jueves, 28 de junio de 2012

San Pedro y San Pablo (Misa Vespertina) Catena Aurea

San Juan 21,15-19

Y cuando hubieron comido, dice Jesús a Simón Pedro: "¿Simón, hijo de Juan, me amas más que éstos?" Le responde: "Sí, Señor, Tú sabes que te amo". Le dice: "Apacienta mis corderos". Le dice segunda vez: "¿Simón, hijo de Juan, me amas?" Le responde: "Sí, Señor, Tú sabes que te amo". Le dice: "Apacienta mis corderos". Le dice tercera vez: "¿Simón, hijo de Juan, me amas?" Pedro se entristeció porque le había dicho la tercera vez: "¿Me amas?" Y le dijo: "Señor, Tú sabes todas las cosas: Tú sabes que te amo". Y le dijo: "Apacienta mis ovejas". (vv. 15-17)
"En verdad, en verdad te digo, que cuando eras mozo, te ceñías e ibas a donde querías; mas cuando ya fueres viejo, extenderás tus manos y te ceñirá otro, y te llevará a donde tú no quieras". Esto dijo, señalando con qué muerte había de glorificar a Dios. (vv. 18-19)

Teofilacto
Después de la cena, confía a Pedro el gobierno del rebaño universal, no a los otros. Por esto dice: "Cuando hubieron comido, dijo a Simón Pedro, Jesús," etc.

San Agustín, in Ioannem, tract 126
Sabiendo el Señor, pregunta. Sabía el Señor que Pedro no sólo le amaba, sino que le amaba más que todos.

Alcuino
Es llamado Simón de Juan, esto es, hijo de Juan, su padre por la carne. En sentido espiritual Simón quiere decir obediente, y Juan gracia. Y con razón es llamado así obediente a la gracia de Dios, para que se demuestre que el mayor amor de que está poseído, no es, en efecto, de un mérito humano, sino un don de la gracia divina.


San Agustín. In serm. Pass. 149
En la muerte del Señor temió y negó, pero resucitando el Señor, le quita el miedo y le infunde el amor. Porque cuando negó, temió morir, mas resucitando el Señor, ¿qué había de temer, si veía en El muerta la muerte? Y sigue: "Le dijo: Tú, sabes, Señor, que te amo". Entonces confía sus ovejas al que confiesa su amor. Por eso sigue: "Dice a Pedro: Apacienta mis corderos". Como si no pudiera Pedro manifestar su amor a Cristo de otro modo, que siendo pastor fiel sometido al príncipe de todos los pastores.

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 87
El principal bien que nos resulta de este amor, es el de procurar la salvación del prójimo. Prescindiendo, pues, el Señor de los demás Apóstoles, dirige a Pedro estas promesas, porque Pedro era el primero de los Apóstoles, y la voz de los discípulos y la cabeza del colegio. Por esto, después que fue borrada su negación, le invistió como prelado de sus hermanos. No le echa en cara su negación, sino que le dice: Si me amas, preside a tus hermanos, y da testimonio ahora del amor que por todas partes demostraste, sacrificando por mis ovejas esa vida que dijiste que darías por mí.
Sigue: "Vuelve a preguntarle: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?", etc.

San Agustín, ut supra
Con razón pregunta a Pedro: "¿Me amas?" y responde: "Te amo" y le dice: "Apacienta mis corderos". Con esto se demuestra que la dilección y el amor son un mismo sentimiento, pues el Señor no le pregunta en la última vez: ¿Me estimas?, sino "¿Me amas?" Sigue pues: "Dícele por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Esta es la tercera vez que el Señor pregunta a Pedro si le ama, haciéndole confesar tres veces lo que negó tres veces, a fin de que la lengua no sirva menos al amor que lo que sirvió al temor, y que habló, más por conjurar la muerte que le amargaba, que por despreciar la vida presente.

Crisóstomo, ut supra
Le pregunta tres veces, y tres veces le encarga lo mismo, dando a entender lo que aprecia el gobierno de sus propias ovejas, y que en confiárselas le da la mayor prueba de su amor.

Teofilacto
De aquí viene la costumbre de la triple confesión que se hace en el bautismo.

Crisóstomo, ut supra
Después de la tercera pregunta, se turba. Por lo que sigue: "Pedro se contristó porque le preguntó por tercera vez: ¿Me amas?" Temiendo que sucediera otra vez como antes que, pareciéndole amar al Señor, no le ame y sea reprendido como lo fue primero cuando se consideraba muy fuerte, se ampara al mismo Cristo. Por eso sigue: "Y le dice: Señor, tú que sabes todas las cosas"; esto es, lo más secreto del corazón, presente y futuro.

San Agustín, De verb Dom
Se entristeció, porque preguntado repetidamente por aquel que sabía lo que preguntaba y le inspiraba la respuesta, contestó con toda veracidad, y de lo íntimo de su corazón profirió aquella palabra de amor: "Tú sabes que te amo".

