La
Historia de la Iglesia no se estudia dentro de la Teología Dogmática, sino como
un tratado aparte. Sin embargo, hemos decidido incluir un capítulo al respecto,
pues su estudio resulta de gran utilidad para comprender la maravillosa acción
de Dios en la historia y, por tanto, en la formulación de las verdades
dogmáticas.
1
CONCEPTOS GENERALES
1.1
Concepto de historia de la Iglesia
Historia de la Iglesia es
la parte de la historia general que estudia los hechos relativos al origen y
desarrollo de la sociedad perfecta fundada por Jesucristo y que llamamos
Iglesia.
Se, estudia, por tanto, el
periodo que abarca dos mil años aproximadamente, desde Pentecostés hasta
nuestros días.
1.2 La
historia, manifestación de la Providencia
La historia no está
sometida a fuerzas ciegas, a ciclos determinados ni es tampoco el resultado del
azar. La historia en general es manifestación de la Providencia y la libertad
humana.
Cualquier persona tiene
deseos de conocer los antecedentes de su propia familia: de dónde procede,
quiénes fueron sus parientes y qué hicieron. Es lógico, por tanto, que los
cristianos tengamos el deseo de conocer la historia de nuestra Santa Madre la
Iglesia,que es interés por saber los dones y las providencias de Dios, y la
manera como los hombres correspondieron a esas gracias.
2.2 División cronológica
Los cristianos llevaban una vida que conmovía profundamente a los paganos. El mismo Tertuliano dice que los gentiles admirados exclamaban refiriéndose a los cristianos: "Mirad cómo se aman, y cómo están prontos a morir los unos por los otros".
3.6 Padres de la Iglesia
7. V EPOCA CONTEMPORANEA
Los errores pueden sintetizarse así:
1.3
Protagonistas de la historia de la Iglesia
Quien quiera conocer bien
la historio. de la Iglesia debe tener presente que hay dos elementos esenciales
que la componen:
lo. El Espíritu Santo que la
gobierna a lo largo de los siglos;
2o. Los hombres con su
libertad, que pueden corresponder o no a esta acción del Espíritu Santo.
Llaman la atención los
hechos admirables de santidad que encontramos en la Iglesia a lo largo de la
historia. Hay también, ciertamente, errores, miserias y flaquezas de los
hombres, consecuencia de la resistencia de algunos al amor de Dios. Sin
embargo, es importante señalar que estas deficiencias humanas, sólo empañan un
poco la faz de la Iglesia, q1ie es santa, sin mancha ni arruga, y muestran
claramente que a pesar de los pecados de los hombres y la acción del demonio,
la Iglesia permanece a lo largo de los siglos tal y como la quiso Cristo. Un
motivo más para agradecer a Dios y amar más y más a nuestra Santa Madre
Iglesia.
2
DIVISION DE LA HISTORIA DE LA IGLESIA
2.1
División objetiva
Se hace en base a la
descripción de determinados hechos acaecidos de particular importancia para la
vida de la Iglesia.
Puede distinguirse:
a) la historia objetiva
externa que se ocupa del estudio de las relaciones de la Iglesia con otras
sociedades, civiles o religiosas, que ha tratado de cristianizar;
b) la historia objetiva
interna trata de la constitución de la misma Iglesia a lo largo de los años,
donde se muestra cómo conserva los mismos fundamentos puestos por Jesucristo y
el modo como ha tratado de conducir a los hombres a la salvación mediante los
sacramentos y la enseñanza de la Iglesia.
2.2 División cronológica
Se acostumbra dividir en
periodos:
Edad
antigua: desde el año 33 en
que murió Cristo hasta el 476 en que cayó el Imperio Romano de Occidente;
Edad
Media: desde el 476 hasta
1517, en que comienza la reforma protestante;
Edad Moderna: desde 1517 hasta nuestros días.
Edad Moderna: desde 1517 hasta nuestros días.
(Algunos señalan la llamada
Edad Contemporánea que se iniciaría en 1914 con la Primera Guerra Mundial).
Esta división cronológica
es imperfecta y aplicable sólo a la Iglesia latina; la griega no conoció la
invasión de los bárbaros y carece, por tanto, de la Edad Media. Sólo tendrían
Edad Antigua y Edad Moderna, siendo el punto de división el año 1453 con la
caída de Constantinopla en poder de los turcos.
Otra división cronológica,
un poco más exacta y clara se divide en cinco períodos:
I) ANTIGÜEDAD CRISTIANA. (33-692): El cristianismo se extiende en el mundo grecorromano. Puede dividirse en dos subperíodos:
I) ANTIGÜEDAD CRISTIANA. (33-692): El cristianismo se extiende en el mundo grecorromano. Puede dividirse en dos subperíodos:
a)
33-313: fundación,
propagación y persecuciones de la Iglesia, hasta el 313 con el edicto de Milán.
b)
313-692: se caracteriza
fundamentalmente por la cristianización de los pueblos invasores, el desarrollo
de la doctrina, y la irrupción del Islam que impone una grave limitación a la
expansión de la Iglesia. En 692 se llevó a cabo el Concilio Trullano.
