CONGRESO
EL TRIUNFO DE LA VIDA
Y LA VERDAD DEL AMOR HUMANO
A los 50 años de la Humanae vitae
y a los 25 años de la Veritatis splendor
Fortaleza-Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares
Sábado, 26 de enero de 2018
Mons. Juan Antonio Reig Pla
Obispo Complutense
PRESENTACIÓN
El próximo 25 de julio
la carta Encíclica del Beato Pablo VI Humanae Vitae cumplirá 50 años. Del mismo
modo, el 6 de agosto cumplirá 25 años la Carta Encíclica Veritatis splendor del
Papa San Juan Pablo II. Ambas encíclicas han sido, junto con el Catecismo de la
Iglesia Católica, los faros de luz que han guiado a los católicos en la noche
cultural y moral que se ha cernido sobre Occidente. La Encíclica Humanae vitae amaneció
en 1968 en plena eclosión de la revolución sexual y pocos supieron reconocer su
carácter profético, constituyendo uno de los hitos del Magisterio de la Iglesia
Católica. La encíclica Veritatis splendor siguió al Catecismo de la Iglesia
Católica y nace con voluntad de responder a la crisis de la verdad y al
desmoronamiento de los fundamentos de la moral propiciado por el relativismo
moral y por la propuesta de las doctrinas teleológicas: el proporcionalismo y
el consecuencialismo. A las dificultades en la recepción de ambas encíclicas se
han sumado las distintas respuestas dadas a la Exhortación postsinodal del Papa
Francisco Amoris laetitia y que, en algunos casos, plantean de nuevo lo que en
su momento se llamó la moral de situación.
Con el lema que
preside este Congreso El triunfo de la vida y la verdad del amor humano queremos
contribuir a mantener viva la luz de la fe y del Magisterio en temas tan
esenciales para el bien de la persona humana en su vocación específica al amor
y el bien de la sociedad entera, que depende en gran medida del futuro del
matrimonio y de la familia.
El marco en el que
hemos de situar los contenidos de este Congreso es la moral social o lo que ha
venido en llamarse la Doctrina Social de la Iglesia. Por tanto el primer
escollo que pretendemos superar es no recluir a la encíclica Humanae vitae,
como algunos pretenden, en el ámbito de la moral privada donde el único
criterio es la libertad individual sin más precedentes y objetivos que el
propio deseo.
Cuando hablamos del
origen de la vida humana, del amor conyugal, de la institución matrimonial, de
la procreación y educación de los hijos en la familia, estamos poniendo las
bases naturales de la sociedad humana. Es más, frente al malthusianismo que está
promoviendo el invierno demográfico en España y Europa; frente al cientificismo
o imperativo tecnológico que reduce la procreación a la lógica del laboratorio;
y frente a los coletazos de la revolución sexual que, tras desmoronar el
matrimonio y la familia, transita desde la ideología de género hacia el
transhumanismo, la Encíclica Humanae vitae fue la primera bandera que se
levantó para asegurar al futuro humano de la sociedad.
Lo que se estaba
decidiendo en estos momentos (como después puso en evidencia la luz del Papa
San Juan Pablo II en la Exhortación Familiaris consortio, las Catequesis sobre
el amor humano y la Encíclica Veritatis splendor) era un tipo determinado de
persona y una socialidad que garantizara la lógica humana del don de sí y la
gratuidad en la aceptación del otro desde el amor y no desde la lógica de la
utilidad, el deseo o la burocracia de una sociedad de pensamiento único que se
precipita hacia un horizonte totalitario. Frente al hombre dominado por el
egoísmo y el poder de la técnica y la burocracia, el Magisterio de la Iglesia
nos situaba en la lógica del amor y en la experiencia de la gratuidad que están
ancladas en la fe en Dios Creador y Redentor.
El no haber aceptado
la genealogía de la persona que nos vincula a Dios creador (procreación) y que
es y debe ser una genealogía familiar (porque sólo el amor hace justicia a la
persona humana), nos está conduciendo a una sociedad transformada en una masa
de individuos, a la abstracción de una sociedad hiperburocratizada y a la
deconstrucción de lo humano propiciado por las ideologías de género.
