Juan
2,13-25
Y
estaba cerca la Pascua de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.
Y
halló en el templo vendiendo bueyes y ovejas y palomas, y a los cambistas
sentados. Y haciendo de cuerdas como un azote, los echó a todos del templo, y
las ovejas y los bueyes, y arrojó por tierra el dinero de los cambistas, y
derribó las mesas. Y dijo a los que vendían palomas: "Quitad esto de aquí,
y la casa de mi Padre no la hagáis casa de tráfico". Y se acordaron los
discípulos que está escrito: El celo de tu casa me comió.
Y
los judíos le respondieron, y dijeron: "¿Qué señal nos muestras de que
haces estas cosas?" Jesús les respondió, y dijo: "Destruid este
templo, y en tres días lo levantaré". Los judíos le dijeron: "¿En
cuarenta y seis años fue hecho este templo, y tú lo levantarás en tres
días?" Mas El hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre
los muertos, se acordaron sus discípulos que por esto lo decía, y creyeron a la
Escritura y a la palabra que dijo Jesús.
Y
estando en Jerusalén en el día solemne de la Pascua, muchos creyeron en su
nombre, viendo los milagros que hacía. Mas el mismo Jesús no se fiaba de ellos,
porque los conocía a todos. Y porque El no había menester que alguno le diese
testimonio del hombre; porque sabía por sí mismo lo que había en el hombre.
Orígenes, in
Ioannem, tom. 10
¿Y qué se propone al añadir de los judíos? No que la solemnidad de la
Pascua se celebrara en algún otro pueblo. Acaso quería manifestar la diferencia
que hay entre la Pascua de los hombres, esto es, la de aquéllos que no la
celebran conforme a la voluntad o propósito de la Sagrada Escritura, y la
Pascua divina o verdadera, que se verifica en espíritu y en verdad. Y para
distinguir la divina, dice: de los judíos.
Prosigue: "Y subió a Jerusalén".
Alcuino
Leemos dos veces en el Evangelio que Jesús subió a Jerusalén: una en el
primer año de su predicación, cuando San Juan no había aún sido llevado a la
cárcel; de esta subida es de la que se habla aquí. Y otra en el año en que
padeció. El Señor nos dio ejemplo respecto del gran cuidado que debemos tener
acerca del cumplimiento de los preceptos divinos. Porque si el mismo Hijo de
Dios cumplía los preceptos de la Ley, dictada por sí mismo, celebrando las
solemnidades con los demás hombres, ¿con cuánto cuidado no deben prepararse y
celebrar con buenas obras estas mismas solemnidades, aquellos que únicamente
son siervos de Dios?
Orígenes, ut
sup
Es Jerusalén la ciudad de un gran Rey, como dice el mismo Salvador, a la
que ninguno de los que permanecen en la tierra sube ni entra. Pero cualquier
alma que llega a conseguir la perfección espiritual y el conocimiento perfecto
de los misterios comprensibles, es habitante de esta ciudad, a la que se dice
que subió únicamente Jesús. Parece que los discípulos debieron estar después
presentes, porque recuerdan aquel dicho de Jesús: "El celo de tu casa me
comió". Pero Jesús ascendió en cada uno de sus discípulos.
Beda, super
Mat 21, 12
Cuando el Señor vino a Jerusalén, se dirigió en seguida al templo a
orar, dándonos ejemplo de que cuando lleguemos a algún punto donde hay un
templo de Dios, debemos dirigirnos lo primero a él y hacer oración. Por esto
dice: "Y encontró en el templo vendiendo bueyes, ovejas y
palomas".
San Agustín, in
Ioannem, tract.10
Se concedió a aquel pueblo el ofrecimiento de estos sacrificios por ser
muy carnal, con el fin de que no se dedicase al culto de los ídolos; por esto
sacrificaban bueyes, ovejas y palomas.
