CONFERENCIA DE PRENSA
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
DURANTE EL VUELO
DURANTE EL VUELO
DE REGRESO A ROMA
Domingo 28 de julio de 2013
Domingo 28 de julio de 2013
Padre Lombardi:
Queridos amigos, tenemos la alegría
de tener con nosotros en este viaje de vuelta al Santo Padre Francisco; y ha
sido tan amable de concedernos un amplio espacio de tiempo para hacer con
nosotros balance del viaje y responder con total libertad a las preguntas que
le hagan. Le doy la palabra para una pequeña introducción, y después comenzamos
con la lista de los que se han inscrito para hablar, escogiéndolos un poco de
los distintos grupos nacionales y lingüísticos. A Usted, Santidad, la palabra
para comenzar:
Papa Francisco: Buenas tardes, y muchas gracias. Estoy contento. Ha sido un
viaje hermoso; espiritualmente me ha hecho bien. Estoy cansado, bastante, pero
con el corazón alegre, y estoy bien, bien, me ha hecho bien espiritualmente.
Encontrar a la gente hace bien, porque el Señor obra en cada uno de nosotros,
trabaja el corazón, y la riqueza del Señor es tanta que siempre podemos recibir
muchas cosas hermosas de los demás. Y esto me hace bien. Esto, como primer
balance. Diré además que la bondad, el corazón del pueblo brasileño es grande;
es verdad, es grande. Es un pueblo tan amable, un pueblo que ama la fiesta, que
incluso en el sufrimiento siempre encuentra un camino para descubrir el bien en
cualquier parte. Y esto está bien, es un pueblo alegre, el pueblo ha sufrido
mucho. Es contagiosa la alegría de los brasileños, es contagiosa. Y tiene un
gran corazón, este pueblo.
Además, debo hablar también de los
organizadores, tanto de nuestra parte, como de la parte de los brasileños; me
he sentido como si estuviera ante un ordenador, ese ordenador encarnado… De
verdad, estaba todo cronometrado ¿no? Pero hermoso. Sí, hemos tenido problemas
con las hipótesis de seguridad; la seguridad de aquí, la seguridad de allí; no
ha habido ni un incidente en todo Río de Janeiro en estos días, y todo era
espontáneo. Con menos seguridad, he podido estar con la gente, abrazarla,
saludarla, sin coches blindados: es la seguridad de fiarse de un pueblo. Es
verdad que siempre está el peligro de que haya un loco. Eh, sí, que haya un
loco que haga algo, pero también está el Señor. Crear un espacio blindado entre
el obispo y el pueblo es una locura, y yo prefiero esta otra locura: fuera, y
correr el riesgo de la otra locura. Prefiero esta locura: fuera. La cercanía
hace bien a todos.
Además, la organización de la Jornada, no de algo en concreto, sino
todo: la parte artística, la parte religiosa, la parte catequética, la parte
litúrgica... Ha sido muy hermoso. Ellos tienen capacidad para expresarse en el
arte. Ayer, por ejemplo, hicieron cosas preciosas, preciosas.
Luego, Aparecida; Aparecida, para mí
es una experiencia religiosa, fuerte. Recuerdo la Quinta Conferencia. He ido
allí para rezar, para rezar. Me hiera gustado ir solo, casi de incógnito, pero
había una multitud impresionante. Y no es posible, lo sabía antes de venir. Y
hemos rezado, nosotros.
También ustedes: su trabajo ha sido, me dicen —yo no he leído los
periódicos en estos días, no tenía tiempo, no he visto la televisión, nada –,
ha sido un trabajo bueno, bueno, bueno. Gracias, gracias por la colaboración,
gracias por haber hecho esto.
Luego el número, el número de jóvenes. Hoy, yo no lo puedo creer, pero hoy el
Gobernador hablaba de tres millones. No puedo creerlo. Desde el altar —eso es
verdad—, no sé si ustedes, algunos de ustedes han estado en el altar, desde el
altar hasta el final, toda la playa estaba llena, hasta la curva: más de cuatro
kilómetros. ¡Tantos jóvenes! Y dicen, me ha dicho Mons. Tempesta, que eran de
178 países, ¡178! También el Vicepresidente me ha dicho este número, esto es
seguro. Es importante. Fuerte.
Padre Lombardi:
Gracias. Ahora damos la palabra en primer lugar a Juan de Lara, que es
de EFE, y es español, y es el último viaje que hace con nosotros; por tanto,
estamos contentos de darle esta posibilidad.
Juan de Lara:
Santidad, buenas noches. En nombre de todos los compañeros le queremos
agradecer estos días que nos ha regalado en Río de Janeiro, el trabajo que ha
hecho y el esfuerzo que ha supuesto; y también en nombre de todos los
periodistas españoles, le queremos agradecer las plegarias y los rezos por las
víctimas del accidente ferroviario de Santiago de Compostela. Muchísimas
gracias. Y la primera pregunta no tiene mucho que ver con el viaje, pero
aprovechamos la ocasión de que nos da esta posibilidad y quería preguntarle:
Santidad, en estos cuatro meses de pontificado, hemos visto que ha creado
varias comisiones para reformar la Curia vaticana. Quisiera preguntarle: ¿Qué
tipo de reforma tiene en mente, contempla la posibilidad de suprimir el IOR, el
llamado Banco del Vaticano? Gracias.
Papa Francisco:
Los pasos que fui dando en estos cuatro meses y medio, vienen de dos
vertientes: el contenido de lo que había que hacer, todo, viene de la vertiente
de las congregaciones generales que tuvimos los cardenales. Fueron cosas que
los cardenales pedimos al que iba a ser el nuevo Papa. Yo me acuerdo que pedía
muchas cosas, pensando en otro. O sea, pedíamos, hay que hacer esto… por
ejemplo, la comisión de ocho cardenales. Sabemos que es importante tener una
consulta outsider, no las consultas que se tienen, sino outsider.
Y esto va en la línea —aquí hago como una abstracción, pensando, pero para
explicarlo—, en la línea, cada vez de la maduración de la relación entre
sinodalidad y primado. O sea, estos ocho cardenales favorecen la sinodalidad,
ayudan a que los diversos episcopados del mundo se vayan expresando en el mismo
gobierno de la Iglesia. Hay muchas propuestas que se hicieron, que todavía no
están puestas en práctica, como la reforma de la Secretaría del Sínodo, en la
metodología; como la comisión post-sinodal que tenga carácter permanente de
consulta; como los consistorios cardenalicios con temáticas no tanto formales
—como, por ejemplo, la canonización—, sino también temáticas, etc. Bueno, la
vertiente de los contenidos viene de ahí.
