viernes, 19 de julio de 2013

Domingo XVII (ciclo c) P. Raniero Cantalamessa

Jesús orando


Génesis 18, 20-21.23-32;
Colosenses 2, 12-14;
Lucas 11, 1-13


El evangelio del domingo, XVII del Tiempo Ordinario, empieza con estas palabras: «Un día Jesús estaba orando en cierto lugar; cuanto terminó, le dijo uno de sus discípulos: "Señor, enséñanos a orar como enseñó Juan a sus discípulos". Él les dijo: "Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino"».

Cómo sería el rostro y toda la persona de Jesús cuando estaba inmerso en oración, lo podemos imaginar por el hecho de que sus discípulos, sólo con verle orar, se enamoran de la oración y piden al Maestro que les enseñe también a ellos a orar. Y Jesús les contenta, como hemos oído, enseñándoles la oración del Padre Nuestro.

Domingo XVII (ciclo c) Benedicto XVI

BENEDICTO XVI
ÁNGELUS
Domingo 25 de julio de 2010

Queridos hermanos y hermanas:
El Evangelio de este domingo nos presenta a Jesús recogido en oración, un poco apartado de sus discípulos. Cuando concluyó, uno de ellos le dijo: «Señor, enséñanos a orar» (Lc 11, 1). Jesús no puso objeciones, ni habló de fórmulas extrañas o esotéricas, sino que, con mucha sencillez, dijo: «Cuando oréis, decid: “Padre...”», y enseñó el Padre Nuestro (cf. Lc 11, 2-4), sacándolo de su propia oración, con la que se dirigía a Dios, su Padre. San Lucas nos transmite el Padre Nuestro en una forma más breve respecto a la del Evangelio de san Mateo, que ha entrado en el uso común. Estamos ante las primeras palabras de la Sagrada Escritura que aprendemos desde niños. Se imprimen en la memoria, plasman nuestra vida, nos acompañan hasta el último aliento. Desvelan que «no somos plenamente hijos de Dios, sino que hemos de llegar a serlo más y más mediante nuestra comunión cada vez más profunda con Cristo. Ser hijos equivale a seguir a Jesús» (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, Madrid 2007, p. 172).

Domingo XVII (ciclo c) Catena Aurea

Lucas 11, 1-13
Y aconteció que estando Jesús orando en cierto lugar, cuando acabó le dijo uno de sus discípulos: "Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos". Y Jesús le respondió: "Cuando orareis, decid: Padre: santificado sea el tu nombre. Venga el tu reino. Danos hoy el pan nuestro de cada día. Y perdónanos nuestros pecados, así como nosotros perdonamos a todo el que nos debe. Y no nos dejes caer en la tentación".
 Les dijo también: "Si alguno de vosotros tuviere un amigo y fuese a él a media noche, a decirle: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa, y no tengo nada que darle; aunque aquél desde dentro le responda: No me molestes; ya está cerrada la puerta, y mis criados están como yo, acostados; no puedo levantarme a dártelos: si el otro porfía en llamar y más llamar, yo os aseguro que cuando no se levantase a dárselos por ser su amigo, a lo menos por librarse de su importunidad, se levantará al fin y le dará cuantos panes hubiere menester".
Así os digo yo: "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo aquél que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá. Que si entre vosotros un hijo pide pan a su padre, ¿le dará acaso una piedra? ¿O si pide un pez, por ventura le dará una sierpe en lugar del pez? ¿O si un huevo, por ventura le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos como sois, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará espíritu bueno a los que lo piden?"

Beda
Después de la historia de las hermanas que significaron las dos vidas de la Iglesia, se escribe, no sin misterio, que Jesús oró y enseñó a orar a sus discípulos, pues la oración que enseñó encierra en sí el misterio de ambas vidas y la perfección de estas vidas no puede obtenerse por nuestras propias fuerzas, sino por nuestras oraciones; por esto se dice: "Y un día estando Jesús orando en cierto lugar", etc.

