jueves, 27 de agosto de 2020

Santa Mónica - Himnos Litúrgicos

 


Oficio de Lectura

Escuela de domésticas virtudes,
que los deberes del hogar exigen,
Mónica, eres ejemplo que nos muestra
cómo se alcanza santidad sublime. 
 
Esposa que en servicio de su casa
se consagra al amor de su marido; 
la madre, que no tiene otro tesoro
que modelar el corazón del hijo.

¡Ah! La madre que llora, que trabaja,
que rehúsa descanso a sus fatigas,
porque comprende que en los hijos tiene
el profundo sentido de su vida.

Dios hizo de las madres un misterio
de amor y de esperanza y de ternura,
y al perfumar con ellas nuestra historia,
dejó en el mundo una sonrisa suya.

Camino de humildad es el secreto
de las almas que aspiran a ser grandes.
¡Oh, Mónica, es así como consigues
ser modelo de esposas y de madres!

Al Padre soberano, al Unigénito
y al Espíritu de Ambos procedente,
al Dios Uno, la gloria y la alabanza
tributadas Le sean para siempre. Amén.


Laudes



Lenguas y siglos unánimes celebren
tu nombre, ¡oh, Mónica!, y que el orbe todo,
reconocido por tu ejemplo y vida,
te rinda su alabanza.

Tú, que llevada del amor materno,
patria y lugar dejaste, y las tormentas
del mar desafiaste tras la huella
del hijo huido;
tú, que, a fuerza de lágrimas, ganaste
al hijo de tus lágrimas, y a Cristo 
Le devolviste el corazón ardiente
del Serafín de Hipona;
haz que los náufragos del amor perdido,
los huidos de Dios y de la vida,
sientan, como Agustín, la ardiente y viva
necesidad de Cristo.

Honor al Padre sea siempre dado
y al engendrado Hijo, Jesucristo, 
y al Santo Espíritu, que con Ellos reina
por los siglos eternos. Amén.

O bien:

Con tus lágrimas de amor
madre del gran Agustín,
diste a la Iglesia un doctor,
diste al cielo un serafín.

¡Salve a ti, mujer bendita,
muda y sola en tu quebranto,
que presagias con tu llanto
nuevos triunfos a la Cruz! 
 
Cada lágrima que rueda
por tu pálido semblante,
es un destello radiante
del Sol de la eterna luz.

Con arrullo lastimero
de tórtola solitaria,
sube al cielo tu plegaria
desde el valle del dolor;

Dios te escucha, y a tus plantas,
del poder de Dios herido,
cae un gigante rendido:
¡y es el hijo de tu amor! Amén.

Ver también

Santa Mónica ejemplo de esposa y madre - Benedicto XVI



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