domingo, 16 de agosto de 2020

CELEBRAR Y ORAR EN TIEMPO DE PANDEMIA - Domingo XX tiempo durante el año Ciclo A

 La siguiente es una guía para poder celebrar en nuestras casas, en este tiempo de pandemia.

Los textos que están en rojo (rúbricas) no son para leer en voz alta y tienen la función de dar algunas indicaciones sobre lo que hay que ir haciendo. De acuerdo a las posibilidades de la persona y/o grupo familiar se realizará todos o algunos de los momentos celebrativos propuestos.

Para preparar antes de la celebración:

- Un lugar cómodo que permita el recogimiento y la oración familiar.

- Un pequeño altar con los elementos que a la familia le son significativos: un mantel, una vela encendida, una cruz, la imagen de la Virgen María, etc.

- Una Biblia desde la cual se proclamará el Evangelio.

 

Iniciamos lacelebración Una vez reunida la familia en torno a la Palabra de Dios, sepropone comenzar con el canto «Somos un pueblo que camina» Aquí

 

Somos un pueblo que camina

 

Somos un pueblo que camina

y juntos caminando

podremos alcanzar

otra ciudad que no se acaba

sin penas ni tristezas

ciudad de eternidad.

 

Somos un pueblo que camina

que marcha por el mundo

buscando otra ciudad.

Somos errantes peregrinos

en busca de un destino

destino de unidad.

Siempre seremos caminantes

pues sólo caminando

podremos alcanzar

otra ciudad que no se acaba

sin penas ni tristezas

ciudad de eternidad.

 

Danos valor para la lucha

valor en las tristezas

valor en nuestro afán.

Danos la luz de tu Palabra

que guíe nuestros pasos

en este caminar.

Marcha Señor junto a nosotros

pues sólo en tu presencia

podremos alcanzar

otra ciudad que no se acaba

sin penas ni tristezas

ciudad de eternidad.

 

Dura se hace nuestra marcha

andando entre las sombras

y en tanta oscuridad.

Todos los cuerpos desatados

ya sienten el cansancio

de tanto caminar.

Pero tenemos la esperanza

de que nuestras fatigas

al fin alcanzarán

otra ciudad que no se acaba

sin penas ni tristezas

ciudad de eternidad.

 

Luego el adulto que guía la celebración (G) invita a todos a hacerse la señal de la cruz, mientras dicen:

Todos: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

G: Familia, bendigamos al Señor, que en su bondad nos invita a compartir la mesa de su Palabra.

Todos responden: Bendito sea Dios, por los siglos.

Y continúa: En este Domingo, el día del Señor, reconociendo que necesitamos su perdón y su paz, manifestemos nuestro arrepentimiento:

Todos hacen un breve momento de silencio, y a continuación el que guía la celebración dice:

G: Tú, que permanentemente escuchas nuestras necesidades. Señor, ten piedad

Todos: Señor, ten piedad.

 

G: Tú, que nos curas de nuestros egoísmos y cobardías. Cristo, ten piedad.

Todos: Cristo, ten piedad.

 

G: Tú, que nos pides que nos acerquemos a los marginados y necesitados. Señor, ten piedad.

Todos: Señor, ten piedad.

G: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

Todos: Amén.

 

Escuchamos la Palabra

Habiendo marcado previamente el texto que se escuchará y puestos todos de pie, alguien toma la Biblia del altar familiar y proclama el evangelio de este domingo Mateo 15, 21-28. Si se prefiere se puede tomar el texto que transcribimos aquí abajo.

 

Del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 15, 21-28

Jesús partió de Genesaret y se retiró al país de Tiro y de Sidón. Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: «¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio». Pero él no le respondió nada.

Sus discípulos se acercaron y le pidieron: «Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos».

Jesús respondió: «Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel».

Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!»

 Jesús le dijo: «No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros».

Ella respondió: «¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!»

Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!» Y en ese momento su hija quedó sana.

Palabra del Señor

 

Reflexionamos en familia

Se puede hacer una reconstrucción del evangelio, con preguntas para dialogar en familia. Además, puede leerse la siguiente reflexión:

 

El evangelio de hoy nos cuenta que Jesús se ha retirado a la región de Tiro y Sidón (hoy esa región pertenece a la República del Líbano). Y allí es buscado por una mujer “cananea”. En realidad es sirofenicia porque no existían cananeos en esa época, pero la llaman así para resaltar que era pagana, es decir, no perteneciente a la fe y la raza del pueblo elegido. .

