Juan 14,1-12
Y dijo a sus discípulos:
"No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios, creed también en mí. En la
casa de mi Padre hay muchas moradas. Si así no fuera, yo os hubiera dicho, pues
voy a aparejaros el lugar; y si me fuere y os aparejare el lugar, vendré otra vez
y os tomaré a mí mismo; para que en donde yo estoy, estéis también vosotros.
También sabéis a dónde yo voy, y sabéis el camino".
Tomás le dice:
"Señor, no sabemos a dónde vas: ¿pues cómo podemos saber el camino?"
Jesús le dice: "Yo soy el camino, y la verdad y la vida. Nadie viene al
Padre sino por mí: si me conocieseis a mí, ciertamente conocierais también a mi
Padre. Y desde ahora lo conoceréis y lo habéis visto".
Felipe le dice:
"Señor, muéstranos al Padre y nos basta". Jesús le dice: "¿Tanto
tiempo ha que estoy con vosotros y no me habéis conocido? Felipe, el que me ve
a mí, ve también al Padre. ¿Cómo, pues, tú dices: muéstranos al Padre? ¿No creéis
que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo no las
hablo de mí mismo, mas el Padre que está en mí, El hace las obras. ¿No creéis
que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Y si no, creedlo por las mismas
obras".
"En verdad, en verdad
os digo: El que en mí cree, él también hará las obras que yo haga, y mayores
que éstas hará; porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre yo lo haré, para que sea el Padre glorificado en el Hijo; si algo me pidiereis
en mi nombre lo haré".
San
Agustín In Ioannem tract., 67.
No fuera que sus discípulos, como hombres,
temieran la muerte de Cristo y se turbasen, los consuela asegurándoles que El
también es Dios. Y dijo a sus discípulos: "No se turbe vuestro corazón;
creéis en Dios, creed también en mí". Como diciendo: Es consecuente que si
creéis en Dios, creáis también en mí; cosa que no sería consecuente si Cristo
no fuese Dios. Teméis la muerte para esta forma del siervo. No se turbe vuestro
corazón; la forma de Dios resucitará aquella forma.
Crisóstomo In Ioannem hom., 72.
La fe que tenéis en mí y en mi Padre que me
engendró, es más potente que todos los acontecimientos que sobrevengan. Ningún
trabajo puede nada contra ella. De esta suerte manifiesta el poder de la
divinidad, que ponía en evidencia los pensamientos que estaban latentes en sus
almas, diciendo: "No se turbe vuestro corazón".
San Agustín ut supra.
Y como los discípulos temían cada uno por sí,
luego de decir a Pedro, que era el más fiel y más fervoroso, "No cantará
el gallo, sin que me hayas negado tres veces" ( Jn 13,38), se añade: "En la casa de
mi Padre hay muchas moradas". Con esto salen de su turbación, seguros y
confiados de que después de las tentaciones permanecerían en Dios con Cristo.
Porque aunque uno sea más valeroso, más sabio, más justo y más santo que otro,
ninguno será desterrado de aquella casa, donde cada uno hallará hospedaje en
proporción a sus méritos. Para todos es igual aquel denario que manda dar el
padre de familia a los que trabajan en la viña, denario que significa la vida
eterna, donde nadie ha de vivir más que otro, porque en la eternidad de la vida
no cabe medición. Mas las muchas mansiones significan las diversas dignidades
de los méritos en la vida eterna.
San
Gregorio Super Ezech hom 16.
Las muchas mansiones convienen con el único
denario, en que si bien unos más que otros se alegrarán y regocijarán, todos,
sin embargo, gozarán en la fruición única de la visión de su Creador.
San Agustín ut supra.
Y así Dios será todas las cosas para todos,
porque siendo Dios la caridad, obrará esta caridad que sea común a todos el
bien que uno posea. De esta manera, cada uno posee lo que él no tiene, en tanto
que lo ama en otro. No habrá, pues, envidia en la desigualdad de gloria, porque
reinará la unidad de amor.
San Gregorio Moralium
35, 24
No sienten tampoco los efectos de esta
desigualdad, porque allí cada cual recibe de gloria lo que le basta.