La segunda vertiente es la
oportunidad. Les confieso, a mí no me costó, al mes de pontificado, armar la
comisión de los ocho cardenales, que es una cosa… La parte económica yo pensaba
tratarla el año que viene, porque no es lo más importante que había que tocar.
Sin embargo, la agenda se cambió debido a circunstancias que ustedes conocen,
que son de dominio público y que aparecieron problemas y que había que
enfrentarlos. El primero, el problema del IOR, o sea, cómo encaminarlo, cómo
delinearlo, cómo reformularlo, cómo sanear lo que haya que sanear, y ahí está
la primera comisión de referencia, ése es el nombre. Ustedes conocen el
quirógrafo, lo que se pide, los integrantes y todo. Después tuvimos la reunión
de la comisión de los quince cardenales que se ocupan de los aspectos
económicos de la Santa Sede. Son de todas partes del mundo. Y ahí, preparando
esa reunión, se vio la necesidad de hacer una misma comisión de referencia para
toda la economía de la Santa Sede. O sea, que se tocó el problema económico
fuera de agenda, pero estas cosas suceden cuando en el oficio de gobierno
¿cierto?, uno va por aquí, pero le patean un golazo de allá y lo tiene que
atajar, ¿no es cierto? Entonces, la vida es así y, eso es lo lindo de la vida
también. Repito, la pregunta que me hacía del IOR... Perdón, estoy hablando en
castellano. Perdón… me venía la respuesta en castellano.
En referencia a la pregunta que me hacía del IOR, no sé cómo terminará
el IOR; algunos dicen que tal vez es mejor que sea un banco, otros que sea un
fondo de ayuda, otros dicen que hay que cerrarlo. Bien. Se oyen estas voces. No
sé, me fío del trabajo de las personas del IOR, que están trabajando en esto,
también de la comisión. El Presidente del IOR sigue siendo el mismo de antes;
en cambio, el Director y el Vicepresidente han presentado su dimisión. Pero
esto, yo no sabría decirle cómo terminará esta historia, y esto es hermoso
también, porque se intenta, se busca: somos humanos, en esto debemos encontrar
lo mejor. Pero, eso sí: las características del IOR —sea banco, sea fondo de
ayuda, sea lo que sea— transparencia y honestidad. Esto debe ser así. Gracias.
Padre Lombardi:
Muchas gracias, Santidad. Ahora pasamos a una persona de los
representantes del grupo italiano, y tenemos uno que usted conoce bien: Andrea
Tornielli, que hace una pregunta en nombre del grupo italiano.
Andrea Tornielli:
Santo Padre, tendría una pregunta tal vez un poco indiscreta: ha dado la
vuelta al mundo una fotografía en la que usted sube la escalerilla del avión
cuando veníamos, llevando una cartera negra, y se han escrito artículos en todo
el mundo que han comentado esta novedad: Sí, del Papa que sube… no se había
visto, digamos, que el Papa subiese con su equipaje de mano. Se han hecho
incluso hipótesis sobre lo que contenía la cartera negra. Mis preguntas son:
una, por qué ha llevado usted su cartera negra y no la ha llevado un
colaborador, y dos, si nos puede decir qué había dentro. Gracias.
Papa Francisco:
No estaba la llave de la bomba atómica. La llevaba porque siempre lo he
hecho así: cuando viajo, la llevo. Y dentro, pues tengo la maquinilla de
afeitar, el breviario, la agenda, un libro para leer... Me he traído uno sobre
santa Teresita, de la que soy muy devoto. Siempre he llevado una cartera cuando
viajo, es normal. Tenemos que ser normales. No sé, me resulta un poco extraño
lo que usted me dice, que haya dado la vuelta al mundo esa foto. Hemos de
habituarnos a ser normales. La normalidad de la vida. No sé, Andrea, si te he
respondido.
Padre Lombardi:
Ahora damos la palabra a una representante de la lengua portuguesa, Aura
Miguel, que es de Radio Renascença.
Aura Miguel:
Santidad, quisiera preguntarle por qué pide tan insistentemente que se
rece por usted. No es normal, habitual, escuchar a un Papa pedir tanto que
recen por él.
Papa Francisco:
Siempre lo he pedido. Cuando era sacerdote lo pedía, aunque no tan
frecuentemente; comencé a pedirlo con cierta frecuencia en la tarea de obispo,
porque siento que si el Señor no ayuda en este trabajo de ayudar al Pueblo de
Dios a ir adelante, uno no puede… De verdad, me considero limitado, con muchos
problemas, incluso pecador —lo saben—, y tengo que pedir esto. Me sale de
dentro. También a la Virgen le pido que rece por mí al Señor. Es una costumbre,
pero una costumbre que me sale del corazón y también de la necesidad que tengo
por mi tarea. Siento que debo pedirlo… No sé, es así.
Padre Lombardi:
Ahora pasamos al grupo de lengua inglesa, y damos la palabra a nuestro
colega Pullella de Reuters, que está aquí delante.
Philip Pullella:
Santidad, gracias por su disponibilidad, en nombre del grupo inglés. El
colega Juan de Lara ya ha hecho la pregunta que nosotros queríamos hacer; así
pues, prosigo un poco en esa línea, pero sólo un poco: usted, a propósito del
intento de hacer estos cambios, me acuerdo que dijo al grupo de América Latina
que hay muchos santos que trabajan en el Vaticano, pero también hay personas
que no son tan santas, ¿no? ¿Ha encontrado resistencia a este deseo suyo de
cambiar las cosas en el Vaticano? ¿Ha encontrado resistencia? La segunda
pregunta es: usted vive muy austeramente, se ha quedado en Santa Marta,
etc. ¿Usted quiere que sus colaboradores, incluidos los cardenales, sigan su
ejemplo, y vivan en comunidad, o es algo sólo para usted?
Papa Francisco:
Los cambios… Los cambios vienen también de dos vertientes: lo que los
cardenales hemos pedido, y lo que viene de mi personalidad. Usted hablaba del
hecho que yo me haya quedado en Santa Marta: pero es que yo no podría
vivir solo en el Palacio, y no es lujoso. El apartamento pontificio no es tan
lujoso. Es amplio, es grande, pero no es lujoso. Yo no puedo vivir solo o con
un pequeño grupito. Necesito gente, estar con la gente, hablar con la gente… Y
por eso cuando los chicos de las escuelas de los jesuitas me preguntaron: “¿Por
qué? ¿Por austeridad? ¿Por pobreza?”. No, no: por motivos psiquiátricos,
simplemente, porque psicológicamente no puedo. Cada uno tiene que llevar
adelante su vida, con su modo de vivir, de ser. Los cardenales que trabajan en
la Curia no viven como ricos ni con opulencia: viven en un pequeño apartamento,
son austeros, ellos son austeros. Los que conozco, esos apartamentos que el
APSA da a los cardenales. Además, me parece que hay otra cosa que quisiera
decir. Cada uno vive como el Señor le pide vivir. La austeridad —una austeridad
general—, creo que es necesaria para todos los que trabajamos al servicio de la
Iglesia. Hay tantos matices en la austeridad… cada uno debe buscar su camino.
