Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.
1. + Señal de la cruz.
2. Ven, Espíritu Creador. Aleja de nosotros al
enemigo, danos pronto la paz, sé nuestro director y nuestro guía, para que
evitemos todo mal. Por ti conozcamos al Padre, al Hijo revélanos también;
Creamos en ti, su Espíritu, por los siglos de los siglos
3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
• Tú que eres nuestro Buen Pastor resucitado:
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
• Tú que nos das la Vida en abundancia: Cristo, ten
piedad.
Cristo, ten piedad.
• Tú que nos congregas en un solo rebaño: Señor,
ten piedad.
Señor, ten piedad
4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san
Juan 10,22-30
Catequesis para mayores de 12 años
Este capítulo sigue
recorriendo la teología del Buen Pastor, que da su vida por nosotros. Es
Cristo, la vida nueva, el Pan de Vida, quien nos trae la Vida eterna.
Muchas veces, tenemos
prejuicios sobre las personas, buscamos algún dato de su vida para
descalificarlo: su origen, sus estudios, si identidad sexual o su edad, su
pasado. Esto le sucedió a Jesús porque no querían creer en Él. “Ya se los dije,
pero ustedes no me quieren creer.” Y alega a su favor “Las obras que hago en
nombre de mi Padre, dan testimonio de mi.” Si bien, por las “obras” podemos
entender los maravillosos milagros, lo cual es cierto, también entendemos que
son las obras que Jesús hace en nosotros mismos, en la medida en que se lo
permitamos. Algunos fueron curados por su obrar, pero una vez sanados se
alejaron de Él.
El Señor nos pregunta
¿hasta dónde me estás dejando obrar en mi vida? Si dejamos que el Señor obre
profundamente en mi vida, entonces lo podríamos conocer realmente. Necesitamos
abrir el alma para que Dios haga su obra. Si permitimos que realice en mi la
obra del Padre, entonces podré ser Uno con Cristo, y en Él con el Padre por
obra del Espíritu Santo.
Este buen Pastor da
testimonio por medio de las obras que hace Nombre del Padre. Lo podemos
relacionar con esas palabras de Jesús a Nicodemo que hemos escuchado hace unos
días: Nadie viene a mí si el Padre no lo atrae.
Cristo y el Padre son
Uno, porque nada hace Cristo que no sea en nombre del Padre y nada ha querido
hacer el Padre si no es a través de su Hijo Jesucristo. Son las obras de
Cristo, pero también es la invitación del Padre para que vayamos hacia su Hijo,
para que lo veamos, para que creamos en Él y para que tengamos Vida eterna.
Porque así concluye el
Evangelio de hoy diciendo: El Padre y Yo somos una solo cosa. Palabras
semejantes que encontramos en el capítulo de 17 de Juan. Observa el Concilio
Vaticano II: "El Señor Jesús, cuando ruega al Padre que 'todos sean uno,
como nosotros también somos uno', abriendo perspectivas cerradas a la razón
humana, sugiere una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y
la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad. Esta semejanza
demuestra que el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí
misma, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de
sí mismo a los demás." Es decir, para ser Uno con Dios, tenemos que hacer
las obras del Padre para el bien de los demás, vivir en relación con Dios y
desde Él, vivir en relación con otros. En definitiva, desde la relación de las
Personas divinas, nosotros nos relacionamos con Dios y nos permite
relacionarnos desde el amor y la entrega a los demás. ¿Estoy unido mi Pastor,
como Él está unido al Padre? ¿Estoy realizando las obras del Señor o son mis
propias obras? ¿Las obras que hago, me relacionan o me apartan de mi familia y
conocidos?
Santos del día:
San Ángel, mártir. Fue
uno de los primeros miembros de la Orden del Carmelo. Sus padres fueron judíos
convertidos al cristianismo gracias a una aparición de la Santísima Virgen.
Desde la infancia mostró extraordinarios dones para lo espiritual y lo
intelectual. A los 15 años hablaba ya el griego, el latín y el hebreo. Durante
cinco años vivió como ermitaño en el Monte Carmelo. En Sicilia, convirtió a
muchos con su predicación y milagros y en Palermo convirtió a más de 200
judíos. Cuando se encontraba predicando a una multitud, en Locata, fue
acuchillado por una banda de malhechores. Herido de muerte, cayó de rodillas y
oró por todo el pueblo y en particular por los que lo habían herido.
San Nunzio Sulprizio,
joven obrero de Nápoles. Nuncio nació en Abruzzo y a los seis años ya era
huérfano de padre y madre. Confiado a su querida abuela materna, con ella
aprendió a ir a misa y a conocer a Jesús, madurando dentro de sí un fuerte
deseo de hacerse cada vez más semejante a él. A los nueve años, su abuela murió
y el tío que debería haberlo protegido, en cambio lo forzó a trabajar en su
herrería, muy poco apta para un niño de esa edad. Fue allí donde la vida de
Nuncio comenzó a seguir y a imitar el doloroso camino de Jesús hacia la cruz.
Tuvo que llevar cargas
pesadas, recorrer a pie largas distancias con sol, lluvia, viento o nieve, pero
sobre todo con la misma ropa en cada estación. Nuncio, sin embargo, no se
quejaba: pensaba en Jesús y comenzaba a ofrecer sus fatigas para colaborar en
la redención de los pecados del mundo y, como se decía entonces, "ganar el
paraíso". Un día, sin embargo, una herida en su pie se gangrenó. Nuncio,
entonces, encontró una fuente de agua para curarse, -hoy considerado un
manantial milagroso- donde pasaba mucho tiempo meditando los misterios del
Rosario.
Nuncio se muestra
fuerte, hasta el final. Sufre fiebres muy altas que afronta rezando y
ofreciendo su sufrimiento por las conversiones y por la Iglesia. Muere a los 19
años, un 5 de mayo de 1836. Alrededor de su cuerpo, consumado por las llagas,
se difunde un intenso perfume de rosas. Fue canonizado por la curación milagrosa
de un joven en estado vegetativo.
Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé
nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios,
pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno
con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan
dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”
Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el
evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las
ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las
palabras: “Las obras que hago en nombre de mi Padre dan testimonio de mí, pero
ustedes no creen, porque no son de mis ovejas.”
· En silencio meditamos
con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos. Oración:
Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No
me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.
5. Cada uno de
la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .
6. Ahora, cada
uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .
7.
Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado
al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos
hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la
ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en la cocina o con la
limpieza, estudiar, no molestar, rezar alguna oración, llamara a alguien para
saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, servir a un hermano o cónyuge, etc..
8. Oramos como
Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
9. Nos damos
la Paz del Señor, como gesto de amor.
10. Oramos a
nuestra Madre:
Dios te salve María…
11. Comunión
espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo
Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que
ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi
corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo
y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.
12. Oremos: Dios todopoderoso, concédenos que al
celebrar el misterio de la resurrección del Señor merezcamos recibir la alegría
de nuestra redención. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos. Amén Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.
13. Los padres
se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente.
Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.
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