II)
MEDIOEVO. (692-1303): Extensión de la
Iglesia entre los pueblos germánicos y eslavos. Puede dividirse en dos
subperíodos:
a) Alta
Edad Media (692-1073): cuyos hechos más
sabresalientes son la expansión de la fe más allá de lo que había sido el
Imperio Romano, el influjo del feudalismo y el cisma griego de 1054.
b) Baja
Edad Media (1073-1303): se extiende desde
el inicio del pontificado de San Gregorio VII a la muerte del Papa Bonifacio
VIII. En general se muestra el modo como el espíritu cristiano informa todo el
que hacer de la sociedad: cultura, trabajo, política, etc.
III)
EDAD NUEVA (1303-1648): edad de las
reformas.
Puede dividirse:
Puede dividirse:
a)
Prerreforma (1303-1517): los hechos más
sobresalientes son: el destierro de Aviñón; el cisma de Occidente; la
interrupción del Renacimiento y la rebelión de Lutero en 1517.
b) La
Reforma (1517-1648): está caracterizada
fundamentalmente por la reforma protestante y las guerras de religión. Termina
con la paz de Westfalia en 1648
IV)
EPOCA MODERNA (1648-1914): período de
descristianización. Se pueden distinguir dos subperíodos:
a)
1648-1789: años en que en
términos generales puede señalarse como una época en que los nacionalismos y
monarquías absolutas tratan de sojuzgar a la Iglesia. Este período terminaría
en 1789 con la Revolución Francesa.
b)1789-1914: durante estos años grandes masas, afectadas por el liberalismo, el marxismo, etc., se apartan de la Iglesia. Sobresale el Concilio Vaticano I y la condena al Modernismo por el Papa S. Pío X.
b)1789-1914: durante estos años grandes masas, afectadas por el liberalismo, el marxismo, etc., se apartan de la Iglesia. Sobresale el Concilio Vaticano I y la condena al Modernismo por el Papa S. Pío X.
V)
EPOCA CONTEMPORANEA (1914 -nuestros días): período de crisis espiritual y confusión. Llamada universal a la
santidad.
3. I
ANTIGUEDAD CRISTIANA
3.1 La
predicación apostólica
El día de Pentecostés los
Apóstoles recibieron el Espíritu Santo, y comenzaron a predicar en diversas
lenguas. Ese mismo día, San Pedro predicó a muchos y se convirtieron cerca de
tres mil oyentes. Unos días después, con ocasión de la curación del cojo de
nacimiento (cfr. Hechos 3, 11), el mismo Apóstol habló de nuevo a la
muchedumbre y a los creyentes se sumaron otros cinco mil.
Los Apóstoles movidos por
el Espíritu Santo se dispersaron para evangelizar el mundo conocido. San Pedro
se dirigió a Antioquía y de ahí pasó a Roma para establecerse definitivamente
en esa ciudad en el año 44. El mundo se llenó de cristianos en poco tiempo. Pocos
hombres, llenos de fe, hicieron de fermento en la gran masa del mundo.
El testimonio de Tertuliano
escrito hacia el año 200 es elocuente: "Somos de ayer y hemos llenado todo
lo vuestro: ciudades, islas, campamentos, el palacio imperial, el senado, el foro;
sólo os hemos dejado los templos vacíos".
La fe se extendió en lo que actualmente es Italia, Grecia, España, Francia, el norte de África y Asia.
La fe se extendió en lo que actualmente es Italia, Grecia, España, Francia, el norte de África y Asia.
Los cristianos llevaban una vida que conmovía profundamente a los paganos. El mismo Tertuliano dice que los gentiles admirados exclamaban refiriéndose a los cristianos: "Mirad cómo se aman, y cómo están prontos a morir los unos por los otros".
3.2 Las
persecuciones
El Estado Romano
consideraba a los primeros cristianos como un peligro para su seguridad y como
impíos ateos, por lo que les aplicó la pena capital,
Fue Nerón el primer emperador romano que persiguió a los cristianos. El motivo o quizá pretexto de la persecución fue el incendio de la ciudad de Roma (en la noche del 18 al 19 de julio de 64), en donde se culpó a los cristianos. La persecución dio como resultado una gran multitud de mártires; entre ellos se cuentan San Pedro y San Pablo.
