Y aconteció que yendo El a Jerusalén,
pasaba por medio de Samaria y de Galilea. Y entrando en una aldea, salieron a
El diez hombres leprosos, que se pararon de lejos. Y alzaron la voz diciendo:
"Jesús, maestro, ten misericordia de nosotros". Y cuando los vio,
dijo: "Id y mostraos a los sacerdotes". Y aconteció, que mientras
iban quedaron limpios. Y uno de ellos cuando vio que había quedado limpio
volvió glorificando a Dios a grandes voces. Y se postró en tierra a los pies de
Jesús, dándole gracias; y éste era samaritano. Y respondió Jesús, y dijo:
"¿Por ventura no son diez los que fueron limpios? ¿Y los nueve dónde
están? No hubo quien volviese, y diera gloria a Dios, sino este
extranjero". Y le dijo: "Levántate, vete, que tu fe te ha hecho salvo".
San Ambrosio
Después de la parábola antedicha, son
reprendidos los ingratos. Dice pues: "Y aconteció que yendo Jesús a
Jerusalén", etc.
Tito Bostrense
Para dar a conocer que los samaritanos
son benévolos mientras los judíos son desagradecidos a los beneficios que se
les había dispensado. Había enemistad entre los samaritanos y los judíos, la
que el Señor se proponía disipar, pasando entre ellos para unirlos en un hombre
nuevo.
San Cirilo
Después de la parábola manifiesta el
Salvador su gloria para suscitar la fe de Israel. Prosigue: "Y entrando en
una aldea salieron a El diez hombres leprosos", expulsados de las ciudades
y de las aldeas y considerados como inmundos por la ley de Moisés.
Ellos hablaban entre sí, porque los
unía la desgracia común y se presentaron donde Jesús había de pasar, estando
inquietos por verle venir. Y prosigue: "Que se pararon de lejos", porque
la ley de los judíos considera a la lepra como enfermedad inmunda. Pero la ley
del Evangelio no considera como inmunda la lepra externa, sino la interna.
Teofilacto
Esperan desde lejos como avergonzados
por la impureza que tenían sobre sí. Creían que Jesucristo los rechazaría
también, como hacían los demás. Por esto se detuvieron a lo lejos, pero se
acercaron por sus ruegos. El Señor siempre está cerca de los que le invocan con
verdad ( Sal 145,18). Prosigue: "Y alzaron la voz diciendo: Jesús, maestro,
ten misericordia de nosotros".
Tito, ut sup
Invocan el nombre de Jesús y obtienen
lo que desean, porque Jesús quiere decir Salvador. Dicen: "Apiádate de
nosotros", porque conocen la magnitud de su poder y no le piden oro ni plata,
sino la salud y purificación de su cuerpo.
Teofilacto
Y no le piden sencillamente, ni le
ruegan como mortal. Le llaman maestro, esto es, Señor, con lo que casi dan a
entender que lo consideran como Dios. Pero El les manda que se presenten a los
sacerdotes, por lo que sigue: "Cuando El los vio les dijo: Id, mostraos a
los sacerdotes", porque éstos veían si habían sido curados o no de la
lepra.
San Cirilo, in Cat. graec. Patr
La ley también mandaba que los curados
de la lepra ofreciesen un sacrificio en acción de gracias por la curación.
Teofilacto
Al mandarles que fuesen a los
sacerdotes ya les daba a conocer que debían ser curados. Por esto sigue:
"Y aconteció que mientras iban quedaron limpios".
San Cirilo, ut sup
Los príncipes de los judíos, émulos de
la gloria de Jesús, podían conocer que habían sido curados de una manera
inesperada y admirable, siendo Jesucristo quien les había concedido la salud.
Teofilacto
Siendo ellos diez, nueve que eran
israelitas fueron desagradecidos y el forastero, que era samaritano, volvió
expresando su gratitud. Por esto sigue: "Y uno de ellos volvió
glorificando a Dios a grandes voces".
Tito, ut sup
Le dio confianza para aproximarse la
curación obtenida. Por esto sigue: "Y se postró en tierra a los pies de
Jesús, dándole gracias", manifestando así con su postración y sus ruegos
su fe y su gratitud.
