jueves, 21 de junio de 2012

San Juan Bautista (homilía Juan Pablo II)

SANTA MISA EN RITO LATINO
EN EL AEROPUERTO DE CHAYKA
HOMILÍA DEL SANTO
PADRE JUAN PABLO II

Domingo 24 de junio de 2001
          1. "El Señor desde el seno materno me llamó; desde las entrañas de mi madre pronunció mi nombre" (Is 49, 1).
          Celebramos hoy la natividad de san Juan Bautista. Las palabras del profeta Isaías se aplican muy bien a esta gran figura bíblica que está entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En el gran ejército de profetas y justos de Israel, Juan "el Bautista" fue puesto por la Providencia inmediatamente antes del Mesías, para preparar delante de él el camino con la predicación y con el testimonio de su vida
          Entre todos los santos y santas, Juan es el único cuya natividad celebra la liturgia. En la primera lectura hemos escuchado que el Señor llamó a su siervo "desde el seno materno". Esta afirmación se refiere, en plenitud, a Cristo, pero, por reflejo, se puede aplicar también a su precursor. Ambos nacieron gracias a una intervención especial de Dios:  el primero nace de la Virgen; el segundo, de una mujer anciana y estéril. Desde el seno materno Juan anuncia a Aquel que revelará al mundo la iniciativa de amor de Dios.
          2. "Desde el seno de mi madre me llamaste" (Salmo responsorial). Podemos hacer nuestra, hoy, esta exclamación del salmista. Dios nos conoció y amó antes aún que nuestros ojos pudieran contemplar las maravillas de la creación. Todo hombre al nacer recibe un nombre humano. Pero antes aún, posee un nombre divino:  el nombre con el cual Dios Padre lo conoce y lo ama desde siempre y para siempre. Eso vale para todos, sin excluir a nadie. Ningún hombre es anónimo para Dios. Todos tienen igual valor a sus ojos:  todos son diversos, pero iguales; todos están llamados a ser hijos en el Hijo.
          "Juan es su nombre" (Lc 1, 63). A sus parientes sorprendidos Zacarías confirma el nombre de su hijo escribiéndolo en una tablilla. Dios mismo, a través de su ángel, había indicado ese nombre, que en hebreo significa "Dios es favorable". Dios es favorable al hombre:  quiere su vida, su salvación. Dios es favorable a su pueblo:  quiere convertirlo en una bendición para todas las naciones de la tierra. Dios es favorable a la humanidad:  guía su camino hacia la tierra donde reinan la paz y la justicia. Todo esto entraña ese nombre:  Juan.
          Amadísimos hermanos y hermanas, Juan Bautista era el mensajero, el precursor:  fue enviado para preparar el camino a Cristo. ¿Qué nos dice la figura de san Juan Bautista precisamente aquí, en Kiev, al inicio de esta peregrinación a vuestra tierra? ¿No es providencial, en cierto sentido, el hecho de que esta figura se dirija a nosotros precisamente en Kiev?
          3. Aquí tuvo lugar el bautismo de la Rus'. Desde Kiev comenzó el florecimiento de vida cristiana que el Evangelio suscitaría primero en la tierra de la antigua Rus', luego en los territorios de la Europa del Este, y a continuación, más allá de los Urales, en los territorios asiáticos. Así pues, en cierto sentido, también Kiev ha desempeñado un papel de "precursor del Señor" entre los numerosos pueblos a los que llegaría el anuncio de la salvación partiendo de aquí.
          San Vladimiro y los habitantes de la Rus' recibieron el bautismo de misioneros procedentes de Constantinopla, el centro más grande del cristianismo de Oriente, y así la joven Iglesia entró en el ámbito de la riquísima herencia de fe y cultura de la Iglesia bizantina. Fue a fines del primer milenio.
          Aun viviendo según dos tradiciones diversas, la Iglesia de Constantinopla y la de Roma seguían todavía en plena comunión. En la carta apostólica Euntes in mundum escribí:  "Debemos agradecer juntos al Señor este hecho, que representa hoy un auspicio y una esperanza. Dios quiso que la madre Iglesia, visiblemente unida, acogiera en su seno, ya rico de naciones y pueblos, y en un momento de expansión misionera, tanto en Occidente como en Oriente, a esta nueva hija suya, nacida en las orillas del Dniéper" (n. 4:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 27 de marzo de 1988, p. 20).
          Así pues, si hoy, al celebrar la Eucaristía según la tradición romana, recordamos aquel momento tan profundamente vinculado a la tradición bizantina, lo hacemos con gratitud. Lo hacemos también con el deseo de que el recuerdo de la única fuente bautismal favorezca la recuperación de aquella situación de comunión en la que la diversidad de las tradiciones no impedía la unidad de la fe y de la vida eclesial.