Beda, ut sup
Y como algunos venían de muy lejos y no podían traer consigo lo que
habían de ofrecer, lo obtenían allí por dinero. Por lo que los escribas y los
fariseos ordenaron en cierta época que hubiese esta clase de animales en el
templo, para que los que viniesen comprasen y los ofreciesen, y después vendían
a otros lo que antes ya se había ofrecido, y así obtenían una inmensa ganancia.
Con este fin había cambistas que estaban en sus mesas facilitando los contratos
entre los compradores y vendedores de víctimas con su dinero; por esto dice:
"Y a los cambistas sentados". Mas el Señor, no queriendo que en su
casa hubiese negociaciones terrenas, ni aun las que parecían honestas, arrojó
fuera a todos los negociantes.
San Agustín, ut
sup
Y Aquél que sería más adelante azotado por los judíos, los azotó antes.
Por esto sigue: "Y haciendo de cuerdas una especie de látigo, los echó a
todos del templo", etc.
Teofilacto
Y no sólo echó a los que vendían y compraban, sino también lo que a
éstos pertenecía. Por esto sigue: "Y las ovejas y los bueyes, y arrojó por
tierra el dinero de los cambistas", esto es, las mesas de cambio que eran
como depósitos de dinero.
Orígenes, ut
sup
Consideremos también, no nos parezca cosa enorme, que el Hijo de Dios
preparó una especie de látigo de las cuerdas que había recogido para arrojar
del templo. Para explicar esto, nos queda una poderosa razón. El divino poder
de Jesús, cuando quería podía contrarrestar la furia de sus enemigos, aun
cuando fuesen muchos, y apagar el fuego de sus maquinaciones. Porque el Señor
disipa las determinaciones de las gentes y reprueba los pensamientos de los
pueblos ( Sal 132,10). La historia presente nos demuestra que no tuvo
un poder menos fuerte para esto que para hacer milagros; además, que es mayor
este hecho que el milagro de haber convertido el agua en vino, porque allí
había una materia inanimada, pero aquí se desbaratan los tráficos de muchos
miles de hombres.
San Agustín, De
Cons evang, 2, 67
Se sabe que esto no lo hizo el Señor una sola vez, sino en repetidas
ocasiones. Pero San Juan sólo refiere este hecho concreto, y los otros tres
evangelistas hablan de su repetición.
Orígenes, ut
sup
Y San Juan dice aquí que arrojó a los que vendían en el templo, y San
Mateo dice que arrojó a los que vendían y compraban. Mas el número de los que
compraban era mayor que el de los que vendían, cuya expulsión debía ser difícil
para el que se consideraba como el hijo de un carpintero. Pero por disposición
divina, todos estaban sometidos a su dominio, como se ha dicho.
Beda
En esta lección se revela la doble naturaleza de Cristo: la humana, en
cuanto le acompaña su Madre; y la divina, en cuanto se demuestra que es verdadero
Hijo de Dios. Y prosigue: "Y dijo a los que vendían palomas: quitad esto
de aquí, y no hagáis la casa de mi Padre casa de tráfico".
Crisóstomo, in
Ioannem, hom. 22
Llama Padre a Dios, y no se ofenden porque creían que decía esto por
sencillez; pero como después lo dijo con más claridad, y dejaba conocer la
igualdad, se enfurecieron contra El. Y San Mateo dice ( Mt 21,13) que
cuando los arrojaba les increpaba diciéndoles: "No queráis hacer mi casa
cueva de ladrones". Hizo esto cuando se aproximaba su pasión, y por eso
usaba de palabras más duras. Mas lo que ahora dice San Juan sucedió al
principio de su predicación, y por eso no usa de términos duros, sino suaves.
San Agustín, ut
sup
Aquel templo no era otra cosa más que una figura, y el Señor arrojó a
todos los que venían allí a traficar. ¿Y qué es lo que allí vendían? Lo que los
hombres necesitaban para los sacrificios de aquellos tiempos. ¿Qué hubiera
dicho si allí hubiera encontrado borrachos? Si no debe hacerse negociación
ninguna en la casa del Señor, ¿deberá hacerse casa de bebidas?
