martes, 13 de agosto de 2013

Doctrina sobre la Iglesia Católica


LA SANTA IGLESIA CATOLICA

1 La Iglesia, continuadora de la misión de Cristo

"¿Qué objetivo -se preguntaba el Papa León XIII- persiguió Cristo al fundar la Iglesia? ¿Qué se propuso? Una sola cosa: transmitir a la Iglesia, para continuarlos, la misma misión y el mismo mandato que El había recibido de su Padre" (Enc. Satis cognitum).

Pocos años antes, el Concilio Vaticano I había declarado que Cristo, "Pastor eterno, decidió fundar la Santa Iglesia para perpetuar la obra salvífica de la redención" (Dz. 1821).

Unos años después, el Concilio Vaticano II subraya de nuevo esta continuidad e identidad profunda entre la misión de Cristo y de la Iglesia: "Esta misión (de la Iglesia) continúa y desarrolla en el transcurso de la historia la misión del propio Cristo, que fue enviado para anunciar a los pobres la buena nueva" (Decr. Ad gentes, n.5).


Estos textos son eco directo de la Sagrada Escritura (cfr. In. 17, 18; 20, 21; Mt. 28, 18-19; Lc. 10, 26; 1 Cor. 5, 20) y de la Tradición.
Cristo es la Cabeza y constituye la salvación; la Iglesia es su Cuerpo, y constituye su culminación. Su papel consiste en comunicar a los hombres esa salvación ya conseguida definitivamente por Cristo.
La Iglesia es ese Cuerpo que debe crecer hasta alcanzar su talla adulta (cfr. Ef. 4, 13) y convertirse en el Cristo total, y que debe extender el Reino hasta los confines del mundo.

Etimológicamente, Iglesia significa reunión, congregación de personas, y católica significa universal.

1.2 Origen de la Iglesia

Toda la vida de Jesucristo estuvo orientada a fundar la Iglesia. Pueden en ella distinguirse los siguientes momentos:

lo. Preparó su fundación instruyendo a sus discípulos y a sus Apóstoles durante tres años, haciéndoles aptos para la predicación de su doctrina.

Durante toda su vida pública, Cristo va revelando el Reino de Dios prometido muchos siglos antes en las Escrituras, concibiendo su realización en una comunidad unida a su persona a la que se llamará Iglesia.

2o. Fundó la Iglesia cuando, después de haber instruido a un número amplío de discípulos (cfr. Lc. 6, 17; 19, 37-39), de entre ellos elige a doce "para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar" (Mc. 3, 13-14).
En efecto, el Señor les escoge para que:

Convivan con El: esta era una característica de todo discípulo rabínico, ya que el aprendizaje de la ley, era una sabiduría práctica que se adquiría contemplando actuar a los maestros. El Señor:

* les instruye acerca de los misterios del reino (cfr. Mc. 4, 10-11);

* les descubre el sentido de las parábolas (cfr. Mc. 7, 17);

* les enseña aparte (cfr. Me. 6, 31), estableciendo una neta diferencia entre ellos y los demás (cfr. Mc. 9, 28-30);

* les revela el futuro de Jerusalén y el comienzo de la nueva era (Mc. 13, 3ss.) y sobre todo, el misterio de su Pasión y de su Muerte (cfr. Mc. 8, 31; 9, 30; 10, 32).

En vistas al apostolado: por eso les llama Apóstoles (cfr. Lc. 6, 13). El Señor les dará la misión de predicar su doctrina por todo el mundo, confiriéndoles el triple poder de enseñar, santificar y gobernar a los fieles (cfr. Mt. 28, 18).

Como la jerarquía de los Apóstoles necesitaba un principio de unidad estable, una cabeza que rija, gobierne y mantenga unida a la grey, "para que el episcopado fuese uno solo e indiviso, estableció al frente de los demás apóstoles al bienaventurado Pedro" (Const. Lumen Gentium, n. 18).

3o. Constituyó definitivamente a la Iglesia en la cruz. Sacrificándose por su pueblo, el Siervo de Yahvé sella con su sangre la nueva y definitiva alianza entre Dios y los hombres, constituyendo a su Iglesia como realidad eficiente de salvación (acontecimiento de gracia) y como sacramento eficaz para conseguir esa salvación.