Fue Nerón el primer emperador romano que persiguió a los cristianos. El motivo o quizá pretexto de la persecución fue el incendio de la ciudad de Roma (en la noche del 18 al 19 de julio de 64), en donde se culpó a los cristianos. La persecución dio como resultado una gran multitud de mártires; entre ellos se cuentan San Pedro y San Pablo.
De las persecuciones
sobresalen las realizadas en tiempo de los siguientes emperadores: Domiciano
(81-96);Trajano (98-117); Septimo Severo (193-211); Decio (249-251); Valeriano
(253-260) y Diocleciano (284-305).
3.3 Los
mártires
Mártir es una palabra
griega que quiere decir testigo. A los mártires se les tributa una veneración
especial por haber sellado con su propia sangre la fe de Cristo. Buen ejemplo
para que sepamos hasta qué punto debemos estar dispuestos a defender nuestra
fe.
3.4 El
Edicto de Milán
A principio del año 313,
Constantino y Licinio emperadores, firmaron el Edicto de Milán por el que se
concedía libertad de culto a los cristianos y la restitución de los bienes de
la Iglesia. El cristianismo se equiparaba a la religión pagana y compartía con
ella sus privilegios y derechos.
3.5 Las
herejías
No todos recibieron
íntegramente las verdades de nuestra fe. Pronto, surgieron las primeras
herejías que fueron un peligro mucho mayor para la Iglesia, aún más que las
mismas persecuciones, pues el enemigo que está dentro es mucho más peligroso.
Las herejías, sin embargo,
han ayudado a precisar la expresión de las verdades de nuestra fe, pues la
Iglesia se ha visto en la necesidad de dar definiciones y puntualizar verdades
que pacíficamente se venían creyendo.
Pueden distinguirse a grandes rasgos las siguientes herejías:
a) Judaizantes: pretendían que los cristianos debían observar la ley judía;
Pueden distinguirse a grandes rasgos las siguientes herejías:
a) Judaizantes: pretendían que los cristianos debían observar la ley judía;
b)Trinitarias: negaban la trinidad de
personas en Dios, afirmando que son tres nombres o modos de una misma persona.
Hay que incluir aquí a los modalistas, monarquianos y patripasianos.
c)Arrio: no quiso reconocer la
divinidad de Jesucristo incurriendo también en una herejia trinitaria (cfr.
8.1.2).
d)Nestorio: negó la Maternidad divina
de María por afirmar que en Cristo había dos personas (cfr. 8.1.2).
e)
Pelagio: atacó la necesidad
de la gracia y el dogma del pecado original.
3.6 Padres de la Iglesia
Papel importante en la
lucha contra las herejías jugaron los Padres de la Iglesia que son: a) escritores que sobresalen
por la ortodoxia de su doctrina; b) santidad de vida; c) antigüedad, y d) aprobación de la Iglesia.
Estos hombres explicaron la doctrina de la Iglesia de una manera sistemática e
hicieron más inteligible la verdad revelada con el empleo de la razón natural.
Entre los Padres de la
Iglesia griega destacan: San Atanasio (sobresale por su defensa contra el
arrianismo); San Gregorio Nazianceno, San Basilio y San Juan Crisástomo (el
"pico de oro" por su excelente manera de hablar de las verdades de
nuestra fe).
Entre los Padres latinos
sobresalen: San Ambrosio, San Agustín, San Jerónimo (la versión de la Sagrada
Escritura elaborada por él es su obra por excelencia) y San Gregorio Magno.
4. II
MEDIOEVO
4.1 Expansión
de la Iglesia por Europa
Un hecho sobresaliente de
esta época es la conversión de los pueblos germánicos al cristianismo y su incorporación
a la Iglesia Católica, tarea que duró varios siglos. La Iglesia dio a los
pueblos germánicos no sólo los bienes sobrenaturales de la salvación eterna,
sino también los medios culturales que les llevó a un progreso humano que ni
ellos mismos sospechaban.
En esta época hay que situar la conversión al catolicismo de los Frisios, los Sajones, los Bávaros, los Alemanes, los Turingios, los Eslavos y los Normandos.
4.2 El Cisma de Oriente
En esta época hay que situar la conversión al catolicismo de los Frisios, los Sajones, los Bávaros, los Alemanes, los Turingios, los Eslavos y los Normandos.
4.2 El Cisma de Oriente
Este cisma, conocido
también como cisma griego, separó al Oriente (Balcanes, Asia y Rusia) del
Occidente, abriendo un abismo tan profundo entre las dos comunidades que no ha
vuelto a cerrarse sino pasajeramente y sin resultado permanente.
El Cisma se fue gestando.
Se inició en el siglo IX y se consumó en el siglo XI (1054).