Respecto a los santos, ciertamente
los hay, santos: cardenales, sacerdotes, obispos, religiosas, laicos; gente que
reza, gente que trabaja mucho, e incluso que va con los pobres, sin hacerse
ver. Yo sé de algunos que se preocupan de dar de comer a los pobres o después,
en su tiempo libre, van a ejercer su ministerio en una iglesia o en otra… Son
sacerdotes. Hay santos en la Curia. Y también alguno que no es tan santo, y
éstos son los que hacen más ruido. Saben que hace más ruido un árbol que cae
que un bosque que crece. Y esto a mí me duele, cuando hay estas cosas. Pero son
algunos los que dan escándalo, algunos. Tenemos a este monseñor en la cárcel,
creo que sigue en la cárcel; no ha ido a la cárcel por parecerse a la beata
Imelda precisamente, no era un beato. Estos escándalos, éstos, hacen daño. Una
cosa —esto no lo he dicho nunca, pero me he dado cuenta—, creo que en la Curia
ha descendido el nivel que tenía hace tiempo, con los viejos curiales… el
perfil del viejo curial, fiel, que hacía su trabajo. Tenemos necesidad de estas
personas. Creo… las hay, pero no son tantas como antes. El perfil del viejo
curial: yo lo diría así. Debemos tener más de éstos.
¿Si encuentro resistencia? Si hay resistencia, todavía no la he visto.
Es verdad que no he hecho tantas cosas, pero se puede decir que, sí, he
encontrado ayuda, y también he encontrado gente leal. Por ejemplo, a mí me
gusta cuando una persona me dice: “Yo no estoy de acuerdo”, y esto lo he
encontrado. “Esto no lo veo, no estoy de acuerdo: yo se lo digo, usted verá”.
Éste es un verdadero colaborador. Esto lo he encontrado en la Curia. Esto es
bueno. Pero cuando hay esos que dicen: “Ah, qué bonito, qué bonito, qué
bonito”, y después dicen lo contrario en otro sitio… Todavía no me he dado
cuenta. Puede que sí, que haya algunos, pero no me he dado cuenta. Resistencia:
en cuatro meses no se puede encontrar mucha…
Padre Lombardi:
Ahora pasamos a una brasileña; me parece justo: Patricia Zorzan. También
se puede acercar Izoard y así después tenemos un francés.
Patricia Zorzan:
Hablando en nombre de los brasileños. La sociedad ha cambiado, los
jóvenes han cambiado, y vemos en Brasil muchos jóvenes. Usted no ha hablado
sobre el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo. En Brasil han
aprobado una ley que amplía el derecho al aborto y ha permitido el matrimonio
entre personas del mismo sexo. ¿Por qué no ha hablado sobre esto?
Papa Francisco:
La Iglesia se ha expresado ya perfectamente sobre eso. No era necesario
volver sobre eso, como tampoco hablé sobre la estafa o la mentira, u otras
cosas, en las cuales la Iglesia tiene una doctrina clara.
Patricia Zorzan:
Pero es un asunto que interesa a los jóvenes…
Papa Francisco:
Sí, pero no era necesario hablar de eso, sino de las cosas positivas que
abren camino a los chicos, ¿no es cierto? Además, los jóvenes saben
perfectamente cuál es la postura de la Iglesia.
Patricia Zorzan:
¿Cuál es la postura de Su Santidad? ¿Puede hablarnos?
Papa Francisco:
La de la Iglesia. Soy hijo de la Iglesia.
Padre Lombardi:
Volvamos al grupo español: Darío Menor Torres… Ah, perdón, Izoard, que
ya le habíamos llamado, así tenemos uno del grupo francés. Y después Darío
Menor.
Antoine-Marie Izoard:
Buenos días, Santidad. En nombre de los colegas de lengua francesa en el
vuelo —somos 9 en este vuelo—. Para un Papa que no quiere dar entrevistas,
verdaderamente le estamos agradecidos. Usted desde el 13 de marzo se presenta
como Obispo de Roma, con una grandísima y fortísima insistencia. Y quisiéramos
entender cuál es el sentido profundo de esta insistencia, si más que de
colegialidad se trata, tal vez, de ecumenismo, de ser primus inter pares de
la Iglesia. Gracias.
Papa Francisco:
Sí, en esto no se debe ir más allá de lo que se dice. El Papa es obispo,
Obispo de Roma, y porque es Obispo de Roma es Sucesor de Pedro, Vicario de
Cristo. Hay más títulos, pero el primero es “Obispo de Roma”, y de ahí viene
todo. Hablar, pensar que esto quiera decir ser primus inter pares, no,
no es consecuencia una cosa de la otra. Simplemente, es el primer título del
Papa: Obispo de Roma. Pero están también los otros… Creo que usted ha dicho
algo de ecumenismo: creo que esto favorece un poco el ecumenismo. Pero,
solamente eso...
Padre Lombardi:
Ahora, Darío Menor de La Razón, de España
Darío Menor Torres:
Una pregunta sobre sus sentimientos. Comentó hace una semana de aquel
niño que le preguntó que cómo se sentía, si alguno se podía imaginar cómo se
podía ser Papa y si lo podía desear. Decía que había que estar loco para ello.
Después de su primera experiencia multitudinaria como han sido estos días en
Río, si nos puede contar cómo se siente siendo Papa, si es muy duro, si es
feliz siéndolo y si, además, también de alguna manera, ha acrecentado su fe o,
por el contrario, ha tenido alguna duda. Gracias.
Papa Francisco:
Hacer la tarea de obispo es hermoso, es hermoso. El problema es cuando
uno busca este trabajo; eso no es tan hermoso, esto no es del Señor. Pero
cuando el Señor llama a un sacerdote a que sea obispo, esto es hermoso. Está
siempre el peligro de creerse un poco superiores a los demás, de no ser como
los demás, un poco príncipe. Son peligros y pecados. Pero la tarea de
obispo es hermosa: es ayudar a los hermanos a ir adelante. El obispo delante
de los fieles, para marcar el camino; el obispo en medio de los
fieles, para favorecer la comunión; y el obispo detrás de los fieles,
porque los fieles muchas veces tienen el olfato del camino. El obispo debe ser
así. La pregunta decía si me gustaba. A mí me gusta ser obispo, me gusta. En
Buenos Aires era muy feliz, muy feliz. He sido feliz, es cierto. El Señor me ha
ayudado en esto. He sido feliz como sacerdote, y he sido feliz como obispo. En
este sentido digo que me gusta.