          4. Con el bautismo que tuvo lugar aquí, en Kiev, comenzó la milenaria historia del cristianismo en los territorios de la actual Ucrania y de la región entera. Hoy, al tener la gracia de hallarme en este lugar histórico, mi mirada se dirige a los más de diez siglos durante los cuales la gracia de aquel primer bautismo se ha seguido derramando sobre las generaciones sucesivas de los hijos de esta nación. ¡Qué florecimiento de vida espiritual, litúrgica y eclesial se ha desarrollado por el encuentro de las diversas culturas y tradiciones religiosas! Esa espléndida herencia está ahora encomendada a vosotros, queridos hermanos y hermanas. En estos días de mi peregrinación a vuestra tierra, ruego a Dios, juntamente con vosotros, que vuestra generación, al inicio de un nuevo milenio, esté a la altura de las grandes tradiciones del pasado.
          Desde esta ciudad, cuna de la fe cristiana para Ucrania y para la región entera, dirijo la mirada y abrazo con afecto cordial a los hombres que habitan en estas tierras. Saludo, de modo especial, a los señores cardenales Marian Jaworski y Lubomyr Husar, al querido obispo de Kiev-Zitomir, mons. Jan Purwinski, a los venerados hermanos de la Conferencia episcopal ucraniana y del Sínodo de los obispos de la Iglesia greco-católica ucraniana, al clero, a los religiosos, las religiosas y los fieles de vuestras gloriosas y martirizadas Iglesias, que con tanta valentía han mantenido encendida la antorcha de la fe incluso en los tiempos oscuros de la persecución. Saludo al señor presidente de la República Leonid Kuchma y le agradezco su presencia.
          5. Pueblo de Dios que crees, esperas y amas en tierra ucraniana, gusta de nuevo con alegría el don del Evangelio, que recibiste hace más de mil años. Contempla, en este día, a san Juan Bautista, modelo perenne de fidelidad a Dios y a su ley. Él preparó a Cristo el camino con el testimonio de su palabra y de su vida. Imítalo con dócil y confiada generosidad.
          San Juan Bautista es ante todo modelo de fe. Siguiendo las huellas del gran profeta Elías, para escuchar mejor la palabra del único Señor de su vida, lo deja todo y se retira al desierto, desde donde dirigirá  la invitación a preparar el camino  del  Señor (cf. Mt 3, 3 y paralelos).
          Es modelo de humildad, porque a cuantos lo consideran no sólo un profeta, sino incluso el Mesías, les responde:  "Yo no soy quien pensáis, sino que viene detrás de mí uno a quien no merezco desatarle las sandalias" (Hch 13, 25).
          Es modelo de coherencia y valentía para defender la verdad, por la que está dispuesto a pagar personalmente hasta la cárcel y la muerte.
          Tierra de Ucrania, impregnada de la sangre de los mártires, ¡gracias por el ejemplo de fidelidad al Evangelio que has dado a los cristianos de todo el mundo! Muchos de tus hijos e hijas han caminado con plena fidelidad a Cristo; muchos de ellos han llevado su coherencia hasta el sacrificio supremo. Su testimonio debe servir de ejemplo y acicate para los cristianos del tercer milenio.
          6. En la escuela de Cristo, siguiendo las huellas de san Juan Bautista, de los santos y de los mártires de esta tierra, tened también vosotros, amadísimos hermanos y hermanas, la valentía de poner siempre en primer lugar los valores espirituales.
          Queridos obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, que habéis acompañado fielmente a este pueblo a costa de sacrificios personales de todo tipo y lo habéis sostenido en los tiempos oscuros del terror comunista, os doy las gracias y os exhorto a seguir siendo testigos celosos de Cristo y buenos pastores de su grey en la amada Ucrania.
          Vosotros, queridos jóvenes, sed fuertes y libres. No os dejéis engañar por espejismos de felicidad barata. Seguid el camino de Cristo:  ciertamente, Cristo es exigente, pero puede haceros gustar el sentido pleno de la vida y la paz del corazón.
          Vosotros, queridos padres, preparad el camino del Señor ante vuestros hijos. Educadlos con amor y dadles un buen ejemplo de coherencia con los principios que enseñáis. Y vosotros, los que tenéis responsabilidades educativas y sociales, sentíos comprometidos a promover siempre el desarrollo integral de la persona humana, cultivando en los jóvenes un profundo sentido de justicia y solidaridad con los más débiles.
          Todos y cada uno sed "luz de las naciones" (Is 49, 6).
          7. Tú, ciudad de Kiev, sé "luz de Ucrania". De ti salieron los evangelizadores que, en el decurso de los siglos, fueron los "Juan Bautista" de los pueblos que habitaban estas tierras. ¡Cuántos de entre ellos sufrieron, como Juan, por dar testimonio de la verdad y con su sangre se han convertido en semilla de nuevos cristianos. Ojalá que no falten en las nuevas generaciones hombres y mujeres del temple de estos gloriosos antepasados.
          Virgen santísima, protectora de Ucrania, tú desde siempre has guiado el camino del pueblo cristiano. Sigue velando sobre tus hijos. Ayúdales a no olvidar nunca el "nombre", la identidad espiritual que han recibido en el bautismo. Ayúdales a gozar siempre de la gracia inestimable de ser discípulos de Cristo (cf. Jn 3, 29). Sé tú la guía de cada uno. Tú, Madre de Dios y Madre nuestra, María.

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