523 San Juan Bautista es
el precursor (cf. Hch 13, 24) inmediato del Señor, enviado para
prepararle el camino (cf. Mt 3, 3). "Profeta del Altísimo"
(Lc 1, 76), sobrepasa a todos los profetas (cf. Lc 7, 26), de
los que es el último (cf. Mt 11, 13), e inaugura el Evangelio
(cf. Hch 1, 22; Lc 16,16); desde el seno de su madre (
cf. Lc 1,41) saluda la venida de Cristo y encuentra su alegría en ser
"el amigo del esposo" (Jn 3, 29) a quien señala como "el
Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn 1, 29).
Precediendo a Jesús "con el espíritu y el poder de Elías" (Lc 1,
17), da testimonio de él mediante su predicación, su bautismo de conversión y
finalmente con su martirio (cf. Mc 6, 17-29).
524 Al celebrar anualmente
la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías:
participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los
fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida (cf. Ap 22,
17). Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia se une al
deseo de éste: "Es preciso que él crezca y que yo disminuya" (Jn 3,
30).
608 Juan Bautista,
después de haber aceptado bautizarle en compañía de los pecadores (cf. Lc 3,
21; Mt 3, 14-15), vio y señaló a Jesús como el "Cordero de Dios
que quita los pecados del mundo" (Jn 1, 29; cf. Jn 1, 36).
Manifestó así que Jesús es a la vez el Siervo doliente que se deja llevar en
silencio al matadero (Is 53, 7; cf. Jr 11, 19) y carga con el
pecado de las multitudes (cf. Is 53, 12) y el cordero pascual símbolo
de la redención de Israel cuando celebró la primera Pascua (Ex 12, 3-14;
cf. Jn 19, 36; 1 Co 5, 7). Toda la vida de Cristo expresa
su misión: "Servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mc 10,
45).
Juan, Precursor, Profeta y
Bautista
717 "Hubo un hombre,
enviado por Dios, que se llamaba Juan. (Jn 1, 6). Juan fue "lleno del
Espíritu Santo ya desde el seno de su madre" (Lc 1, 15. 41) por obra
del mismo Cristo que la Virgen María acababa de concebir del Espíritu Santo. La
"Visitación" de María a Isabel se convirtió así en "visita de
Dios a su pueblo" (Lc 1, 68).
718 Juan es "Elías
que debe venir" (Mt 17, 10-13): El fuego del Espíritu lo habita y le
hace correr delante [como "precursor"] del Señor que viene. En Juan
el Precursor, el Espíritu Santo culmina la obra de "preparar al Señor un
pueblo bien dispuesto" (Lc 1, 17).
719 Juan es "más que un
profeta" (Lc 7, 26). En él, el Espíritu Santo consuma el "hablar
por los profetas". Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por
Elías (cf. Mt 11, 13-14). Anuncia la inminencia de la consolación de
Israel, es la "voz" del Consolador que llega (Jn1, 23; cf. Is 40,
1-3). Como lo hará el Espíritu de Verdad, "vino como testigo para dar
testimonio de la luz" (Jn 1, 7; cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con
respecto a Juan, el Espíritu colma así las "indagaciones de los
profetas" y la ansiedad de los ángeles (1 P 1, 10-12): "Aquél
sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que
bautiza con el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es
el Hijo de Dios [...] He ahí el Cordero de Dios" (Jn 1, 33-36).
720 En fin, con Juan Bautista,
el Espíritu Santo, inaugura, prefigurándolo, lo que realizará con y en Cristo:
volver a dar al hombre la "semejanza" divina. El bautismo de Juan era
para el arrepentimiento, el del agua y del Espíritu será un nuevo nacimiento
(cf. Jn 3, 5).
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