Pregunta de otros:
¿Y ser Papa?
Papa Francisco:
También, también. Cuando el Señor te
pone allí, si tú haces lo que el Señor quiere, eres feliz. Éste es mi sentir,
es lo que siento.
Padre Lombardi:
Ahora otro del grupo italiano:
Salvatore Mazza de Avvenire.
Salvatore Mazza:
No consigo ni siquiera ponerme de
pie. Perdone, no puedo ponerme de pie con todos los cables que tengo bajo los
pies. Hemos visto en estos días, lo hemos visto lleno de energía incluso por la
noche, ya tarde; le vemos ahora en el avión que se zarandea, y usted está
tranquilamente de pie, sin apenas inmutarse. Quisiéramos preguntarle: Se habla
mucho de los próximos viajes. Se habla de Asia, de Jerusalén, de Argentina.
¿Tiene ya un calendario más o menos definido para el próximo año, o todavía
está todo por ver?
Papa Francisco:
Definido, definido, no hay nada. Pero
puedo decir algo de lo que se está pensado. Perdón, está definido ir el 22 de
septiembre a Cagliari. Después, el 4 de octubre a Asís. En mente, dentro de
Italia, quisiera ir a estar con los míos, un día: ir en avión por la mañana y
volver el mismo día, porque ellos, los pobrecillos, me llaman y tenemos una
buena relación. Pero sólo un día. Fuera de Italia: el Patriarca Bartolomé I
quiere organizar un encuentro para conmemorar los 50 años de Atenágoras y Pablo
VI en Jerusalén. También el Gobierno israelí ha enviado una invitación especial
para que vaya a Jerusalén. Creo que el Gobierno de la Autoridad Palestina también.
Esto se está pensando: no se sabe bien si se irá o no. Por otra parte, no creo
que haya posibilidad de volver a América Latina, porque el Papa
latinoamericano, el primer viaje a América Latina. Adiós. Hay que esperar un
poco. Creo que se podría ir a Asia, pero esto está todo en el aire. He recibido
una invitación para ir a Sri Lanka y también a Filipinas. A Asia, hay que ir.
Porque el Papa Benedicto no tuvo tiempo de ir a Asia, y es importante. Él fue a
Australia, y a Europa, y a América, pero Asia… Ir a Argentina: en este momento
creo que se puede esperar un poco, porque todos estos viajes tienen una cierta
prioridad. Me gustaría ir a Constantinopla el 30 de septiembre, para visitar a
Bartolomé I, pero no es posible, no es posible por mi agenda. Si nos
encontramos, lo haremos en Jerusalén.
Pregunta de otros:
¿Fátima?
Papa Francisco:
Fátima, también hay una invitación a
Fátima, es verdad, es verdad. Hay una invitación a para ir a Fátima.
Pregunta de otros:
¿30 de septiembre o 30 de noviembre?
Papa Francisco:
Noviembre, noviembre: San Andrés.
Padre Lombardi:
Bien. Volvamos a Estados Unidos, y
llamemos a Hada Messia, de la CNN, para que le haga una pregunta.
Hada Messia:
Hola... Usted mantiene el equilibrio
mejor que yo... No, no: está bien, está bien. Mi pregunta es: cuando se
encontró con los jóvenes argentinos, un poco bromeando, tal vez también en
serio, les dijo que usted también se siente alguna vez enjaulado: quisiéramos
saber a qué se refería exactamente...
Papa Francisco:
Usted sabe cuántas veces he tenido
ganas de ir por las calles de Roma, porque a mí me gustaba, en Buenos Aires, ir
por la calle, me gustaba mucho. En este sentido, me siento un poco enjaulado.
Pero, esto debo decirlo porque son muy buenos estos de la Gendarmería vaticana,
son buenos, buenos, buenos, y les estoy agradecido. Ahora me dejan hacer algo
más. Creo... su deber es custodiar la seguridad. Enjaulado, en ese sentido. Me
gustaría ir por la calle, pero entiendo que no es posible: lo entiendo. En ese
sentido lo dije. Porque mi costumbre era —como decimos nosotros, de Buenos
Aires—, yo era un sacerdote callejero...
Padre Lombardi:
Ahora llamamos de nuevo a un
brasileño: está Marcio Campos, y pido también a Guénois que se acerque para el
próximo turno, por los franceses.
Papa Francisco:
Yo preguntaba el tiempo, porque deben
servir la cena, ¿pero ustedes no tienen hambre?
Respuesta general:
No, no...
Marcio Campos:
Santidad, Santo Padre. Quiero decirle
que cuando tenga nostalgia de Brasil, del alegre pueblo brasileño, se abrace a
la bandera que le he entregado. Quisiera expresar también mi agradecimiento a
mis colegas de los diarios Folha de São Paulo, Estado, Globo
y Veja por permitirme representarlos con esta pregunta. Santo Padre, es
muy difícil acompañar a un Papa, muy difícil. Estamos todos cansados, usted
está bien y nosotros estamos cansados. En Brasil, la Iglesia católica ha
perdido fieles en estos últimos años. El Movimiento de la Renovación
Carismática, ¿es una baza para evitar que los fieles se vayan a las iglesias
pentecostales? Muchas gracias por su presencia y por estar con nosotros.
Papa Francisco:
Es muy cierto lo que dice sobre el
descenso del número de fieles; es cierto, es cierto. Ahí están las
estadísticas. Hemos hablado con los obispos brasileños del problema, en una
reunión que tuvimos ayer. Usted preguntaba por el Movimiento de la Renovación
Carismática. Les digo una cosa. Hace años, al final de los años setenta, inicio
de los ochenta, yo no los podía ver. Una vez, hablando con ellos, dije esta
frase: “Éstos confunden una celebración litúrgica con una escuela de samba”.
Esto fue lo que dije. Me he arrepentido. Después los he conocido mejor. Es
también cierto que el movimiento, con buenos asesores, ha hecho un buen camino.