Crisóstomo, ut
sup
¿Pero qué fin se propuso el Salvador al obrar con tanta vehemencia? El
que había de curar en día sábado y había de hacer muchas cosas que parecían
contrarias a la Ley, hizo esto, aunque con peligro, para no aparecer como
enemigo de Dios, dando a entender que aquél que en los peligros se expone por
el honor que se debe a la casa de Dios, no menosprecia al Señor de ella, y por
lo tanto, para demostrar su conformidad con Dios, no dijo "la casa
santa", sino "la casa de mi Padre". Y por esto añade también el
Evangelista: "Y se acordaron sus discípulos que está escrito: el celo de
tu casa me comió" 1.
Beda, ut sup
Mas sus discípulos, viendo en el Salvador este celo ardentísimo, se
acordaron de que el Salvador había arrojado a los impíos del templo por el celo
que tenía por la casa de su Padre.
Alcuino
El celo, cuando se toma en buen sentido, es cierto fervor del alma en
que ésta se enciende, prescindiendo de todo respeto humano, por la defensa de
la verdad.
San Agustín, ut
sup
Es comido también por el celo de la casa de Dios aquél que se esfuerza
por enmendar todo lo malo que en ella encuentra, y si no puede enmendarlo, lo
tolera, pero se aflige. Por lo tanto, si te esfuerzas porque en tu casa nada
malo se haga, en la casa de Dios, donde se encuentra la salvación, ¿deberás
tolerar, en lo que de ti dependa, si algo malo encuentras? Si es un amigo, se
le advierte con prudencia; si es tu mujer, repréndela con severidad; haz todo
lo que puedas y según sea la persona que tengas a tu cargo.
Alcuino
El Señor entra todos los días en su Iglesia espiritualmente y allí
atiende cómo se porta cada cual. Evitemos, pues, en la Iglesia las
conversaciones, las risas, los odios y las ambiciones, no sea que viniendo el
Señor cuando menos se le espera, nos arroje de su Iglesia a latigazos.
Orígenes, in
Ioannem, tom. 11
Es posible además que Jerusalén cayera por su delito, o que se
extraviasen mucho los más capaces e ingeniosos, que si no se convirtieron
después de su pecado, perdieron la capacidad y la fuerza de su ingenio.
Encuentra en el templo, esto es, en las funciones religiosas o en la
enunciación de la predicación eclesiástica, o a algunos que convierten la casa
de su Padre en casa de negociación; a los que exponen a la venta sus bueyes,
que conviene guardar para el arado, no sea que al retroceder ya no puedan ser
aptos para el reino de Dios; y también a aquéllos que prefieren el dinero de la
iniquidad a las ovejas de quienes obtienen lo necesario para su vestido. Y hay,
por último, también algunos que menosprecian la candidez de las palomas por su
mal desempeño en la vida privada. Cuando el Señor encuentra a estos tales en su
santa casa, hace como un azote de varios cordeles, y los hace huir con las
ovejas que tienen a la venta, y esparce todas sus ganancias, como indignas de
ser conservadas en la casa de Dios. También arranca las tablas colocadas en las
almas de los avaros, y manda que no se vuelva a vender palomas en la casa de
Dios. Y yo creo que estableció esto como ejemplo, en confirmación de lo que
antes había dicho en secreto, con el fin de que en ello comprendamos que si
algo debe hacerse respecto de aquella oblación sagrada que hacen los
sacerdotes, no deben hacerse fijando la atención únicamente en el rito de las
cosas sensibles, ni se debe observar la Ley en sentido material, como lo hacían
los judíos. Porque arrojando Jesús fuera los bueyes y las ovejas; mandando
echar fuera las palomas, que eran las que se ofrecían en mayor número, según la
costumbre de los judíos, y tirando por tierra las mesas de los cambiadores
materiales, no de una manera terminante, sino de un modo figurado, se refiere a
las divinas impresiones que experimentan los que obran bien, esto es, aquellas
cosas que parecían buenas según lo que está escrito en la Ley; por último,
usando del azote contra la plebe, se refería a aquellas cosas que deben
disolverse o desterrarse, una vez trasladado su reino a los gentiles que
creyeron en El.