San Agustín ut supra
Todo corazón cristiano debe desechar la
creencia de que se dijera lo de las muchas mansiones, porque haya un lugar
fuera del reino de los cielos donde permanecen los bienaventurados inocentes,
cuando han muerto sin el bautismo, sin el que no pueden entrar en el reino de
los cielos. Lejos de nosotros el creer que, cuando la casa de los hijos que
reinan no está sino en el reino, haya alguna parte de esta casa regia que no
esté en el reino. Porque no dijo el Señor: en la eterna bienaventuranza hay
muchas mansiones, sino "en la casa de mi Padre".
Crisóstomo In Ioannem hom., 72.
Como el Señor había dicho antes a Pedro:
"A donde yo voy no puedes seguirme ahora, me seguirás después" ( Jn 13,36), para que no creyeran que esta
promesa se hacía sólo a Pedro, dijo: "En la casa de mi Padre hay muchas
moradas". Esto es, 'Vosotros también ocuparéis un lugar como el de Pedro',
pues allí hay gran abundancia de habitaciones, aunque no hace falta decir que
necesitan preparación. De aquí que añade: "Por eso os he dicho que voy
allá a aparejaros el lugar".
San
Agustín In Ioannem tract., 68.
Donde claramente manifiesta que les dijo que
habían allí muchas mansiones para significarles que no hacía falta preparación
alguna 1.
Crisóstomo ut supra.
Como había dicho: "No puedes seguirme
ahora" ( Jn 13,36), para que no crean que se
prescinde de ellos, continuó: "Y si marchare y os preparare el lugar, al
punto vengo por vosotros y os recibo junto a Mí, para que estéis donde yo
estoy". Con esto les enseña que deben confiar con toda seguridad.
Teofilacto.
Es como si quisiera decirles estas dos cosas:
No os turbéis en ningún caso, ya estén preparadas, o no lo estén, porque aunque
no estén preparadas, yo os las prepararé con todo cuidado.
San Agustín ut supra.
Pero, ¿cómo va a prepararles lugar, si ya hay
muchas mansiones? Pero aún no están en la forma en que deben prepararse, porque
tiene que preparar en las obras las mansiones mismas que ya había preparado por
medio de la predestinación. Ya lo están en cuanto a la predestinación, porque
de otra manera hubiera dicho: Iré y prepararé (esto es, predestinaré). Pero
como no lo están por las obras, añade: "Y cuando hubiere ido y preparado a
vosotros el lugar". Prepara ahora mansiones preparando moradores para
ellas. En efecto, cuando dice: "En la casa de mi Padre hay muchas
mansiones", ¿qué otra cosa creemos que es la casa de Dios sino el templo
de Dios? Del cual dijo el Apóstol: "Se ha hecho el templo de Dios, que
sois vosotros" ( 1Cor 3,17). Esta
casa de Dios se edifica y se prepara aún. Pero, ¿cómo es que se va a
prepararlas, cuando a nosotros es a quienes tiene que preparar y no puede
hacerlo dejándonos? Mas esto significa, que para que aquellas habitaciones se
preparen es necesario que el justo viva de la fe; porque si ves, ya no hay fe.
Se va, pues, para no ser visto; se oculta para que se crea. Entonces se prepara
el lugar si se vive de la fe. Que se desee en la fe, para poseerlo en el deseo.
Y si lo entiendes bien, no se aparta ni de donde viene ni del lugar a donde va.
Va ocultándose y viene poniéndose de manifiesto. Pero si no permanece reinando
en nosotros para que vivamos perfeccionándonos, no se nos preparará lugar donde
podamos vivir gozando.
Alcuino.
Dijo: "Si marcho", por la ausencia
de la carne, y "Vendré después", por la presencia de la divinidad, o
bien vendré de nuevo a juzgar a los vivos y a los muertos. Sabiendo que habían
de preguntarle a dónde iba, y por qué camino, dice: "Vosotros sabéis a
dónde voy (a saber, al Padre), y sabéis el camino", (esto es, por medio de
mí).
Crisóstomo ut supra.
Diciendo esto, manifiesta el deseo que
alimentaban, y les presenta ocasión para que le pregunten.
