofrecérselo y mentir.
Orígenes, homilia 18 in Matthaeum
De esto se desprende que el Señor habló
en esta parábola a aquéllos que ofrecen poco o nada, pero que lo manifiestan
con sus acciones, y en contra de aquéllos que ofrecen mucho y que nada hacen de
lo que ofrecen.
San Jerónimo
Debe saberse que en los ejemplares
auténticos no se encuentra novísimo(último) sino primum (primero),
para que se condenen por su propio juicio. Y si nosotros queremos leer novísimo,
como algunos dicen, la explicación será clara, y diremos, que los judíos
conocen la verdad, pero que se empeñan en tergiversarla. No quieren decir lo
que sienten, como no habían querido decir que el bautismo de Juan procedía del
cielo, siendo así que lo sabían.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 40
El Señor confirma completamente el
juicio de ellos. Por esto sigue: "Jesús les dice: En verdad os digo, que
los publicanos y las rameras os irán delante al reino de Dios". Como si
dijese: No sólo es mejor que vosotros el pueblo gentil, sino también los
publicanos y las rameras.
Rábano
Puede entenderse también el reino de
Dios, por el Evangelio y la Iglesia presente, en que los gentiles preceden a
los judíos, porque han querido creer más pronto.
Orígenes, homilia 18 in Matthaeum
Mas por esto no puede decirse que el
pueblo judío no entrará alguna vez en el reino de Dios, sino que cuando hayan
entrado todos los gentiles, entonces entrará el pueblo de Israel ( Rom 2,25-26).
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 40
Yo creo que en los publicanos están
representados todos los hombres pecadores y en la persona de las rameras todas
las mujeres pecadoras. Pues la avaricia abunda en los hombres y la fornicación
en las mujeres. Como la mujer está siempre descansada en la casa le atormenta
más la fornicación que nace de la ociosidad. El hombre, como está asiduamente
ocupado en varias cosas, suele caer más fácilmente en el pecado de la avaricia,
pero en la fornicación no cae con tanta facilidad, a no ser que sea muy
lascivo. Porque la ocupación de los hombres suele contrariar a la
voluptuosidad, por esto la lascivia es propia de hombres jóvenes que en nada se
ocupan. Por lo tanto les manifiesta la causa de ello, diciendo: "Porque vino
Juan a vosotros en camino de justicia, y no le creísteis".
Rábano
San Juan vino predicando el camino de la
justicia, porque señaló a Jesucristo con el dedo diciendo que era la
consumación de la ley.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 40.
También vino en el camino de la justicia
de una manera tan evidente que con su trato respetable conmovía los corazones
de los pecadores. Por esto sigue: "Y los publicanos y las rameras le
creyeron". Considera cómo el buen testimonio del predicador da poder a la
predicación para someter aun los corazones indómitos. Prosigue: "Y
vosotros viéndolo, ni aun hicisteis penitencia después para creerle", como
si dijese: aquéllos hicieron lo que es más creyendo, en cambio éstos ni
siquiera hicieron penitencia, lo cual es menos. En esta exposición que hemos
desarrollado, según explican muchos, me parece que hay alguna contradicción.
Porque si por los dos hijos deben entenderse aquí los judíos y los gentiles,
después que los sacerdotes respondieron que el primer hijo fue el que hizo la
voluntad de su padre, concluyendo Jesucristo la parábola debió expresarse así:
en verdad os digo, que los gentiles os precederán en el reino de Dios. Sin
embargo dice que los publicanos y las rameras os precederán en el reino de
Dios, con lo que más se refiere a la condición del populacho que a la de los
gentiles. A no ser que comprendamos -como se ha dicho antes- que el pueblo de
los gentiles agrada más a Dios que vosotros, por lo que los publicanos y las
rameras son más aceptables a Dios que vosotros.
San Jerónimo
Por esto creen algunos que esta parábola
no se refiere a los gentiles ni a los judíos, sino simplemente a los pecadores
y a los justos. Porque aquéllos se negaron a servir a su señor, obrando mal
contra él y después recibieron de San Juan el bautismo de la penitencia,
mientras que los fariseos, que llevaban por delante la justicia de Dios y se
jactaban de cumplir la Ley, menospreciando el bautismo, no cumplieron la
voluntad divina.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum
in Matthaeum, hom. 40
Ahora dice esto, porque los sacerdotes
no le habían preguntado para aprender, sino para tentarle: "¿Con qué poder
haces esto?" Muchos del pueblo habían creído, por eso expone la parábola
de los dos hijos, manifestándoles por medio de ella que son mejores las gentes
del pueblo que desde el principio profesan la vida seglar, que los sacerdotes
que hacen profesión de servir a Dios desde el principio. Pues las gentes del
pueblo, una vez arrepentidas, se vuelven a Dios; mientras que los sacerdotes,
como impenitentes, nunca dejan de ofender a Dios; por lo tanto, el primer hijo
es el pueblo, porque no es el pueblo para los sacerdotes, sino los sacerdotes
para el pueblo.
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