SAN JUAN PABLO II
ÁNGELUS
Domingo 30 de julio de 1989
Domingo 30 de julio de 1989
26 -Corazón de Jesús perforado por una lanza
«Corazón de Jesús
atravesado por una lanza, ten piedad de nosotros»
1. Pocas páginas del
Evangelio a lo largo de los siglos han atraído la atención de los místicos, de
los escritores espirituales y de los teólogos tanto como el pasaje del
Evangelio de San Juan que nos narra la muerte gloriosa de Cristo y la escena en
que le atraviesan el costado (cf. Jn 19, 23-37). En esa página se
inspira la invocación de las Letanías, que he recordado hace un momento.
En el Corazón
atravesado contemplamos la obediencia filial de Jesús al Padre, cuya
misión Él realizó con valentía (cf. Jn 19, 30) y su amor
fraterno hacia los hombres, a quienes Él "amó hasta el extremo"
(Jn 13, 1), es decir, hasta el extremo sacrificio de Sí mismo. El Corazón
atravesado de Jesús es el signo de la totalidad de este amor en dirección
vertical y horizontal, como los dos brazos de la cruz.
2. El Corazón
atravesado es también el símbolo de la vida nueva, dada a los hombres
mediante el Espíritu y los sacramentos. En cuanto el soldado le dio el
golpe de gracia, del costado herido de Cristo "al instante salió sangre y
agua" (Jn 19, 34). La lanzada atestigua la realidad de la muerte de
Cristo. Él murió verdaderamente, como había nacido verdaderamente y como
resucitará verdaderamente en su misma carne (cf. Jn 20, 24.27).
Contra toda tentación antigua o moderna de docetismo, de ceder a la
"apariencia", el Evangelista nos recuerda a todos la cruda certeza de
la realidad. Pero al mismo tiempo tiende a profundizar el significado del
acontecimiento salvífico y a expresarlo a través del símbolo. Él, por tanto, en
el episodio de la lanzada, ve un profundo significado: como de la
roca golpeada por Moisés brotó en el desierto un manantial de agua (cf. Nm 20,
8-11), así del costado de Cristo, herido por la lanza, brotó un torrente
de agua para saciar la sed del nuevo pueblo de Dios. Este torrente es
el don del Espíritu (cf. Jn 7, 37-39), que alimenta en nosotros
la vida divina.
3. Finalmente, del
Corazón atravesado de Cristo brota la Iglesia. Como del costado de
Adán que dormía fue extraída Eva, su esposa, así ―según una tradición
patrística que se remonta a los primeros siglos―, del costado abierto del
Salvador, que dormía sobre la cruz en el sueño de la muerte, fue extraída la
Iglesia, su esposa. Esta se forma precisamente del agua y de la sangre,
―Bautismo y Eucaristía―, que brotan del Corazón traspasado. Por eso, con razón
afirma la Constitución conciliar sobre la liturgia: "Del costado de Cristo
dormido en la cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera" (Sacrosanctum
Concilium, 5).
4. Junto a la cruz,
advierte el Evangelista, se encontraba la Madre de Jesús (cf. Jn 19,
25). Ella vio el Corazón abierto del que fluían sangre y agua, ―sangre tomada
de su sangre―, y comprendió que la sangre del Hijo era derramada por nuestra
salvación. Entonces comprendió hasta el fondo el significado de las palabras
que el Hijo le había dirigido poco antes: "Mujer, he ahí a tu hijo" (Jn 19,
26): la Iglesia que brotaba del Corazón atravesado era confiada a sus
cuidados de Madre.
Pidamos a María que
nos guíe a sacar cada vez más abundantemente el agua de los manantiales de
gracia que fluyen del Corazón atravesado de Cristo.
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