jueves, 10 de septiembre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 162

 

Jueves de la 23ª semana

CUATRO BIENES DE LA LEY DEL AMOR

 

Como todos no pueden dedicarse a la ciencia, Cristo dio una ley breve para que todos pudiesen conocerla, y nadie se excusase por ignorancia del cumplimiento de la misma; ésta es la ley del amor divino. A este respecto dice el Apóstol: Palabra abreviada hará el Señor sobre la tierra. (Rom 9, 28).

 

Ésta es la ley que debe ser regla de todos los actos humanos, de tal modo que toda acción humana será recta y virtuosa si está de acuerdo con la regla del amor a Dios; y no será buena, ni recta ni virtuosa si está en desacuerdo con esta regla.

 

Mas la ley del amor divino produce en el hombre cuatro bienes muy deseables:

 

1º) Produce en él la vida espiritual. Porque es manifiesto que naturalmente el amado está en el amante, y por consiguiente, quien ama a Dios, lo tiene en su persona, como dice San Juan: Quien permanece en caridad, en Dios permanece, y Dios en él (1 Jn 4, 16). Pertenece también a la naturaleza del amor transformar al amante en el amado; por lo tanto, si amamos lo caduco y lo vil, nos hacemos viles y perecederos. Pero si amamos a Dios nos hacernos divinos, porque como dice el Apóstol: El que se allega al Señor, un espíritu es (1 Cor 6, 17). Mas como dice San Agustín: "Así como el alma es vida del cuerpo, igualmente Dios es vida del alma. Decimos que el cuerpo vive por el alma, cuando ejecuta las acciones propias de la vida, cuando obra y se mueve; pero si el alma se retira, el cuerpo no obra ni se mueve; así también obra el alma virtuosa y perfectamente cuando obra por caridad, por la cual Dios habita en ella; pero sin caridad no obra nada semejante."

 

Si alguno poseyere todos los dones del Espíritu Santo sin caridad, no posee vida; porque ni el don de lenguas, ni el don de la fe, o cualquier otro, dan vida sin la caridad. Aun cuando un cadáver sea cubierto de oro y de piedras preciosas, no obstante, muerto se queda.

 

2º) El segundo efecto de la caridad es la observancia de los mandamientos divinos; pues según San Gregorio: "El amor de Dios nunca está ocioso, ejecuta cosas grandes si está en un corazón; si es inactivo, no es amor." Por lo cual la señal evidente de la caridad es la prontitud en cumplir los preceptos divinos; pues vemos al amante ejecutar cosas grandes y difíciles por el amado.

 

3º) El tercer fruto de la caridad es que presta ayuda en las adversidades; pues las adversidades no dañan al que tiene caridad, antes bien se convierten en útiles. A los que aman a Dios, todas las cosas les contribuyen al bien (Rom 8, 28); aún más todavía, las cosas adversas y difíciles parecen suaves al amante, como nos lo enseña la experiencia.

 

4º) La caridad conduce a la felicidad; pues sólo a los que tienen caridad se promete la eterna bienaventuranza, ya que todas las cosas sin caridad son insuficientes. Y no debe olvidarse que la diferencia de bienaventuranza depende únicamente de la diferencia en la caridad y no de otra virtud.

(In Decalog. II)

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