Crisóstomo In Ioannem hom., 72.
Los judíos que querían separarse de Cristo
deseaban saber a dónde iba. Mucho más sus discípulos, que deseaban no separarse
jamás de El, estarían ansiosos de saberlo. Y le preguntaban con mezcla de temor
y de amor: "Díjole Tomás: Señor, ignoramos a dónde vas".
San Agustín 69.
Jesús había dicho que sabían ambas cosas. Este
asegura que las ignora ambas, pero no sabe que falta a la verdad. Luego sabían,
e ignoraban que sabían. Jesús los convenció de que sabían esto. "Díjole
Jesús: Yo soy el camino, y la verdad y la vida".
San Agustín De verb. Dom. serm., 54.
Como diciendo: ¿Por dónde quieres ir? Yo soy
el camino. ¿A dónde quieres ir? Yo soy la verdad. ¿En dónde quieres permanecer?
Yo soy la vida. Todo hombre comprende la verdad y la vida, pero no todos
encuentran el camino. Hasta los mismos filósofos del mundo vieron que Dios es
la vida eterna, y que es la verdad digna de saberse. Mas el Verbo de Dios, que
con el Padre es verdad y vida, se hizo el camino tomando la humanidad. Camina
por esta humanidad para llegar a Dios, porque preferible es tropezar en este
camino, a marchar fuera de la vía recta.
San Hilario De Trin. lib. 7.
Aquel que es el camino, no puede llevarnos por
lugares extraviados, ni engañarnos con falsas apariencias el que es la verdad,
ni abandonarnos en el error de la muerte el que es la vida.
Teofilacto.
Cuando te dediques a la vida activa, sea
Cristo tu camino; y cuando a la contemplativa, sea para ti la verdad. Tanto
para los ejercicios activos como para los contemplativos es la vida. Y conviene
que marchemos y prediquemos para alcanzar los bienes futuros.
San Agustín ut supra.
Sabían el camino, porque conocían al mismo que
es el camino. ¿Para qué, pues, añadir lo de verdad y vida sino porque sabido ya
por dónde se debía marchar, convenía también saber a dónde se había de marchar?
¿Quiso decir que iba a la verdad y a la vida? Iba a sí mismo por medio de sí
mismo. Pero ¿acaso, Señor, para venir a nosotros te habías separado de ti
mismo? Porque yo sé que recibiste la forma de siervo y viniste en carne mortal,
permaneciendo donde estabas, y a este lugar tornaste sin dejar tampoco aquél al
que habías venido. Luego si por esta vía volviste y por ella tornaste, fuiste
camino, no sólo para que nosotros fuéramos a ti, sino también para tu venida y
tu vuelta. Cuando, pues, te dirigiste a la vida, que eres tú mismo, llevaste tu
propia carne de la muerte a la vida. Y así, en tanto que la carne pasa de la
muerte a la vida, Cristo viene a la vida. Mas como el Verbo es la vida, Cristo
vino a sí mismo. Porque Cristo es una y otra cosa, a saber: el Verbo es carne
en la unidad de la persona. Dios había venido a los hombres por medio de la
carne; la verdad había venido a los mentirosos. Porque Dios es la verdad, y
todo hombre mentiroso. Al separarse, pues, de los hombres para irse allí donde
nadie miente, levantando su carne, El mismo se dirigió, en cuanto el Verbo se
hizo carne ( Jn 1,14), por sí mismo, esto es, por su
carne, a la verdad que es El mismo. Verdad que logró mantener intacta aún
después de su muerte entre los mentirosos. Ved cómo, al hablaros cosas que
entendéis, me dirijo a vosotros en cierto modo, sin dejarme a mí mismo. Cuando
dejo de hablar, vuelvo a mí en cierta manera, y permanezco con vosotros si
conserváis los preceptos que habéis escuchado. Si esto puede la imagen que Dios
hizo, ¿qué no podrá la imagen nacida del mismo Dios? De aquí que Cristo va a sí
por sí mismo, y por sí mismo al Padre, y nosotros por El vamos a El y vamos al
Padre.
Crisóstomo ut supra.
