viernes, 19 de julio de 2013

Domingo XVI (ciclo c) Catena Aurea

Lucas 10, 38-42
Aconteció que, como fuesen de camino, entró, pues, en una aldea, y una mujer, que se llamaba Marta, le recibió en su casa: y ésta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada también junto a los pies del Señor, oía su palabra. Pero Marta estaba afanada preparando lo necesario: la cual se presentó y dijo: "Señor, ¿no ves cómo mi hermana me ha dejado sola para servir? Dile, pues, que me ayude". Y el Señor le respondió: "Marta, Marta, muy cuidadosa estás, y en muchas cosas te fatigas. En verdad una sola cosa es necesaria: María ha escogido la mejor parte, que no le será quitada".

Beda
El amor a Dios y al prójimo, que antes había explicado el Señor por medio de palabras y parábolas, ahora lo expone por medio de obras y de verdades. Dícese, pues: "Y aconteció que, como fuesen de camino, Jesús entró en una aldea".

Orígenes
San Lucas no dice el nombre de esta aldea, pero San Juan la expresa, llamándole Betania.
 
San Agustín de verb. Dom. serm. 26
El Señor, que vino a su casa, y los suyos no lo recibieron ( Jn 1), fue aceptado como huésped; por esto sigue: "Y una mujer, que se llamaba Marta, le recibió en su casa", etc. Lo acogió como suele recibirse a los peregrinos; sin embargo, en realidad la sierva recibió a su Señor, la enferma a su Salvador, la criatura a su Creador. Y no digas: "Bienaventurados los que merecieron recibir a Cristo en su propia casa". No te aflijas, puesto que ha dicho:"Lo que hicisteis a uno de mis pequeñuelos, a mí me lo hicisteis" ( Mt 25,40). Tomada la forma de siervo, quiso en ella ser alimentado por sus siervos, por dignación, no por condición. Tenía carne en la que sentía el hambre y la sed; pero cuando tuvo hambre en el desierto, los ángeles le servían ( Mt 4). Por ello, si quiso ser alimentado, lo hizo por el que lo alimentaba. Marta, pues, disponiendo y preparando la comida al Señor, se ocupaba en su servicio; pero María, su hermana, eligió más bien ser alimentada por el Señor. Pues, sigue: "Y ésta tenía una hermana, que se llamaba María, que sentándose junto a los pies del Señor, oía su palabra".

Crisóstomo
No se dice simplemente de María que estaba sentada cerca de Jesús, sino junto a sus pies; es para manifestar la presteza, la asiduidad, el deseo de oírlo y el gran respeto que profesaba al Señor.

San Agustín de verb. Dom. serm. 27
Con cuanta más humildad se sentaba a los pies del Señor, tanto más percibía; porque el agua afluye a la profundidad de los valles, mientras se aparta de la cumbre de los montes.

San Basilio
Toda obra y toda palabra del Salvador es una regla de piedad y de virtud. Por esto se vistió de nuestra carne, para que nosotros lo imitemos en cuanto nos sea posible.
 
San Cirilo
Con su ejemplo enseña a sus discípulos cómo deben portarse en las casas de aquellos que los reciben; para que cuando vayan a alguna casa no estén allí ociosos, sino dando santas y divinas enseñanzas a quienes los reciben. En cuanto a los que preparan la casa, éstos deben salir a su encuentro con fervor y alegría por dos razones: primera, porque serán edificados por aquellos que reciben, y segunda, porque recibirán el premio de su caridad. Por esto sigue a continuación: "Pero Marta estaba afanada", etc.

San Agustín ut sup
Marta servía bien al Señor en cuanto a la necesidad del cuerpo y la voluntad, como a un mortal; pero el que estaba en carne mortal, en el principio era el Verbo; he ahí lo que María oía: "El Verbo se hizo carne"; he ahí a quien servía Marta. Esta trabajaba, aquélla meditaba. Sin embargo, Marta, trabajando mucho en aquella ocupación y negocio de servir, interpeló al Señor y se quejó de su hermana. Prosigue, pues: "Y le dijo, Señor, ¿no ves cómo mi hermana me ha dejado sola para servir?", etc. Estaba María absorta oyendo la dulzura de la palabra del Señor; Marta le preparaba el convite, en el cual María ya se gozaba. Escuchando, pues, suavemente las dulces palabras y alimentándose en el recogimiento de su corazón, cuando su hermana interpeló al Señor ¿cómo pensamos que ella temería el Señor le dijese: Levántate, y ayuda a tu hermana? Estaba absorbida por una admirable suavidad, mayor en el alma que en el cuerpo; pero quiso más bien someter su causa al Juez, sin tomarse el trabajo de contestar, porque, si se ocupase en responder, debilitaría la intención de oír. Prosigue, pues: "Y respondiéndole, dijo el Señor: Marta, Marta", etc. La repetición del nombre es señal de dilección, o acaso para mover la atención, a fin de que escuche más atentamente. "Te fatigas en muchas cosas", esto es, estás ocupada en muchas cosas. Quiere el hombre complacer cuando sirve, pero alguna vez no puede: se busca lo que falta, se prepara lo que se tiene, y el ánimo se distrae. Si Marta hubiera sido suficiente, no hubiera pedido el auxilio de su hermana. Son muchas cosas, son diversas, porque son carnales, porque son temporales. Se prefiere uno a muchos; porque uno no viene de muchos, sino muchos de uno. De donde sigue: "Una sola cosa es necesaria". Quiso ocuparse en uno, según aquellas palabras: "Bueno es para mí adherirme a Dios" ( Sal 72,28). Uno son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y a este uno no llegamos sino en cuanto todos tenemos un solo corazón ( Hch 4).