San Agustín, ut
sup
Los que venden en la Iglesia son los que buscan lo que les agrada y no
lo que le agrada a Jesucristo, haciéndolo todo vendible, porque quieren ser
pagados. Simón Mago quiso comprar la gracia del Espíritu Santo, porque se
proponía venderla. Era de aquellos que vendían palomas, porque el Espíritu
Santo apareció en forma de paloma; pero la paloma no se vende, se da gratis,
porque se llama gracia.
Beda
Venden también palomas los que dan la gracia recibida del Espíritu
Santo, no gratis, como está mandado, sino por premio, y los que conceden la
imposición de las manos, en la que va representada la gracia del Espíritu
Santo, aun cuando no lo hagan para ganar dinero, sin embargo lo hacen para
captarse el favor de la plebe; venden también palomas, del mismo modo que
aquéllos que conceden las sagradas órdenes no por el mérito de la vida, sino
por dispensar el favor.
San Agustín, ut
sup
Se entienden por bueyes los apóstoles y los profetas que nos prepararon
las Sagradas Escrituras. Y aquellos que engañan a los pueblos, de quienes
esperan recibir honores con estas mismas Escrituras, venden los bueyes y venden
las ovejas, esto es, a los mismos pueblos. ¿Y a quién los venden sino al
diablo? Todo lo que se separa de la única Iglesia, ¿quién lo recibe sino el
león rugiente que por todas partes ronda, buscando a quien devorar, según dice
San Pedro? (1Pe 5,8).
Beda
Las ovejas son también todas las obras buenas y piadosas. Venden, pues,
ovejas todos aquellos que dan sus limosnas al templo en calidad de préstamo, o
hacen buenas obras para ganarse el afecto humano y éstos son todos aquellos que
sirven a la Iglesia manifiestamente sólo por miramientos humanos. Y hacen también
casa de negociación la casa del Señor, no sólo todos aquéllos que ejercen las
sagradas órdenes por dinero, por alabanza o por honor, sino también aquellos
que no llenan en la Iglesia los deberes espirituales del cargo que recibieron
por la gracia del Señor, con buena intención, sino con el fin de obtener
retribución humana.
San Agustín, ut
sup
El Señor nos dio a conocer todo esto cuando hizo aquel látigo de retazos
de cordel y azotó a todos los que negociaban en el templo. Además, cada uno
añade a sus pecados, una nueva malicia cuando comete esta clase de faltas, mas
cuando los hombres sufren algo por sus pecados, reconozcan que el Señor hace
como un azote de varios cordeles, y aun les advierte que muden de vida, porque
si no, en el final oirán aquellas palabras: "Atadle de pies y manos"
(Mt 22,13).
Beda
Habiendo hecho el azote de trozos de cordel, los arrojó del templo, de
donde son arrojados aquellos que, elegidos y puestos entre los santos, o bien
hacen sus buenas obras de una manera fingida, o abiertamente obran mal. También
arrojó las ovejas y los bueyes, porque manifiesta que la vida y la enseñanza de
estos tales están representados en ellos. También arrojó por el suelo el dinero
de los cambistas, y volcó sus mesas, porque quitará aun la forma de las mismas
cosas que estimaron los réprobos condenados en el fin del mundo. También mandó
quitar del templo las ventas de las palomas, porque la gracia del Espíritu
Santo, que se recibió gratis, debe darse gratis.
Orígenes
Puede entenderse también por templo el alma de alguno que sea celoso, en
la que habita el Verbo de Dios, aunque antes de conocer la celestial doctrina
de Jesús hubiese estado ocupada por los cuidados de la tierra y las pasiones
carnales. Representa estos movimientos el buey, porque es el que trabaja en el
campo; la oveja representa el movimiento de las ideas insensatas, que es lo que
más abunda en los animales irracionales; la paloma es la que representa la
inconstancia de las imaginaciones ligeras, y aquello que parece obrar bien, son
los dineros que Jesucristo arrojó con su celestial doctrina para que ya nunca
vuelva a ser mercado la casa de su Padre.