San Cirilo, in Cat. grac. Patr
Siendo así que Jesucristo encierra en sí la plenitud de todo lo bueno ¿por qué ora si es perfecto y de nada necesita? A esto respondemos, que, conforme a su encarnación, puesto que así lo había querido, debía cumplir en su tiempo conveniente las cosas humanas. Si comió y bebió, no era impropia de El tampoco la oración; lo hizo para enseñarnos a que no fuéramos perezosos respecto de ella, sino que la ejercitáramos con toda atención.

Domingo XVII (ciclo c) Guión Litúrgico

ENTRADA:
Hermanos: Reunidos en el nombre del Señor nos disponemos para ser alimentados con su Palabra y su presencia en la Eucaristía y rezar juntos la oración dominical como Cristo nos ha enseñado. Cantamos…

Domingo XVI (ciclo c) Catena Aurea

Lucas 10, 38-42
Aconteció que, como fuesen de camino, entró, pues, en una aldea, y una mujer, que se llamaba Marta, le recibió en su casa: y ésta tenía una hermana llamada María, la cual, sentada también junto a los pies del Señor, oía su palabra. Pero Marta estaba afanada preparando lo necesario: la cual se presentó y dijo: "Señor, ¿no ves cómo mi hermana me ha dejado sola para servir? Dile, pues, que me ayude". Y el Señor le respondió: "Marta, Marta, muy cuidadosa estás, y en muchas cosas te fatigas. En verdad una sola cosa es necesaria: María ha escogido la mejor parte, que no le será quitada".

Beda
El amor a Dios y al prójimo, que antes había explicado el Señor por medio de palabras y parábolas, ahora lo expone por medio de obras y de verdades. Dícese, pues: "Y aconteció que, como fuesen de camino, Jesús entró en una aldea".

Orígenes
San Lucas no dice el nombre de esta aldea, pero San Juan la expresa, llamándole Betania.
 
San Agustín de verb. Dom. serm. 26
El Señor, que vino a su casa, y los suyos no lo recibieron ( Jn 1), fue aceptado como huésped; por esto sigue: "Y una mujer, que se llamaba Marta, le recibió en su casa", etc. Lo acogió como suele recibirse a los peregrinos; sin embargo, en realidad la sierva recibió a su Señor, la enferma a su Salvador, la criatura a su Creador. Y no digas: "Bienaventurados los que merecieron recibir a Cristo en su propia casa". No te aflijas, puesto que ha dicho:"Lo que hicisteis a uno de mis pequeñuelos, a mí me lo hicisteis" ( Mt 25,40). Tomada la forma de siervo, quiso en ella ser alimentado por sus siervos, por dignación, no por condición. Tenía carne en la que sentía el hambre y la sed; pero cuando tuvo hambre en el desierto, los ángeles le servían ( Mt 4). Por ello, si quiso ser alimentado, lo hizo por el que lo alimentaba. Marta, pues, disponiendo y preparando la comida al Señor, se ocupaba en su servicio; pero María, su hermana, eligió más bien ser alimentada por el Señor. Pues, sigue: "Y ésta tenía una hermana, que se llamaba María, que sentándose junto a los pies del Señor, oía su palabra".

Domingo XVI (ciclo c) Juan Pablo II

Homilía en la Misa
a los empleados de las villas
pontificias en Castelgandolfo
17 de julio de 1983