Su Resurrección es el nacimiento de la Iglesia porque por ella el Sacrificio de la Cruz aparece como la realización del designio de Dios sobre el mundo: "¿no era acaso necesario que el Cristo padeciera esas cosas para entrar en su gloria?" (Lc. 24, 26). La entrada en la gloria, la Resurrección, constituye la inauguración del Reino.

1.3 El tiempo de la Iglesia: Pentecostés

Los Apóstoles comenzaron a cumplir la misión que Cristo les confió el mismo día de Pentecostés, con éxito tan admirable que San Pedro convierte ese día a 3,000 personas con su primera predicación (cfr. Act, 2, 41), y más adelante a 5,000 con la segunda (cfr. Act. 4, 4).

Luego los Apóstoles se esparcieron por todo el mundo, e iban fundando comunidades cristianas donde predicaban. Estas comunidades eran regidas por Obispos consagrados por ellos, y estaban unidas entre sí por una misma fe, unos mismos sacramentos y un mismo jefe común: San Pedro y sus sucesores.

Pentecostés constituye la fase de manifestación y promulgación de la Iglesia.
"La Iglesia que Cristo ha fundado en si mismo por su pasión sufrida por nosotros, la funda ahora en nosotros y en el mundo mediante el envío de su Espíritu" (Yves Congar, Esquisses du inystere de l"Eglise, p. 24).
Es esencialmente, un misterio de culminación (cfr. Act. 2, 32-33): consumado definitivamente el Sacrificio de Cristo y conseguida la salvación, se completa ahora el misterio con su universalización y su comunicación a los hombres.

"¿Dónde comenzó la Iglesia de Cristo? Allí donde el Espíritu Santo bajó del cielo y llenó a 120 residentes un solo lugar" (San Agustín, In Ep. Ioa. ad Parthos)
1.4 Cualidades de la Iglesia: visible, perpetua, inmutable e infalible

Jesucristo quiso que adornaran a su Iglesia cuatro cualidades; que fuera visible, perpetua, inmutable e infalible.

lo. Su visibilidad consiste en que es una sociedad visible y exterior.

En efecto, Jesucristo:

a)   Estableció un signo visible para entrar a ella: el bautismo.

b)   Puso a su cabeza autoridades visibles: San Pedro, los demás Apóstoles y sus sucesores.

c)   Le procuró medios exteriores de santificación: la predicación, los sacramentos, la obediencia a la autoridad.

Se equivocan, pues, los protestantes al afirmar que no fue la intención de Cristo el formar una sociedad exterior y visible.
Cristo quiso que su Iglesia fuera visible para que los hombres pudieran identificarla, reconocer su autoridad y acudir a sus ministros. De otra manera no hubiera podido obligarlos, bajo pena de condenación eterna, a pertenecer a ella.

De modo específico, ante cualquier confusión o duda, la Iglesia se identifica con Pedro, el Papa o Pastor Supremo: Ubi Petrus, ibi Ecclesia, ibi Deus, enseñaban los Santos Padres: "donde está Pedro, ahí está la Iglesia, ahí está Dios".

2o. Su perpetuidad consiste en que perdurará siempre, pues tiene la promesa de Cristo: "Yo estaré con vosotros hasta elfin de los siglos" (Mt. 28, 20).

La Iglesia debe ser perpetua en razón de su fin, pues debe salvara todos los hombres hasta el fin de los tiempos.
La perpetuidad de la Iglesia se llama también indefectibilidad. Indefectible significa que no puede faltar.

3o. Su inmutabilidad consiste en que ha conservado y conservará invariable el tesoro que recibió de Cristo, a saber: el dogma, la moral y los sacramentos.

No hay duda que ha habido desenvolvimiento y perfección en el dogma católico. Pero este desenvolvimiento consiste, no en que se hayan enseñado verdades nuevas, no contenidas en la Sagrada Escritura o en la Tradición; sino que se han declarado y enseñado en forma perfectamente clara y explícita verdades que estaban allí contenidas en forma general, oscura o imprecisa. Por ejemplo la Escritura enseña que en Dios hay Padre, Hijo y Espíritu Santo. El dogma se fue desenvolviendo hasta que encontró la fórmula precisa: en Dios hay tres persona en una sola Naturaleza. Y así ha sucedido con otras verdades.

4o. Su infalibilidad consiste en no poder errar en asuntos pertinentes a la fe y a la moral.

La infalibilidad es necesaria a la Iglesia porque Dios asoció la salvación a la pertenencia a la Iglesia: "el que creyere y se bautizare, se salvará" (Mc. 16, 16). Pero sí la Iglesia pudiera errar, ya no seria garantía absoluta de salvación, lo cual, repugna a Su Sabiduría.