Y los judíos le
respondieron, y dijeron: "¿Qué señal nos muestras de que haces estas
cosas?" Jesús les respondió, y dijo: "Destruid este templo, y en tres
días lo levantaré". Los judíos le dijeron: "¿En cuarenta y seis años
fue hecho este templo, y tú lo levantarás en tres días?" Mas El hablaba
del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, se acordaron
sus discípulos que por esto lo decía, y creyeron a la Escritura y a la palabra
que dijo Jesús. (vv. 18-22)
Teofilacto
Como los judíos veían que Jesús hacía tales cosas con gran poder, y
diciendo: "No queráis hacer la casa de mi Padre casa de negociación",
le piden una señal. Por esto le dicen: "¿Qué señal nos muestras de por qué
haces estas cosas?"
Crisóstomo, in
Ioannem, hom. 23
¿Pero acaso necesitaban de alguna señal para dejar de hacer lo que tan
indebidamente hacían? ¿Acaso el estar poseído de este gran celo por la casa del
Señor no era el mayor de todos los signos? Los judíos se acordaban de las
profecías y sin embargo, pedían una señal, sin duda porque sentían que se
interrumpiese su ganancia; ¡torpes! ¿Y querían por esto evitar que el Salvador
procediese de tal manera? Sin duda querían moverlo, o bien a que hiciese
milagros o a que desistiese de hacer lo que hacía. Por lo tanto, no les da
señal alguna, como respondió más adelante a los que también se lo pidieron,
diciéndoles lo mismo que a aquéllos: "Esta generación mala y adúltera
desea una señal, pero no se le dará otra que la del profeta Jonás" ( Mt 12,39).
Pero entonces respondió lo mismo con más claridad; ahora se nos dice también,
pero con más oscuridad: mas Aquél que se adelanta dando señales a los que no
las piden, seguramente no hubiera rechazado aquí a los que las pedían, si no
hubiese sido porque conoció su mala intención. Sigue, pues: "Y les dijo:
destruid este templo, y en tres días lo levantaré".
Beda
Cuando pedían una señal a Jesús, manifestaban que querían conocer por
qué arrojaba del templo aquellos comercios acostumbrados. Respondió que aquel
templo representaba el templo de su cuerpo, en el cual no habrá mancha alguna
de pecado. Como diciendo: Así como purifico a este templo inanimado de vuestros
comercios y maldades con mi poder, así resucitaré este cuerpo mío tres días
después que haya muerto por vuestras manos.
Teofilacto
Y no se diga que los incite a que cometan un homicidio, diciendo
"destruid", sino que les da a entender que conoce lo que intentan.
Oigan, pues, los arrianos 2, cómo el Señor es
el destructor de la muerte, por cuanto dice: "Levantaré", esto es,
con su propia virtud.
San Agustín, in
Ioannem, tract. 10
Lo resucitó su Padre en realidad, a quien se dice en los salmos:
"Levántame y volveré a ellos" ( Sal 40,11). Pero ¿qué hizo
el Padre sin el Verbo? Por lo tanto, lo mismo que el Padre resucita al Hijo,
Este resucita también, porque el Hijo había dicho: "Yo y el Padre somos
uno solo" ( Jn 10,30).
Crisóstomo, ut
sup
Y ¿por qué les da como signo el de la resurrección? Porque esto era
principalmente lo que daba a conocer que Jesús no era un puro hombre; que podía
triunfar de la muerte y destruir en poco tiempo su larga tiranía.
Orígenes, ut
sup
Una y otra cosa, esto es, el cuerpo de Jesús y el templo, me parece que
representan la Iglesia, porque ésta se levanta con piedras vivas, se convierte
en casa espiritual y en sacerdocio santo por aquellas palabras de San Pablo:
"Vosotros sois cuerpo de Cristo y miembros de miembro" ( 1Cor 12,27).