1- Sentido sobrenatural en lo ordinario
 Si San Pablo exhorta a los cristianos a hacerlo “todo para gloria de Dios” (1 Cor 10,31), esto vale también para vosotros. El cristiano debe comportarse como tal siempre, en cualquier ocasión, en cualquier trabajo, cualquiera que sea la actividad que desempeñe. A todas partes debe llevar el fermento y el estímulo de la propia fe. Por este motivo, también vuestra vida debe ser guiada por la Palabra de Dios, y a su luz debe desarrollarse, crecer y madurar.
         2- Marta y María
         Hemos escuchado en la lectura del Evangelio según San Lucas el conocido e instructivo episodio de las dos hermanas, Marta y María, que un día acogieron a Jesús en su casa. Una de ellas, Marta, “se multiplicaba para dar abasto con el servicio” (Lc 10,40), hasta el punto de desentenderse casi de la presencia tan cercana del Maestro: un ejemplo de excesiva generosidad, que se preocupa más de las actividades externas que de sensibilizarse ante el significado transformador de Aquel que está presente para hacerse escuchar y para interrogarnos a cada uno de nosotros.
         María, en cambio, “sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra” (ib., 10,39). Y es precisamente esta actitud, contrapuesta ante todo a la anterior, la que recibe el elogio de Jesús. En María está personificado, en efecto, el discípulo atento y vigilante: no tanto el que se vigila a sí mismo, lo que sería aún un modo de replegarse sobre la propia personalidad, cuanto el que se siente captado por la presencia y la Palabra del Señor, hasta el punto de olvidarse de sí mismo. Porque el verdadero discípulo no piensa en sí mismo, sino que enseguida y ante todo se vuelve a su Maestro y se siente como transportado hacia Él, según un movimiento que le hace como salir de sí mismo; subyugado con su palabra, forma parte de aquellos que Jesús proclama “dichosos”, porque “oyen la Palabra de Dios y la guardan” (ib., 11,28).

Domingo XVI (ciclo c) Beato Manuel González García

La oración de oír
    991. Jesús se ha sentado a descansar en la casa de Marta, María y Lázaro en la Betania de sus consuelos y desagravios: Marta se agita e inquieta de acá para allá preparando la comida del Maestro y de sus amigos. María, ajena a todos los preparativos se sienta a los pies del Maestro para oírlo.
   Marta se queja ante Él de la inmovilidad de su hermana, y al paso que para aquélla hay un reproche, aunque cariñoso y paternal, para María hay una aprobación solemne: “María ha escogido la mejor parte, que no le será quitada” (1).
   ¿Cuál era esa mejor parte?
   Según el Evangelio, ésta: María, sentada a los pies de Jesús, oía su palabra.
   ¡Oír a Jesús! ¡Dedicarse a esto sólo: a oír a Jesús! ¡Y dedicarse por toda la vida a oír a Jesús en su estado de palabra callada del Sagrario!
   ¡Cuántos misterios de gloria de Dios y cuántos misterios de santificación excelsa para nosotros están encerrados en esa oración de oír a Jesús-Hostia callada del Sagrario!
   Con el favor de Él ya os iré levantando el velo de ese desconocido mundo de misterios y secretos del silencio de Jesús.