Frente a estas nubes
que ensombrecen el horizonte cultural y religioso, en este Congreso apostamos
por el triunfo de la vida y la verdad del amor, siendo conscientes de la
necesidad de reconstruir el sujeto humano desde la verdad de su ser creado y
llamado a seguir libremente al orden propuesto por la sabiduría del Creador. El
triunfo de la vida y la verdad del amor humano necesitan de la gracia de Dios,
del vino nuevo que fortalezca y capacite el obrar humano. Por eso el cartel que
anuncia el Congreso es un extracto de un mosaico que representa el milagro de
las Bodas de Caná. Jesús, siguiendo la indicación de María, convierte el agua -
signo de las purificaciones de los judíos- en el vino nuevo que apunta a la
Sangre redentora de Cristo. Con su gracia, que nos llega por la fe y los
sacramentos, podemos vivir el designio de Dios y hacer que triunfe la vida y
los esposos se vean robustecidos con la caridad esponsal con la que Cristo ama
a la Iglesia.
El itinerario que se
va a seguir en el Congreso es el siguiente. En primer lugar el profesor José
Granados, Vicepresidente del Pontificio Instituto Teológico San Juan Pablo II,
nos hablará de la Sobreabundancia del amor: cuerpo y generación desde Pablo VI
a Francisco. En esta primera ponencia se propondrá el lenguaje del cuerpo como
clave para releer la Encíclica Humanae vitae, tras la revolución sexual.
Después de cincuenta años, la Iglesia se ha visto enriquecida con la Teología
del Cuerpo propuesta por San Juan Pablo II y por la necesidad de rehabilitar la
Teología de la Creación que nos hacer recuperar el espacio generativo de la
familia que tiene su origen en el Creador, fuente de la sobreabundancia. Con la
exposición de las dos lógicas opuestas (contracepción y castidad) el profesor
Granados concluirá su exposición destacando el profetismo de la Encíclica Humanae
vitae.
El profesor Alfonso
Fernández, Doctor en Teología Moral, y cuya Tesis de doctorado sobre el tema
que nos ocupa fue dirigida por el Cardenal Carlo Caffarra, nos explicará los
contenidos de la Encíclica Humanae vitae y las vicisitudes que la han
acompañado a lo largo de estos cincuenta años.
De especial interés
nos resultará la ponencia del que fue Presidente del Instituto San Juan Pablo
II en Roma sobre Reconstruir el sujeto: el desafío pastoral y pedagógico
después de Amoris laetitia. El ambiente de confusión que en algunas comunidades
eclesiales se ha creado sobre esta Exhortación, requiere la lucidez de quien es
una de las voces más autorizadas en Teología Moral y que ha venido prestando un
servicio impagable a la Iglesia como profesor del Instituto y promotor de innumerables
publicaciones. Con su intervención, el profesor Melina nos ayudará a
interpretar Amoris laetitia desde una lectura coherente con la Tradición. A su
vez, constatando la miseria del pecado y la fragilidad humana nos ofrecerá la
mirada misericordiosa de Cristo y su invitación a construir la casa sobre roca.
Del mismo modo ante las voces que sugieren un cambio de paradigma en la
Teología moral nos presentará los criterios para superar una casuística
arbitraria y una ética de situación subjetiva. Finalmente, y como resultado de
su larga experiencia, insistirá en la centralidad de la cuestión educativa para
la pastoral.
Una vez puestas las
bases doctrinales que emanan del Magisterio de la Iglesia, el Congreso
afrontará los recursos para llevar adelante estas mismas enseñanzas. La doctora
Juncal, médico de familia y monitora de métodos naturales, siguiendo la voz del
Beato Pablo VI, nos ofrecerá la riqueza de los métodos naturales de
reconocimiento de la fertilidad y el desarrollo que han alcanzado desde la
publicación de la Encíclica Humanae vitae. Al mismo tiempo el matrimonio
Fernando García e Isabel Ruiz, miembros del Equipo de Pastoral Familiar de la
diócesis, nos brindarán un testimonio de fidelidad a las enseñanzas de la
Iglesia contando con la primacía de la Gracia.
Al Doctor Nicolás
Jouve, Catedrático de Genética de la Universidad de Alcalá de Henares y
responsable de la Pastoral la vida en nuestra diócesis, le hemos encargado
desarrollar la compatibilidad de la ciencia más avanzada con la doctrina de la
Iglesia que nos enseña la inviolabilidad de la vida humana y su carácter
sagrado. A su vez, la Doctora Mónica López Barahona, directora de la Cátedra
Jérôme Lejeune nos pondrá al tanto de lo que ocurre con la llamada vida débil y
la necesidad de acogerla en un momento dramático en que está creciendo la
eugenesia. Finalmente, el Sociólogo Javier Ros, profesor de la Universidad
Católica de Valencia y del Instituto San Juan Pablo II, nos llamará la atención
sobre el colapso demográfico y cultural de España y Europa, el crecimiento de
la mentalidad antivida y sus funestas consecuencias.