Si, pues, dice: "Yo soy el Señor del que
ha de ir al Padre, y a El iréis", etc., no siendo posible ir por otro
camino, y habiendo dicho antes: "Nadie puede venir a mí, si mi Padre no lo
trajere", diciendo ahora que nadie puede llegar al Padre sino por mí,
iguala consigo al que lo engendró. Manifiesta la razón que tuvo al decir:
"Sabéis a dónde voy, y sabéis el camino" ( Jn 6,44), con estas palabras: "Si me
conocieseis a mí, conoceríais también a mi Padre". Como diciendo: Si
conociereis mi sustancia y dignidad, conoceríais también la de mi Padre. Porque
aunque lo conocían no era como convenía, hasta que después, con la venida del
Espíritu Santo, lo conocieron de una manera perfecta. Por esta causa continúa:
"Ahora le conocéis (se refiere a la cognición intelectual), y le habéis
visto" (por mí), manifestando que quien a El ve, ve al Padre. Pero lo
vieron no en su esencia pura, sino velada por la carne.
Beda.
Ahora debe preguntarse: ¿cómo es que dice el
Señor "si me conocieseis", etc., cuando poco antes había dicho
"sabéis a dónde yo voy, y sabéis el camino"? Parece deducirse que
había algunos que sabían y otros que ignoraban, entre los cuales está Tomás.
San Hilario De Trin. lib. 7.
Siendo el Hijo el camino para ir al Padre,
conviene inquirir si es por la enseñanza de su doctrina o por la fe en su
naturaleza. Por ello busquemos el sentido correcto de estas palabras: "Si
me conocieseis a mí, conocierais también a mi Padre". Así pues, el Señor
ha mantenido este orden confirmando que en el sacramento del cuerpo que ha
asumido se encuentra la naturaleza de la divinidad del Padre. Y ha distinguido
el tiempo de la visión del tiempo del conocimiento, porque asevera que ya ha
sido visto el que ha de ser conocido, para que adquiriesen desde el momento
mismo de esta revelación el conocimiento de la naturaleza que ya habían visto.
San Hilario De Trin. lib. 7.
La novedad de lo que oía conmovió al apóstol
Felipe: es visto como hombre, se proclama Dios, y afirma que, conocido El, es
conocido el Padre, y que habiéndolo visto a El se ve al Padre. Felipe
prorrumpió con la familiaridad propia de los apóstoles y preguntó: "Díjole
Felipe: Señor, muéstranos al Padre y esto nos basta". No le dice que no lo
haya visto, sino que le pide le sea mostrado; no le pide que lo muestre a la
manera de una visión corporal, sino que le explique de qué manera habría de entender
lo que ha visto. Había contemplado al Hijo a través de la humanidad, pero
ignora cómo ver al Padre por El. Y así, para demostrar lo que El quería no era
una explicación del modo de ver sino de cómo entender, dice: "Y nos
basta".
San Agustín De Trin.
1, 8
Se busca nada más aquella alegría que se
experimenta con su presencia ( Sal15), cosa que comprendía bien Felipe, al decir:
"Señor, muéstranos al Padre y esto nos basta". Pero aún ignoraba que
de la misma suerte pudo haber dicho a Jesús: Señor, muéstrate a nosotros, y
esto nos basta. Y para que entendiese esto, exclamó Jesús: "Dícele Jesús:
¿Tanto tiempo estoy con vosotros y no me habéis conocido?".
San
Agustín In Ioannem tract., 70.
Pero ¿cómo les dice esto, si sabían a dónde El
iba, y sabían el camino no por otra razón sino porque lo conocían a El mismo?
Pero fácilmente daremos solución a esta duda, si decimos que unos lo sabían y
otros no, entre los cuales estaba Felipe.
San Hilario ut supra.
Reprende al apóstol que está ignorante en el
conocimiento. Las cosas que El obró eran propias de Dios: caminar sobre las
olas, mandar a los vientos, perdonar pecados, resucitar a los muertos. De esto
nace toda la reprensión, porque aún no había sido conocida la naturaleza divina
en la carne humana. Por esto, cuando le pide que le muestre al Padre, responde:
"Felipe, el que a mí me ve, ve también al Padre".
San Agustín ut supra.