Domingo XVI (ciclo c) San Agustín

Marta y María
(Lc. 10,38-42).
         1. Las palabras de nuestro Señor Jesucristo que se nos leyeron en el Evangelio nos advierten que existe algo, único, a lo que debemos tender mientras trabajamos envueltos en las preocupaciones de este mundo. Tendemos porque somos aún caminantes que no hemos llegado al descanso; porque nos hallamos todavía en el camino, no en la patria; tendemos con el deseo, no con el gozo. Con todo, tendamos y hagámoslo sin cesar y sin pereza para que podamos llegar algún día.
         2. Marta y María eran dos hermanas no sólo en la carne, sino también en la devoción. Ambas se unieron al Señor, ambas le sirvieron en unidad de corazón cuando vivía en la carne en este mundo. Marta le recibió en su casa como suele recibirse a los peregrinos. La sierva recibe al Señor, la enferma al Salvador, la criatura al Creador. Lo recibió para alimentarlo en la carne, ella que iba a ser alimentada en el espíritu. Quiso el Señor tomar la forma de siervo y en ella ser alimentado por los siervos, mas no por necesidad, sino porque así se dignó. Dignación suya fue el dejarse alimentar por los hombres. Tenía carne en la que sentía hambre y sed; pero ¿ignoráis que en el desierto, cuando tuvo hambre, le alimentaron los ángeles? Luego el querer ser alimentado fue gracia que otorgó al que lo alimentaba. ¿Y qué tiene de extraño, siendo así que concedió a una viuda la gracia de alimentar a Elías, a quien antes alimentaba él por medio de un cuervo? ¿Por ventura le faltaba con qué alimentarlo cuando lo envió a la viuda? De ninguna manera; no le faltaban alimentos, sino que disponía las cosas para bendecir a aquella viuda piadosa en recompensa del servicio que prestaba a su siervo. Así, pues, fue recibido como huésped el Señor que, viniendo a su casa, los suyos no lo recibieron, pero a cuantos lo recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, adoptando a los siervos y convirtiéndolos en hermanos, redimiendo a los cautivos y haciéndolos coherederos. Que ninguno de vosotros diga: «Bienaventurados los que merecieron recibir a Cristo en su propia casa». No te duela ni te apenes; no te quejes de haber nacido en tiempo en que no es posible ver al Señor en la carne. No te privó de esta gracia quien dijo: Lo que hicisteis a uno de mis pequeños, a mí me lo hicisteis.

Domingo XVI (ciclo c) Guión Litúrgico


ENTRADA:
Hermanos: En las responsabilidades cotidianas estamos llamados a santificar el mundo y santificarnos nosotros en él, llevando junto con el cumplimiento de nuestro deber de estado, una vida de oración que vivifique, en la Misa dominical al glorificar a Dios encontramos también la fortaleza que nos permite vivir la vocación cristiana. Nos ponemos de pie y cantamos...

jueves, 18 de julio de 2013

La Tala - P. Leonardo Castellani


Tres días duró en la isleta el estruendo de las hachas, y crujieron al tumbarse los gruesos troncos, y volaron todos los pájaros menos las tijeretas, que no se van de sus nidos aunque las maten, y se quedaron por allí chillando, sobre las ramas mustias.
        Aquella era una desolación. El Guayacán duro, el Algarrobo dulce, el Quebracho tenaz, el Cedro valioso, el Jacarandá florido y el Ñandubay añudado, los forzudos del monte, habían caído. Sólo quedaban en pié el Ombú inútil y el Abrojo dañino.

miércoles, 17 de julio de 2013

Jóvenes; no tengan miedo de ir contracorriente - Papa Francisco

PAPA FRANCISCO
ÁNGELUS
Domingo 23 de junio de 2013

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de este domingo resuena una de las palabras más incisivas de Jesús: «El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará» (Lc 9, 24).
Hay aquí una síntesis del mensaje de Cristo, y está expresado con una paradoja muy eficaz, que nos permite conocer su modo de hablar, casi nos hace percibir su voz... Pero, ¿qué significa «perder la vida a causa de Jesús»? Esto puede realizarse de dos modos: explícitamente confesando la fe o implícitamente defendiendo la verdad. Los mártires son el máximo ejemplo del perder la vida por Cristo. En dos mil años son una multitud inmensa los hombres y las mujeres que sacrificaron la vida por permanecer fieles a Jesucristo y a su Evangelio. Y hoy, en muchas partes del mundo, hay muchos, muchos, muchos mártires —más que en los primeros siglos—, que dan la propia vida por Cristo y son conducidos a la muerte por no negar a Jesucristo. Esta es nuestra Iglesia. Hoy tenemos más mártires que en los primeros siglos. Pero está también el martirio cotidiano, que no comporta la muerte pero que también es un «perder la vida» por Cristo, realizando el propio deber con amor, según la lógica de Jesús, la lógica del don, del sacrificio. Pensemos: cuántos padres y madres, cada día, ponen en práctica su fe ofreciendo concretamente la propia vida por el bien de la familia. Pensemos en ellos. Cuántos sacerdotes, religiosos, religiosas desempeñan con generosidad su servicio por el Reino de Dios. Cuántos jóvenes renuncian a los propios intereses para dedicarse a los niños, a los discapacitados, a los ancianos... También ellos son mártires. Mártires cotidianos, mártires de la cotidianidad.