1.5 Las notas de la verdadera Iglesia: Una, Santa, Católica y Apostólica

Fuera de la Iglesia Católica hay dentro del cristianismo algunas otras iglesias, las principales son las protestantes y las cismáticas. Para distinguir la verdadera Iglesia de las que no lo son, podemos acudir a cuatro notas, que la caracterizan, señaladas por el mismo Jesucristo.

La verdadera Iglesia debe ser una, santa, católica y apostólica.

En estas notas, la Iglesia, 1leva en sí misma y difunde a su alrededor su propia apología, Quien la contempla, quien la estudia con ojos de amor a la verdad, debe reconocer que Ella, independientemente de los hombres que la componen y de las modalidades prácticas con que se presenta, lleva en sí un mensaje de luz universal y único, liberador y necesario, divino" (Pablo VI alloc. 23-VI-1966), cfr. Puebla, núm. 225.

a)   Debe ser una, porque Jesucristo no quiso fundar sino una sola Iglesia con una sola doctrina y un solo jefe.

Jesucristo prometió a Pedro que sobre él edificaría su Iglesia (". - . edificaré mi Iglesia Mt. 16, 18), no sus Iglesias. Expresa su deseo de que todos los hombres formen "un solo rebaño bajo un solo pastor" (Jn, 10, 16), y manifiesta que "Todo reino dividido sí mismo, será desolado" (Mt. 12, 25).

Y San Pablo, recomendando a los fieles de Efeso una estricta unidad, emplea la fórmula: ---Un solo Señor, una fe, un bautismo" (4, 5), en que está claramente indicada la triple unidad: de doctrina (una fe); de gobierno (un solo señor) y de culto (un bautismo).

b)   Debe ser santa, porque Cristo la fundó para santificar a los hombres
Jesucristo manifestó la fuerza santificadora de su doctrina: "Yo les he comunicado tu doctrina; santificándolos en verdad; la palabra tuya es la verdad misma" (Jn. 17, 17), y San Pablo declara: "Jesucristo amó a su Iglesia y se entregó para santificarla, a fin de hacerla comparecer santa e inmaculada" (Ef. 5, 27) .

c)   Debe ser católica, porque Cristo la estableció para todos los pueblos y para todos los tiempos.

"Id y enseñad a todas las naciones- (Mt. 28, 19). -Yo estaré con vosotros hasta la consumación de lossiglos". "Me serviréis de testigos hasta los confines del mundo" (Hechos 1, 8),
La expresión Iglesia Católica (universal) aparece por vez primera en San Ignacio de Antioquía (Smyr, 7, 2)y ya en el S.VI se ha convertido en nombre propio de la Iglesia.

La Iglesia no es católica por el hecho de estar actualmente extendida por toda la superficie de la tierra y contar con un crecido número de miembros. La Iglesia era ya católica la mañana de Pentecostés, cuando todos sus miembros cabían en una reducida sala... Esencialmente, la catolicidad no es cuestión de geografía, ni de cifras... Es primordialmente una realidad intrínseca a la Iglesia (Henry de Lubac, Catholicisme).

d)   Debe ser Apostólica, ya que si la catolicidad nos presenta la presencia de Cristo en todo el mundo, la apostolicidad nos habla de su continuidad a través de los siglos. La Iglesia es Apostólica porque todos sus elementos esenciales proceden de Cristo a través de los Apóstoles, y están garantizados por una sucesión ininterrumpida hasta el fin de los tiempos. La apostolicidad es uno de los argumentos más utilizados para mostrar la legitimidad de la misión de la Iglesia:
"¿Cómo es posible tener por pastor a aquél que no sucede a nadie, y que es ya de entrada un extraño y profano?" (San Cipriano, EP. 64, 3, l).
Esta continuidad profunda de la Iglesia a través de los siglos constituye uno de los signos más claros de la asistencia divina.

 

2. EL PROTESTANTISMO

En el término protestantismo se engloban una serie de sectas, que tuvieron su punto de partida con Martín Lutero de Alemania en 1517. Comenzó Lutero por negar las indulgencias, luego la autoridad del Papa, y por último terminó cayendo en toda clase de errores.

Lutero asentó dos errores fundamentales, origen de muchos otros:

a) El libre examen, o derecho de interpretar cada cual a su antojo la Escritura.

b) La inutilidad de las buenas obras, afirmando que sólo la fe salva y llegando a decir: "peca cuanto quieras, con tal de que creas".