Y ahora creo que este movimiento, en general, hace mucho bien a la Iglesia. En
Buenos Aires, yo les reunía frecuentemente y una vez al año celebraba la Misa
con todos ellos en la catedral. Les he apoyado siempre, cuando me he convertido,
cuando he visto el bien que hacían. Porque en este momento de la Iglesia ―y
aquí amplío un poco la respuesta― creo que los movimientos son
necesarios. Los movimientos son una gracia del Espíritu. “¿Pero cómo se puede
sostener un movimiento que es tan libre?”. También la Iglesia es libre. El
Espíritu Santo hace lo que quiere. Además, Él hace el trabajo de la armonía,
pero creo que los movimientos son una gracia: aquellos movimientos que tienen
el espíritu de la Iglesia. Por eso creo que el Movimiento de la Renovación
Carismática no sólo sirve para evitar que algunos pasen a las confesiones
pentecostales: no es eso. Sirve a la misma Iglesia. Nos renueva. Y cada uno
busca su propio movimiento según su propio carisma, donde lo lleva el Espíritu.
Pregunta de otros:
Papa Francisco:
Estoy cansado, estoy cansado.
Padre Lombardi:
Ahora Guénois de Le Figaro por el grupo francés.
Jean-Marie Guénois:
Santo Padre, una pregunta junto con mi colega de La Croix: Ha
dicho que la Iglesia sin la mujer pierde fecundidad ¿Qué medidas concretas
tomará? Por ejemplo, ¿el diaconado femenino o una mujer responsable de un
dicasterio? Y una pequeñísima pregunta técnica. Usted dice que está cansado.
¿Tiene una acomodación especial para la vuelta? Gracias, Santidad.
Papa Francisco:
Empecemos por lo último. Este avión no tiene dispositivos especiales. Yo
estoy delante, en una hermosa butaca, común, pero común, como la que tienen
todos aquí. Hice escribir una carta y llamar por teléfono para advertir de que yo
no quería ningún dispositivo especial en el avión, ¿está claro?
Segundo, la mujer. Una Iglesia sin
mujeres es como un Colegio apostólico sin María. El papel de la mujer en la
Iglesia no es solamente la maternidad, la mamá de la familia, sino que es más
fuerte; es precisamente el icono de la Virgen, de María, la que ayuda a crecer
a la Iglesia. Pero dense cuenta de que la Virgen es más importante que los
Apóstoles. Es más importante. La Iglesia es femenina: es Iglesia, es esposa, es
madre. Pero la mujer en la Iglesia no sólo debe… no sé cómo se dice en
italiano… el papel de la mujer en la Iglesia no se puede limitar al de mamá, al
de trabajadora, limitado… ¡No! Es otra cosa. Los Papas… Pablo VI escribió una
cosa hermosísima sobre las mujeres, pero creo que se debe ir más allá en la
explicitación de este papel y carisma de la mujer. No se puede entender una
Iglesia sin mujeres, pero mujeres activas en la Iglesia, con su estilo, que
llevan adelante. Pienso un ejemplo que no tiene nada que ver con la Iglesia,
sino que es un ejemplo histórico, en América Latina, en Paraguay. Para mí, la
mujer de Paraguay es la mujer más gloriosa de América Latina. ¿Tú eres
paraguayo? Después de la guerra, quedaron ocho mujeres por cada hombre, y estas
mujeres tomaron una decisión un poco difícil, la decisión de tener hijos para
salvar la patria, la cultura, la fe y la lengua. En la Iglesia, se debe pensar
en la mujer desde este punto de vista: de decisiones arriesgadas, pero como
mujeres. Esto se debe explicitar más. Creo que nosotros no hemos hecho todavía
una teología profunda de la mujer, en la Iglesia. Solamente puede hacer esto,
puede hacer aquello, ahora hace de monaguilla, ahora lee la lectura, es la
presidenta de Caritas… Pero, hay algo más. Es necesario hacer una
profunda teología de la mujer. Esto es lo que yo pienso.
Padre Lombardi:
Del grupo español, tenemos a Pablo
Ordaz, de El País:
Pablo Ordaz:
Queríamos saber su relación de
trabajo, no tanto amistosa, de colaboración con Benedicto XVI. No ha habido
antes una circunstancia así, y si tiene contactos frecuentes, y le está ayudando
en esa carga. Muchas gracias.
Papa Francisco:
Creo que la última vez que hubo dos
Papas, o tres Papas, no se hablaban entre ellos, estaban peleando a ver quién
era el verdadero. Tres llegaron a haber en el Cisma de Occidente. Hay algo que…
Hay algo que caracteriza mi relación con Benedicto: yo le quiero mucho.
Siempre le he querido. Para mí es un hombre de Dios, un hombre humilde, un
hombre que reza. Me alegré mucho cuando fue elegido Papa. También cuando
dimitió fue un ejemplo de grandeza. Un grande. Sólo un grande hace esto. Un
hombre de Dios y un hombre de oración. Ahora reside en el Vaticano, y algunos
me dicen: ¿Pero cómo puede ser esto? ¡Dos Papas en el Vaticano! Pero, ¿no te
estorba? ¿No te hace la revolución en contra? Todas esas cosas me dicen, ¿no?
He encontrado una frase para responder a esto: “Es como tener el abuelo en
casa”, pero un abuelo sabio. Cuando en una familia el abuelo está en la casa,
es venerado, querido, escuchado. ¡Es un hombre prudente! No se mete en nada. Yo
le he dicho muchas veces: “Santidad, usted reciba, haga su vida, venga con
nosotros”. Vino a la inauguración y a la bendición de la estatua de San Miguel.
Esa frase lo dice todo. Para mí es como tener al abuelo en casa: mi papá. Si
tuviese una dificultad o algo que no entiendo, le llamaría; pero dígame, ¿puedo
hacerlo, eso? Y cuando he ido para hablar de aquel grave problema, el de Vatileaks,
él me ha dicho todo con sencillez… al servicio. Es algo que no sé si ustedes
saben, creo que sí, pero no estoy seguro: cuando nos habló en el discurso de
despedida, el 28 de febrero, nos dijo: “Entre ustedes está el próximo Papa, yo
le prometo obediencia”. Es un grande, es un grande.
Padre Lombardi:
Ahora damos la palabra de nuevo a una brasileña, Ana Fereira; y que se
acerque también Gianguido Vecchi, de los italianos.
Ana Ferreira:
Santo Padre, buenas noches. Gracias. Quisiera decir muchas veces
“gracias”: gracias por haber llevado tanta alegría a Brasil, y gracias también
por responder a nuestras preguntas. A los periodistas nos gusta mucho hacer
preguntas. Quisiera saber por qué habló ayer a los obispos brasileños de la
participación de las mujeres en nuestra Iglesia. Quisiera entenderlo mejor:
¿Cómo debe ser nuestra participación, como mujeres, en la Iglesia? ¿Qué piensa
usted sobre la ordenación de las mujeres? ¿Cuál debe ser nuestro puesto en la
Iglesia?
