martes, 1 de septiembre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 154

 

Martes de la 22ª semana

LLAMAMIENTO DE LA VOZ DE DIOS

 

Oí en pos de mí una grande voz como de trompeta (Apoc 1, 10).

 

Esta voz es el llamamiento del Señor que llama y nos vuelve a llamar, cuando nosotros huirnos de él: Tus oídos oirán la palabra del que a las espaldas te dirá amonestando (Is 30, 21) Vuélvete, vuélvete, Sulamita, esto es, alma cautiva, vuélvete, vuélvete, para que te miremos (Cant 6, 12). ¿Por qué se dice: vuélvete, vuélvete? Para que se vuelva en la niñez, en la juventud, en la vejez y en la senectud. O también porque cuatro cosas hacen huir de Dios: la presunción de la juventud; es la huida hacia el oriente; la dilación de la muerte; es la huida al occidente; el amor de la prosperidad, es la huida hacia el mediodía; el temor a la adversidad, que es la huida hacia el aquilón.

 

Por eso clama el Señor: Vuélvete del oriente, porque la juventud termina pronto; vuélvete del occidente, porque la vejez no vive mucho tiempo; vuélvete del mediodía, porque la prosperidad del mundo pasa rápidamente; vuélvete del aquilón, porque la adversidad del mundo no puede dañar más que al que quiere.

 

Se dice: grande voz, porque el Señor es grande y llama para grandes cosas.

 

El Señor llama de cuatro maneras: predicando, otorgando beneficios, inspirando y castigando. Estos cuatro modos están indicados en los Proverbios (1, 24-25): Os llamé, y dijisteis que no; extendí mi mano, y no hubo quien mirase; despreciasteis todo mi consejo, y de mis reprensiones no hicisteis caso.

 

Como de trompeta, que llama al banquete espiritual, donde el alma se repone. El Señor de los ejércitos hará a todos los pueblos en este monte convite de manjares mantecosos, convite de vendimia; de manjares mantecosos con tuétanos, de vino sin heces (Is 25, 6).

(In Apoc., I)

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