Siguieron estos principios y protestaron también contra la autoridad de la Iglesia: en Suiza, Zuinglio y un poco más tarde Calvino; y en Inglaterra, Enrique VIII. Por eso se llamaron protestantes.

Las principales causas por las cuales se propagó el protestantismo son:

a)   El apoyo que encontró en ciertos soberanos temporales, a quienes supo halagar Lutero, sometiendo la Religión a su dominio, prometiéndoles la usurpación de los bienes temporales que las comunidades religiosas tenían en sus territorios.

b)   La ignorancia religiosa muy general en esa época, que fue causa de que el pueblo se dejara engañar.

c)   El Protestantismo favorece las pasiones humanas; por ejemplo, enseñando la inutilidad de las obras, negando el infierno, combatiendo la confesión, permitiendo el divorcio, etc.

El protestantismo no es la Iglesia de Jesucristo, porque no tiene las notas de la verdadera Iglesia, y por los graves errores y contradicciones que encierra.


No tiene las notas de la verdadera Iglesia

la. No es uno:

a)   Ni el dogma, porque está formado por multitud de sectas, que profesan distintas doctrinas. Ni puede tener unidad, pues en virtud del libre examen cada cual puede creer lo que le parezca.

b)   Ni en el gobierno, pues sus sectas son independientes unas de otras, y no reconocen un jefe supremo.

c)   Ni el culto, pues no están de acuerdo ni siquiera respecto al número de sacramentos, y casi todas rechazan la Eucaristía y el Sacerdocio.

Sólo en los Estados Unidos hay más de quinientas sectas con credos diversos; y otro tanto pudiera decirse del resto del mundo. Y cuando se han reunido en congresos para ponerse de acuerdo siquiera en algunos dogmas fundamentales no han logrado conseguirlo. En realidad, puede decirse que las sectas protestantes no tienen de común sino al nombre.
Muchos protestantes han llegado hoy día hasta negar la divinidad de Cristo, y marchan rápidamente hacia el racionalismo y la incredulidad.

2a. No es Santo:

a)   Ni sus fundadores, que tuvieron gravísimas faltas morales.

b)   Ni en su doctrina, porque si el principio del libre examen, destruye la unidad, el principio de la inutilidad de la buenas obras destruye de raíz la santidad.

c)   Ni en sus miembros, pues no se da entre ellos los milagros el heroísmo de la santidad.

El protestantismo tiene también el gravísimo error de negar la libertad humana, con lo que desaparecen las nociones fundamentales de responsabilidad y de mérito.

Además rechaza los más poderosos medios de santidad que tiene la Iglesia, como la confesión, la Eucaristía, el ayuno, la devoción a María Santísima y a los santos, las sagradas imágenes, el celibato eclesiástico y el estado religioso.

3a. No es católico o universal:

a)   No puede ser católico porque no tiene unidad. En efecto, sus diversas sectas se excluyen mutuamente, y donde está una no pueden estar las demás; por eso ninguna puede ser universal.

b)   De hecho, muchas sectas permanecen inseparablemente relacionadas con el país que las vio nacer. Así el luteranismo es propio de Alemania, el anglicanismo de Inglaterra, el calvinismo de Suiza, etc.

En realidad ninguna secta protestante, ni siquiera todas ellas reunidas tienen la expansión suficiente para llamarse religión universal o católica.
4a. No es apostólico porque sus jefes no son los sucesores de Pedro y los Apóstoles, sino que se alejaron por completo de ellos.
El actual Romano Pontífice como todos los anteriores es el sucesor directo de San Pedro; entre los dos no ha habido interrupción, como tampoco la ha habido entre los Apóstoles y sus sucesores, los Obispos. Por el contrario ni Lutero, ni Calvino, ni Enrique VIII son los sucesores de los Apóstoles. Con excepción de la secta Anglicana, los protestantes han rechazado rotundamente el sacramento del orden, y es probable que los Anglicanos hayan perdido de hecho la realidad del Orden como sacramento: ver la carta Apostolicae Curae, de S.S. León XIII, 13-IX-1896; Dz. 1963-1966.

