LIMOSNAS
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Quien da limosna
para salvar almas, tendrá por recompensa salud y vida larga.
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Para conseguir
limosnas, es preciso que el pueblo comprenda que aún para conseguir ventajas
temporales del Señor, le conviene contribuir; y por el .contrario, la avaricia
para con las obras de Dios, puede atraer la maldición del cielo.
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Dios es
infinitamente rico y de una generosidad sin límites.
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Tened fe, rogad
mucho, pero acompañad vuestras peticiones con alguna obra de caridad.
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Dad y se os dará
dijo el Señor, y no: prometed y se os dará. Por eso adelantad vuestras obras,
para obligar a Dios a ayudaros.
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El dinero es una
llave que sirve para dos cerraduras: nos abre el cielo nos abre el infierno.
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Quien no es generoso
con Dios, fácilmente se olvida del Señor.
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Quien no sea
generoso con Dios, pocas esperanzas podrá abrigar para conseguir gracias
extraordinarias.
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Para dar limosna no
es necesario ser rico.
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No son los ricos los
que hacen un bien dándonos limosna, sino somos nosotros los que les hacemos un
favor a ellos brindándoles ocasión para ganar méritos.
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El buen Dios
premiará con el paraíso a los que dan su vida por las almas e igualmente a los
que ayudan a los misioneros.
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En la persona de los
pobres y sobre todo de los más abandonados, debemos ver representado al
Salvador. Por lo mismo no son los niños pobres los que demandan vuestra
caridad, sino es el mismo Jesús, en la persona de sus pobres.
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El Evangelio no
dice: Dejad lo superfluo a los pobres después de vuestra muerte sino Dad lo
superfluo a los pobres en vida.
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Algunos se imaginan
que dar limosna es un consejo y no un precepto por lo tanto no se cuidan de sus
obligaciones; pero están en un error fatal, pues, quien no hace obras buenas en
este mundo arrastra consigo otras almas a la perdición, como lo hemos visto en
la parábola del rico Epulón.
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Dios hizo al pobre
para que gane el cielo con su paciencia y resignación; pero hizo al rico, para
que se salve mediante la caridad y la limosna.
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Algunos creen que
hacen bastante, dando alguna que otra limosna, brindando rara vez algún
socorro, con ostentación. Están en un error. Jesús manda dar limosna: ¡Lo
superfluo, dadlo a los pobres!
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He vivido entre
pobres y tuve que visitar a los ricos. En general he visto que dan poca limosna,
y muchos señores no hacen buen uso de sus riquezas.
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Para dar gracias al
Señor conviene acompañar nuestras preces, además de las palabras de
agradecimientos con alguna limosna.
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Las manos de los
pobres llevan nuestras limosnas al Cielo. Dar a los pobres nuestro óbolo, es
como depositarlo en las mismas manos de Jesucristo.
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Si queréis obtener
con más facilidad cualquier gracia, haced primero vosotros la gracia o sea, dad
vosotros alguna limosna, antes que Dios y la Virgen os concedan el favor
deseado.
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