Discurso
íntegro de
Santa
Teresa de Calcuta
en el desayuno
de oración de la Casa Blanca
3 de febrero de 1994
Ante una
clase dirigente norteamericana tolerante con el aborto la fundadora de la
Familia de los Misioneros de la Caridad proclamó con valentía la verdad sobre
este crimen contra la humanidad con argumentos sólidos e irrefutables.
Washington, DC, Febrero 3, 1994
En el último día,
Jesús dirá a los que están a su derecha,
Jesús les responderá,
“Lo que dejaron de hacer por uno de éstos más pequeños, ustedes dejaron de
hacérmelo a mi!”
Al encontrarnos aquí
reunidos para orar juntos, pienso en lo bello que será si comenzamos con una
oración que expresa muy bien lo que Jesús quiere que hagamos por los más
pequeños. San Francisco de Asís comprendía muy bien las palabras de Jesús y su
vida quedó bien plasmada en esta oración. Esta oración que nosotras decimos
todos los días después de recibir la Santa Comunión, no deja de sorprenderme,
porque la encuentro muy adecuada para cada uno de nosotros. Siempre me he
preguntado si hace ochocientos años, cuando San Francisco vivió, tuvieron las
mismas dificultades que enfrentamos hoy en día. Creo que ya algunos se sabe la
oración de la Paz, por lo tanto la rezaremos juntos.
Oración de San
Francisco:
Señor, hazme un
instrumento de Tu paz, donde haya odio que yo siembre amor, donde haya injuria,
lleve yo el perdón, donde haya duda, lleve yo la fe, donde haya desaliento,
lleve yo la esperanza, donde haya obscuridad, lleve yo la Luz, donde haya
tristeza, lleve yo la alegría. OH Divino Maestro, permíteme no ser consolado
sino consolar, comprendido sino comprender, amado sino amar. Porque dando se
recibe, perdonando se es perdonado, y muriendo en Ti se nace a la vida eterna.
Demos gracias a Dios
por la oportunidad que nos ha dado en venir a orar juntos. Hemos venido aquí,
para orar, especialmente, por la paz, gozo y amor. Recordemos que Jesús vino a
entregarle las buenas noticias a los pobres. Él nos dijo cuales eran esas
buenas noticias cuando dijo: “Mi Paz os dejo, Mi Paz os doy.” El no vino a dar
la paz que da el mundo, la cual es simplemente la que unos no molestan a otros.
Él vino a dar la paz del corazón, la cual viene cuando amamos hacer el bien al
prójimo.
Dios amó tanto al
mundo que le entregó su único Hijo – era ya un hecho. Dios le dio su Hijo a la
Virgen María, ¿y qué fue lo que Ella hizo? En cuanto Jesús vino a la vida de
María, Ella inmediatamente fue rápido a dar las buenas noticias. Y entró a la
casa de su prima Isabel, y las Escrituras dicen que su hijo, aún no nacido, el
niño dentro del vientre de Isabel, saltó de gozo. Desde el vientre de María,
Jesús trajo paz a Juan el bautista quien saltó de gozo en el vientre de Isabel.
Y como si no fuera
suficiente, que Dios Hijo se hiciera uno de nosotros y nos trajera Paz y Gozo
mientras todavía se encontraba en el vientre de María, Jesús también murió en
la Cruz para demostrar un amor aún más grande. El murió para ti y para mí, y
por el leproso, y por el que muere de hambre, y por el que se encuentra desnudo
y tendido en la calle, no solo de Calcuta, sino de África, y de todos lados.
Nuestras hermanas le sirven a los pobres en 105 países alrededor del mundo.
Jesús insistió que nos amaramos los unos a los otros como Él nos ama. Jesús dio
su vida para amarnos y nos dice que nosotros también debemos dar lo que sea
para hacer el bien al prójimo. En los evangelios, Jesús dice claramente: “Ámense
como yo los he amado.” Jesús murió en la Cruz porque eso es lo que se requería
de El para hacer un bien por todos nosotros, para salvarnos de nuestros pecados
de egoísmos. El dio todo para cumplir con la voluntad del Padre para
demostrarnos que nosotros también debemos estar dispuestos a darlo todo para
cumplir la voluntad de Dios, para amarnos los unos a los otros como Él nos ha
amado. Si nosotros no estamos dispuestos a darlo todo para hacer el bien al
prójimo, el pecado todavía vive en nosotros. Es por ello que nosotros también
debemos dar hasta que duela. No es suficiente que digamos “Amo a Dios”. Tengo
también que amar a mi prójimo. San Juan nos advierte que somos mentirosos si
decimos que amamos a Dios y no amamos a nuestro prójimo.