3 NECESIDAD DE PERTENECER A LA IGLESIA

La necesidad de pertenecer a la Iglesia para salvarse es una verdad de fe: "Fuera de la Iglesia Católica, Apostólica, Romana, nadie puede salvarse, como nadie pudo salvarse del diluvio fuera del Arca de Noé, que era figura de esta Iglesia" (Catecismo de San Pío X, n. 170). "Enseña (el Concilio), fundado en la Escritura y en la tradición, que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación" (Conc. Vaticano II, Const. Dogm. Lumen Gentium, núm. 14).

Hay necesidad, para salvarse, de pertenecer a la Iglesia Católica, porque fuera de ella no hay salvación.
En efecto, ella es la sola verdadera Iglesia de Cristo, y ella sola tiene el poder y los medios necesarios para salvar a los hombres.

El Concilio Vaticano II recuerda a los católicos que no se salva quien, "aunque esté incorporado a la Iglesia, no persevera en la caridad, permanece en el seno de la Iglesia 11 en cuerpo,, , pero no 11 en corazón" (Const. dogm. Lumen Gentium, núm. 14).
Para salvarse hay necesidad, pues, de ser miembro de la Iglesia y, además, miembro vivo, esto es, unido a Cristo por la caridad.

3.1 Necesidad de ser miembro de la Iglesia

Para salvarse hay absoluta necesidad de pertenecer al cuerpo de la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo.

De otra manera, si hubiera posibilidad de salvarse sin Cristo, hubiera sido ociosa su Encarnación, Pasión, Muerte y Resurrección.

Al cuerpo de la Iglesia se pertenece gracias al bautismo, de acuerdo al mandato del Señor: "El que creyere y fuere bautizado se salvará; el que no creyere se condenará" (Mc. 16, 16).

¿Qué decir, entonces, de los que sin culpa ignoran la doctrina cristiana y la existencia del bautismo? ¿Tienen acaso imposible la salvación? La respuesta es no: sí se pueden salvar, a través del llamado "bautismo de deseo", es decir, con la respuesta afirmativa a las nociones interiores que Dios suscita en su alma para que tengan ese deseo del bautismo, que los purifica y les hace pertenecer al Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia.

La misma Iglesia aclara que "la divina Providencia no niega los auxilios necesarios para la salvación a los que sin culpa por su parte no llegaron todavía a un claro conocimiento de Dios y, sin embargo, se esfuerzan, ayudados por la gracia divina, en conseguir una vida recta" (Cone. Vaticano 11, Const. dogm. Lumen Gentium, núm. 16).

3.2 Necesidad de ser miembro vivo

Hay necesidad absoluta de pertenecer al alma de la Iglesia y esta ley no tiene excepción.

a) Hay necesidad, porque la fe y la gracia, frutos de los méritos de Cristo, es lo único que puede salvarnos después del pecado.

b) Esta ley es absoluta, esto es, no tiene excepción, porque los que están en pecado, aunque hayan sido bautizados, se encuentran voluntariamente corno "enemigos de Dios", lo han rechazado con un acto libre y consciente. Para los paganos que han recibido el bautismo de deseo, la gracia se mantiene gracias al fiel cumplimiento de la ley natural, impresa en la conciencia de todo hombre.

En efecto, el que cumple la ley natural, da a entender que cumple la voluntad de Dios lo mejor que puede; y en consecuencia que recibiría el bautismo, si Dios le manifestara tal obligación.

Pues bien, Dios no puede permitir que un alma se pierda en tales condiciones, sino que en el momento oportuno infundirá la fe y la gracia, para que pertenezca al alma de la Iglesia y se salve.

Dios puede infundirle la fe y la gracia por medio de una persona que lo instruya, por ejemplo un amigo; o por una inspiración interior, o aun, si fuere necesario, por medio de un ángel, como enseña Santo Tomás.

El Magisterio de la Iglesia reprueba "tanto a aquellos que excluyen de la salvación eterna a todos los que se adhieren a la Iglesia únicamente con un deseo implícito, como a aquéllos que falsamente aseguran, que los hombres en toda religión pueden salvarse igualmente" y precisa que "tampoco ha de considerarse, que basta cualquier deseo de ingresar en la Iglesia, para que el hombre se salve. Se requiere, pues, que el deseo, por el cual se ordena alguien a la Iglesia, esté informado por la perfecta caridad; y el deseo implícito no pueda tener efecto, a no ser que el hombre tenga fe sobrenatural" (Ep. S. Officii ad archiep. Bostoniensem, 8-VIII- 1949).
 
 
Por Pbro. Dr. Pablo Arce Gargollo
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