domingo, 7 de junio de 2020

CELEBRAR Y ORAR EN TIEMPO DE PANDEMIA - SOLEMNIDAD DE LA SATÍSIMA TRINIDAD


La siguiente es una guía para poder celebrar en nuestras casas, en este tiempo de pandemia.
Los textos que están en rojo (rúbricas) no son para leer en voz alta y tienen la función de dar algunas indicaciones sobre lo que hay que ir haciendo. De acuerdo a las posibilidades de la persona y/o grupo familiar se realizará todos o algunos de los momentos celebrativos propuestos.


Para preparar antes de la celebración:
- Un lugar cómodo que permita el recogimiento y la oración familiar.
- Un pequeño altar con los elementos que a la familia le son significativos: un mantel, una vela encendida, una cruz, la imagen de la Virgen María, etc.
- Una Biblia desde la cual se proclamará el Evangelio.

Iniciamos la celebración
Una vez reunida la familia en torno a la Palabra de Dios, se propone comenzar con el canto “Gloriaa la Santísima Trinidad” Aquí

GLORIA A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Liturgia de la hora, II vísperas

Canten y alaben todos al Señor,
Él nos ha dicho, su nombre:
Padre y Señor para el hombre.
Vida esperanza y amor

Gloria al Padre Creador,
Gloria al Hijo Redentor,
Gloria al Espíritu Santo,
Consolador y Santificador.
Gloria a la santísima trinidad.(bis)


Canten y alaben todos al Señor,
Hijo del Padre hecho hombre:
Cristo Señor es su nombre,
Vida esperanza y amor.

Canten y alaben todos al Señor,
divino don para el hombre:
Santo Espíritu es su nombre.
Vida esperanza y amor

Canten y alaben todos al Señor,
Él es fiel y nos llama,
Él nos espera y nos ama.
Vida esperanza y amor

Luego el adulto que guía la celebración (G) invita a todos a hacerse la señal de la cruz, con estas palabras:
En muchas ocasiones nos hacemos la señal de la cruz. Cuando nos despertamos, antes de las comidas, ante un peligro, cuando pasamos por delante o entramos en una iglesia, al empezar la misa.
Al hacernos la señal de la cruz estamos afirmando nuestra gran dignidad: ¡somos bautizados! ¡Pertenecemos a Cristo! Al hacernos la señal de la cruz estamos proclamando nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Al hacernos la señal de la cruz estamos poniendo nuestra vida, nuestras acciones, nuestras palabras bajo el signo salvador de Cristo.
Comencemos esta celebración haciendo bien sobre nuestro cuerpo, la señal de los cristianos.

Todos: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

G: Familia, bendigamos al Señor, que en su bondad nos invita a compartir la mesa de su Palabra.
Todos responden: Bendito sea Dios, por los siglos.

Y continúa: Dios que es comunión nos invita a vivir en el amor. Con un corazón arrepentido, le pedimos perdón las veces que no respondemos a esa invitación:
Todos hacen un breve momento de silencio, y a continuación el que guía la celebración dice:

G: Señor, ten misericordia de nosotros.
Todos responden: Porque hemos pecado contra ti.

G: Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Todos responden: Y danos tu salvación.

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Todos: Amén.

Escuchamos la Palabra
Habiendo marcado previamente el texto que se escuchará y puestos todos de pie, alguien toma la Biblia del altar familiar y proclama el evangelio de este domingo Juan 3, 16-18. Si se prefiere se puede tomar el texto que transcribimos aquí abajo.

