lunes, 2 de noviembre de 2020

Conmemoración de todos los fieles difutos - Himnos de la liturgia

 


Oficio de lectura

Tú, Señor, que asumiste la existencia,
la lucha y el dolor que el hombre vive,
no dejes sin la luz de tu presencia
la noche de la muerte que lo aflige.

Te rebajaste, Cristo, hasta la muerte,
y una muerte de cruz, por amor nuestro;
así te exaltó el Padre, al acogerte,
sobre todo poder de tierra y cielo.

Para ascender después gloriosamente,
bajaste sepultado a los abismos;
fue el amor del Señor omnipotente
más fuerte que la muerte y su sino.

Primicia de los muertos, tu victoria
es la fe y la esperanza del creyente,
el secreto final de nuestra historia,
abierta a nueva vida para siempre.

Cuando la noche llegue y sea el día
de pasar de este mundo a nuestro Padre,
concédenos la paz y la alegría
de un encuentro feliz que nunca acabe. Amén.

 

Laudes



¡Qué misterio tan profundo
éste de mi propio ser:
he surgido del no-ser
y me exalto y me confundo,
mientras cantando me hundo
en mi nada, y sombra, y lodo!
Soy cadáver a tu modo,
soy sueño, soy despertar,
soy vida, soy palpitar,
soy luz, soy llama, soy todo.

Muerte, que das a mi vida
trascendencia y plenitud,
muerte que ardes de inquietud
como rosa amanecida,
cuando llegues encendida
y silenciosa a mi puerto,
besaré tu boca yerta
y, en el umbral de mi adiós,
al beso inmenso de Dios
me dispondrás, muerte muerta. Amén.

 

Vísperas

Si morir no es despertar,
si es simplemente morir,
¿para qué, muerte, vivir?,
¿para qué muerte, empezar
esta angustia, este llorar?

Mas, si eres umbral y puerta
del misterio, si honda y cierta
aseguras mi esperanza,
¡qué cima de luz se alcanza
viviendo una vida muerta! Amén.


Oraciones por los difuntos





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