¿Cómo se puede amar a
Dios, a quien no se ve, si no amas a tu prójimo a quien puedes ver, puedes
tocar, y con quién vives?
Por lo tanto, es muy
importante entender que amar, para que sea verdadero amor, tiene que doler.
Debo estar dispuesto a darlo todo, lo que sea para no hacerle daño a la gente
y, de hecho, para hacerle el bien. Esto requiere que yo esté dispuesto a dar hasta
que duela. De otro modo, no hay verdadero amor en mí y por ende, en lugar de
traer buenas noticias, le traigo injusticia, y no traigo paz a los que están a
mi alrededor. A Jesús le dolió amarnos. Hemos sido creados a Su imagen para
cosas mucho más grandes, para amar y ser amados. Debemos “vestirnos de Cristo”
como dicen las Escrituras. Por eso, hemos sido creados para amar y ser amados,
Dios se hizo hombre para comprobarnos que podemos amar de la misma manera que Él
nos amó. Jesús se hace el hambriento, el desnudo, el desamparado, el rechazado,
y nos dice, “me lo hicieron a mí”. En el último día Él le dirá a los de su
derecha, “Lo que hicieron a uno de mis pequeños, me lo hicieron a Mi” y también
dirá a los de su izquierda, ” Lo que dejaron de hacer a uno de mis pequeños, me
lo dejaron de hacer a Mi.”
Cuando Jesús moría en
la cruz, dijo “Tengo sed.” Jesús está sediento por su amor, esta es la sed de
todos, pobres y ricos. Todos estamos sedientos por el amor de otros, ver que
alguien vaya fuera de su camino no solo para dejarnos de hacer un daño sino al
contrario para hacernos un bien. Este es el significado del verdadero amor, dar
hasta que duela.
Nunca se me olvidará
la experiencia que tuve al visitar una institución donde los hijos envían a sus
Padres ya de la tercera edad para olvidarse de ellos. Vi que en este hogar,
esta gente de tercera edad lo tenía todo, buena comida, un lugar cómodo,
televisión, lo tienen todo, sin embargo todos tenían sus miradas puestas en las
puertas de entrada. Y no vi a ninguno con una sonrisa en sus rostros. Yo le
pregunté a la Hermana: ” ¿Por qué ellos, que tienen todas las comodidades aquí,
porqué miran hacia las puertas?¿Por qué no sonríen?” Yo estoy tan acostumbrada
a ver sonrisas en los rostros de la gente, inclusive hasta los moribundos. Y la
Hermana dijo: “Así es aquí todos los días. Ellos siguen esperando, y deseando
que un hijo o una hija los vengan a visitar. Ellos están dolidos porque han
sido olvidados.” Falta de amor trae pobreza espiritual. Tal vez en nuestras
propias familias, tenemos a alguien que se sienta solo, enfermo, preocupado.
¿Estamos con ellos? ¿Los acompañamos o los ponemos al cuidado de otros?
¿Estamos dispuestos a dar hasta que duela para estar con nuestras familias, o
ponemos nuestros propios intereses primero? Estas son las preguntas que nos
debemos hacer, especialmente al comienzo del año de la familia. Debemos
recordar que el amor comienza en casa y debemos recordad que “el futuro de la
humanidad pasa a través de la familia.”