Del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 3, 16-18
Dijo Jesús:
Dios amó tanto al mundo,
que entregó a su Hijo único
para que todo el que cree en Él no muera,
sino que tenga Vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo
para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.
El que cree en Él, no es condenado;
el que no cree, ya está condenado,
porque no ha creído
en el nombre del Hijo único de Dios.
Palabra del Señor

Reflexionamos en familia
Se puede hacer una reconstrucción del evangelio, con preguntas para dialogar en familia. Además, puede leerse la siguiente reflexión:

Ninguno de nosotros tuvo que leer un libro para conocer a su padre o madre; tampoco para conocer a sus propios hijos, amigos, o a su esposo o esposa. Nuestros afectos no vienen con una especie de prospecto en dónde leemos sobre ellos, sabemos cómo debemos tratarlos, o dosificar el afecto que debemos brindarles. Nuestro mayor conocimiento viene del amor hacia ellos.
También así conocemos a Dios: mejor por el amor que nos ha manifestado que por los libros que podemos leer sobre Él. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único”. Es decir, se entregó a sí mismo. Se dio totalmente a nosotros. Sin medida sin condiciones. Y es desde este amor, que Jesús nos reveló el Misterio profundo de quién es Dios, y que desea para nosotros: Dios no es un “dios solito”, sino un Dios Trinidad: Comunión de personas, Misterio de entrega y amor. El Padre ama y entrega al Hijo por nuestra Salvación, el Hijo se entrega al plan del Padre con generosidad de corazón, el Espíritu Santo ¡es el amor persona que se entrega a nosotros para que vivamos la comunión con Dios! Así, Jesús nos reveló el gran deseo de Dios: que vivamos como amigos suyos en la entrega y amor de cada día.
Casi siempre decimos que “los pingos se ven en la cancha”, haciendo alusión que en el actuar se descubre y manifiesta la capacidad y la entrega de cada uno. De esto Jesús nos dio sobrada prueba de quién es Dios. Si en los momentos de adversidad, dificultad, y dolor, podemos descubrir quiénes son los verdaderos amigos y quiénes no; Jesús, con sus gestos y palabras nos vino a mostrar que Dios está del lado del que sufre; es el “un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad” (Ex 34,6) que nos mostró su mayor amor entregando a su Hijo por nosotros.
¡Qué lindo en estos tiempos de dificultad y consternación por la pandemia es descubrir el Verdadero rostro de Dios Trinitario que vive la comunión y nos invita a expresarla con nuestro amor y cercanía a los demás! ¡Qué lindo en estos tiempos es descubrir hijos e hijas del Dios Trinitario que se esfuerzan por servir a la comunión, santificando con sus obras, el nombre de Dios!

Confesamos nuestra fe
Para hacer nuestra profesión de fe se propone cantar El Credo: Aquí

O hacer la siguiente oración

Confesamos nuestra fe
G: Como familia de Dios vamos a expresar con alegría nuestra de fe diciendo: «Creo, Señor»

Alguno de los presentes va proponiendo las fórmulas de fe, a las que todos responden.

Lector: En Dios Padre, creador del cielo y de la tierra…
Todos: «Creo, Señor»

Lector: En Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen…
Todos: «Creo, Señor»

Lector: En Jesucristo, que padeció bajo el poder de Poncio Pilato fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos…
Todos: «Creo, Señor»

Lector: En Jesucristo, que subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso, y que desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos…
Todos: «Creo, Señor»

Lector: En el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna…
Todos: «Creo, Señor»

Presentamos nuestra oración
G: Recemos al Dios Uno y Trino pidiéndole con confianza por nuestras necesidades. A cada intención respondemos: «Dios amor, escucha nuestra oración».
Alguno de los presentes va proponiendo las intenciones para presentar al Señor.
Lector:
Por la Iglesia para que exprese siempre el amor infinito de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Oremos.

Por los gobernantes y los políticos de nuestro país para que actúen pensando siempre en aquellos que más ama Dios, sus hijos más pobres y débiles. Oremos.

Por los que sufren a causa de la pandemia para que sientan la fuerza del Señor que los acompaña en su dolor. Oremos.

Por los que viven desunidos y enfrentados, para que Dios que es comunión los anime a poder tener mejores relaciones personales. Oremos.