martes, 16 de julio de 2013

Oración de consagración a la Virgen del Carmen

"! Oh, María, Reina y Madre del Carmelo! Vengo hoy a consagrarme a Ti, pues toda mi vida es como un pequeño tributo por tantas gracias y beneficios como he recibido de Dios a través de tus manos.
Y porque Tú miras con ojos de particular benevolencia a los que visten tu escapulario, te ruego que sostengas con tu fortaleza mi fragilidad, ilumines con tu sabiduría las tinieblas de mi mente y aumentes en mi la fe, la esperanza y la caridad, para que cada día pueda rendirle el tributo de mi humilde homenaje.
El santo escapulario atraiga sobre mí tus miradas misericordiosas, sea para mi prenda de tu particular protección en luchas de cada día y constantemente me recuerdes el deber de pensar en Ti y revestirme de tus virtudes.

lunes, 15 de julio de 2013

Para san Buenaventura toda nuestra vida es un "itinerario", una peregrinación, una subida hacia Dios - Benedicto XVI

BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 17 de marzo de 2010
San Buenaventura (3)

Queridos hermanos y hermanas:
Esta mañana, continuando con la reflexión del miércoles pasado, quiero profundizar junto con vosotros en otros aspectos de la doctrina de san Buenaventura de Bagnoregio. Se trata de un eminente teólogo, que merece ser puesto al lado de otro grandísimo pensador contemporáneo suyo, santo Tomás de Aquino. Ambos escrutaron los misterios de la Revelación, valorizando los recursos de la razón humana, en el diálogo fecundo entre fe y razón que caracteriza al Medioevo cristiano, haciendo de este una época de gran viveza intelectual, como también de fe y de renovación eclesial, aunque con frecuencia no se ha subrayado suficientemente. Tienen en común otras analogías: tanto san Buenaventura, franciscano, como santo Tomás, dominico, pertenecían a las Órdenes Mendicantes que, con su lozanía espiritual, como recordé en catequesis anteriores, en el siglo XIII renovaron toda la Iglesia y atrajeron a numerosos seguidores. Ambos sirvieron a la Iglesia con diligencia, con pasión y con amor, hasta tal punto que fueron invitados a participar en el concilio ecuménico de Lyon en 1274, el mismo año en que murieron: santo Tomás mientras viajaba hacia Lyon, y san Buenaventura durante los trabajos de ese concilio. También en la plaza de San Pedro las estatuas de los dos santos ocupan una posición paralela, situadas precisamente al inicio de la Columnata partiendo de la fachada de la basílica vaticana: una en el brazo de la izquierda y la otra en el brazo de la derecha. A pesar de todos estos aspectos, en estos dos grandes santos podemos observar dos enfoques distintos ante la investigación filosófica y teológica, que muestran la originalidad y la profundidad de pensamiento de uno y otro. Quiero comentar brevemente algunas de estas diferencias.

