sábado, 12 de septiembre de 2020

El santísimo nombre de María - Himnos litúrgicos

 

Oficio de lectura

I

Nuestra esperanza, María, alégrate.

Tierna y llena de piedad, alégrate.

Llena de gracia y bondad, alégrate.

 

Eres Virgen singular, alégrate.

Porque señal tuya es

la zarza que vio Moisés.

 

Rosa en Tallo de Jesé, alégrate;

cuyo Fruto con su amor

quebrantó nuestro dolor.

 

Oh, qué santa, qué apacible,

benigna y encantadora,

eres tú, nuestra Señora.

 

Por ti los cielos se abren,

la esclavitud va de huida

pues das libertad y vida.

 

Agradecidos cantemos

a la Santa Trinidad,

por ser María el camino

que más derecho a Dios va. Amén.

 

II

Para bordar vuestro Nombre

en mi bandera,

Dulce Madre de Jesús,

me falta seda.

 

Dadme Vos de la más fina,

dadme una hebra;

dadme Vos el hilo de oro

y ricas perlas.

 

Mas yo soy ruin bordador,

benigna Reina;

bordádmelo Vos, vistoso,

en mi bandera,

junto al nombre de Jesús,

que me recrea,

como junto al sol de amor

la luna bella.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

Laudes

I

Dulce Nombre de María,

panal de miel en la boca:

toda la ternura es poca

para sentir tu armonía;

la más bella melodía

que se pudiera soñar,

oye quien sabe gustar

de tu Nombre la dulzura,

la grandeza y la hermosura

que jamás podrá olvidar.

 

Quiero en mi pecho grabarlo,

izarlo como bandera;

toda la vida quisiera,

hasta en mi muerte, invocarlo,

y con fervor predicarlo

como defensa y escudo

que deja al infierno mudo.

El Nombre de nuestra Madre

nos lleva a casa del Padre.

Dios hacer más ya no pudo.

 

Gloria y honor a Dios Padre

con su Hija predilecta:

es la gloria más perfecta

la que al Hijo da su Madre;

no hay honor que más le cuadre.

Gloria al Espíritu Santo

con su Esposa que ama tanto

y de su gracia está llena.

Gloria a la Trinidad plena

que nos cubre con su manto.

II

Oh, Virgen y a la vez Madre

y del Hijo, Hija dichosa,

la más alta y más humilde

de las criaturas todas.

 

Tú fuiste el fin prefijado

por Dios en su vida eterna,

tú el honor y excelsa cumbre

de nuestra naturaleza.

 

Tan noble fuiste creada,

que tu Supremo Hacedor,

de modo maravilloso

en ti misma se encarnó.

 

En tu seno virginal

revivió ardiente el amor,

y aquí las flores celestes

brotan con ese calor.

 

Gloria eterna sea al Padre,

al Paráclito y al Hijo,

que con su gracia te hicieron

maravilloso vestido. Amén.

 


Vísperas

 

Eres astro en el cielo

de caridad;

sé fuente de esperanza

para el mortal.

Virgen María,

que en ti siempre fundemos

nuestra alegría.

 

Tales poderes tienes,

alta Señora,

sobre el Hijo Divino

que te enamora,

que quien te ruega

con confianza en ti, Madre,

seguro encuentra.

 

No tan sólo socorre

tu bondad santa

al que suplica; a veces,

tú te adelantas;

ves su deseo

y, sin dar tiempo al labio,

das el remedio.

 

Es la misericordia

tu corazón

y en él, toda grandeza

tiene mansión.

Acumuladas

en ti están las bondades

por Dios creadas.

 

Gloria al Padre y al Hijo

por siempre sea,

y el Espíritu Santo

también la tenga.

Las Tres Personas

con su gracia, María,

cómo te exaltan. Amén.

Ver también:

Misa de la Virgen XXI El Santo Nombre de la Bienaventurada Virgen María

 

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