miércoles, 18 de noviembre de 2020

Meditaciones del tiempo ordinario con textos de Santo Tomás de Aquino 230

 

Miércoles de la 33ª semana

LA PEREZA

El gran perezoso - Juan Massana del Castillo


 

1º) La pereza es pecado. Porque "es cierta tristeza agravante"*, que de tal modo deprime el ánimo del hombre, que le quita a éste el agrado deshacer cosa alguna. Por esta razón lleva consigo cierto tedio en el obrar, por lo que sobre aquello del Salmo (106, 18): El alma de ellos abominó toda comida, dice la Glosa que la pereza es adormecimiento del alma, remisa en comenzar el bien.

 

Semejante tristeza es mala en sí, porque se refiere a lo que es mal aparente, pero verdadero bien, como cuando se refiere a lo que es bien espiritual e interno, que no puede ser malo sino aparentemente, en cuanto se opone a los deseos carnales. Mas también es mala la tristeza, acerca del mal verdadero, por sus efectos, si de tal modo apesadumbra al hombre que le retraiga totalmente de una acción buena. Y por consiguiente la pereza, esto es, la tristeza del bien espiritual, es pecado.

 

El ataque de la pereza ha de ser superado resistiendo; es decir, por el continuo pensar, pues cuanto más pensamos sobre los bienes espirituales, tanto más agradables se nos hacen; y por esto cesa la pereza.

 

2º) La pereza es vicio especial, no en cuanto se retrae del bien espiritual en general, pues todo vicio se aparta del bien espiritual de la virtud opuesta; ni tampoco en cuanto rehúye el bien espiritual por ser trabajoso o molesto al cuerpo e impeditivo de su deleite, sino en cuanto se entristece del bien divino. Porque todos los bienes espirituales, que existen en los actos de cada una de las virtudes, se ordenan a un solo bien espiritual, que es el bien divino, objeto de una virtud especial, que es la caridad. Por lo cual a toda 'virtud corresponde alegrarse del propio bien espiritual que consiste en el propio acto; pero a la caridad pertenece .especialmente aquel gozo espiritual por el que uno se regocija del bien divino. Del mismo modo la tristeza del bien espiritual, que existe en los actos de cada una de las virtudes, no pertenece a un vicio especial, sino a todos los vicios; al paso que entristecerse del bien divino, del que goza la caridad, pertenece al vicio especial llamado pereza.

 

3º) La pereza es pecado mortal.

 

Porque se llama pecado mortal el que quita la vida espiritual, que es efecto de la caridad, según la cual Dios habita en nosotros; y por consiguiente es por su género pecado mortal aquel que según su propia naturaleza contraría la caridad. Tal es la pereza; porque efecto propio de la caridad es el gozo de Dios, mas la pereza es la tristeza del bien espiritual en cuanto es bien divino.

 

Pero si el movimiento de la pereza se da únicamente en la sensualidad a causa de la repugnancia de la carne contra el espíritu, entonces es pecado venial; pero si llega hasta la razón, que consiente en la huida y en el horror y detestación del bien divino, entonces es pecado mortal.

(2ª 2ae , q. XXXV, a. 1, 2, 3)

Nota:

*San Juan Damasceno: De orth. fid., lib. 2, cap. 14. 311

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