En el año 847, San Ignacio,
patriarca de Constantinopla negó públicamente la comunión a César Bardas, que
regía el Imperio, por razones de moralidad pública. César destituyó a Ignacio y
nombró patriarca a Focio hasta entonces primer ministro. Focio recibió en una
semana todas las órdenes hasta la consagración episcopal, con la particularidad
de que se las concedió el obispo de Siracusa que había sido excomulgado por
Ignacio.
El Papa Nicolás I, por el
sínodo de Roma de 863, depuso de sus sedes a Focio y a sus partidarios. Focio
pasó al ataque: acusó a los latinos de que usaban pan ácimo (sin levadura) para
la consagración, como los judíos; que usaban el Filioque en el Credo; que
habían impuesto el celibato a los clérigos y reunió un sínodo en 867 en el que
depusieron al Papa por "herético y devastador de la viña del Señor".
Los sucesores de Focio en
su sede mantuvieron una fría reserva ante Roma. Miguel Cerulario en 1054
consumó el cisma, haciendo prácticamente las mismas acusaciones hechas por Focio.
El Papa San León IX interviene recordando su primacía y enviando tres legados a
Constantinopla para que resolvieran todas las dificultades con el patriarca y
el emperador. Por no llegar a un acuerdo los legados depositaron sobre el altar
de Santa Sofía la sentencia de deposición y excomunión contra Miguel Cerulario
(1054).
Días más tarde Miguel
Cerulario reúne en Constantinopla un sínodo de obispos orientales, que
pronunció a su vez, la excomunión contra el Papa. Esta vez la separación fue
definitiva. El ejemplo de Constantinopla fue seguido por otros orientales:
servios, búlgaros, rusos y romanos se unieron al cisma y se erigieron, para su
desgracia, en iglesias autocéfalas.
El daño causado por este
cisma ha sido enorme: no hubo pérdidas numéricas extraordinarias, pero sí se
cerró para la Iglesia Católica la posibilidad de extenderse hacia Oriente. En
cambio, para los orientales fue una desdicha separarse y han quedado como
anquilosados y petrificados.
4.3 La
Escolástica
Se llama escolástica a la filosofía
de la segunda parte de la Edad Medía que, siguiendo un método especial, y
tomando generalmente como gula a Aristóteles, se enseñaba en las escuelas
episcopales y palatinas (de ahí su nombre, de "schola"). Sus
seguidores eran denominados escolásticos; de estas escuelas pasó a las
universidades.
La escolástica se
caracteriza por un sistema peculiar de exponer la fe y se propone hacer ver
cómo entre la razón y la fe, la filosofía y la teología, hay una íntima unión;
la filosofía ha de ponerse al servicio ("anci11a", como esclava) de
la teología.
El gran esplendor de la
escolástica se alcanzó en el siglo XIII, con maestros insignes como San Alberto
Magno, San Buenaventura, Alejandro de Hales, Duns Scoto y Santo Tomás de
Aquino, sin duda la lumbrera mayor.
Santo Tomás de Aquino por la santidad de vida, la profundidad de su saber y la, precisión de su lenguaje sabe recoger toda la tradición cristiana anterior y elaborar una doctrina sistemática. Sus obras más conocidas son la Suma Teológica y la Suma contra gentiles. La Iglesia ha recomendado innumerables veces la filosofía y la teología de Santo Tomás, desde poco después de su muerte hasta nuestros días, calificándola como la doctrina más segura a seguir.
Santo Tomás de Aquino por la santidad de vida, la profundidad de su saber y la, precisión de su lenguaje sabe recoger toda la tradición cristiana anterior y elaborar una doctrina sistemática. Sus obras más conocidas son la Suma Teológica y la Suma contra gentiles. La Iglesia ha recomendado innumerables veces la filosofía y la teología de Santo Tomás, desde poco después de su muerte hasta nuestros días, calificándola como la doctrina más segura a seguir.
5. III
EDAD NUEVA
5.1 El
Cisma de Occidente
Por diversas circunstancias
políticas, los Papas residieron en Aviñón (Francia) durante setenta años
(1306-1377). Atendiendo a los ruegos de Santa Catalina de Siena, Gregorio X11
regresó a Roma. Sin embargo, a su muerte en 1378, la Cristiandad se dividió en
dos bandos de marcada influencia política. La división duró cuarenta años con
un Papa en Roma y otro en Aviñón.
5.2
Expansión de la Iglesia en América y Asia
Desde finales del siglo XV
con el descubrimiento de América en 1492, el continente americano se abrió para
la cristiandad, gracias a la actividad misionera desarrollada por españoles y
portugueses. Las Filipinas fueron también evangelizadas lo mismo que la India,
China y Japón, pero en estos dos últimos países hubo fuertes persecuciones.