Para San Buenaventura gobernar era sobre todo pensar y rezar - Benedicto XVI

BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 10 de marzo de 2010
San Buenaventura (2)

Queridos hermanos y hermanas:
La semana pasada hablé de la vida y de la personalidad de san Buenaventura de Bagnoregio. Esta mañana quiero proseguir su presentación, deteniéndome sobre una parte de su obra literaria y de su doctrina.
Como ya dije, uno de los varios méritos de san Buenaventura fue interpretar de forma auténtica y fiel la figura de san Francisco de Asís, a quien veneró y estudió con gran amor. En tiempos de san Buenaventura una corriente de Frailes Menores, llamados "espirituales", sostenía en particular que con san Francisco se había inaugurado una fase totalmente nueva de la historia, en la que aparecería el "Evangelio eterno", del que habla el Apocalipsis, sustituyendo al Nuevo Testamento. Este grupo afirmaba que la Iglesia ya había agotado su papel histórico, y una comunidad carismática de hombres libres guiados interiormente por el Espíritu —es decir, los "Franciscanos espirituales"— pasaba a ocupar su lugar. Las ideas de este grupo se basaban en los escritos de un abad cisterciense, Gioacchino da Fiore, fallecido en 1202. En sus obras, afirmaba un ritmo trinitario de la historia. Consideraba el Antiguo Testamento como la edad del Padre, seguida del tiempo del Hijo, el tiempo de la Iglesia. Había que esperar aún la tercera edad, la del Espíritu Santo. Así, toda la historia se debía interpretar como una historia de progreso: desde la severidad del Antiguo Testamento a la relativa libertad del tiempo del Hijo, en la Iglesia, hasta la plena libertad de los hijos de Dios, en el período del Espíritu Santo, que iba a ser, por fin, el tiempo de la paz entre los hombres, de la reconciliación de los pueblos y de las religiones. Gioacchino da Fiore había suscitado la esperanza de que el comienzo del nuevo tiempo vendría de un nuevo monaquismo. Por eso, es comprensible que un grupo de franciscanos creyera reconocer en san Francisco de Asís al iniciador del tiempo nuevo y en su Orden a la comunidad del periodo nuevo: la comunidad del tiempo del Espíritu Santo, que dejaba atrás a la Iglesia jerárquica, para iniciar la nueva Iglesia del Espíritu, desvinculada ya de las viejas estructuras.

La enseñanza de San Buenaventura sigue siendo actual - Benedicto XVI


BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 3 de marzo de 2010
San Buenaventura

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quiero hablar de san Buenaventura de Bagnoregio. Os confieso que, al proponeros este tema, siento cierta nostalgia, porque pienso en los trabajos de investigación que, como joven estudioso, realicé precisamente sobre este autor, especialmente importante para mí. Su conocimiento incidió notablemente en mi formación. Con gran gozo, hace algunos meses hice una peregrinación a su lugar natal, Bagnoregio, una pequeña ciudad italiana del Lacio, que custodia su memoria con veneración.
Nació probablemente en 1217 y murió en 1274; vivió en el siglo XIII, una época en la que la fe cristiana, que había penetrado profundamente en la cultura y en la sociedad de Europa, inspiró obras imperecederas en el campo de la literatura, de las artes visuales, de la filosofía y de la teología. Entre las grandes figuras cristianas que contribuyeron a la composición de esta armonía entre fe y cultura destaca Buenaventura, hombre de acción y de contemplación, de profunda piedad y de prudencia en el gobierno.
Se llamaba Giovanni da Fidanza. Un episodio que sucedió cuando todavía era un muchacho marcó profundamente su vida, como él mismo relata. Se veía afectado por una grave enfermedad y ni siquiera su padre, que era médico, esperaba ya salvarlo de la muerte. Entonces, su madre recurrió a la intercesión de san Francisco de Asís, canonizado hacía poco. Y Giovanni se curó.