La etapa final del
Congreso está destinada a repensar los fundamentos de la Moral de mano de la
Encíclica Veritatis splendor del papa San Juan Pablo II. Esta tarea se la hemos
confiado al Doctor Juan José Pérez Soba, profesor ordinario de Teología
pastoral y de la familia en la sede romana del Instituto Teológico San Juan
Pablo II. Con ello se pretende recordar el valor irrenunciable de la enseñanza
magisterial de la Encíclica Veritatis splendor y evidenciar el carácter
absoluto de las normas negativas que prohíben siempre y sin excepción los actos
que son, por su objeto, “intrínsecamente malos” (VS 115). Quienes anteponen la
voz de una “determinada concepción de la conciencia moral” frente a la
enseñanza de la Veritatis splendor, no sé si son conscientes de lo que se
decide con la renuncia a seguir la enseñanza del Magisterio.
Si al comienzo de
estas palabras introductorias sobre el Congreso que estamos inaugurando
recordaba que el marco en el que hay que situar las dos encíclicas Humanae
vitae y Veritatis splendor es la Doctrina Social de la Iglesia, ahora conviene
recordar que de la fidelidad a ambas enseñanzas del Magisterio depende el
futuro de nuestra sociedad. Lo que está en juego es la dignidad de la vida
humana y su carácter sagrado, la verdad del amor humano y la salvaguarda de lo
específicamente humano a través del amor conyugal matrimonial y de la familia.
Ampliando el horizonte
de este pensamiento podemos afirmar que lo que se decide en la aceptación o no
de las enseñanzas de ambas encíclicas es afirmar el primado de la verdad sobre
la libertad. “La libertad en sentido cristiano, como recordaba el Cardenal
Ratzinger, no puede ser la facultad de hacer cualquier cosa, sino la facultad
que el ser humano tiene de realizar lo que corresponde a su naturaleza de
imagen de Dios y a su vocación de hijo de Dios. El hombre, en definitiva, no es
libre si no es fundamentándose en su naturaleza. Si trata de realizarse o de
realizar cualquier cosa fuera de esta verdad, que él no crea, sino que debe
reconocer, se sigue su destrucción, como testimonian los desastres humanos
provocados por las doctrinas totalitarias” (Joseph Ratzinger, la fe como camino,
Barcelona 1997, 66).
A esta verdad básica
apuntaban las encíclicas Humanae vitae y Veritatis splendor. Ahora, después de
50 y 25 años, tenemos más experiencia de lo que nos enseñaba la Iglesia. Ante
el fracaso del marxismo en su afán de construir la sociedad desde el principio
del materialismo dialéctico y la dictadura del proletariado; ante la quiebra de
la sociedad del bienestar y la revolución antropológica auspiciadas tanto por
la socialdemocracia como por las democracias liberales fundamentadas en el relativismo
moral, lo que se anuncia como horizonte cultural y social es el totalitarismo y
la afirmación de la soberanía de la voluntad al margen de todo criterio
objetivo.
La respuesta a este
clima cultural en el que se han puesto de manifiesto las injusticias sociales y
económicas, la corrupción política y la disolución de lo específicamente humano
a través de la ideología de género y sus derivaciones, fue anunciada y enseñada
por el Magisterio de la Iglesia en estas dos encíclicas cuyos aniversarios
celebramos. Este Congreso quiere manifestar su gratitud profunda a estos gestos
de la maternidad de la Iglesia que cuida de sus hijos. Del mismo modo se
pretende profundizar en la enseñanza de Cristo, nuestro Maestro: “Conoceréis la
verdad y la verdad os hará libres. (Jn 8,32). Las encíclicas que estudiamos son
un esfuerzo de discernimiento y de propuesta de la verdad moral para hacer al
hombre más libre, para ayudarlo a vivir de manera más conforme a lo que él es,
a su dignidad, a su altísima vocación” (Joseph Ratzinger, Ib., 67).
Sed todos bien venidos
a este Congreso. A los que procedéis de otras diócesis, y en especial a los que
venís de Estados Unidos y de Alemania, os saludamos con afecto especial y os
acogemos como hermanos. A todos los profesores y a cuantos han hecho posible
este acontecimiento mi gratitud más profunda. En distintos momentos nos
uniremos en la oración, en la celebración de la Eucaristía y en la adoración
del Santísimo. Con ello queremos poner de manifiesto que toda nuestra esperanza
está puesta en Cristo, nuestro Maestro y Salvador. A la Santísima Virgen María
y a nuestros Santos Patronos, los niños mártires Justo y Pastor, encomendamos
los frutos de este Congreso que lleva por título “El triunfo de la vida y la
verdad del amor humano”.
+ Juan Antonio Reig
Pla,
Obispo de Alcalá de
Henares
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