sábado, 2 de mayo de 2020

Meditaciones del tiempo pascual con textos de Santo Tomás de Aquino 21


Sábado de la tercera semana de Pascua

EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN


1º) La confirmación es un sacramento.

Donde se presenta algún efecto especial de la gracia, se ordena un sacramento especial, y por las cosas que se hacen en la vida podemos formarnos una idea de las que existen en la vida espiritual de la gracia. Es evidente que en la vida corporal hay cierta perfección especial que hace llegar al hombre a la edad perfecta y que le permite obrar acciones perfectas de hombre, por lo que dijo el Apóstol: Cuando ya fui hombre hecho, di de mano a las cosas de niño (1 Cor 13, 11). De lo que se deduce que, fuera del movimiento de la generación por el cual uno recibe la vida corporal, hay un movimiento de crecimiento, por el cual el hombre es llevado a la edad perfecta. Del mismo modo el hombre recibe la vida espiritual por medio del bautismo, que es la regeneración espiritual; mas en la confirmación el hombre recibe como cierta edad perfecta de la vida espiritual.

2º) La materia conveniente es el Crisma, es decir, aceite y bálsamo.


En este sacramento se da la plenitud del Espíritu Santo para el vigor espiritual, que compete a la edad perfecta. Mas el hombre, cuando llega a la edad perfecta, comienza a comunicar sus acciones a los otros, pues hasta entonces vive particularmente para sí mismo. Pero la gracia del Espíritu Santo es representada por el aceite, por lo que se dice que Cristo fue ungido con óleo de alegría (Sal &XLX, IV, 8) al tener la plenitud del Espíritu Santo. Y por este motivo, el óleo corresponde a la materia de este sacramento. Mézclase con el bálsamo por la fragancia del olor que esparce sobre otros, y aunque existen muchas sustancias olorosas, se emplea con preferencia el bálsamo porque posee un olor excelente, y además preserva de la incorrupción.

3°) La confirmación imprime carácter.

El carácter es cierta potestad espiritual ordenada a algunas acciones sagradas. Así como el Bautismo es una regeneración espiritual a la vida cristiana, así la Confirmación es cierto crecimiento espiritual. Es evidente, por la semejanza de la vida corporal, que una es la acción del hombre recién nacido y otra la que le corresponde cuando llega a la edad perfecta. Por consiguiente, por el sacramento de la confirmación se da al hombre la potestad espiritual para ciertas acciones sagradas, además de las que le fueron dadas para otras en el bautismo; porque en el bautismo el hombre recibe potestad para hacer las obras que pertenecen a su propia salvación, esto es, en cuanto vive para sí mismo; pero en la confirmación recibe la potestad para hacer aquéllas que pertenecen a la lucha espiritual contra los enemigos de la fe, como se ve por el ejemplo de los Apóstoles, quienes, antes de recibir la plenitud del Espíritu Santo, estaban en el cenáculo perseverantes en la oración; pero después, saliendo de allí, no se avergonzaban de confesar públicamente la fe aun delante de los enemigos de la fe cristiana. Y por tanto es evidente que en el sacramento de la Confirmación se imprime carácter.
(3ª part., q. LXXII, a. I, 2 y 5).

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