Así solemos hablar de dos cosas muy
semejantes: ¿Has visto aquello? Pues también has visto esto. Y en la misma
forma se dice: Quien me ve a mí, ve a mi Padre. No porque El sea a la vez Hijo
y Padre, sino porque el Hijo no podía diferenciarse en nada de la semejanza de
su Padre.
San Hilario ut supra.
No se significa aquí la visión de los ojos
carnales, y no es el hecho de haber nacido su carne de la Virgen María lo que
aprovecha para que en El se contemple a Dios en su forma e imagen, sino que lo
que hace que el Padre sea entendido en el conocimiento del Hijo de Dios, es que
es tal la imagen que no difiere en género sino que enseña al Autor. La palabra
del Señor no expresa un ser solitario y desligado de El, sino la unidad de
naturaleza. Porque cuando dice "Y al Padre", se excluye la idea de
algo singular y solo. ¿Qué otra interpretación resta sino que el Padre es
conocido por medio del Hijo a causa de la unidad de la esencia?
San Agustín ut supra.
Sin embargo, ¿es digno de reprensión el que
habiendo visto la semejanza, quiera contemplar a Aquel a quien es semejante?
Mas si el Señor reprendía al discípulo, es porque veía la intención del que
pedía, dado que Felipe quería conocer al Padre porque lo suponía superior al
Hijo, y de esta manera desconocía al Hijo, creyendo que hubiese algo mejor que
El. Para poner un correctivo a esta sospecha, dijo: "¿No crees que yo
estoy en el Padre y el Padre en mí?". Como diciendo: Si para ti es
demasiado entender esto, por lo menos cree lo que no entiendes.
San Hilario ut supra.
¿Cómo podían desconocer al Padre y qué
necesidad había de mostrárselo a los ignorantes, cuando el Padre era visto en
el Hijo? Y es visto por la propiedad de la naturaleza, dado que en la unidad de
la naturaleza el engendrado y el generador son una sola cosa. De aquí, por
consiguiente, la pregunta del Señor: "¿No crees que yo estoy en el Padre y
el Padre está en mí?".
San Agustín De Trin.
lib. 7, 8
Quería que El viviera de la fe antes que
pudiese verlo, y por eso dijo: "No lo crees". Porque la contemplación
es el premio de la fe, y por la fe los corazones quedan limpios para ser dignos
de tal premio.
San Hilario De Trin.
lib. 7
El Padre está en el Hijo y el Hijo en el
Padre, no por la conjunción de dos géneros que se armonicen, ni por la
inserción de una naturaleza en otra más capaz (porque según ley necesaria de
los cuerpos, los continentes tienen que ser exteriores, pero nunca interiores),
sino por la generación de una naturaleza viviente a partir de otra viviente.
Así pues, Dios no nace de otro sino de Dios mismo.
San Hilario De Trin.
lib. 5
Dios inmutable se conforma, para expresarme
así, con su propia naturaleza, engendrando a Dios inmutable. Y no desmiente su
naturaleza el que de un Dios inmutable nazca un Dios inmutable. Concebimos en
El la naturaleza subsistente de Dios, cuando Dios está en Dios sin que haya
fuera de Dios otro Dios.
Crisóstomo In Ioannem hom., 73.
Felipe quería contemplar aquí con los ojos
carnales al Padre, porque de la misma forma creía ver al Hijo, acaso porque vio
en los profetas que dicen: "Porque vi al Señor" ( Is 6,1), y por esta causa dice:
"Muéstranos al Padre". De igual manera los judíos le preguntaron:
¿Quién es tu Padre? Y Pedro y Tomás le preguntaron a dónde iba, sin que ninguno
entendiese su clarísima contestación. Y para que no se crea que Felipe se hacía
pesado preguntando también "Muéstranos a tu Padre", añade: "Y esto
nos basta", esto es, nada más deseamos saber. El Señor no contesta:
"es imposible lo que pides", sino que demuestra que no ha visto ni al
Hijo, porque si hubiera podido ver a Este, hubiera visto a Aquél. De aquí que
diga: "¿Tanto tiempo he estado con vosotros y no me habéis conocido?