domingo, 14 de julio de 2013

Domingo XV (ciclo c) Catena Aurea


Lucas 10,25-37
          Y se levantó un doctor de la ley, y le dijo para tentarle: "Maestro, ¿qué haré para poseer la vida eterna?" Y El le dijo: "En la ley, ¿qué hay escrito? ¿Cómo lees?" El, respondiendo, dijo: "Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento, y a tu prójimo como a ti mismo". Y le dijo: "Bien has respondido: Haz eso, y vivirás".
          Mas él, queriéndose justificar a sí mismo, dijo a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?" Y Jesús, tomando la palabra, dijo: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, y dio en manos de unos ladrones, los cuales le despojaron, y después de haberle herido, le dejaron medio muerto, y se fueron. Aconteció, pues, que pasaba por el mismo camino un sacerdote, y, viéndole, pasó de largo. Y asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó también de largo. Mas un samaritano, que iba su camino, se llegó cerca de él: y cuando le vio, se movió a compasión, y acercándosele, le vendó las heridas, echando en ellas aceite y vino; y poniéndole sobre su bestia, le llevó a una venta, y tuvo cuidado de él. Y otro día sacó dos denarios y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele, y cuanto gastares de más, yo te lo daré cuando vuelva. ¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo de aquél, que dio en manos de los ladrones?" "Aquél, respondió el doctor, que usó con él de misericordia". Y Jesús le dijo: "Ve y haz tú lo mismo".

Beda
El Señor había dicho antes que sus nombres estaban escritos en el cielo; de donde, como creo, el doctor de la ley tomó ocasión de tentar al Señor. Por lo que se dice: "Y se levantó un doctor de la ley, y le dijo para tentarle", etc.

San Cirilo
Había ciertos charlatanes que recorrían todo el territorio de los judíos, acusando a Cristo y diciendo que llamaba inútil a la ley de Moisés al mismo tiempo que enseñaba doctrinas nuevas. Queriendo, pues, aquel doctor de la ley seducir a Jesús para que hablase algo en contra de la ley de Moisés, se presenta tentándole, llamándole maestro y no sufriendo ser enseñado. Y como el Señor acostumbraba a hablar de la vida eterna a todos los que venían a El, el doctor de la ley se servía de sus propias palabras; y como lo tienta con astucia, no oye otra cosa que lo que Moisés había enseñado. Por eso sigue: "Y El le dijo: ¿En la ley qué hay escrito? ¿Cómo lees?"

San Ambrosio
Era uno de aquellos que creían conocer la ley, y que poseen de ella la letra pero que ignoran el espíritu; por eso, con el texto mismo de la ley les prueba que la ignoran, demostrando que la ley anunció desde el principio al Padre, al Hijo y el misterio de la encarnación del Señor. Prosigue, pues: "Y El respondiendo dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento".
 

sábado, 13 de julio de 2013

Domingo XV (ciclo c) Guión Litúrgico


ENTRADA:
Hermanos: En cada misa glorificamos a Dios ofreciendo el sacrificio de Aquel que amándonos hasta el extremo entrega su vida para salvar la nuestra. Para iniciar esta celebración nos ponemos de pie y cantamos…

Domingo XV (ciclo c) P. Leonardo Castellani

EL TURQUITO Y EL JUDÍO
(Lc 10, 25-37)

                La parábola del Buen Samaritano, que trae Lucas en X, 23, y se lee hoy, está henchida de conclusiones cristianas. Todas las parábolas lo están, naturalmente; pero en ésta las enseñanzas son no sólo diversas sino como opuestas al Talmud; al judaísmo específicamente judaico, no al mosaísmo. De ellas retendremos solamente tres, la caridad con el prójimo como una “obligación” capital y necesaria; la extensión del concepto de prójimo a todos los hombres; y una alusión poco sabrosa a los Sacerdotes y Levitas, que se le ha de haber escapado a Cristo... ¿Por qué diablos no habrá puesto como ejemplos de inmisericordes a un Banquero y a una Actriz, y no a un Sacerdote y un Levita? ¿Y por qué tengo que explicar yo delante de toda mi feligresía esta parábola que les puede dar malos pensamientos, sin poder cambiarle una sola palabra?