Papa Francisco:
Quisiera explicar un poco lo que he dicho sobre la participación de las
mujeres en la Iglesia: no se puede limitar al hecho de que hagan de
monaguillas, sean presidentas de Caritas, catequistas… ¡No! Debe haber
algo más, pero más en profundidad, incluso más de místico, es lo que he dicho
sobre la teología de la mujer. Y en referencia a la ordenación de las mujeres,
la Iglesia se ha pronunciado y ha dicho: “No”. Lo ha dicho Juan Pablo II, pero
con una formulación definitiva. Ésa está cerrada, esa puerta, pero sobre esto
quiero decirle algo. Ya lo he dicho, pero lo repito. La Virgen María era más
importante que los Apóstoles, los obispos, los diáconos y los sacerdotes. La
mujer, en la Iglesia, es más importante que los obispos y los sacerdotes; el cómo
es lo que debemos intentar explicitar mejor, porque creo que falta una
explicitación teológica de esto. Gracias.
Padre Lombardi:
Gianguido Vecchi, del Corriere della Sera; ruego que se acerquen
a continuación la señora Pigozzi y Nicole.
Gianguido Vecchi:
Santo Padre, en este viaje ha hablado varias veces también de la
misericordia. A propósito del acceso a los sacramentos de los divorciados
vueltos a casar, ¿hay posibilidad de que cambie algo la disciplina de la
Iglesia? ¿Que estos sacramentos sean una ocasión para acercar a estas personas,
en vez de una barrera que los separa de los otros fieles?
Papa Francisco:
Éste es un tema que se pregunta siempre. La misericordia es más grande
que el caso que usted platea. Creo que éste es el tiempo de la misericordia.
Este cambio de época, junto a tantos problemas de la Iglesia ―como el
testimonio impropio de algunos sacerdotes, los problemas de corrupción en la Iglesia,
el problema del clericalismo, por poner un ejemplo―, ha dejado a muchos
heridos, tantos heridos. Y la Iglesia es Madre: debe ir a curar a los heridos,
con misericordia. Si el Señor no se cansa de perdonar, nosotros no tenemos otra
elección que ésta: lo primero, curar a los heridos. Es mamá, la Iglesia, y debe
seguir por el camino de la misericordia. Y tratar con misericordia a todos.
Pero, pienso, cuando el hijo pródigo volvió a casa, el papá no le dijo: “Pero,
tú, escucha, siéntate, ¿qué has hecho con el dinero?”. No, ha hecho fiesta.
Después, tal vez, cuando el hijo ha querido hablar, ha hablado. La Iglesia debe
hacer lo mismo. Cuando hay alguno…, no sólo hay que esperarlo: ¡vayan a
buscarlo! Ésta es la misericordia. Y creo que esto es un kairós: este
tiempo es un kairós de misericordia. Esta primera intuición la tuvo Juan
Pablo II cuando comenzó, con Faustina Kowalska, la Divina Misericordia… Él
tenía algo, había intuido que era una necesidad de esta época.
Con referencia al problema de la
comunión a las personas en segunda unión, porque los divorciados pueden hacer
la comunión, no hay problema, pero cuando viven en una segunda unión, no
pueden. Creo que es necesario verlo desde el conjunto de la pastoral
matrimonial. Y por eso es un problema. Pero también ―hago un paréntesis― los
ortodoxos tienen una praxis diferente. Ellos siguen la teología de la economía,
como dicen ellos, y dan una segunda oportunidad, lo permiten. Pero creo que
este problema ―cierro el paréntesis― se debe estudiar en el
marco de la pastoral matrimonial. Y por eso, dos cosas; primera: uno de los
temas a consultar con estos ocho del consejo de los cardenales, cuando nos
reunamos con ellos los días 1, 2 y 3 de octubre, es cómo se puede avanzar en la
pastoral matrimonial, y este problema saldrá allí. Y, otra cosa: hace quince
días, estuvo conmigo el Secretario del Sínodo de los Obispos para el tema del
próximo Sínodo. Era un tema antropológico, pero hablando y hablando, yendo y
viniendo, hemos visto este tema antropológico: la fe como ayuda a la
planificación de la persona, pero en la familia, y tratar por tanto sobre la
pastoral matrimonial. Estamos en camino hacia una pastoral matrimonial más
profunda. Y esto es un problema que afecta a todos, porque hay tantos
implicados, ¿no? Por ejemplo, les digo uno solamente: el cardinal Quarracino,
mi predecesor, decía que para él la mitad de los matrimonios eran nulos. Pero
¿por qué lo decía? Porque se casan sin madurez, se casan sin darse cuenta que
es para toda la vida, o se casan porque socialmente se deben casar. Y en esto
entra también la pastoral matrimonial. Y también el problema judicial de la
nulidad de los matrimonios, esto se debe revisar, porque los Tribunales
eclesiásticos no bastan para esto. Es complejo, el problema de la pastoral
matrimonial. Gracias.
Padre Lombardi:
Gracias. Ahora tenemos a la señora
Pigozzi de Paris Match, también del grupo francés…
Carolina Pigozzi:
Buenas tardes, Santo Padre. Quisiera
saber si usted, desde que es Papa, se siente todavía jesuita…
Papa Francisco:
Es una pregunta teológica, porque los
jesuitas hacen voto de obedecer al Papa. Pero si el Papa es jesuita, tal vez
debe hacer voto de obedecer al General de los jesuitas… No sé cómo se resuelve
esto… Yo me siento jesuita en mi espiritualidad; en la espiritualidad de los
Ejercicios, la espiritualidad que llevo en el corazón. Y tan es así que dentro
de tres días iré a celebrar con los jesuitas la fiesta de san Ignacio: diré la
Misa por la mañana. No he cambiado de espiritualidad, no. Francisco,
franciscano: no. Me siento jesuita y pienso como jesuita. No hipócritamente,
sino que pienso como jesuita. Gracias a usted.
Padre Lombardi:
Si aguanta todavía, hay alguna
pregunta más. Ahora, Nicole Winfield, de Associated Press.
Nicole Winfield:
Santidad, gracias de nuevo por haber
venido “entre los leones”. Santidad, después de cuatro meses de pontificado,
quisiera pedirle que hiciera un pequeño balance. Nos puede decir qué ha sido lo
mejor de ser Papa, una anécdota, y qué lo peor, y qué es lo que más le ha
sorprendido en este periodo.
Papa Francisco:
Pues no sé cómo responder a esto, de
verdad. Cosas graves, cosas graves no ha habido. Cosas hermosas sí, por
ejemplo, el encuentro con los obispos italianos fue muy hermoso, muy hermoso.
Como obispo de la capital de Italia, con ellos me he sentido en mi casa. Y esto
ha sido hermoso, pero no sé si esto ha sido lo mejor.