Y así como vemos que se destruye el edificio levantado con piedras, también
todos los huesos de Jesucristo habían de disgregarse con las contrariedades de
las tribulaciones; mas sería reconstruido y resucitado al tercer día, porque
estaría presente en el nuevo cielo y en la nueva tierra. Así como el cuerpo
visible de Jesucristo fue crucificado y sepultado, y resucitó después, así el
cuerpo total de Cristo, formado por los santos, está crucificado con El. Cada
uno de ellos en ninguna otra cosa se gloría más que en la cruz de Jesucristo,
por medio de la que vive crucificado al mundo. También fue sepultado con
Jesucristo, y resucitó con El porque andaba en cierta novedad de vida, aunque
todavía no ha resucitado en cuanto a la bienaventurada resurrección. Por esto
no se escribió lo resucitaré al tercer día, sino en tres días; se concluye su
levantamiento dentro de los tres días.
Teofilacto
Como los judíos creían que hablaba del templo inanimado, se reían de El.
Por esto sigue: "¿En cuarenta y seis años fue hecho este templo y tú lo
levantarás en tres días?".
Alcuino
Y debe advertirse que no hablaban ellos de la primera edificación, que
se hizo en tiempo de Salomón, que duró siete años, sino de la reedificación que
se hizo en tiempo de Zorobabel, que duró cuarenta y seis, a causa de los
impedimentos que les oponían los enemigos
Orígenes, ut
sup
Dice alguno que deben computarse estos cuarenta y seis años desde el
momento en que David habló al profeta Natán, consultándole acerca de la
construcción del templo y de los medios de allegar materiales para dicha
construcción. Examínese si en el número de cuarenta y seis años que se
establece para la construcción del templo podrán entenderse las cuatro decenas
por los cuatro elementos de que se compone el mundo, y los seis restantes
porque el hombre fue creado en el sexto día.
San Agustín, De
Trin., 4, 5
O bien este número responde a la perfección total del cuerpo del Señor.
Cuarenta y seis veces seis hacen doscientos setenta y seis, que computándolo en
días, forma nueve meses y seis días. Y la perfección del cuerpo de Cristo, con
arreglo a las tradiciones que la Iglesia ha recibido de los antepasados,
comprende precisamente esos mismos días, pues se cree que fue concebido y
padeció el día octavo antes de las calendas 3 de abril, esto es, el 25 de
marzo, y que nació en el octavo antes de las calendas de enero, que corresponde
al 25 de diciembre; de una a otra fecha se computan doscientos setenta y seis
días, que abrazan cuarenta y seis veces el número seis.
San Agustín, lib.
83 Quaet, qu. 36
Se dice también que la concepción humana procede y se perfecciona en
esta manera. En los seis primeros días tiene un aspecto de materia láctea;
conviértese en los nueve días siguientes en sangre; de aquí a doce días
adquiere solidez; siguen otros dieciocho días, en los cuales se forma, hasta
que los miembros adquieren la perfección de sus lineamientos, y en el tiempo
restante hasta el parto va aumentando de volumen. Ahora bien, seis y nueve y
doce y dieciocho, hacen una suma de cuarenta y cinco, a los cuales si se añade
una unidad, tendremos los cuarenta y seis. Multiplicando esta cantidad por el
número seis, que es la norma de esta ordenación, tendremos doscientos setenta y
seis, esto es, nueve meses y seis días. No se dice, pues, sin razón, que se
había construido en cuarenta y seis años el templo, que aquí significa el
cuerpo de Cristo, porque el mismo número de años que se emplearon en el templo,
tantos días se necesitaron para la organización del cuerpo de Jesús.