5.3 La
llamada reforma protestante
Fue forjada principalmente
por Martín Lutero y Calvino. Lutero con una vida azarosa, siendo religioso,
sacó la falsa conclusión de que la ley de Dios era impracticable y apoyándose
en el texto de San Pablo (cfr. Rom. 1, 16-17) afirmó que el hombre se justifica
por la sola fe, por la confianza en que seremos salvados, sin necesidad de
nuestras buenas obras. Rechazó la Tradición cristiana reduciendo toda la
Revelación a la Sagrada Escritura que puede ser interpretada, dice, por
cualquiera y no por el Magisterio de la Iglesia. Dice que la Iglesia Romana no
es ya la Iglesia de Cristo, se rebela contra el Papa y divide la Iglesia
pretendiendo reformarla.
5.4 El
Cisma de Inglaterra
El rey Enrique VIII
(1509-1547) introdujo la falsa reforma y consumó el cisma inglés. Había sido un
buen católico e incluso recibido el título de defensor de la fe por un escrito
contra Lutero, sin embargo, cuando el Papa Clemente VII se negó en 1527 a
declarar la nulidad de su matrimonio con Catalina de Aragón (hija de los Reyes
Católicos de España), éste se unió con Ana Bolena e hizo que "el acto de
supremacía" fuera votado por el Parlamento por el que se declaraba al rey
cabeza de la Iglesia en Inglaterra, consumando así el cisma.
6. IV
EPOCA MODERNA
6.1 El
Concilio Vaticano I
Fue convocado por el Papa
Pío IX, y se celebró en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, por lo que se
denominó Concilio Vaticano I (1869-1870). En este Concilio fue definido el
dogma de la infalibilidad del Papa: por la especial asistencia del Espíritu
Santo, el Vicario de Cristo y sucesor de San Pedro, no puede errar si ejerce su
magisterio ex cathedra en lo referente a la fe y a las costumbres.
El Papa Pío IX definió
también el dogma de la Inmaculada Concepción (1854).
6.2 El Modernismo
6.2 El Modernismo
El modernismo es una
corriente de pensamiento que contiene muchos errores. Los modernistas intentan
explicar la religión, sus dogmas y su moral por un sentido o sentimiento
religioso que hay en el hombre. El modernismo es el intento de acomodar la fe a
las filosofías "modernas" de tipo inmanentista. Los errores
modernistas siguen una línea agnóstica, inmanentista y un evolucionismo
radical.
El Papa San Pío X, condenó
el modernismo repetidas veces, pero de modo especial en la encíclica Pascendi
de 1907 verdaderamente providencial por adelantarse y desenmascarar con
detalles los errores modernistas, atajándolos con prudentes medidas
disciplinares.
7. V EPOCA CONTEMPORANEA
7.1 El
Concilio Vaticano II
Fue convocado por el Papa
Juan XXIII en 1962 y clausurado por Pablo VI en 1965. Se propuso actualizar la
vida de la Iglesia sin definir ningún dogma. Trató de la Iglesia, la
Revelación, la Liturgia, la libertad religiosa, etc. Recordó el Concilio la
llamada universal a la santidad.
7.2
Llamada universal a la santidad
El Concilio Vaticano II
recordó la universal vocación a la santidad de todos en la Iglesia, esto es,
que los fieles deben aspirar a vivir la santidad que consiste en la plenitud de
vida cristiana y la perfección de la caridad (cfr. Conc. Vaticano II,
Const.Lumen Gentium, cap. V). Sin embargo, hay que decir que esta doctrina
recordada por el Concilio la venía predicando desde 1928 el siervo de Dios
Monseñor Josemarla Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei
"El Opus Dei se
propone promover entre personas de todas las clases de la sociedad el deseo de
la perfección cristiana en medio del mundo. Es decir, el Opus Dei pretende
ayudar a las personas que viven en el mundo -al hombre corriente, al hombre de la
calle-, a llevar una vida plenamente cristiana sin modificar su modo normal de
vida, ni su trabajo ordinario, ni sus ilusiones y afanes.
Por eso, en frase que
escribí hace ya muchos años, se puede decir que el Opus Dei es viejo como el
Evangelio y como el Evangelio nuevo. Es recordar a los cristianos las palabras
maravillosas que se leen en el Génesis: que Dios creó al hombre para que
trabajara. Nos hemos fijado en el ejemplo de Cristo, que pasó la casi totalidad
de su vida terrena trabajando como un artesano en una aldea. El trabajo no es
sólo uno de los más altos valores humanos y medio con el que los hombres deben
contribuir al progreso de la sociedad: es también camino de santificación"
(Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer, Conversaciones, ERSA, 1985, n. 24).