Por cada uno de nosotros para que nuestras vidas sean un testimonio que ayude a los que nos conocen a creer en un Dios que es amor. Oremos

Quien lo desee, puede agregar intenciones.

Después, quien anima la oración, dice:
Concluyamos nuestra celebración en familia, diciendo juntos la oración que Jesús enseñó a los apóstoles: Padre nuestro que estás en el cielo…

G:
Oremos.
Padre, fiel y misericordioso,
que nos revelaste el misterio de tu vida
dándonos a tu Hijo único y tu Espíritu de amor,
sostén nuestra fe e inspíranos sentimientos de paz y esperanza,
porque reunidos en la comunión de tu Iglesia
bendecimos tu nombre glorioso y santo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Y todos responden: Amén.

Pedimos a Dios su bendición
Quien anima la oración, invocando la bendición de Dios, y santiguándose, dice:
El Señor nos bendiga,
nos defienda de todo mal
y nos lleve a la Vida eterna.
Y todos responden: Amén.

O bien:

Que nos bendiga y nos custodie
el Señor omnipotente y misericordioso,
 el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Y todos responden: Amén.

Para terminar la celebración se puede cantar “El Dios Uno y Trino “ Aquí

El Dios uno y trino misterio de amor,
habita en los cielos y en mi corazón.
El Dios uno y trino misterio de amor
habita en los cielos y en mi corazón.

1-Dios escondido en el misterio,
como la luz que apaga estrellas
Dios que te ocultas a los sabios,
y a los pequeños te revelas.

2-No es soledad es compañía,
es un hogar tu vida eterna
es el amor que se desborda
de un mar inmenso sin riberas.

3-Padre de todos, siempre joven
al Hijo amado eterno engendras
y el Santo Espíritu procede
como el Amor que a los dos sella

4-Padre en tu gracia y tu ternura,
la paz y el gozo y la belleza
danos ser hijos en el Hijo
y hermanos todos en tu Iglesia.

5-Al Padre, al Hijo y al Espíritu,
acorde melodía eterna,
honor y gloria por los siglos
canten los cielos y la tierra.
Una vez que se ha pedido la bendición de Dios, la familia puede realizar alguna de las siguientes oraciones, preparadas especialmente para este tiempo de pandemia.

Invocación del Papa Francisco a San José

Protege, Santo Custodio, este país nuestro.
Ilumina a los responsables del bien común,
para que ellos sepan - como tú - cuidar a las personas
a quienes se les confía su responsabilidad.
Da la inteligencia de la ciencia a quienes buscan los medios adecuados para la salud
y el bienestar físico de los hermanos.
Apoya a quienes se sacrifican por los necesitados: l
os voluntarios, enfermeros, médicos,
que están a la vanguardia del tratamiento de los enfermos,
incluso a costa de su propia seguridad.
Bendice, San José, la Iglesia:
a partir de sus ministros, conviértela en un signo e instrumento de tu luz y tu bondad.
Acompaña, San José, a las familias:
con tu silencio de oración, construye armonía entre padres e hijos,
 especialmente en los más pequeños.
Preserva a los ancianos de la soledad:
asegura que ninguno sea dejado en la desesperación
por el abandono y el desánimo.
Consuela a los más frágiles,
alienta a los que flaquean, intercede por los pobres.
Con la Virgen Madre, suplica al Señor
que libere al mundo de cualquier forma de pandemia.
Amén.

Invocación a la protección de
San José Gabriel del Rosario Brochero

Señor, de quien procede todo don perfecto,
Tú esclareciste a San José Gabriel del Rosario,
por su celo misionero, su predicación evangélica
y su vida pobre y entregada;
concede con su intercesión, la gracia que te pedimos:
por su entrega en la asistencia de los enfermos y moribundos
de la epidemia de cólera que azotó a la ciudad de Córdoba,
te pedimos por nuestra Patria y el mundo entero,
líbranos de la actual pandemia y de todo mal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén


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