Sábado de la tercera semana de Pascua
EL SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
1º) La confirmación es
un sacramento.
Donde se presenta
algún efecto especial de la gracia, se ordena un sacramento especial, y por las
cosas que se hacen en la vida podemos formarnos una idea de las que existen en
la vida espiritual de la gracia. Es evidente que en la vida corporal hay cierta
perfección especial que hace llegar al hombre a la edad perfecta y que le
permite obrar acciones perfectas de hombre, por lo que dijo el Apóstol: Cuando
ya fui hombre hecho, di de mano a las cosas de niño (1 Cor 13, 11). De lo que
se deduce que, fuera del movimiento de la generación por el cual uno recibe la
vida corporal, hay un movimiento de crecimiento, por el cual el hombre es
llevado a la edad perfecta. Del mismo modo el hombre recibe la vida espiritual
por medio del bautismo, que es la regeneración espiritual; mas en la
confirmación el hombre recibe como cierta edad perfecta de la vida espiritual.
2º) La materia
conveniente es el Crisma, es decir, aceite y bálsamo.
En este sacramento se
da la plenitud del Espíritu Santo para el vigor espiritual, que compete a la
edad perfecta. Mas el hombre, cuando llega a la edad perfecta, comienza a
comunicar sus acciones a los otros, pues hasta entonces vive particularmente
para sí mismo. Pero la gracia del Espíritu Santo es representada por el aceite,
por lo que se dice que Cristo fue ungido con óleo de alegría (Sal &XLX, IV,
8) al tener la plenitud del Espíritu Santo. Y por este motivo, el óleo corresponde
a la materia de este sacramento. Mézclase con el bálsamo por la fragancia del
olor que esparce sobre otros, y aunque existen muchas sustancias olorosas, se
emplea con preferencia el bálsamo porque posee un olor excelente, y además
preserva de la incorrupción.
3°) La confirmación
imprime carácter.
El carácter es cierta
potestad espiritual ordenada a algunas acciones sagradas. Así como el Bautismo
es una regeneración espiritual a la vida cristiana, así la Confirmación es
cierto crecimiento espiritual. Es evidente, por la semejanza de la vida
corporal, que una es la acción del hombre recién nacido y otra la que le
corresponde cuando llega a la edad perfecta. Por consiguiente, por el
sacramento de la confirmación se da al hombre la potestad espiritual para ciertas
acciones sagradas, además de las que le fueron dadas para otras en el bautismo;
porque en el bautismo el hombre recibe potestad para hacer las obras que
pertenecen a su propia salvación, esto es, en cuanto vive para sí mismo; pero
en la confirmación recibe la potestad para hacer aquéllas que pertenecen a la
lucha espiritual contra los enemigos de la fe, como se ve por el ejemplo de los
Apóstoles, quienes, antes de recibir la plenitud del Espíritu Santo, estaban en
el cenáculo perseverantes en la oración; pero después, saliendo de allí, no se
avergonzaban de confesar públicamente la fe aun delante de los enemigos de la
fe cristiana. Y por tanto es evidente que en el sacramento de la Confirmación
se imprime carácter.
(3ª
part., q. LXXII, a. I, 2 y 5).
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