7.3
Juan Pablo II y la "Teología de la liberación"
El 16 de octubre de 1979 es
elegido Papa Juan Pablo II. A la fecha son muchas acciones en servicio a la
Iglesia que sobresalen. Sus infatigables viajes iniciados con el de México
(1979), han removido hondamente al mundo entero.
En 1985 convocó un Sínodo
Extraordinario de los Obispos para reflexionar sobre el Concilio Vaticano II, y
urgir a los fieles en su conocimiento y aplicación. Sobresale, sin lugar a
dudas, su preocupación por desenmascarar una corriente de pensamiento que se
denomina Teología de la liberación.
En Agosto de 1984 el Santo
Padre Juan Pablo II aprobó una Instrucción de la Sagrada Congregación para la
Doctrina de la Fe que pretende: "atraer la atención de los pastores, de
los teólogos y de todos los fieles, sobre las desviaciones y los riesgos de
desviación, ruinosos para la fe y para la vida cristiana, que implican ciertas
formas de teología de la liberación que recurren, de modo insuficientemente
crítico, a conceptos tomados de diversas corrientes del pensamiento
marxista".
Se trata, por tanto, de
toda una "corriente de pensamiento que, bajo el nombre de "teología
de la liberación" propone una interpretación innovadora del contenido de
la fe y de la existencia cristiana que se aparta gravemente de la fe de la
Iglesia, aún más, que constituye la negación práctica de la misma".
La llamada "teología de la liberación" asume el análisis marxista de la realidad y sus principios: a) materialismo histórico: que señala que las causas de los acontecimientos históricos son exclusivamente económicas y la historia es la historia de la lucha de clases, y b) la praxis: la verdad no es, sino se hace; lo que importa es la ortopraxis.
La llamada "teología de la liberación" asume el análisis marxista de la realidad y sus principios: a) materialismo histórico: que señala que las causas de los acontecimientos históricos son exclusivamente económicas y la historia es la historia de la lucha de clases, y b) la praxis: la verdad no es, sino se hace; lo que importa es la ortopraxis.
Estos principios de corte
marxista los aplican a la interpretación del Evangelio y a la práctica
pastoral, con lo que logran desfigurar nuestra fe.
Para la "Teología de
la liberación":
a) Jesucristo: es considerado
no como verdadero Dios Encarnado que, con su Muerte y Resurrección, nos ha
redimido, sino como un símbolo de la humanidad que lucha por la liberación de
los "opresores", y que muere en defensa de los pobres;
b) La Iglesia: debe tomar
parte en la lucha de clases pues la "neutralidad" es imposible ya que
equivale a estar con los poderosos. De ahí que debe tener una "opción
preferencial por los pobres" y constituirse en "Iglesia del pueblo-
que nace del pueblo, y que reconoce la jerarquía sacramental que es "clase
dominante" y por tanto debe ser combatida (cfr. Puebla, nn. 262-263).
c) La fe es reducida a "fidelidad a la historia"; la esperanza a "confianza en el futuro---; la caridad a la "opción por los pobres".
c) La fe es reducida a "fidelidad a la historia"; la esperanza a "confianza en el futuro---; la caridad a la "opción por los pobres".
d) Los sacramentos: son
"celebraciones del pueblo que lucha por la liberación": se indoctrina
en este sentido al pueblo por medio de homilías, cambios en la liturgia, etc.,
para que "tomen conciencia de clase" y se les anima a la lucha contra
la "clase dominante". Curiosamente, así la Iglesia viene a ser -según
estos "teólogos" respecto a los pobres, lo que el partido comunista
pretende ser respecto al proletariado.
e) La escatología es
sustituida por el "futuro de una sociedad sin clases" como la meta de
la liberación en la que se habrá "hecho verdad" el amor cristiano a
todos, la fraternidad universal.
Evidentemente se trata de
un peligroso cúmulo de errores al ser una completa subversión del cristianismo.
Los errores pueden sintetizarse así:
a) Evangelio para sacar de
ahí una praxis: ese principio es el materialismo histórico, que niega la
prioridad del ser sobre el hacer, y por tanto, de la verdad y el bien de la
acción humana. Este principio es totalmente falso y no es demostrado ni
demostrable;
b) la lucha de clases no sólo
es un error porque sea contrario a la caridad (puede haber una guerra justa,
existe la legítima defensa, etc.), sino que es un error sobre todo porque se le
concibe como algo necesario, ineludible y constitutivo de la historia negando
la libertad de la persona y su capacidad para dirigir la historia mediante esa
libertad y contando con la Providencia divina;
c) además de negar verdades fundamentales (sobre Cristo, la Iglesia, los Sacramentos, etc.), en la práctica, conduce a someter a la Iglesia a una dirección política determinada, no sólo ajena a su misión sobrenatural, sino que desemboca en una situación humana el error radical está en el mismo "principio hermenéutico" con el que se pretende interpretar el deplorable, como es el socialismo real, en el que la persona no cuenta ni se le reconoce su dignidad de hijo de Dios.
c) además de negar verdades fundamentales (sobre Cristo, la Iglesia, los Sacramentos, etc.), en la práctica, conduce a someter a la Iglesia a una dirección política determinada, no sólo ajena a su misión sobrenatural, sino que desemboca en una situación humana el error radical está en el mismo "principio hermenéutico" con el que se pretende interpretar el deplorable, como es el socialismo real, en el que la persona no cuenta ni se le reconoce su dignidad de hijo de Dios.
