El sol artificial
Las abejas se recogen todas a su casa de noche, lo mismo que los
muchachos de veinte años. Pero hubo una vez una Colmena colocada junto a un
foco eléctrico potentísimo y sucedió que las pobres abejas aquellas, pensando
engañadas que era de día, trabajaban furiosamente de noche en las flores que
entraban en el radio de aquel sol artificial. Así es que sus panales fueron al
poco tiempo dobles que los demás.
– ¿Pero se morirían todas de surmenage, eh?
– Eso mismo. No sé de qué, fuese peste o fuese cansancio, lo cierto es
que la colmena se me arruinó en pocos meses, y las que quedaron se mandaron a
mudar a otro lado.
– ¿Pero es verdad o es fábula?
– Eso nos enseña que habiendo venido todo bicho viviente a este mundo
para trabajar debe hacerlo a la luz del sol, que es el Ultimo Fin.
– Hay algunos que nunca han conocido su Ultimo Fin o no quieren
conocerlo, y sin embargo trabajan mucho y bien.
– Esos se fabrican con la luz de las cosas terrenas un sol de la tierra,
un sol artificial, porque sin su luz no se puede trabajar. Pero habiéndose
apartado del orden esencial van inevitablemente a la ruina.
– Y eso ¿cómo se prueba?
– A priori, eso tiene que ser así. A posteriori, a
veces es un poco más difícil probarlo. Nuestros ojos son miopes. El Voltaire
que nos retrata Sainte– Beuve parece haber alcanzado en la tierra la paz que la
Escritura niega a los impíos. Sin embargo eso quisiera yo verlo de cerca. Me
parece imposible que todo marche normal y no haya algo roto en una vida que se
ha cimentado fuera de la Piedra que es Cristo, y bajo el sol caduco de las
esperanzas
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