Y esto provoca reacciones llamativas:

La de los apóstoles, que quieren que Jesús la atienda no porque les preocupa sino porque los molesta y quieren sacársela de encima.

Pero también llama la atención la reacción de Jesús por la frase que utiliza y que suena muy fuerte a nuestros oídos occidentales: “El pan de los hijos no debe darse a los cachorros”. En realidad es un proverbio que significa que en toda casa debe haber prioridades. Significa que el plan de Dios, la Salvación, debe llegar primero a Israel y a partir de allí a todo el mundo.

Y sin embargo, termina concediéndole a la mujer la curación de su hija.

¿Qué fue lo que cambió el orden de prioridades de Jesús? La fe de esa mujer, su humildad y confianza.

La fe también destruyó la barrera entre judíos y paganos. Muchos judíos que aceptaban a Jesús pensaban que la salvación era sólo para Israel. Se necesitó tiempo para vencer esas barreras.

Este episodio nos hace preguntarnos si nosotros todavía tenemos barreras. ¿Cuáles son? ¿A quiénes dejamos “afuera” de la salvación y de nuestros corazones? ¿Todavía tenemos barreras raciales, sociales, políticas?

O, por el contrario, ¿quiénes son los que pensamos que solamente se pueden salvar? ¿Los que comparten nuestras ideas, nuestra espiritualidad, nuestras ideas políticas?

Preguntémonos si nuestra fe es suficiente para derribar nuestras barreras, de tal manera que nos lleve a considerar que todo ser humano es nuestro hermano.

Que el Señor purifique nuestra fe y nos haga descubrir que el Reino de Dios se siembra y germina en todas partes, que sólo necesita la tierra fértil de los corazones de hombres y mujeres de buena voluntad.

 

Para concluir este momento de reflexión se proponecantar «Creo» Aquí

Creo

 

Creo, aunque todo te oculte a mi fe.

Creo, aunque todo me grite que no.

Porque he basado mi fe

en un Dios inmutable,

en un Dios que no cambia,

en un Dios que es amor.

 

Creo, aunque todo parezca morir.

Creo, aunque ya no quisiera vivir.

Porque he fundado mi vida

en palabra sincera,

en palabra de amigo,

en palabra de Dios.

 

Creo, aunque todo subleva mi ser.

Creo, aunque sienta muy solo el dolor.

Porque un cristiano que tiene

al Señor por amigo

no vacila en la duda,

no vacila en la fe.

 

Creo, aunque veo a los hombres matar.

Creo, aunque veo a los niños llorar.

Porque aprendí con certeza

que El sale al encuentro,

en las horas más duras,

con su amor y su luz.

 

Creo, pero aumenta mi fe.

 

Confesamos nuestra fe

G: Como familia de Dios vamos a expresar con alegría nuestra de fe diciendo: «Creo, Señor»

 

Alguno de los presentes va proponiendo las fórmulas de fe, a las que todos responden.

 

Lector: En Dios Padre, creador del cielo y de la tierra…

Todos: «Creo, Señor»

 

Lector: En Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen…

Todos: «Creo, Señor»

 

Lector: En Jesucristo, que padeció bajo el poder de Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos…

Todos: «Creo, Señor»

 

Lector: En Jesucristo, que subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso, y que desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos…

Todos: «Creo, Señor»

 

Lector: En el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna…

Todos: «Creo, Señor»

Presentamos nuestra oración

G: Jesús alabó la fe de la mujer que se acercó a pedirle por su hija y le concedió lo que le pedía. Con esa misma fe presentémosle al Señor nuestras necesidades. A cada intención respondemos: “Te rogamos, óyenos”.

Lector:

Por la Iglesia, para que proclame fielmente su mensaje cristiano a todos los pueblos. Oremos.

Por las autoridades, para que prioricen a los más vulnerables y a los desempleados en este tiempo tan difícil que atraviesan y destinen sus acciones de gobierno a aliviar su situación. Oremos.

Por todos los agentes sanitarios, por los científicos y todos los trabajadores esenciales, para que confiando en el Señor, renueven sus fuerzas en su arduo trabajo de vencer esta pandemia. Oremos.

Por todos los niños y niñas en su día, para que cuenten con una protección afectuosa y contenedora en sus vidas que les haga descubrir el amor de Dios que nunca los abandona. Oremos.

Por nosotros, para que con hospitalidad y solidaridad recibamos al hermano migrante, al extranjero, acogiéndolo en nuestras comunidades y en nuestros barrios. Oremos.

Quien lo desee, puede agregar intenciones.

Después, quien anima la oración, dice: Concluyamos nuestra celebración en familia, diciendo juntos la oración que Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro que estás en el cielo…

G: Oremos.

Dios y Padre nuestro,

que en la bondad

de tu Hijo manso y humilde de corazón

has cumplido el designio universal de salvación,

revístenos de sus sentimientos,

para que demos testimonio continuo

con las palabras y con las obras

de tu amor eterno y fiel.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

Rezamos por los niños en su día.

Este domingo 16 de agosto se celebra en Argentina el Día del Niño. Por eso les proponemos realizar, si hubiera niños/as en la casa, la bendición que se propone en los números 118 o 119 del Bendicional para ser realizada por un laico. Si no hubiera niños en la casa se puede rezar solamente la oración a la Virgen que se propone al final.

 

Bendición de los niños

Quien anima la oración, dice la siguiente oración:

 

a) Para niños ya bautizados

Señor Jesucristo, tanto amaste a los niños que dijiste que quienes los reciben te reciben a ti mismo; escucha nuestras súplicas a favor de estos niños (este niño / esta niña) y, ya que los (lo / la) enriqueciste con la gracia del bautismo, guárdalos (guárdalo/guárdala) con tu continua protección, para que a medida que crezcan (crezca), profesen (profese) libremente su fe, sean fervorosos (sea fervoroso/sea fervorosa) en la caridad y perseveren (persevere) con firmeza en la esperanza de tu reino. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Y todos responden: Amén.

b) Para niños sin bautizar

Dios, Padre todopoderoso, fuente de bendición y defensor de los niños, mira con bondad a este (estos) niño (s) y protégelo(s) desde ahora ya que habrá(n) de nacer de nuevo por el agua y el Espíritu Santo; y concédele(s) que, una vez recibido el don del bautismo, participe(n) de tu reino y aprenda(n) a darte gracias con nosotros en la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Y todos responden: Amén.

Oración a la Virgen por los niños

El que anima la oración invita a todos a rezar diciendo: Vamos a pedirle a María por todos los niños y niñas, especialmente por los que sufren a causa de la pobreza, la enfermedad o la falta de amor. Le pedimos su protección para cada uno diciendo: Dios te salve María, llena eres de gracia…

 

Podemos terminar la celebración cantando «Junto a Ti María» Aquí

Una vez que se ha pedido la bendición de Dios, la familia puede realizar alguna de las siguientes oraciones, preparadas especialmente para este tiempo de pandemia.

 

Invocación del Papa Francisco a San José

 

Protege, Santo Custodio, este país nuestro.

Ilumina a los responsables del bien común,

para que ellos sepan - como tú - cuidar a las personas

a quienes se les confía su responsabilidad.

Da la inteligencia de la ciencia a quienes buscan los medios adecuados para la salud

y el bienestar físico de los hermanos.

Apoya a quienes se sacrifican por los necesitados: l

os voluntarios, enfermeros, médicos,

que están a la vanguardia del tratamiento de los enfermos,

incluso a costa de su propia seguridad.

Bendice, San José, la Iglesia:

a partir de sus ministros, conviértela en un signo e instrumento de tu luz y tu bondad.

Acompaña, San José, a las familias:

con tu silencio de oración, construye armonía entre padres e hijos,

 especialmente en los más pequeños.

Preserva a los ancianos de la soledad:

asegura que ninguno sea dejado en la desesperación

por el abandono y el desánimo.

Consuela a los más frágiles,

alienta a los que flaquean, intercede por los pobres.

Con la Virgen Madre, suplica al Señor

que libere al mundo de cualquier forma de pandemia.

Amén.

 

Invocación a la protección de

San José Gabriel del Rosario Brochero

 

Señor, de quien procede todo don perfecto,

Tú esclareciste a San José Gabriel del Rosario,

por su celo misionero, su predicación evangélica

y su vida pobre y entregada;

concede con su intercesión, la gracia que te pedimos:

por su entrega en la asistencia de los enfermos y moribundos

de la epidemia de cólera que azotó a la ciudad de Córdoba,

te pedimos por nuestra Patria y el mundo entero,

líbranos de la actual pandemia y de todo mal.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén

 

 

 

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