Sin embargo, hay que tener
en cuenta que, puede darse una verdadera Teología de la liberación, es decir,
del pecado y sus consecuencias (no sólo de sus consecuencias materiales).
"Una de las
condiciones para el necesario enderezamiento teológico es la recuperación del
valor de la enseñanza social de la Iglesia " (. . .) "La enseñanza de
la Iglesia en materia social aporta las grandes orientaciones éticas. Pero,
para que ella pueda guiar directamente la acción, exige personalidades
competentes, tanto desde el punto de vista científico y técnico como en el campo
de las ciencias humanas o de la política (. . .) A los laicos, cuya misión
propia es construir la sociedad, corresponde aquí el primer puesto"
(Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación",
(Libertatis nuntius, 6-VIII-84, XI, 14).
La Instrucción de VIII-84,
"anunciaba la intención de la Congregación de publicar un segundo
documento, que pondría en evidencia los principales elementos de la doctrina
cristiana sobre la libertad y la fiberación". La Sagrada Congregación para
la Doctrina de la Fe, publicó con fecha 22-111-86, una segunda Instrucción
"Sobre la libertad cristiana y la liberación". "Entre ambos
documentos -se lee en el segundo-, existe una relación orgánica. Deben leerse
uno a la luz del otro" (n. 2).
La Instrucción de 111-86, se "limita a indicar los principales aspectos teóricos y prácticos" acerca de la libertad y la liberación; conceptos íntimamente relacionados entre sí, que deben entenderse en su justo sentido, pues aquellas "desviaciones y los riesgos de desviación, ruinosos para la fe y para la vida cristiana" siguen vigentes y "lejos de estar superadas, las advertencias hechas parecen cada vez más oportunas y pertinentes" (n. l).
La Instrucción de 111-86, se "limita a indicar los principales aspectos teóricos y prácticos" acerca de la libertad y la liberación; conceptos íntimamente relacionados entre sí, que deben entenderse en su justo sentido, pues aquellas "desviaciones y los riesgos de desviación, ruinosos para la fe y para la vida cristiana" siguen vigentes y "lejos de estar superadas, las advertencias hechas parecen cada vez más oportunas y pertinentes" (n. l).
Algunos de los exponentes
de la "Teología de la liberación" apoyándose en este documento han
pretendido hacer ver que la Iglesia "aprueba" la erronea
"Teología de la liberación" que ellos sustentan. Nada más lejos de la
verdad. El segundo documento expone el verdadero concepto de la libertad:
"la libertad no es la libertad de hacer cualquier cosa, sino que es la
libertad para el Bien, en el cual solamente reside la Felicidad. De este modo
el Bien es su objetivo. Por consiguiente el hombre se hace libre cuando llega
al conocimiento de lo verdadero, y esto -prescindiendo de otras fuerzas- guía
su voluntad" (n. 26). Explica, también, la necesidad de una liberación del
mal, del pecado.
El documento pone de
manifiesto el papel que desde siempre ha hecho la Iglesia para ayudar al
hombre: "La Iglesia tiene la firme voluntad de responder a las inquietudes
del hombre contemporáneo, sometido a duras opresiones y ansioso de libertad. La
gestión política y económica de la sociedad no entra directamente en su misión
(cfr. Const. past. Gaudiun et Spes, no. 42, 2). Pero el Señor Jesús le ha
confiado la palabra de verdad capaz de iluminar las conciencias. El amor
divino, que es su vida, la apremia a hacerse realmente solidaria con todo
hombre que sufre. Si sus miembros permanecen fieles a esta misión, el Espíritu
Santo, fuente de libertad, habitará en ellos y producirán frutos de justicia y
de paz en su ambiente familiar, profesional y social" (n. 6l).
7.4 Año
Mariano
El Papa Juan Pablo II
proclamó un Año Mariano del 7-VI-87 al 15-VIII-88.
"Precisamente el
vínculo especial de la humanidad con esta Madre me ha movido a proclamar en la
Iglesia, en el período que precede a la conclusión del segundo Milenio del
Nacimiento de Cristo, un año Mariano" (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris
Mater, 25-111-87).
