CARTA APOSTÓLICA
EN FORMA DE «MOTU PROPRIO»
EN FORMA DE «MOTU PROPRIO»
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
FRANCISCO
APERUIT ILLIS
CON LA QUE SE
INSTITUYE EL
DOMINGO DE LA
PALABRA DE DIOS
1. «Les abrió el entendimiento para comprender las
Escrituras» (Lc 24,45). Es uno de los últimos gestos realizados por
el Señor resucitado, antes de su Ascensión. Se les aparece a los discípulos
mientras están reunidos, parte el pan con ellos y abre sus mentes para
comprender la Sagrada Escritura. A aquellos hombres asustados y decepcionados
les revela el sentido del misterio pascual: que según el plan eterno del Padre,
Jesús tenía que sufrir y resucitar de entre los muertos para conceder la
conversión y el perdón de los pecados (cf. Lc 24,26.46-47); y
promete el Espíritu Santo que les dará la fuerza para ser testigos de este
misterio de salvación (cf. Lc 24,49).
La relación entre el Resucitado, la comunidad de
creyentes y la Sagrada Escritura es intensamente vital para nuestra identidad.
Si el Señor no nos introduce es imposible comprender en profundidad la Sagrada
Escritura, pero lo contrario también es cierto: sin la Sagrada Escritura, los
acontecimientos de la misión de Jesús y de su Iglesia en el mundo permanecen
indescifrables. San Jerónimo escribió con verdad: «La ignorancia de las
Escrituras es ignorancia de Cristo» (In Is., Prólogo: PL 24,17).
2. Tras la conclusión del Jubileo
extraordinario de la misericordia, pedí que se pensara en «un domingo
completamente dedicado a la Palabra de Dios, para comprender la riqueza inagotable
que proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo» (Carta ap. Misericordia et
misera, 7). Dedicar concretamente un domingo del Año litúrgico a
la Palabra de Dios nos permite, sobre todo, hacer que la Iglesia reviva el
gesto del Resucitado que abre también para nosotros el tesoro de su Palabra
para que podamos anunciar por todo el mundo esta riqueza inagotable. En este
sentido, me vienen a la memoria las enseñanzas de san Efrén: «¿Quién es capaz,
Señor, de penetrar con su mente una sola de tus frases? Como el sediento que
bebe de la fuente, mucho más es lo que dejamos que lo que tomamos. Porque la
palabra del Señor presenta muy diversos aspectos, según la diversa capacidad de
los que la estudian. El Señor pintó con multiplicidad de colores su palabra,
para que todo el que la estudie pueda ver en ella lo que más le plazca.
Escondió en su palabra variedad de tesoros, para que cada uno de nosotros
pudiera enriquecerse en cualquiera de los puntos en que concentrar su
reflexión» (Comentarios sobre el Diatésaron, 1,18).