La
Santísima Virgen, María Magdalena, María Cleofás y otras santas mujeres
asistieron a la última Cena, en una sala contigua al Cenáculo, según una
antigua y piadosa tradición.
ORACION: ¡Madre de los creyentes, dulce Virgen María! Tu comulgaste de
las manos de tu Hijo Jesucristo en la Ultima Cena, pídele ahora que estas con
el en el Cielo, que aumente nuestra fe en su Presencia Real en la Sagrada
Eucaristía, aquí en la Tierra.
II.-SEGUNDA ESTACION: LA VIRGEN MARIA RECIBE AVISO DE QUE HAN APREHENDIDO A
JESUS.
Cuando
llegó Judas con los guardias y criados de Caifás a aprehender a Jesús, uno de
los apóstoles que estaba con Jesús en el Huerto de los Olivos fué corriendo al
Cenáculo para avisar a María.
ORACION: ¡Que golpe tan duro recibiste, Madre mía, al saber que Jesús
había sido aprehendido como si fuera un malhechor! Por la pena tan grande que
tuviste, haz Señora, que no nos olvidemos nunca del sufrimiento de tantas
madres, que tienen hijos en las cárceles.
III.-TERCERA ESTACION: MARIA ENCUENTRA A PEDRO QUE HA NEGADO A JESUS.
A
Jesús lo llevaron del Huerto de los Olivos a la casa de Caifás. Ahí, Pedro el
apóstol principal, lo negó. Es muy probable que María haya ido en la noche a
buscar en donde habían encarcelado a su Hijo, y que en el camino haya
encontrado a Pedro, llorando su traición.
ORACION: Señora, tu que supiste lo que se siente cuando aquellos en
quienes más se confía dan la espalda por miedo, concédenos que nunca, ante nada
ni nadie, sintamos temor de llamarnos cristianos o de actuar como cristianos.
IV.-CUARTA ESTACION: LA VIRGEN MARIA EN LA NOCHE AMARGA DEL
PRENDIMIENTO.
La
Santísima Virgen no debe haber podido ver a Jesús en aquella noche del
prendimiento. En la casa de Caifás lo condenaron a muerte y ahí mismo lo
encerraron, atadas las manos. Fue esa noche una noche muy larga para María, en
la que no pudo dormir ni siquiera un momento.
ORACION: ¡Madre de las angustias, qué noche de insomnio y lágrimas
tuviste cuando apresaron a Jesús! Que nosotros en recuerdo de esa tu noche de
amargura, compadezcamos a los enfermos que sufren angustiados en las
interminables noches de dolor en los hospitales.
V.-QUINTA ESTACION: MARIA EN EL PRETORIO DE PILATO.
Al
día siguiente, el viernes, llevaron muy temprano a Jesús ante el Procurador
romano Poncio Pilato. Los fariseos querían que Pilato mandara ejecutarlo. Es
muy probable que entre la turba que estaba en el pretorio estuviera María, y
que con sus propios ojos contemplara a Jesús, cuando Pilato lo mostró al pueblo
azotado, coronado de espinas, y con un manto de púrpura para burlarse de el,
porque decía ser Rey.
ORACION: Señora Madre mía, ¡qué dolor tan inmenso debe haber sido tu
dolor, al ver a tu Hijo hecho pedazos y no poder hacer nada por el! Compadece,
oh Madre, a las madres que tienen hijos destrozados por el alcohol o por las
drogas, y ayúdalas ahora que sí puedes ayudarlas; tú que entonces no pudiste
ayudar a tu Hijo.
VI.-SEXTA ESTACION: MARIA VE CUANDO PILATO ENTREGA A JESUS Y LO LLEVAN A
CRUCIFICAR.
La
Virgen estaba presente en el Pretorio cuando Pilato, queriendo salvar a Jesús,
sacó a Barrabás y preguntó a la plebe a quien quería que soltara, y prefirieron
a Barrabás, que era un ladrón y homicida. Luego preguntó Pilato: y a este, ¿qué
voy a hacer con el? y todos gritaban: ¡crucifícale! Pilato se lavó entonces las
manos y les entregó a Jesús para que lo crucificaran.
ORACION: Virgen Santa María, tu que viste cómo fue rechazado Jesús por
la plebe y cómo Pilato, en contra de su conciencia, nada mas por no perder un
puesto público, lo entregó para que lo crucificaran. Pídele al Señor que cambie
el corazón de nuestros políticos cobardes y corruptos, y el de todos cuantos
quieren crucificar a nuestro pueblo.
VII.-SEPTIMA ESTACION: MARIA ENCUENTRA A JESUS EN LA VIA DOLOROSA.
En
la Vía Dolorosa, entre las muchedumbres que empujaban los soldados, para que abran
paso a los que llevan a crucificar, ve María de cerca de su Hijo Jesús, que va
sangrando con la Cruz a cuestas, tambaleante y con la cabeza coronada de
espinas, y la cara desfigurada por los golpes.
ORACION: Cuando viste a Jesús, Madre mía, que iba muriéndose en la
calle, sentiste que se te hacia pedazos el corazón. Vennos ahora a nosotros también
de cerca, como viste a Jesús, y apiádate de nosotros, pues tenemos desfigurada
el alma por nuestros pecados.
VIII.-OCTAVA ESTACION: MARIA EN EL CALVARIO.
Entre empellones de la turba que quería un
buen lugar para presenciar de cerca el sangriento espectáculo, María llego a la
cima del Calvario. El griterío de toda aquella gente enloquecida por la maldad
cesó de pronto. Se escucharon tan sólo los martillazos de los clavos, cuando
estaban crucificando a Jesús.
