domingo, 6 de septiembre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 158

 

Domingo de la 23ª semana

EFECTOS DE LA CONTEMPLACIÓN

 

Me introdujo el rey en sus cámaras (Cant 1, 3).

 

1º) Me introdujo el rey en sus cámaras, esto es, en su dulzura, dándome su gracia. Llama a la gracia cámaras, en plural, porque de ella fluyen y se derivan cada una de las virtudes espirituales que perfeccionan las diversas potencias; y según las variadas virtudes de las diversas potencias, nos alegramos y regocijarnos diversamente en el Señor, y perfeccionados con estas virtudes derivadas de la gracia, bebemos en cierto modo los vinos de la alegría espiritual de las diversas cámaras.

(In Cant., I)

 

2°) La contemplación mitiga las tristezas.

 

En la contemplación de la verdad reside la mayor delectación; y, como toda delectación mitiga el dolor, la contemplación mitiga la tristeza o el dolor; y tanto más, cuanto más perfecto amador de la sabiduría sea uno.

 

Por lo tanto, los hombres, por la contemplación de las cosas divinas y de la futura bienaventuranza, se regocijan en las tribulaciones, según aquello de Santiago: Hermanos míos, tened por sumo gozo, cuando fuereis envueltos en diversas tribulaciones (Stgo. 1, 2). Y lo que es más, aun en medio de los suplicios corporales se halla también este gozó, como lo manifestó el mártir Tiburcio, cuando con los pies desnudos sobre brasas encendidas dijo: “Paréceme que ando sobre flores de rosas en nombre de Jesucristo.”

 

Esto ocurre porque en las potencias del alma; hay redundancia de lo superior a lo inferior, y según esto, el deleite de la contemplación, que está en la parte superior, rebosa hasta mitigar también el dolor que está en los sentidos.

(1ª 2ae , q. XXXVIII, a. 4)

 

3º) La contemplación adormece el amor de las cosas temporales.

 

Yo duermo, y mi corazón vela (Cant 5, 2). Se dice que los contemplativos duermen, porque son indiferentes a las cosas sensibles y exteriores, pero velan con el corazón, en cuanto que son más aptos para percibir interiormente las inspiraciones y efusiones divinas; pues así como los ciegos, no distraídos por las cosas visibles, recuerdan mejor, así los contemplativos no distraídos por las cosas exteriores perciben más intensamente las inspiraciones interiores.

 

4º) Acrecienta y fortifica el amor a Dios.

 

Fuerte es como la muerte el amor (Cant 8, 6). Porque así como la muerte separa al alma del cuerpo, de tal modo que ya no le es posible al hombre desear o ambicionar nada en la vida presente, así el amor de Cristo hace morir totalmente este siglo y vuelve como insensible a aquél de quien verdaderamente se adueña, y viviendo únicamente para Cristo, está muerto para el mundo. El mismo sentido tiene la frase: duro como el infierno el celo (Cant 8, 6). Porque así como el infierno nunca devuelve a los que una vez recibe, sino que siempre los retiene, igualmente el amor de Cristo no abandona a los que una vez ha invadido. Por eso dice el Apóstol: ¿Quién nos separará del amor de Cristo?: ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la persecución, ¿la espada? (Rom 8, 35).

(In Cant).

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