San Cirilo
O de otro modo: Cuando alguno de nuestros hermanos reciba a Dios, no se afanen por muchas cosas, ni pidan lo que por sí pueden conseguir; porque lo que es de sobra incomoda ordinariamente en todas las cosas, produce enfado en los que quieren servir y los convidados experimentan que son causa de trabajo para los otros.
 
San Basilio in regulus fusius disputatis ad interrogat. 59
Es también absurdo tomar alimentos para el sustento del cuerpo, y por ellos perjudicar otra vez al cuerpo e impedirle cumplir los mandamientos divinos. Si, pues, viene algún pobre que reciba un modelo y un ejemplo de la moderación en la comida, no preparemos nuestra mesa como la de aquéllos que quieren vivir en las delicias. Uniforme debe ser la vida del cristiano y tender al mismo fin, a saber, a la gloria de Dios; mientras que los que son de fuera tienen una vida diversa y multiforme, según la variedad de sus gustos. Mas tú, ¿por qué, mientras preparas abundancia de comida y motivos de satisfacción a tu hermano, censuras su conducta, haces caer sobre él la fea mancha de glotón y le murmuras en lo mismo que le preparas? El Señor no alabó a Marta, ocupada en preparar muchos manjares.
 
San Agustín de verb. Dom. serm. 27
¡Cómo! ¿Creemos que fue vituperada la conducta de Marta, que se ocupaba en las faenas propias de la hospitalidad, cuando tan gozosa estaba por tener un huésped tan grande? Si esto es así, que cesen los hombres de servir a los pobres, dedíquense a la palabra, ocúpense en la ciencia saludable y no se cuiden si hay algún peregrino en el lugar, si alguno necesita de pan; abandonen las obras de misericordia, aplicándose sólo a la ciencia.

Teofilato
El Señor no vitupera la hospitalidad, sino el cuidado por muchas cosas, esto es, la absorción y el tumulto. Y vean cómo el Señor nada dijo primero a Marta; mas cuando ella intentaba distraer a su hermana, entonces el Señor, habida ocasión, la corrigió. La hospitalidad es honrada mientras que nos atrae a las cosas necesarias; mas cuando empieza a estorbar a lo más útil, es manifiesto que la atención a las cosas divinas es más honrable.

San Agustín, de Verb. Dom., serm. 27
El Señor no reprende, pues, la obra, sino que distingue las ocupaciones; por eso sigue: "María ha escogido la mejor parte", etc. Tú no la elegiste mala, pero ella la eligió mejor. Y ¿por qué mejor? Porque no le será quitada. A ti se te quitará alguna vez el cuidado de los necesitados (porque cuando vengas a aquella patria no encontrarás peregrino a quien hospedar); pero se te quitará para tu bien, para darte el descanso. Tú navegas, aquélla está en el puerto. Eterna es la dulzura de la verdad; se aumenta en esta vida, se perfecciona en la otra, jamás se quita.
 
San Ambrosio
Que el deseo de la sabiduría te haga como María; ésta es la obra más grande, la más perfecta. Que el cuidado de tu ministerio no te aparte del conocimiento del Verbo celestial, ni acuses, ni estimes ociosos a los que veas dedicados a la sabiduría.
 
San Agustín, De quaest. Evang. 2, 30
En sentido místico, Marta, recibiendo al Señor en su casa, representa la Iglesia, que ahora lo recibe en su corazón. María, su hermana, que estaba sentada junto a los pies del Salvador y oía su palabra, representa la misma Iglesia, pero en la vida futura, en la que, cesando de todo trabajo y ministerio de caridad, sólo goza de la sabiduría. En cuanto a que Marta se queja de su hermana porque no le ayuda, se da ocasión a la sentencia del Señor, con la que muestra que esta Iglesia se inquieta y turba por muchas cosas, cuando sola una cosa es necesaria, a la cual llega por los méritos de este ministerio. Dice que María "eligió la mejor parte", porque por ésta se va a aquélla que no se quita jamás.
 
San Gregorio, 6 Moral., cap. 28
O por María, que escuchaba sentada las palabras del Señor, se expresa la vida contemplativa; y por Marta, ocupada en las cosas exteriores, la vida activa. El cuidado de Marta no se reprende, pero se alaba el de María; son grandes los méritos de la vida activa, pero son mayores los de la contemplativa. Se díce además que nunca le será quitada la parte a María, porque las obras de la vida activa pasan con el cuerpo, mientras que los goces de la vida contemplativa mejoran al fin.

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