ORACION: Los clavos parecían irse hundiendo en tu pecho, Virgen Pura.
Cada golpe del martillo lo sentías vibrar en tu cabeza. Tú que sufriste tanto
con Jesús, alcánzanos de él estas dos Gracias: que no sean en vano para
nosotros los sufrimientos tuyos y de tu Hijo Divino, y que podamos sufrir,
aunque sea un poco, por Jesús.
IX.-NOVENA ESTACION: LA VIRGEN MARIA EN LA CRUCIFIXION.
María,
junto con las otras mujeres, estaba al pie de la Cruz. También Juan, el
discípulo amado la acompañaba. Fue el único que tuvo valor para estar presente
en esos momentos. Jesús le dijo a Juan: “He
ahí a tu Madre”.
ORACION: ¡Señora y Madre nuestra! “Juan…”
somos todos los discípulos de Jesús. Jesús quiso que fueras la Madre de cuantos
creyéramos en su Persona y en sus enseñanzas. Nosotros creemos y tú eres, pues,
nuestra Madre. Ruega, Madre por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amen.
X.-DECIMA ESTACION: MARIA ESTABA JUNTO A LA CRUZ CUANDO JESUS EXPIRO.
Jesús
murió como a las tres horas de haber sido clavado en la Cruz. José de Arimatea
y José Nicodemo fueron a buscar a Pilato para pedirle el Cuerpo de Jesús, para
darle sepultura. Mientras María estaba junto a la Cruz, petrificada de dolor,
con su Hijo muerto, ahí colgado de los clavos y ella sin poder bajarlo.
ORACION: ¡Señora del gran dolor sin llanto, que pareces estatua de
dolor, ahí junto a la Cruz, donde pende ya muerto tu Hijo! Te pedimos que nos
alcances el poder sentir en nuestro corazón un gran amor por Jesús, que murió
por salvarnos, y por ti, que sufriste tanto con Jesús, y un gran dolor por
nuestra ingratitud y nuestros pecados.
XI.-DECIMA PRIMERA ESTACION: MARIA EN EL DESCENDIMIENTO.
Por fin, horas después que murió Jesús,
vinieron José de Arimatea, José Nicodemo y Juan a bajar el Cuerpo del Señor.
Llevaron escalera, lo desclavaron y fueron, poco a poco, bajando el Cuerpo,
hasta donde estaba María y las otras mujeres.
ORACION: Jesús, el más bello de los hombres, el Amor hermoso que se hizo
carne, está muerto. Sus miembros cuelgan sin vida, mientras lo bajan de la
Cruz. Señora, Madre mía, perdónanos. Nosotros tuvimos la culpa de que lo
crucificaran y de que esté muerto. El murió por nuestros pecados. Perdónanos y
apiádate de nosotros.
XII.-DUODECIMA ESTACION: LA PIEDAD DE MARIA.
¡Qué
delicadeza tan grande la de María! Tiene en su regazo a su Hijo ya muerto y está
limpiándole el rostro y todo el Cuerpo. En la barba hay coágulos pegados. En la
cabeza tiene las llagas que le hicieron las espinas. La espalda está destrozada
por los golpes, y las manos y los pies son como flores rojas por la sangre
reseca.
ORACION: Tu piedad inmensa, Señora. El amor a tu Hijo te impulsa a tener
fuerzas para arreglar su Cuerpo destrozado. Ten piedad también de nosotros, mi
Virgen Madre amada y querida. Ponnos como la Madre amorosa en tu regazo, y
limpia con tu mano bendita las manchas de nuestras almas.
XIII.-DECIMA TERCERA ESTACION: MARIA EN LA SEPULTURA DE JESUS.
Llevaron
a Jesús a un sepulcro nuevo, que era de José de Arimatea y estaba ahí junto al
Calvario. María y las otras mujeres empezaron a ungir con perfumes el Cuerpo de
Jesús, para embalsamarlo, pero cayó la noche y era Víspera de Sábado de Pascua.
Les estaba prohibida en sábado cualquier actividad. Dejaron pendiente su
trabajo y se retiraron del sepulcro.
ORACION: Madre de los dolores, que cuando sepultaste a Jesús, que era tu
vida, fue como si tú misma te sepultaras; ten compasión, te pedimos, de las
madres que pierden a sus hijos y sienten, como tu, que al perderlos, ellas
mismas están perdiendo la vida. Consuélalas, Señora, con la esperanza de la
Vida Eterna para ellas y sus hijos que han muerto.
XIV.-DECIMA CUARTA ESTACION: SOLEDAD DE MARIA.
Del
sepulcro, cuando ya había caído la noche, volvieron al Cenáculo María, las otras
mujeres y el apóstol Juan. Ahí estaban los otros apóstoles, que se habían
escondido por miedo a los judíos. María, en silencio, sentada en un rincón pasó
toda la noche, sintiendo en su alma la amarga soledad de una madre que acaba de
perder a su Hijo único, que era, mas que para cualquier madre, la razón de su
vida.
ORACION: Madre, déjanos contemplarte en la soledad tan grande en que te
encuentras. Estás sola, muda por el dolor, sin lágrimas en los ojos, porque no
tienes ni el consuelo de las lágrimas. Estamos viéndote sufrir con los ojos de
nuestras almas, Madre mía. Escucha, Señora, mi Oración: te hablo como un hijo
que necesita la ayuda de su Madre. Ten misericordia de nosotros, Virgen de los
Dolores y de la Soledad, pídele por nosotros a tu Hijo Jesucristo, para que
perdone nuestros pecados y nos conceda su Gracia.
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