Me sorprendió ver en
el Occidente, que tantos jóvenes se entregan a las drogas. Yo he tratado de
averiguar por qué. ¿Por qué en el Occidente son así, si tienen muchísimo más
que los de Oriente? La respuesta fue: ” Porque no hay nadie en sus familias
para recibirlos.” Nuestros hijos dependen de nosotros para todos, su salud, su
nutrición, su seguridad, el conocer y el amar a Dios. Por todo esto, ellos nos
miran con confianza, esperanza y expectativa. Pero muy a menudo el Padre y la
Madre están tan ocupados que no tienen tiempo para sus hijos, o tal vez ni
siquiera están casados o se han dado por vencidos en su matrimonio. Por lo
tanto, los niños van a las calles y se involucran con las drogas y con otras
cosas. Hablamos del amor a los niños que es donde el amor y la paz deben
comenzar. Estos son los hechos que contribuyen al rompimiento de la paz. Pero
siento que el mayor destructor de la paz hoy en día es el aborto, porque es la
guerra en contra los niños, el asesinato directo de los inocentes, asesinato de
la Madre en contra de sí misma.
Si nosotros aceptamos
que una Madre asesine a su propio hijo, ¿cómo entonces podemos decirle a otros
que no se maten entre sí? ¿Cómo podemos convencer a una mujer de no tener un
aborto? Como en todo, debemos persuadirla con amor y nos recordamos que amar
significa dar hasta que duela. Jesús dio hasta su vida por amarnos. Así es que,
la Madre, que esté pensando en tener un aborto, debe ser ayudada a amar, o sea
dar hasta que le duelan sus planes, o su tiempo libre, para que respete la vida
de su hijo. El Padre de ese niño, quien quiera que sea, debe dar también hasta
que le duela. Con el aborto, la Madre no aprende a amar, sino a matar hasta su
propio hijo para resolver sus problemas.
Y con el aborto, al
Padre se le dice que no tiene que tener responsabilidad alguna por el niño que
ha traído a la vida. El Padre es capaz de poner a otras mujeres en la misma
circunstancia. Por lo tanto el aborto solo lleva a más abortos. Cualquier país
que acepte el aborto, no le enseña a su gente a amar, sino a utilizar violencia
para recibir lo que quieran. Es por esto que el mayor destructor del amor y de
la paz es el aborto.
Mucha gente se
preocupa bastante por los niños de la India, con los niños de África donde
muchos mueren de hambre, etc. Mucha gente también se preocupa por toda la
violencia en esta gran nación de los Estados Unidos. Preocuparse por esto es
bueno. Pero casi siempre a esta misma gente no les interesan los millones que
intencionalmente están siendo asesinados por decisión de sus propias Madres. Y
este es el mayor destructor de la paz hoy en día – el aborto cegó a la gente.
Y por esto yo apelo en
la India y en cualquier lugar – “traigamos de regreso a los niños.” El niño es
un regalo de Dios para la familia. Cada niño está creado de manera especial a
la imagen y semejanza de Dios para grandes cosas. Para amar y ser amado. En
este año de la familia, debemos traer a los niños al centro de nuestro cuidado
y atención. Esta es la única manera en la que este mundo podrá sobrevivir,
porque nuestros hijos son la única esperanza para el futuro. Cuando los
ancianos son llamados a donde Dios, solo sus hijos los pueden reemplazar.
¿Pero qué es lo que Dios
nos dice? Él dice: “Aunque la Madre olvidase a su hijo, Yo no te olvidaría. Te
he grabado en la palma de mi mano.” Todos estamos grabados en la palma de sus
manos; el niño que fue abortado, también está grabado en la palma de su mano
desde el momento de concepción y es llamado, por Dios, para amar y ser amado,
no solo ahora en esta vida, pero para siempre. Dios no nos olvida nunca.
Les diré algo hermoso.
Luchamos contra el aborto con la adopción, cuidando a la Madre y adoptando al
niño. Hemos salvado a miles de vidas. Le hemos comunicado a las clínicas, a los
hospitales y a las estaciones de policía:” Por favor no destruyan a los niños;
nosotras nos encargaremos de ellos.” Así es que siempre tenemos a alguien que
le dice a las Madres en problemas:” Vengan, nosotros te cuidaremos, le
conseguiremos un hogar a tu hijo.” Y tenemos una gran demanda de parejas que no
pueden tener hijos pero nunca le daré un hijo a una pareja que han hecho algo
para no tener a un hijo. Jesús dijo “Quien quiera que reciba a este niño en mi
nombre, a Mí me recibe.” Al adoptar a un niño, estas parejas reciben a Jesús
pero, al abortar a un niño, la pareja rechaza a Jesús.
