Mensaje final
del simposio público
del Círculo y Nuevo círculo de discípulos
de Joseph Ratzinger / Papa Benedicto XVI
“Retos actuales del sacerdocio ordenado en la Iglesia”
1. Con el Simposio
sobre los “Retos actuales del sacerdocio ordenado en la Iglesia“, el Círculo y
Nuevo círculo de discípulos de Joseph Ratzinger / Papa Benedicto XVI persigue,
después de muchos años y por primera vez una mayor dimensión pública. Esta decisión
se debe a la convicción de que es llegado el momento de abrir el
pensamiento teológico del Papa emérito a un público más amplio también por
medio de conferencias y debates. Estamos contentos y agradecidos de que haya
tantos interesados en aceptar esta invitación y abrigamos la esperanza de que
esto también será un buen comienzo para nuestro futuro trabajo.
2. También la carta
del Papa Francisco a los sacerdotes con motivo del 160º aniversario de la
muerte del santo Cura de Ars –del 4 de agosto de 2019– nos ha reafirmado en la
decisión tomada de tratar el tema del sacerdocio ordenado en la Iglesia. En un
„tiempo de sufrimiento“, ensombrecido por el escándalo de los abusos, nos
planteamos este reto en busca de “palabras y caminos de esperanza”, para que en
“tiempos de purificación eclesial” se pueda reconocer y acoger nuevamente la
belleza y el significado del ministerio ordenado como un regalo del Señor a su
Iglesia. Por eso, en nuestras consideraciones se ha acentuado
especialmente el sacerdocio sacramental y se ha tratado de profundizar en
él a la luz de la teología de Joseph Ratzinger / Papa Benedicto XVI.
3. Las declaraciones
sobre el sacerdocio ordenado están indefectiblemente en relación con la
cuestión de la esencia de la Iglesia. En este sentido, la Teología de Joseph
Ratzinger se apoya en el Concilio Vaticano II y ofrece una interpretación
auténtica del mismo. Esto ya lo había reconocido el Papa Juan XXIII, cuando
supo y aprobó efusivamente la conferencia sobre el tema “El Concilio y el mundo
del pensamiento moderno”, que el prof. Ratzinger había preparado para el
Cardenal Frings. El último Concilio caracteriza a la Iglesia como “sacramento
universal” (LG 48). En cuanto tal, ella es “signo e instrumento de la unión
íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). En la Iglesia
prolonga el Resucitado Su acción salvífica. En el bautismo, el cristiano,
conformado con Cristo e incorporado a Su Iglesia como a Su cuerpo, participa de
la vida eterna y es llamado a seguir el camino de la santidad. Todos los
bautizados son llamados a tal vida y tal testimonio en el sacerdocio común. En
el íntimo centro de la Iglesia –cosa que se subraya claramente en la teología
de Joseph Ratzinger– se encuentran aquellos hombres que llevan una vida santa.
En eso consiste la meta del ser cristiano: la configuración con Jesucristo. Por
eso agradecemos todos los testimonios de esta santidad en el matrimonio y la
familia, en la vida consagrada y en todas las demás formas de vida que hoy
pueden darse en la Iglesia.
4. Para
comprender el ministerio ordenado es necesaria una perspectiva sacramental, tal
como ha sido expuesta en el último Concilio. Cristo el Señor instituyó en Su
Iglesia diversos ministerios “ordenados al bien de todo el Cuerpo” (LG
18). La vocación y la existencia del sacerdote están determinadas
únicamente por la voluntad de Cristo Jesús (cfr. Heb 5,1ss) y no se
derivan de consideraciones humanas o determinaciones eclesiales. En Él y con
Él, el sacerdote se convierte en “proclamador de la Palabra y servidor de la
alegría”.
5. La configuración
con Cristo que el sacerdote recibe en el sacramento de la ordenación se
distingue del sacerdocio común no sólo en grado sino esencialmente (cfr.
LG 10). El sacerdote actúa “en la persona de Cristo, la Cabeza de la Iglesia” (agere
in persona Christi capitis). No es un funcionario, sino que estando con
Cristo lleva a cabo la misión que le viene de Dios. Esto se hace especialmente
patente en la potestad sagrada de perdonar los pecados, de transformar el
pan y el vino en Cuerpo y Sangre de Cristo, así como de celebrar los demás
sacramentos. El sacerdote representa en forma sacramental a Cristo como
buen Pastor (cfr. Jn 10,10). En esta reciprocidad personal de Cristo y la
Iglesia, del sacerdote y los fieles se fundamenta, según la enseñanza de la
Iglesia, la razón decisiva, por ser esencial, de la representación sacramental
de Cristo en el sacerdote. En este sentido, no representa a Cristo como lo
haría un embajador, más bien se trata de una representación real, en donde el
seguimiento por el camino de la cruz es el criterio fundamental.
6. Por eso se pueden
extraer consideraciones fundamentales con respecto al estilo de vida
sacerdotal, que debe estar en armonía con el modo de vida de Cristo. Sólo
entonces la “representación” del sacerdote se hace creíble. La presencia de
Cristo no se debe restringir únicamente a la acción sacramental, sino que se
debe hacer reconocible y efectiva en la vida cotidiana. De ello se deducen las
obligaciones de obediencia y celibato por el Reino de los cielos, que son
expresión humana y espiritual de la configuración sacramental del sacerdote con
Cristo. Por tanto, la consagración sacerdotal implica un seguimiento
personal de Cristo, mientras que el pecado es un escándalo que oscurece la
credibilidad. Puesto que el sacerdote existe desde Cristo, también la
participación en la forma de vida de Jesús “se acomoda” (PO 5) a aquellos que
actúan en Su persona. El celibato es por tanto, según la tradición permanente
de la Iglesia latina, un signo elocuente de la esperanza creyente y del amor
magnánimo a Cristo y a Su Iglesia.
7. En tiempos
de crisis y de purificación dolorosa de la Iglesia no son las reformas de las
estructuras las que en primer lugar curan y ayudan, sino un testimonio de fe
vivido con autenticidad. Sólo cuando nuestras miradas en conjunto se dirijan a
Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, la Iglesia se renovará.
8. La declaración de
San Pablo, “yo recibí del Señor lo que os he transmitido” (cfr. 1 Cor 11,23)
refleja el atributo esencial del sacerdote. La grandeza de este regalo se ha
oscurecido por los escándalos y ha sacudido su credibilidad. Sólo se encontrará
una solución si está claro y permanece claro en qué consiste la esencia del
ministerio presbiteral en la Iglesia y si se testimonia con la vida. La
teología de Joseph Ratzinger / Papa Benedicto XVI ofrece respuestas a este
doble reto y muestra un camino conscientemente unido a la Tradición y
que conduce a aquella reforma que orienta la vida hacia Cristo y le otorga
credibilidad.
9. El estudio y la
oración de esta Jornada lo encomendamos a la intercesión y ayuda de la Virgen
María, Madre de Dios y Madre de la Iglesia.
Roma, 28 de septiembre de 2019
Círculo y Nuevo círculo de discípulos de
Joseph Ratzinger / Papa Benedicto XVI
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