Felipe, el que me ve, ve también a mi Padre", etc. No dice: no me habéis
visto, sino "no me habéis conocido", bajo el concepto de que el Hijo,
permaneciendo igual al Padre, manifiesta muy convenientemente en sí mismo a
Aquel que lo engendró. Después, distinguiendo las personas, dijo: "El que
me ve, ve a mi Padre", para que nadie diga que el mismo Hijo es también el
Padre. También con estas palabras demuestra que ni aun con los sentidos
corpóreos había visto al Hijo. Si alguno interpreta esta visión por
conocimiento, no me opongo tampoco a ello, como diciendo: "Quien me conoce
a mí, conoce a mi Padre". Pero la verdad es que no dijo esto, sino que
quiso representar la unidad de esencia, de esta suerte: Quien ve mi sustancia,
ve la que asimismo es la del Padre. Por donde claramente se deduce que no es
creatura, porque al ver la creatura, no todos ven a Dios. Mas Felipe quería ver
la sustancia del Padre, y si Jesús hubiera sido de distinta sustancia, no
hubiera dicho: "El que me ve a mí, ve a mi Padre", porque nadie puede
ver la naturaleza del oro en la plata, ni ninguna esencia aparece en otra
esencia diferente.
San Agustín ut supra.
Después habla, no singularmente a Felipe, sino
colectivamente, diciendo: "Las palabras que yo os hablo, no las hablo de
mí mismo". ¿Qué significa no las hablo de mí mismo, sino que no he nacido
de mí mismo yo que hablo? Y atribuye de esta suerte las operaciones que ejecuta
a Aquél por quien El es.
San Hilario De Trin. lib. 7.
Por donde ni se excluye de ser Hijo, ni oculta
la unidad de naturaleza en que conviene con el Padre. Porque en tanto que
habla, lo hace permaneciendo en la sustancia única, y en tanto que no habla de
suyo, atestigua que siendo Dios ha nacido de Dios.
Crisóstomo ut supra.
Obsérvese la abundancia de datos con que
atestigua la unidad de esencia, al proseguir: "El Padre que está en mí,
lleva a cabo las obras" ( Jn 10,37). Como
diciendo: no obra de una manera el Padre y de otra yo. También dice en otro
lugar: "Si yo no ejecuto las obras del Padre, no me creáis". Pero,
¿cómo empezando por las palabras llega a las obras? Parecía oportuno que
hubiese dicho: El mismo habla las palabras; mas o ha querido hacer distinción
entre los milagros y los signos, o bien las palabras mismas eran también obras.
San
Agustín In Ioannem tract., 72.
Quien edifica al prójimo con su palabra,
realiza una buena obra. En estos dos textos encontramos dos clases de
adversarios. Dicen los arrianos: "Ved aquí cómo el Hijo no es igual al
Padre", porque no habla por propia autoridad. Dicen los sabelianos:
"Véase cómo el Padre y el Hijo son una misma persona", porque ¿qué
otra cosa puede ser: "El Padre que está en mí, El mismo obra", sino,
Yo que estoy en mí, soy el que obro?
San Hilario ut supra.
Pero el permanecer el Padre en el Hijo no
implica unidad y singularidad de persona, como el que el Padre obre por el Hijo
no es propio de quien es diferente y extraño. Tampoco arguye unidad de persona
que el que habla no hable de suyo, y, por otra parte, el hablar por medio del
que habla no es propio de quien es ajeno y separado. Y como había enseñado que
el Padre hablaba y obraba en El, establece la fe de su unidad perfecta,
diciendo: "Creed en mí porque yo estoy en el Padre y el Padre en mí",
a fin de que nadie sospechase que el Padre hablaba y obraba en el Hijo, no por
la esencia (resultado de generación), sino en virtud del influjo de la
santidad.
San
Agustín In Ioannem tract., 70.
Antes sólo era reprendido Felipe; ahora se
echa de ver que no era él solo al que allí se reprendía. "Creed, dijo, por
las mismas obras, porque yo soy".
Crisóstomo ut supra.