San Agustín, in Ioannem, tract., 124
No añade, empero, "más que estos", porque él respondió lo que sabía de sí mismo y no podía saber cuánto podría amarle otro, cuyo corazón no podía ver. Sigue: "Dícele: apacienta mis ovejas"; como si dijera: sea el ejercicio del amor el apacentar el rebaño del Señor, así como fue indicio de cobardía el negar al pastor.

Teofilacto
Cualquiera puede señalar la diferencia entre corderos y ovejas; corderos son los que entran, pero ovejas los perfectos.

Alcuino
Apacentar las ovejas es confirmar a los creyentes en Cristo para que no se aparten de la fe, socorrer sus necesidades, resistir a los contrarios y corregir a los súbditos descarriados.

San Agustín
Los que de tal modo apacientan las ovejas de Cristo que más quieren que sean suyas que de Cristo, queda demostrado que no aman a Cristo, sino que están poseídos de la ambición de gloria, de dominio y de riquezas, pero no de la caridad de obedecer, servir y agradar a Dios. Sea a Cristo al que amemos y no a nosotros mismos y en apacentar a sus ovejas busquemos lo que es de Dios, y no lo que es nuestro. Porque el que se ama a sí mismo y no a Dios, no se ama; pues el que no puede vivir de sí mismo, muere suponiendo que se ama. No se ama, pues, quien no se ama para vivir. Pero aquel que es amado por quien vive, no ama más amándose, porque no se ama para amar a aquel de quien se vive.

San Agustín, in serm. Pass
Han existido siervos infieles que dividieron el rebaño de Cristo e hicieron su peculio de lo que hurtaron, y oirás que dicen: Aquellas son mis ovejas. ¿Qué dices, mis ovejas? No te encuentro entre las mías, porque si decimos nosotros mías, y ellos dicen suyas, Cristo perdió sus ovejas.

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 87
Después que el Señor habló a Pedro del amor que éste le tenía, le predice el martirio que deberá sufrir por El, enseñándonos el modo cómo se le debe amar. Por eso dice: "En verdad, en verdad, te digo, que cuando eras joven, te ceñías e ibas a donde querías". Le recuerda su primera juventud, porque en las cosas del mundo el joven es útil, pero el que envejece se inutiliza, lo que no sucede en las cosas divinas, porque en la ancianidad es más esclarecida la virtud y más industriosa, a pesar de la edad. Como Pedro siempre quería hallarse en los peligros con Cristo, le dice: Confía, porque yo satisfaré tu deseo de tal modo, que padecerás siendo anciano lo que no padeciste de joven. Por eso sigue: "Cuando envejecieres", por lo que se da a entender que a la sazón no era joven ni viejo, sino varón perfecto.
 
Orígenes, super Mat
Observa que no es fácil encontrar que los que son aptos para esta obra, pasen de pronto de esta vida a la otra, pues aquí se le dice a Pedro: "Cuando envejecerás extenderás tus manos".
 
San Agustín, in Ioannem, tract., 123
Esto es, serás crucificado, pues a esto vendrás para que otro te ciña y te lleve donde tú no quieras. Primero dijo lo que sucedería, y después el modo, pues no sólo fue crucificado, sino que fue conducido a donde él no quería para crucificarle. El quería verse desembarazado de su cuerpo mortal y estar con Cristo. Pero (si era posible) deseaba la vida eterna sin las molestias de la muerte, las que sufrió contra su voluntad, triunfando de ellas voluntariamente. Este sentimiento de repugnancia a la muerte es inherente a la naturaleza, y la misma ancianidad no pudo librar a Pedro. Pero sean cuales fueren las agonías de la muerte, debe superarlas a fuerza del amor por Aquel que, siendo nuestra vida, quiso morir por nosotros. Porque si la muerte fuera de poca importancia, no sería tan grande la gloria del martirio.
 
Crisóstomo, ut supra
Dice, pues, "Adonde tú no quieras", por el natural sufrimiento del alma, que no quiere separarse del cuerpo, disponiéndolo Dios así, para que muchos no se quiten la vida. Después, para levantar el espíritu del oyente, continuó el Evangelista: "Esto lo dijo para significar con qué género de muerte glorificaría a Dios". El no dijo qué clase de suplicio sufriría, para que aprendas que el padecer por Cristo es gloria y honor para el paciente. Si el alma de un mártir no tuviese la seguridad de que realmente existe Dios, no soportaría de ningún modo la consideración de la muerte, por la que se revela la certeza de la gloria divina.
 
San Agustín, ut supra
Este es el fin que encontró aquel que negó y amó, dando su vida con perfecto amor por aquel a quien había prometido en una precipitación culpable que daría su vida. Convenía, pues, que Cristo muriera por la salvación de Pedro, y que después Pedro muriera por la predicación de Cristo.

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