Una cosa dolorosa, pero que ha entrado bastante en mi corazón, fue la
visita a Lampedusa. Porque eso es para llorar, me hizo bien. Cuando llegan en
estas barcas, los abandonan a algunas millas de la costa y ellos deben, con la
barca, llegar solos. Y esto me hace sufrir porque pienso que estas personas son
víctimas de un sistema socio-económico mundial.
Pero lo peor ―con perdón― es
que me vino una ciática ―de verdad― que tuve el primer mes,
porque para hacer las entrevistas me hacían sentarme en un sillón, y esto me
hizo daño. Es una ciática dolorosísima, dolorosísima. No se la deseo a nadie.
Pero estas cosas, hablar con la gente, el encuentro con los seminaristas y las
religiosas ha sido hermosísimo, ha sido hermosísimo. También el encuentro con
los alumnos de los colegios de los jesuitas ha sido hermosísimo, cosas buenas.
Pregunta de otros:
¿Qué ha sido lo que más le ha
sorprendido?
Papa Francisco:
Las personas, las personas, las
personas buenas que he encontrado. He encontrado tantas personas buenas en el
Vaticano. He pensado qué decir, pero esto es cierto. Hago justicia diciendo
esto: tantas personas buenas. Muchas personas buenas, muchas personas buenas,
pero buenas, buenas, buenas.
Elisabetta Piqué:
Papa Francisco, ante todo en nombre
de los 50 mil argentinos que encontré ahí y me decían: “Vas a viajar con el
Papa. Por favor decíle que fue fantástico, estupendo. Preguntále, cuándo va a
viajar”. Pero ya dijo que no va a viajar… Entonces le voy a hacer una pregunta
más difícil: ¿Se asustó cuando vio el informe “Vatileaks”?
Papa Francisco:
No. Te voy a contar una anécdota
sobre el informe “Vatileaks”. Cuando fui a ver al Papa Benedicto, después de
rezar en la capilla, fuimos a su estudio y vi una caja grande y un sobre
grueso. Benedicto me dijo, me decía: “En esta caja grande están todas las
declaraciones, lo que han dicho los testigos, todas están ahí. Pero el resumen
y el juicio final está en este sobre. Y aquí se dice ta-ta-ta”. Tenía todo en
la cabeza. Pero ¡qué inteligencia! Todo de memoria, todo. Pero no, no me he
asustado, no. No, no. Pero es un problema grave, ¿eh? Pero no me he asustado.
Sergio Rubín:
Santidad, dos cositas. La primera es
ésta: Usted ha insistido mucho en detener la pérdida de fieles. En Brasil ha
sido muy fuerte. Tiene la esperanza de que este viaje contribuya a que mucha
gente vuelva a la Iglesia, se sienta más cercana. Y la segunda, la más
familiar: a usted le gustaba mucho la Argentina, y llevaba muy en el corazón a
Buenos Aires. Los argentinos se preguntan si usted no extraña esa Buenos Aires,
que recorría en colectivo, en micro, iba por las calles. Muchas gracias.
Papa Francisco:
Creo que un viaje papal siempre hace
bien. Y creo que a Brasil le hará bien, pero no sólo la presencia del Papa,
sino lo que se ha hecho en la Jornada de la Juventud. Ellos se han movilizado y
harán mucho bien, seguramente ayudarán mucho a la Iglesia. Pero estos fieles
que se han marchado, muchos no son felices porque sienten que pertenecen a la
Iglesia. Creo que esto será positivo, no sólo por el viaje, sino sobre todo por
la Jornada; la Jornada ha sido un acontecimiento maravilloso. Y de Buenos
Aires, sí, a veces me falta. Y eso se siente. Pero con serenidad, es una
pérdida serena, es una pérdida serena. Pero creo que usted, Sergio, me conoce
mejor que los demás. Usted puede responder a esta pregunta. ¡Con el libro que
ha escrito!
Padre Lombardi:
Tenemos el ruso y después estaba
Valentina, que es la decana y quería cerrar ella.
Alexey Bukalov:
Buenas noches, Santo Padre. Santo
Padre, volviendo al ecumenismo: hoy los ortodoxos celebran los 1025 años de
cristianismo; hay grandes celebraciones en muchas capitales. Si quisiera hacer
un comentario sobre este hecho, me alegraría. Gracias.
Papa Francisco:
En las Iglesias ortodoxas se ha
conservado esa primigenia liturgia, tan hermosa. Nosotros hemos perdido un poco
el sentido de la adoración. Ellos lo conservan, alaban a Dios, adoran a Dios,
cantan, el tiempo no cuenta. El centro es Dios, y con ocasión de la pregunta
que usted me hace, quisiera decir que esto es una riqueza. Una vez, hablando de
la Iglesia occidental, de Europa occidental, sobre todo de la Iglesia más
evolucionada, me dijeron esta frase: “Lux ex oriente, ex occidente luxus”.
El consumismo, el bienestar, nos han hecho mucho daño. Sin embargo, ustedes
conservan esta belleza de Dios en el centro, como referencia. Cuando se lee a
Dostoievski ―creo que es para todos un autor que se debe leer y releer,
porque tiene una sabiduría―, se percibe cuál es el alma rusa, el alma
oriental. Es algo que nos hará mucho bien. Tenemos necesidad de esta
renovación, de este aire fresco de Oriente, de esta luz del Oriente. Juan Pablo
II lo escribió en su Carta. Pero muchas veces el luxux de Occidente nos
hace perder el horizonte. No lo sé, esto se me ocurre. Gracias.
Padre Lombardi:
Y ahora cerramos con Valentina que,
así como había comenzado en el viaje de ida, ahora cierra en el viaje de
vuelta.
Valentina Alazraki:
Santidad, gracias por haber mantenido
la promesa de responder a nuestras preguntas a la vuelta…
Papa Francisco:
Les atrasé la cena…
Valentina Alazraki:
No importa, no importa… La pregunta
sería, bueno, de parte de todos los mexicanos. ¿Cuándo va a Guadalupe?, pero
ésa es de los mexicanos. La mía sería: Usted va a canonizar a dos grandes
Papas, Juan XXIII y Juan Pablo II. Quisiera saber cuál es, según usted, el
modelo de santidad que se desprende del uno y del otro, y el impacto que han
tenido en la Iglesia y en usted.