Si, pues, esto no es suficiente para
atestiguar la consustancialidad, por lo menos creed por las obras. Por esto
prosigue: "Por lo menos creed por las obras mismas". Habéis presenciado
milagros autorizados, y todas las cosas que son privativas de Dios y que sólo
el Padre puede obrar, como son los pecados perdonados, la muerte destruida y
otras cosas por el estilo.
San Agustín ut supra.
Creed, pues, por las obras, que yo estoy en el
Padre y el Padre en mí. Porque si estuviésemos separados, no podríamos de
ninguna manera obrar inseparablemente.
Crisóstomo In Ioannem hom., 73.
Al decir el Señor: "Creed por las
obras", demuestra que no solamente puede realizar éstas conocidas, sino
otras mayores. Dice además (y esto aumenta la admiración), que puede conceder
esta facultad: "En verdad, en verdad os digo: Quien cree en mí, las obras
que yo hago él también las hará, y mayores que éstas hará", etc.
San
Agustín In Ioannem tract., 81.
Pero ¿cuáles son éstas mayores? ¿Acaso el que
los enfermos se curasen, cuando ellos pasaban, con la sombra únicamente? En
realidad, es más curar con la sombra que con el vestido. Sin embargo, cuando
esto dice, lo que hace es recomendar sus palabras y obras. Y cuando dijo:
"El Padre que está en mí, El practica las obras", ¿qué otras obras
podía significar si no se refería a las palabras? El fruto de sus palabras era
ciertamente la fe de ellos. Y con todo, cuando los discípulos predicaban el
Evangelio, los creyentes no eran en tan escaso número como ellos, sino que las
naciones creyeron. Además, ¿no se apartó aquel rico de su presencia lleno de
tristeza? Pues sin embargo, lo que uno no practicó habiéndolo oído de sus
labios, luego lo hicieron muchos cuando habló por boca de sus discípulos. Véase
cómo realizó mayores cosas predicado por los creyentes que escuchado por los
presentes. Mas no debemos fijarnos solamente en que obró mayores cosas por
apóstoles, siendo así que no se refiere a ellos solos cuando dice "El que
cree en mí". ¿Y acaso no debemos contar entre los fieles a los que no
hayan llevado a efecto mayores cosas que Cristo? Duro es esto si no se comprende.
El Apóstol dice: "Al que cree en Aquel que justifica al impío, su fe le es
imputada a justicia" (Rm 4,5). Aun en esta sola operación
obramos en Cristo, porque es obra de Cristo el que creamos en El, y obra esto
en nosotros, pero no sin nuestra cooperación. Atiéndase, pues: "El que
cree en mí, las obras que yo hago él también las hará", porque yo hago que
él haga. ¿Qué obras son éstas sino que de la impiedad pase a la justicia? Y
esto lo hace Cristo en él, pero no sin él. Me atrevería a decir que esto es
mucho más grande que crear el cielo y la tierra, porque el cielo y la tierra
pasarán, pero la salvación y justificación de los predestinados serán eternas.
Pero en los cielos los ángeles son también creados por Cristo. ¿Y hacen algo
mayor que ellos los que cooperan con Cristo a su justificación? Discierna el
que pueda qué es mayor, si crear justos o justificar impíos. Pues si lo uno y
lo otro suponen igual poder, lo segundo implica mayor misericordia. Mas tampoco
hay necesidad de entender en absoluto todas las obras de Cristo, cuando decía
"Hará mayores que éstas", porque acaso aludía a las que en aquel
instante obraba. Y en ese caso verdaderamente es de menos cuantía el predicar
las palabras de la justicia (cosa que hace sin nosotros), que el justificar a
los impíos, que se hace en nosotros para que nosotros lo hagamos.
El Señor prometió, a los que le pidiesen, una
gran esperanza diciendo: "Porque yo voy al Padre".
Crisóstomo ut supra.
Esto es, no muero, sino que permaneceré con
igual poder y estaré en los cielos. Tal vez quiso significar: En adelante, el
hacer milagros es cosa que a vosotros toca, porque yo me voy.
Notas
1. San Agustín sigue una traducción latina en que
por la carencia de una pausa se leía: "Si así no fuera, yo os hubiera
dicho que voy a aparejaros el lugar", dando un sentido contrario a la
frase.
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