martes, 7 de agosto de 2012

¿Quién asegura que los médicos que respetan la vida desde la concepción no van a ser discriminados? - Mons. Aguer

Los médicos
y el protocolo de muerte
 Mons. Aguer
Arzobispo
de La Plata

          La semana pasada comenté el Protocolo para la Atención Integral de Abortos no punibles, publicado por el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Yo lo califiqué de inmoral, ilegítimo, ilegal e inconstitucional. Hoy quiero tratar un aspecto particular, que son las consecuencias que esta resolución del Ministerio de Salud de la Provincia implica para el ejercicio de la medicina, porque todo el mundo sabe que los médicos están para curar, para salvar vidas, no están para matar. Pero el mencionado protocolo les impone la tarea de eliminar a niños por nacer. 
          Entonces aquí se juega algo muy grave para la conciencia de los médicos. Ellos hacen un juramento cuando acceden a la profesión. Es el famoso juramento hipocrático. La fórmula establecida por Hipócrates no suele usarse actualmente, sino una nueva, que se llama fórmula de Ginebra, que entre sus considerandos asume esta obligación: “Tendré absoluto respeto por la vida humana desde la concepción”. 

 
          Por otra parte, la Academia Nacional de Medicina en dos declaraciones, una de 1994 y otra de 2010, ha insistido mucho en este punto, manifestando cuál es la misión del médico. Dice que “terminar deliberadamente con una vida humana incipiente es inaceptable. Representa un acto en contra de la vida pues la única misión de cualquier médico es proteger y promover la vida humana, nunca destruirla. Toda legislación que autoriza el aborto es una negación de estos derechos y por lo tanto de la medicina misma”. 
          De esta definición se sigue que en la resolución del Ministerio de Salud de la Provincia hay una contradicción con la esencia y la lógica de la medicina. 
          La otra declaración de la Academia expresa: “La salud pública argentina necesita de propuestas que cuiden y protejan a la madre y a su hijo, a la vida de la mujer y a la del niño por nacer. La obligación médica es salvar a los dos. Nada bueno puede derivarse para la sociedad cuando se elige a la muerte como solución. Si el aborto clandestino es un problema sanitario corresponde a las autoridades tomar las mejores medidas preventivas y curativas sin vulnerar el derecho humano fundamental a la vida y al de los profesionales médicos a respetar sus convicciones.
          Ahora, si el Estado bonaerense se obliga legalmente a favorecer el aborto y a realizarlo en sus hospitales está obligando a los médicos a ejecutar esa práctica. Si alguno de ellos interpone la objeción de conciencia, el director del hospital tiene que ir a buscar a alguien que se preste a realizar el aborto. Médicos aborteros ha habido siempre, pocos felizmente pero ahora son presionados por el Estado para que se conviertan en tales.
          Es verdad que el Protocolo para la Atención Integral de Abortos no Punibles admite la objeción de conciencia, pero los médicos tendrían que manifestar la objeción de conciencia al publicarse este protocolo, al conocerse este protocolo o bien cuando entran a prestar su servicio en una unidad hospitalaria. Entonces se compondrá una lista de aquellos médicos que hacen objeción de conciencia y manifiestan que no están dispuestos a hacer un aborto. Esa lista se convertirá fácilmente en una lista negra. ¿Podrá, por ejemplo, un objetor de conciencia llegar a ser director de un centro médico?. Ofrezco una sugerencia razonable: ¿por qué no se hace más bien una lista de médicos dispuestos a practicar abortos?
          ¿Quién nos asegura que estos médicos que respetan la vida desde la concepción no van a ser discriminados? Porque si este protocolo se ha aprobado en el ámbito de un área de política de género todos sabemos hacia dónde empuja la ideología de género y con qué prepotencia avasalladora intenta imponerse.
          La presentación pública del malhadado protocolo no suscitó mayores reacciones. Pero los médicos tendrían que protestar personal y colegialmente, porque en aquella medida hay una presión indebida del Estado que va contra la naturaleza de la medicina misma y por tanto contra los derechos y deberes de los médicos de servir a la vida ».
( En “Claves para un mundo mejor” el 4 de Agosto de 2012)

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