San Agustín, in
Ioannem, tract. 10
Aunque el Señor tomó su cuerpo de la descendencia de Adán, no tomó su
pecado; de él tomó el templo de su cuerpo, pero no la maldad, que había de
arrojar de ese templo. Si se combinan cuatro nombres griegos: anatole, que
quiere decir Oriente, dysis, que quiere decir Occidente, arctos, que
quiere decir Norte, mesembria, que quiere decir Sur, tenemos las letras
que forman el nombre de Adán 4. Se dice que el Señor habrá de reunir a sus escogidos de los cuatro
vientos de la tierra cuando venga el día del juicio. Las letras del nombre de
Adán tienen este número, según los griegos, y allí se ve que el templo ha sido
edificado en cuarenta y seis años. Tiene Adán, a que es uno y d que
es cuatro, a que es uno y m que es cuarenta. Y así tenemos
los cuarenta y seis. Los judíos, como eran carnales, todo lo interpretaban en
sentido material, y Jesús habla en sentido espiritual; mas nos dio a conocer de
qué templo hablaba por medio del Evangelista. Sigue, pues: "Mas él hablaba
del templo de su cuerpo".
Teofilacto
De aquí nació la contradicción de Apolinar 5, que deseaba demostrar que la carne
de Jesucristo era inanimada, por la razón de que inanimado era el templo. Luego
hace la carne de Jesucristo semejante a la piedra y a la madera con las que se
construye el templo. Pero si dice el Salvador, según San Juan: "Mi alma
está turbada" ( Jn 17,27), etc., y en otro lugar: "Tengo
potestad para poner mi alma" ( Jn 10,18); si nunca se dice esto
respecto del alma racional, ¿cómo se interpretarán aquellas palabras de San
Lucas: "En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu" ( Lc 23,46)?
No podría entenderse esto en cuanto al alma racional, ni lo que se dice en el
Salmo: "No abandones mi alma en el infierno" ( Sal 15,10).
Orígenes
Por esto se considera el cuerpo del Señor como un templo, porque así
como el templo contenía la gloria de Dios, que habitaba en él, así el cuerpo de
Jesucristo, representando a la Iglesia, contiene al Unigénito, que es la imagen
y la gloria de Dios.
Crisóstomo, in
Ioannem, hom. 22
Dos razones había que se oponían a que los discípulos del Señor
comprendiesen esto: una, la misma resurrección, y otra, que era la mayor, a
saber, que era Dios el que habitaba en aquel cuerpo, y que el Señor estaba
oculto cuando decía: "Destruid este templo y en tres días lo
levantaré", etc. Y por lo tanto añade: "Y cuando resucitó de entre
los muertos, se acordaron sus discípulos que por esto lo había dicho, y
creyeron a la Escritura, y a la palabra que dijo Jesús", etc.
Alcuino
Antes de la resurrección no entendían las Escrituras, porque aún no
habían recibido al Espíritu Santo que aún no les había sido enviado porque
Jesús no había sido glorificado todavía. Mas en el mismo día de la
resurrección, cuando el Señor se apareció a sus discípulos, les aclaró sus
inteligencias para que comprendiesen lo que acerca de El estaba escrito en la
Ley y en los profetas. Y entonces creyeron en las Escrituras, esto es, en los
profetas que habían predicho la resurrección de Jesucristo en el tercer día, y
en las palabras del Salvador, cuando dijo: "Destruid este templo".
Orígenes, in
Ioannem, tract. 10
Por sentido anagógico comprendemos que, como complemento de la fe,
resucitará en el día de la resurrección universal el Cuerpo total de Jesús,
esto es, de su Iglesia, porque la fe, que entonces verá la realidad 6, se diferencia mucho de aquélla que
ahora ve por medio de un espejo y en enigma.
Y estando en Jerusalén
en el día solemne de la Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los
milagros que hacía. Mas el mismo Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía
a todos. Y porque El no había menester que alguno le diese testimonio del
hombre; porque sabía por sí mismo lo que había en el hombre. (vv. 23-25)
Beda
El Evangelista había referido lo que el Señor había hecho al venir a
Jerusalén; pero ahora, cuando estaba en Jerusalén, refiere lo que hicieron
otros respecto de El. Por esto dice: "Y estando en Jerusalén", etc.
Orígenes
Debe observarse cómo había muchos que creían en El viendo sus milagros,
y no se dice que Jesús hizo milagros en Jerusalén, a no ser que tal vez se
hiciesen sin que se hable de ellos en las Sagradas Escrituras. Obsérvese además
si no cabe también en lo posible contarse como milagro el haber hecho un azote
de cordeles y haber arrojado a todos del templo.