Por favor no asesinen
a los niños. Yo quiero a los niños. Por favor entréguenme los niños. Yo estoy
dispuesta a aceptar a cualquier niño que lo hayan querido abortar y se lo
entregaré a una pareja casada que lo amará y serán amados por ese niño.
Solo en nuestro hogar
en Calcuta, hemos salvado a más de 3000 niños del aborto. Estos niños han
traído tanto amor y gozo a sus Padres adoptivos y han llegado a crecer llenos
de amor y gozo. Yo sé que las parejas deben planificar sus familias pero para
eso hay planificación familiar natural.
La manera de
planificar las familias es por medios naturales no por medios anti conceptivos.
Al destruir el poder de dar vida, por medio de la anti concepción, la pareja se
hace daño a sí misma. Esto cambia la atención a sí mismos y destruye el regalo
de amarse el uno al otro. Al amarse, el uno al otro, la atención está en el
amor de uno para el otro. Al amarse, la pareja se da atención el uno al otro y
esto es lo que sucede con la planificación familiar natural, y no hacia sí mismos
como sucede egoístamente con la anti concepción. Una vez el amor viviente es
destruido por la anti concepción, el aborto le prosigue fácilmente como el paso
a seguir.
Yo sé que hay grandes
problemas en el mundo, que muchas parejas no se aman lo suficiente para
utilizar planificación familiar natural. No podemos resolver todos los
problemas del mundo, pero no permitan traer el peor problema de todos, y ese es
el que destruye el amor. Y esto es lo que pasa cuando la gente practica anti
concepción y aborto.
Hay muchos pobres en
el mundo. Ellos nos pueden enseñar muchas cosas bellas. Una vez, una de ellas
vino a agradecerme por enseñarle planificación familiar natural y dijo:
“Ustedes que practican castidad, son los mejores en enseñarnos planificación
familiar natural porque no es nada más que auto control por amor del uno al
otro.” Y lo que esta persona pobre dijo es muy cierto. La gente pobre pueda que
no tengan nada que comer, tal vez no tengan un hogar donde vivir, pero son
personas grandiosas y muy ricas espiritualmente.
Cuando recojo a una
persona en la calle, hambrienta, yo le doy un plato de arroz y un pedazo de
pan. Pero una persona que está sola, se siente rechazada, como que nadie la
ama, atemorizada, esa persona que ha sido rechazada por la sociedad, tiene una
pobreza que es mucho más difícil de vencer y esa es la pobreza espiritual. El
aborto, el cual prosigue a la anti concepción, lleva a la gente a ser
espiritualmente pobre, y esa es la peor pobreza y la más difícil de vencer.
Los que son materialmente
pobres pueden ser gente maravillosa. Una tarde fuimos a recoger cuatro personas
de la calle. Una de ellas estaba en una condición horrible. Le dije a las
Hermanas: ” Ustedes encárguense de las otras tres; yo me encargaré de la que se
ve peor.” Así es que hice todo lo que mi amor pudo hacer por ella. La acosté en
una cama y ella tenía una bellísima sonrisa en su rostro. Ella me tomó de la
mano, y dijo una tan sola palabra: “gracias” y luego murió.
No pude hacer nada más
que examinar mi conciencia ante ella. Y pregunté “¿Qué diría yo si estuviera en
su lugar?” Mi respuesta fue sencilla. Yo hubiese tratado de atraer atención.
Hubiera dicho: “tengo hambre, me muero, tengo frío, estoy en dolor” o algo.
Pero ella me dio mucho más, ella me dio su gran amor. Y murió con una sonrisa
en su rostro. También había un hombre que recogimos de los alcantarillados,
medio comido por los gusanos y, después que lo trajimos a la casa, el solo
dijo:
“He vivido como un
animal en la calle, pero voy a morir como un ángel, amado y cuidado.”
Luego, después que le
quitamos los gusanos del cuerpo, todo lo que dijo, con una gran sonrisa fue:
“Hermana, voy a casa donde Dios” y luego murió. Fue tan maravilloso ver la
grandeza de ese hombre que podía hablar así, sin culpar a nadie, sin comparar
nada. Como un ángel, esta es la grandeza de la gente que son espiritualmente
ricos aunque sean materialmente pobres. No somos trabajadoras sociales.
