Martes después de Pentecostés
PROPIEDADES DEL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu donde
quiere sopla; y oyes su voz, mas no sabes de dónde viene, ni adónde va; así es
todo aquél que es nacido de Espíritu (Jn 3, 8).
I. Cuatro cimas se
indican aquí acerca del Espíritu Santo:
1º) Su poder: El
espíritu donde quiere sopla. Al libre albedrío de su potestad inspira donde
quiere y cuando quiere, ilustrando los corazones. Si fuese ministro del Padre y
del Hijo, no soplaría donde quisiese, sino donde le fuere ordenado.
2º) La manifestación
del Espíritu Santo (cuando se dice: Y oyes su voz). Hay dos voces del Espíritu
Santo: una que habla interiormente en el corazón del hombre, como dice el
Profeta: Oiré lo que el Señor Dios me hable (Sal 84, 9). Otra con la que habla
el Espíritu Santo en la Escritura, o por medio de los predicadores, según lo
que se dice en San Mateo: No sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de
vuestro Padre, que habla en vosotros (10, 20). Esta voz la escuchan también los
infieles y pecadores.
3º) Su origen, que
es oculto: No sabes de dónde viene, aun cuando oyes su voz, y esto, porque
viene del Padre y del Hijo. Mas el Padre y el Hijo habitan en una luz
inaccesible que ningún hombre ha visto ni puede ver.
4º) Su fin, que es
oculto: Ni adónde va. Conduce a un fin oculto, es decir, a la bienaventuranza
eterna. Por eso se le llama prenda de herencia. Ojo no vid, ni oreja oyó, etc.
(1 Cor 2, 9).
O no sabes de dónde
viene, esto es, de qué modo entra en el hombre; ni adónde va, es decir, a qué
perfección le conduce.
II. Así es todo
aquél que es nacido de Espíritu, que equivale a decir: es como el Espíritu
Santo. No debe extrañarnos esto, porque en el varón espiritual se dan las
propiedades del Espíritu Santo, del mismo modo que en el carbón encendido se
dan las propiedades del fuego. Existen efectivamente en él las cuatro
mencionadas propiedades del Espíritu.
1°) La libertad,
como dice el Apóstol: En donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad (2
Cor 3, 17), porque el Espíritu del Señor conduce a lo que es recto, y libra de
la servidumbre del pecado y de la ley.
2º) Toma su
manifestación o señal por la voz de sus palabras; desde que se le oye, se
conoce su espiritualidad. De la abundancia del corazón habla la boca (Mt 12,
34).
3º) Tiene un origen
oculto y también sus fines, porque ninguno puede juzgar al espiritual. O no
sabes de dónde viene, el principio de su nacimiento espiritual, que es la
gracia bautismal; o adónde va, es decir, de qué se hace digno, esto es, de la
vida eterna, que todavía está oculta para ti.
(In Joan., III)
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