Crisóstomo, in
Ioannem, hom. 23
Pero habían sido más prudentes los discípulos que se acercaron al
Salvador, no por sus milagros, sino por sus enseñanzas; porque eran muchos más
los que eran atraídos por los milagros, pero eran más razonables los que creían
en El por los profetas o por sus enseñanzas. Por lo cual añade: "Mas el
mismo Jesús no se fiaba de ellos".
San Agustín, in
Ioannem, tract. 11
¿Qué quiere decir esto? Ellos creían en el nombre de Jesús, pero El no
se fiaba de ellos: ¿no creían en El y aparentaban haber creído? Pero no diría
el Evangelista: "Muchos creyeron en su nombre". Esto es grande y
admirable. Los hombres creen en Jesucristo, y Jesucristo no se confía a los
hombres, especialmente cuando dice que es Hijo de Dios, y cuando quiere
padecer; porque si no hubiese querido, no hubiera experimentado la Pasión. Pero
así son todos los catecúmenos. Si decimos al catecúmeno: ¿crees en Cristo?,
responderá creo, y se persignará; mas si le preguntamos: ¿comes la carne del
Hijo del hombre?, ignorará lo que decimos, porque Jesús no se ha confiado a
él.
Orígenes, in
Ioannem, tom. 10
Debe advertirse también, que Jesús no se fía de los que creen en su
nombre, y sí de los que creen en El. Creen en El los que caminan por la angosta
senda que conduce a la vida; los que creen en sus milagros, no creen en El,
sino en su nombre.
Crisóstomo, ut
sup
O bien dice esto porque no confiaba en ellos como en discípulos
perfectos, ni les confiaba todos sus misterios, como lo hacía con los que ya
eran sus fieles hermanos. Y no se fijaba en las palabras exteriores, sino que
conocía sus deseos, sabiendo perfectamente la época más a propósito. Por esto
sigue: "Porque los conocía a todos, y porque El no había menester que
alguno le diese testimonio del hombre; porque sabía por sí mismo lo que había
en el hombre". Saber lo que hay en el corazón de los hombres es propio de
Dios, quien únicamente ha formado los corazones. No necesitaba de testigos para
saber lo que sucedía en lo que él había formado.
San Agustín, ut
sup
Mejor sabía el artífice lo que había en su obra, que su criatura sabía
lo que había en su interior. Porque así como Pedro sabía lo que había en
Cristo, cuando dijo: "Estaré contigo hasta la muerte" ( Jn 13,37; Lc 22,33),
así el Señor sabía lo que había en el hombre, diciendo: "Antes que el
gallo cante, me negarás tres veces" ( Lc 22,34).
Beda
Por lo que se nos aconseja que nunca estemos seguros en nuestra
conciencia, sino que andemos siempre solícitos y temamos, porque lo que se nos
oculta a nosotros no es desconocido para el árbitro eterno.
Notas
1.- El celo de tu casa me come quiere decir que el afán por las
cosas del Señor me colma y me impulsa.
2.- Los arrianos sostenían que el Hijo es la primera y suprema
criatura de Dios, creado directamente por Padre para crear por El todo el
universo. El Padre le participa sus prerrogativas divinas como don por su
fidelidad.
5.- Apolinar y sus partidarios decían que el Verbo Encarnado no
había asumido plenamente la naturaleza humana, sino sólo su dimensión
físico-síquica. La dimensión espiritual, la misma que comprendía el
entendimiento, era asumida, según afirmaban, directamente por el mismo Verbo,
Segunda Persona de la Trinidad. Algunos extremaron sus posiciones y llegaron a
afirmar que ni la psiqué ni el cuerpo había sido asumido, sino que la divinidad
se había transformado en ellos.
6.- Cuando veamos cara a cara ya no harán falta ni la fe ni la
esperanza, sino que sólo persistirá la caridad plena ( 1Cor 13,8-13).
No hay comentarios:
Publicar un comentario