miércoles, 2 de septiembre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 155

 

Miércoles de la 22ª semana

CRISTO NO DEBIÓ LLEVAR VIDA AUSTERA

Cristo en la casa de Marta - Georg Fiedrich Stettner
 

Vino el Hijo del hombre, que come y bebe (Mt 11, 19).

 

Era adecuado al fin de la Encarnación que Cristo no hiciera una vida solitaria, sino que viviese con los hombres. Pero es muy conveniente que el que vive con otros se adapte a su modo de vivir, según aquello del Apóstol: Me he hecho todo para todos (1 Cor 9, 22). Por tanto fue muy conveniente que Cristo comiese y bebiese en compañía, como lo hacen los demás.

 

El Señor en su vida dio ejemplo de perfección en todo lo que por sí mismo pertenece a la salvación. Mas la abstinencia en la comida y bebida no pertenece directamente a la salvación, según aquello del Apóstol: El reino de Dios no es comida ni bebida (Rom 14, 17). Y San Agustín dice que "no es culpable el uso de tales cosas, sino la pasión del que usa de ellas"1.

 

Pero ambas vidas son lícitas y laudables, a saber: la del que, segregado de la comunidad de los hombres, guarde abstinencia, y la del otro que, viviendo en sociedad, haga una vida común. Por eso quiso el Señor dar ejemplo a los hombres de una y otra vida.

 

Como dice San Juan Crisóstomo: "para que aprendas el gran bien que es el ayuno y qué escudo es contra el diablo, y por qué después del bautismo no conviene darse a la lascivia sino al ayuno, ayunó Él (Cristo) también, no porque necesitase de él, sino para instruirnos. No fue en el ayuno más lejos que Moisés y Elías, para que no pareciese increíble que se había encarnado en carne humana"2.

 

Sin embargo, no sin motivo Cristo, después de haber ayunado en el desierto, volvió a la vida común. Pues convenía al género de vida, según el cual uno enseña a los otros las cosas contempladas, género de vida que se dice haber tomado Cristo, con el fin de dedicarse primero a la contemplación y después descendiendo a la vida pública, conviviendo con los demás. Por lo que dice San Beda: "Cristo ayunó para no rehuir el precepto; comió con los pecadores, para que tú reconocieras el poder, al ver la gracia"3.

(3ª q. XL, a. 2)

Notas:

1 De doctr. christ lib. III, cap. 12.

2 Hom., XIII, super Matth. 211

3 Super Marc., II.

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