7.5
Sínodo sobre los laicos
En el mes de Octubre de
1987 se desarrolló en Roma un Sínodo convocado por el Papa Juan Pablo II, con
el titulo: "La misión de los laicos en la Iglesia y en el Mundo".
Es verdaderamente
importante, para el desarrollo que dará a la Iglesia, y contribuye a despertar
en la conciencia de los cristianos la convicción de que todos están llamados a
la santidad y a participar -cada uno a su modo, según la vocación recibida- en
la misión apostólica que Jesucristo confió a la Iglesia entera.
Con fecha 30 de diciembre
de 1988, se publicó la Exhortación Apostólica, Post-Sinodal, Christi
fidelesLaici, de su Santidad Juan Pablo II, sobre la Vocación y Misión de los
Laicos en la Iglesia y en el Mundo. Documento que vale la pena leer, pues es
"particularmente importante que todos los cristianos sean conscientes de
la extraordinaria dignidad que les ha sido otorgada mediante el santo
Bautismo" n. 64 del Documento.
7.6 El
Cisma de Lefébvre
El 30 de junio de 1988 el
Arzobispo Marcel Lefébvre consumó el último Cisma que ha desgarrado la unidad
de la Iglesia Católica, al consagrar Obispos sin mandato apostólico a cuatro de
sus seguidores en la "Fraternidad Sacerdotal de San Pío X"
"A ningún Obispo
-señala el canon 1013- le es lícito conferir la ordenación episcopal sin que
conste previamente el mandato pontífico " "El Obispo que confiere a
alguien la consagración episcopal sin mandato pontífico, así como el que recibe
de él la consagración –añade el canon 1382- incurren en excomunión latae
sententia reservada ala Sede Apostólica".
Mons. Lefébvre y quienes le siguen, se declaran guardianes de la fe y de la tradición y rechazan el espíritu del Concilio Vaticano II y las reformas que inspiró. Sostienen que la Iglesia Católica Romana está infectada de modernismo, que hay un falso ecumenismo que se encuentra en el origen de todas las innovaciones del Vaticano II, en la liturgia, en las relaciones nuevas de la Iglesia y del mundo, en la concepción de la Iglesia misma, que conduce a su ruina y a los católicos a la apostasía.
Es evidente que las posturas Lefebvristas no tienen fundamento y que presentan un claro rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice y de la comunión con los fíeles de la Iglesia a él sometidos.
Mons. Lefébvre y quienes le siguen, se declaran guardianes de la fe y de la tradición y rechazan el espíritu del Concilio Vaticano II y las reformas que inspiró. Sostienen que la Iglesia Católica Romana está infectada de modernismo, que hay un falso ecumenismo que se encuentra en el origen de todas las innovaciones del Vaticano II, en la liturgia, en las relaciones nuevas de la Iglesia y del mundo, en la concepción de la Iglesia misma, que conduce a su ruina y a los católicos a la apostasía.
Es evidente que las posturas Lefebvristas no tienen fundamento y que presentan un claro rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice y de la comunión con los fíeles de la Iglesia a él sometidos.
Lefébvre ha incurrido -como
casi todos los cismáticos y herejes en la "fidelidad a la Iglesia" (a
la imagen que él mismo se ha forjado de la Iglesia) y, por tanto, a abandonar
la Iglesia que dicen defender.
La Santa sede ha hecho todo
lo posible por evitar que se llegase a esta dolorosa situación para toda la
Iglesia, luego de muchos años de dramáticos intentos ha prevalecido un correoso
atrincheramiento del Obispo rebelde en posiciones incompatibles con la
fidelidad a todo el Magisterio de la Iglesia y con la obediencia a la suprema
autoridad del Vicario de Cristo.
Días antes de consumarse el cisma, el Papa Juan Pablo II, envió una carta a Mons. Lefébvre. El último párrafo de esa carta es una de tantas muestras dadas por el Papa para evitar el cisma:
Días antes de consumarse el cisma, el Papa Juan Pablo II, envió una carta a Mons. Lefébvre. El último párrafo de esa carta es una de tantas muestras dadas por el Papa para evitar el cisma:
"Os invito
ardientemente a volver, humildemente a la plena obediencia al Vicario de
Cristo. No solamente os invito a ello, sino que os lo pido por las llagas de
Cristo, que la víspera de su Pasión pidió por sus discípulos "a fin de que
todos sean uno ". A esta petición e invitación uno mi plegaria cotidiana a
María Madre de Cristo. Querido hermano, no permitáis que el año dedicado de una
manera muy especial a la Madre de Dios traiga una nueva herida a su corazón de
Madre. Vaticano, 9 de junio de 1988, Juan Pablo II."
Por Pbro. Dr. Pablo Arce Gargollo
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