Papa Francisco:
Juan XXIII es un poco la figura del
“cura de pueblo”, el sacerdote que quiere a cada uno de los fieles, que sabe
cuidar a los fieles, y esto lo ha hecho como obispo, como nuncio. ¡Cuántos
certificados de bautismo falsos hizo en Turquía para los judíos! Es un
valiente, un cura de pueblo bueno, con un sentido del humor muy grande, muy
grande, y una gran santidad. Cuando era nuncio, algunos no le querían en el
Vaticano, y cuando iba a llevar alguna cosa o a solicitar algo, en algunas
oficinas le hacían esperar. Nunca se quejó: rezaba el Rosario, leía el
Breviario, nunca. Manso, humilde, también se preocupaba por los pobres. Cuando
el Cardenal Casaroli volvió de una misión ―creo en Hungría o en la
Checoslovaquia de aquel tiempo, no recuerdo cuál de las dos―, fue a
explicarle cómo le había ido la misión, en aquella época de la diplomacia de
los “pequeños pasos”. Y tuvieron la audiencia ―20 días después murió
Juan XXIII― y cuando Casaroli ya se iba, lo detuvo: “Ah, Eminencia ―no,
no era Eminencia―, Excelencia, una pregunta: ¿Usted sigue yendo donde
aquellos jóvenes?”. Porque Casaroli solía ir a la Prisión de Menores de Casal
del Marmo y jugaba con ellos. Y Casaroli le dijo: “Sí, sí”. “No los deje
nunca”. Esto a un diplomático, que volvía de hacer un recorrido de diplomacia,
un viaje tan absorbente, Juan XXIII le dijo: “No abandone nunca a los chicos”.
Es un grande, un grande. Además, lo del Concilio: es un hombre dócil a la voz
de Dios, porque eso le vino del Espíritu Santo, le vino y él fue dócil. Pío XII
pensaba hacerlo, pero las circunstancias no estaban maduras para hacerlo. Creo
que él [Juan XXIII] no pensó en las circunstancias: lo sintió y lo hizo. Un
hombre que se dejaba guiar por el Señor.
De Juan Pablo II se me ocurre decir que fue “el gran misionero de la
Iglesia”: es un misionero, es un misionero, un hombre que ha llevado el
Evangelio por todas partes. Lo saben mejor que yo. ¿Cuántos viajes hizo? Y él
iba. Sentía este fuego de llevar adelante la Palabra del Señor. Es un Pablo, un
san Pablo, es un hombre así; esto para mí es grande. Y hacer la ceremonia de
canonización de los dos juntos creo que es un mensaje para la Iglesia: éstos
son dos magníficos, son magníficos, son dos magníficos. También está en curso
la causa de Pablo VI y de Papa Luciani: estas dos están en curso.
Y todavía algo que creo que he dicho,
pero no sé si aquí o en otra parte: la fecha de la canonización. Se pensaba en
el 8 de diciembre de este año, pero hay un gran problema; los que vienen de
Polonia, los pobres, porque los que tienen recursos pueden venir en avión, pero
los que vienen, los pobres, vienen en autobús y ya en diciembre las carreteras
tienen hielo y creo que se debe reconsiderar la fecha. He hablado con el
Cardenal Dziwisz y me ha sugerido dos posibilidades: o Cristo Rey de este año,
o el Domingo de la Misericordia del próximo. Creo que hay poco tiempo para
Cristo Rey de este año, porque el Consistorio será el 30 de septiembre y queda
poco tiempo para final de octubre, pero no lo sé. Tengo que hablar con el
Cardenal Amato sobre esto. Creo que el 8 de diciembre no será.
Pregunta:
Pero, ¿serán canonizados juntos?
Papa Francisco:
Juntos, los dos juntos, sí.
Padre Lombardi:
Gracias, Santidad. ¿Quién queda
todavía? ¿Ilze? Ya han pasado todos, incluso más de los que se habían apuntado
antes en la lista…
Ilze Scamparini:
Quisiera pedirle permiso para hacer
una pregunta un poco delicada: hay otra imagen que también ha dado la vuelta al
mundo, que ha sido la de Mons. Ricca y las noticias sobre su intimidad.
Quisiera saber, Santidad, ¿qué pretende hacer en esta cuestión? ¿Cómo afrontar
esta cuestión y cómo Su Santidad pretende afrontar toda la cuestión del lobby
gay?
Papa Francisco:
Lo de Mons. Ricca: He hecho lo que el
Derecho Canónico manda hacer, que es la investigatio previa. Y en esta investigatio
no hay nada de lo que le acusan, no hemos encontrado nada de eso. Ésa es la
respuesta. Pero quisiera añadir otra cosa sobre esto: Yo veo que muchas veces
en la Iglesia, independientemente de este caso, pero también en este caso, se
van a buscar “pecados de juventud”, por ejemplo, y se publican. No los delitos,
¡eh!, los delitos son otra cosa: el abuso de menores es un delito. No, los
pecados. Pero si una persona, laica o sacerdote o religiosa, ha cometido un
pecado y después se convierte, el Señor perdona, y cuando el Señor perdona, el
Señor olvida y esto para nuestra vida es importante. Cuando vamos a confesarnos
y decimos de verdad: “He pecado en esto”, el Señor olvida y nosotros no tenemos
derecho a no olvidar, porque corremos el riesgo de que el Señor no se olvide de
nuestros pecados. Es un peligro éste. Esto es importante: una teología del
pecado. Muchas veces pienso en san Pedro: cometió uno de los peores pecados,
renegar de Cristo, y con este pecado lo hicieron Papa. Tenemos que pensarlo
bien. Pero, volviendo a su pregunta más concreta, en este caso, he realizado la
investigatio previa y no hemos encontrado. Ésta es la primera pregunta.
Además, usted hablaba del lobby gay. Bien, se escribe mucho del lobby
gay. Todavía no he encontrado quién me enseñe un carnet de identidad que diga
“gay” en el Vaticano. Dicen que los hay. Creo que cuando uno se encuentra con
una persona así, debe distinguir el hecho de ser una persona gay, del hecho de
hacer un lobby, porque ningún lobby es bueno. Son malos. Si una persona es gay
y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla? El
Catecismo de la Iglesia Católica explica esto de una manera muy hermosa;
dice... Un momento, cómo se dice… y dice: “No se debe marginar a estas personas
por eso, deben ser integradas en la sociedad”. El problema no es tener esta
tendencia; no, debemos ser hermanos, porque éste es uno, pero si hay otro,
otro. El problema es hacer el lobby de esta tendencia: lobby de avaros, lobby
de políticos, lobby de los masones, tantos lobby. Éste es el problema más grave
para mí. Y le agradezco mucho la pregunta. Muchas gracias.
Padre Lombardi:
Gracias. Me parece que mejor no hubiera podido ser. Incluso hemos
abusado del Papa que había dicho que estaba ya un poco cansado y le deseamos
que ahora pueda descansar un poco.
Papa Francisco:
Gracias a ustedes, y buenas tader,
buen viaje y que descansen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario