jueves, 6 de agosto de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 129


Jueves de la 18ª semana

ILUSTRACIÓN INTERIOR DEL ALMA


Os he hecho conocer todas las cosas que he oído de mi Padre (Jn 15, 15).

I. ¿En qué consiste esa ilustración? La verdadera señal de la amistad es que el amigo descubra a su amigo los secretos del corazón. No teniendo los amigos más que un solo corazón y una sola alma, el que cuenta sus cosas al amigo no parece que las derrame fuera de sí. Por eso dice el libro de los Proverbios: Trata tu causa con tu amigo (25, 9). Mas Dios, haciéndonos participantes de su sabiduría, nos revela sus secretos: Por las naciones se difunde en las almas santas, forma amigos de Dios y profetas (Sab 7, 27).

¿Pero cómo es esto verdad? Si todas las cosas las ha dado a conocer a los discípulos, ¿se sigue que sabían tanto como el Hijo?

Hay que decir con San Juan Crisóstomo: "todas las cosas que he oído, es decir, las que convenía que vosotros escucharais, os he hecho conocer, mas no todas absolutamente". Aún tengo que deciros muchas cosas; mas no las podéis llevar ahora (Jn 16, 12).

Según San Agustín, el Señor, a causa de la certeza de las cosas que iba a decir, usa del pretérito en lugar del futuro, de modo que el sentido es éste: os he hecho conocer todas las cosas, esto es, lo haré plenamente, como dice el Apóstol: Entonces conoceré cómo soy conocido (1 Cor 13, 12). En aquel día os anunciaré claramente de mi Padre (Jn 16, 25), cuando nos introduzca en la visión del Padre; pues todo lo que sabe el Hijo, lo sabe el Padre. Cuando revele al Padre, nos revelará todas las cosas que sabe.

San Gregorio explica más claramente: Hay dos conocimientos de las cosas divinas. Uno imperfecto, y éste se tiene por la fe; que es anticipación de aquella futura bienaventuranza y del conocimiento que tendremos en el cielo. Por lo cual Cristo dice de este conocimiento: Os he hecho conocer todas las cosas, a saber, en la fe, como cierta anticipación, del modo que las conclusiones se contienen virtualmente en los principios. San Gregorio expresa: "Todas las cosas que da a conocer a sus siervos son gozos de la caridad interior y fiestas de la patria celestial, que diariamente imprime en las almas por la aspiración de su amor; porque cuando oímos hablar de las cosas celestiales, las amamos, y amándolas, las conocemos, pues el amor es un conocimiento".
(In Joan., XV)

II. Existen disposiciones para la iluminación interior del alma:


Primero, el desasimiento de las alegrías transitorias. Por eso dice Isaías: ¿A quién enseñará ciencia, y a quién hará entender lo oído? A los destetados de la leche, a los arrancados de los pechos (28, 9), esto es del consuelo y delectación terrena. Por lo cual sobre aquello "El mundo no le conoció" (Jn 1, 10), dice San Juan Crisóstomo: "Llama mundo a los hombres que están apegados exclusivamente al mundo, y que sólo gustan de las cosas del mundo. Nada perturba y enerva tanto al alma como el amor de las cosas presentes."

Segundo, la aproximación a la misma fuente de la luz, como dice el Profeta: Llegaos a él, y seréis iluminados (Sal 33, 6). Y San Agustín: “Colocada el alma entre Dios y las criaturas, es iluminada, mejorada, perfeccionada al volverse a Dios; pero es obscurecida, deteriorada y muerta al volverse a las criaturas.”

Tercero, la expansión interior del alma que requiere un esfuerzo del hombre mismo. Por lo cual se dice en el Salmo (80, 11): Ensancha tu boca, esto es, como añade la Glosa: del corazón; y yo la llenaré con pan de vida y de entendimiento. Por eso dice San Agustín que así como Dios, por su eterna liberalidad, llena a todas las criaturas, según su capacidad, así por Cristo, virtud de Dios y sabiduría de Dios, nos vienen todos los bienes, cuando con su venida somos favorecidos en nuestro ser y somos consolados en el modo de vivir, e ilustrados en la actividad de la inteligencia.
(De Humanit. Christi, LXII)

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