viernes, 19 de junio de 2020

Meditaciones después del tiempo pascual con textos de Santo Tomás de Aquino 70


Viernes posterior al II domingo después de Pentecostés

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



Mi corazón se ha hecho como cera que se derrite en medio de mi vientre (Sal 21, 15.)

El derretimiento pertenece al amor. Mi alma se derritió (Cant 5, 6). Antes que un cuerpo se derrita, es duro y compacto en sí mismo; al derretirse, se esparce y de sí tiende a otra cosa. También a veces se endurece el temor, cuando no es grande, y así ocurre con el amor; pues cuando sobreviene el amor el hombre tiende a otra cosa que antes estaba en él. Este derretimiento puede entenderse de Cristo en cuanto es cabeza de la Iglesia; porque este derretirse procede del Espíritu Santo, y está en el fondo de las entrañas, es decir, del corazón.

Por el corazón de Cristo puede entenderse también la sagrada Escritura, la cual nos revela el Corazón de Cristo.

Todo esto estaba cerrado antes de la Pasión, porque era obscuro, pero llegó a ser claro por la Pasión, porque los que comprenden, lo estudian, y disciernen cómo deben ser expuestas las profecías.
(In Psal., XXXI)

II. ¿Qué cosa es el hombre para que lo engrandezcas o por qué pones sobre él tu corazón? (Job 7, 17).


¿Qué es el hombre? Esto es: ¡qué pequeño y débil de cuerpo! Lo engrandeces con gran honor entre las demás criaturas. Pones sobre él tu corazón, es decir, guardándolo y protegiéndolo con especial cuidado.

Aunque todas las cosas están sometidas a la divina Providencia, sin embargo, de distinta manera están dispuestas por Dios en relación con los demás seres del universo. Los seres que tienen cierta perpetuidad, concurren especialmente a la perfección del universo y son administrados por sí mismos por Dios; los que carecen de perpetuidad, pertenecen accidentalmente a la perfección del universo, y no son gobernados por sí mismos, sino por la conservación de la especie. Pero el hombre es perpetuo como especie y como individuo, y por eso Dios pone sobre él su corazón y provee a su bien.

¿Cómo pone Dios sobre él su corazón? Muéstralo cuando añade: Le visitas de madrugada (Job 7, 18), esto desde su nacimiento, procurándole con su Providencia las cosas necesarias a la vida y a su engrandecimiento tanto corporal como espiritual; y de repente le pruebas, es decir, por las adversidades, en las cuales aparece cómo hace pruebas de su virtud. El horno prueba las vasijas de barro; y la tentación de la tribulación, a los hombres justos. Se dice que Dios prueba al hombre, no para saber lo que es el hombre, sino para darlo a conocer a los otros, y para que él se conozca a sí mismo.

(In Job., VIII)

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