Podremos hacer trabajo social a los ojos de algunas gentes, pero nosotras
debemos ser contemplativas en el corazón del mundo. Porque tocamos el cuerpo de
Cristo y estamos siempre en su presencia.
Ustedes también deben
traer la presencia de Dios a sus familias, porque la familia que reza unida, se
mantiene unida.
Hay demasiado odio,
demasiada miseria, y con nuestras oraciones, con nuestros sacrificios
comenzamos desde el hogar. El amor comienza en casa, y no es cuanto hacemos,
pero cuanto amor ponemos en lo que hacemos.
Si somos
contemplativas en el corazón del mundo con todos los problemas, estos nunca nos
podrán desanimar. Debemos recordar siempre que Dios nos dice en las Escrituras:
“Aunque una Madre olvidase a su hijo en su vientre, algo imposible, pero si
ella lo llegara a olvidar, Yo nunca te olvidaría.” Y por eso me encuentro aquí
dirigiéndome a ustedes. Quiero encontrar a los pobres aquí, justo en sus
propios hogares primero. Y comenzar a amar ahí. Sean portadores de buenas
noticias a su familia primero. Y luego a sus vecinos. ¿Los conocen? Yo tuve una
gran experiencia de amor al prójimo con una familia Hindú. Un hombre vino a
nuestro hogar y dijo:” Madre Teresa, hay una familia que no ha comido por mucho
tiempo. Haga algo.” Así es que tomé algo de arroz y fui inmediatamente. Y vi a
los niños, sus ojos brillaban de hambre. No sé si alguna vez han visto hambre. Yo
sì y con mucha frecuencia. Y la Madre de la familia tomó el arroz que les di y
fue afuera. Cuando regresó, le pregunté: “¿Adonde fue? ¿qué fue lo que hizo?” Y
me dio una respuesta muy sencilla: “Ellos también tienen hambre.” Lo que me
impactó fue que ella sabía eso, y quienes eran también. Una familia de
Musulmanes, y ella lo sabía. No traje más arroz esa tarde porque quería que
ellos, Hindúes y Musulmanes, disfrutaran de el gozo de compartir. Y los niños
irradiaban gozo, compartiendo el gozo y la paz con su Madre porque ella supo
amar hasta que le dolió. Y ven que ahí es donde comienza, en casa con la
familia.
Así es que, como lo
demuestra esta familia, Dios nunca nos olvida y siempre hay algo que ustedes y
yo podemos hacer. Podemos mantener el gozo de amar a Jesús en nuestros
corazones, y compartir ese gozo con todos los que entremos en contacto. Tomemos
una determinación, que ningún niño sea rechazado o que no sea amado, o que no
se preocupen por el o que no lo asesinen y lo tiren a la basura. Y den hasta
que duela, con una sonrisa.
Ya que hablo mucho de
dar con una sonrisa, una vez un profesor de los Estados Unidos me preguntó:” ¿Esta
casada?” y le dije: “sí, y a veces encuentro muy difícil darle una sonrisa a mi
esposo, Jesús, porque Él puede ser bastante exigente a veces”. Esto es
verdaderamente cierto.
Y de ahí es de donde
sale el amor, cuando es exigente, y cuando todavía podemos darlo con gozo.
Una de las cosas más
exigentes para mi es viajar a cualquier lado – y con publicidad. Yo le dije a
Jesús que si no voy al cielo por cualquier otra cosa, que iré al cielo por lo
menos por todos los viajes, con toda la publicidad, que hago, eso me ha
purificado y me ha sacrificado, y en verdad me ha preparado para ir al cielo.
Si recordamos que Dios nos ama, y que podemos amar a otros así como Él nos ama,
entonces América puede llegar a ser una señal de paz para el mundo.
Desde aquí, un aviso
de cuidar a los más débiles, a los no nacidos, debe salir hacia el mundo. Si
ustedes se convierten en un faro ardiente de justicia y paz en el mundo,
entonces verdaderamente serán fieles a lo que los fundadores de este país
representaban. Que Dios los bendiga!
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