Prosigue: "Y éste era
samaritano".
Teofilacto
De aquí se puede deducir que nada
impide el que cualquiera agrade a Dios, aun cuando proceda de raza profana, con
tal que obre con buen propósito. Y ninguno de los que nacen de padres santos se
ensoberbezca, porque los nueve que eran israelitas fueron precisamente los
desagradecidos. Por esto sigue: "Y respondió Jesús y dijo: ¿Por ventura no
son diez?", etc.
Tito Bostrense
En esto se da a conocer lo prontos que
estaban a aceptar la fe los extraños, mientras que Israel andaba en ello
perezoso. Por esto sigue: "Y le dijo: Levántate; vete, que tu fe te ha
hecho salvo".
San Agustín, De quaest Evang. 2,40
En sentido espiritual puede creerse que
son leprosos los que, no teniendo conocimiento de la verdadera fe, admiten las
diferentes doctrinas del error, no ocultan su ignorancia, sino que aparentan
tener un grande conocimiento y muestran un lenguaje jactancioso. La lepra es un
mal de color. La mezcla desordenada de verdades y de errores en la discusión o
discurso del hombre, semejante a los diferentes colores de un mismo cuerpo,
significa la lepra que mancha y hace distintos a los cuerpos humanos, como con
tintes de colores verdaderos y falsos. Estos no deben ser admitidos en la
Iglesia, de modo que colocados a lo lejos, si es posible, rueguen a Cristo con
grandes voces. Respecto a que le llamaron maestro, creo que dieron a entender
en ello, que la lepra es una doctrina falsa que el buen maestro hace
desaparecer. No se sabe que el Señor mandase a los sacerdotes a otros, a
quienes había concedido beneficios corporales, más que a los leprosos. Y es que
el sacerdocio de los judíos figuraba el sacerdocio que está en la Iglesia. Los
demás vicios los sana y corrige interiormente el Señor mismo, en la conciencia;
mientras que el poder de administrar los Sacramentos y el de la predicación, ha
sido concedido a la Iglesia. Cuando los leprosos iban, quedaron limpios, porque
los gentiles, a quienes vino San Pedro, no habiendo recibido aún el sacramento
del Bautismo, por el cual se viene espiritualmente a los sacerdotes, son
declarados limpios por la infusión del Espíritu Santo. Por tanto, todo el que
se asocia a la doctrina íntegra y verdadera de la Iglesia, aunque se manifieste
que no se ha manchado con el error -que es como la lepra-, será, sin embargo,
ingrato con el Señor, que lo cura, si no se postra para darle gracias con
piadosa humildad, y se hará semejante a aquellos de quienes dice el Apóstol ( Rom
1,21), que, habiendo conocido a Dios, no le confesaron como tal, ni le dieron
gracias. Estos tales, pues, como imperfectos, serán del número nueve, porque
necesitan de uno más para formar cierta unidad y ser diez. Y aquel que dio
gracias fue alabado porque representaba la unidad de la Iglesia. Y como
aquéllos eran judíos, se declaró que habían perdido por la soberbia el reino de
los cielos, en donde la unidad se conserva principalmente. En cambio, éste, que
era samaritano, que quiere decir custodio, dando lo que había recibido a Aquel
de quien lo recibió, según las palabras del Salmo ( Sal 58,10): "Guardaré
mi fortaleza para ti", conservó la unidad del reino con su humilde
reconocimiento.
Beda
Cayó con la faz sobre la tierra porque
se acordó del mal que había hecho y se avergonzó. Y Jesús le mandó que se
levantase y se fuese, porque al que se prosterna conociendo humildemente su
debilidad, merece que la palabra divina le consuele y le mande adelantar en el
camino de obras más santas. Si la fe salvó a aquel que se había postrado a dar
gracias, la malicia perdió a los que no se cuidaron de dar gloria a Dios por
los beneficios recibidos. Por estos hechos se da a conocer que debe aumentarse
la fe por medio de la humildad, como se explica en la parábola anterior.
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