Domingo XV (ciclo c) San Ambrosio

El buen samaritano
(Lc. 10, 30-37)

Un hombre baja de Jerusalén a Jericó. Con objeto de explicar más claramente el pasaje que nos hemos propuesto, repasemos la historia antigua de la ciudad de Jericó. Recordemos, pues, que Jericó, como leemos en el libro que escribió Josué, hijo de Nave, era una gran ciudad amurallada, inexpugnable a las armas e inatacable; en ella vivía la prostituta Rahab, que fue la que hospedó a los exploradores que envió Josué, les ayudó con sus consejos, respondió, cuando la preguntaron sus conciuda­danos, que ya se habían ido, los escondió en su casa y, para sus­traerse ella y los suyos a la destrucción de la ciudad, ató el cordón de hilo de púrpura a la ventana; pero los inexpugnables muros de esa ciudad rodaron por el suelo al sonido de las siete trompetas de los sacerdotes a los que acompañaba el estruendo jubiloso del pueblo.

Mirad cómo cada uno tiene su propio quehacer: el ex­plorador, la vigilancia; la meretriz, el secreto; el vencedor, la fidelidad; el sacerdote, la religión; los primeros desprecian el riesgo con tal de ganar honras; aquélla ni aun en medio de pe­ligros traiciona a quienes ha recibido; el vencedor, más pre­ocupado en conservar la fidelidad que en vencer, manda ante­poner la salud de la prostituta a la ruina de la ciudad; y, por fin, el arma propia del sacerdote, que no es otra que la fuerza de la religión. ¿Quién no se admirará, y con razón, al ver que de toda la ciudad sólo se salvará el que fue ayudado por la me­retriz?

jueves, 11 de julio de 2013

En contraste con una autorrealización fácil y egocéntrica, San Benito nos invita a la sincera búsqueda de Dios - Benedicto XVI

BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 9 de abril de 2008
San Benito de Nursia

          Queridos hermanos y hermanas:
          Hoy voy a hablar de san Benito, fundador del monacato occidental y también patrono de mi pontificado. Comienzo citando una frase de san Gregorio Magno que, refiriéndose a san Benito, dice: «Este hombre de Dios, que brilló sobre esta tierra con tantos milagros, no resplandeció menos por la elocuencia con la que supo exponer su doctrina» (Dial. II, 36). El gran Papa escribió estas palabras en el año 592; el santo monje había muerto cincuenta años antes y todavía seguía vivo en la memoria de la gente y sobre todo en la floreciente Orden religiosa que fundó. San Benito de Nursia, con su vida y su obra, ejerció una influencia fundamental en el desarrollo de la civilización y de la cultura europea.
          La fuente más importante sobre su vida es el segundo libro de los Diálogos de san Gregorio Magno. No es una biografía en el sentido clásico. Según las ideas de su época, san Gregorio quiso ilustrar mediante el ejemplo de un hombre concreto —precisamente san Benito— la ascensión a las cumbres de la contemplación, que puede realizar quien se abandona en manos de Dios. Por tanto, nos presenta un modelo de vida humana como ascensión hacia la cumbre de la perfección.

miércoles, 10 de julio de 2013

Resurrección, Ascensión y Segunda Venida de Jesús

     El milagro de la resurrección es el más importante que obró Jesucristo, la prueba más clara de su divinidad, y el principal fundamento de nuestra fe.

1 DESCENSO DE CRISTO A LOS INFIERNOS
     Las palabras "bajó a los infiernos" que recitábamos en el Credo significan que el alma de Cristo, separada de su cuerpo, bajó al lugar donde los justos del Antiguo Testamento esperaban la Redención.
     La palabra "infiernos" significa los lugares inferiores. Estos son tres: a) El infierno propiamente dicho, o lugar de los condenados; b) El purgatorio, donde se purifican las almas; y c) El llamado seno de Abraham, donde los justos del Antiguo Testamento esperaban la Redención. A este lugar nos referimos ahora.
Estas almas se hallaban detenidas allí porque el cielo estaba cerrado con el pecado; y nadie podía entrar en él antes de que Cristo lo abriera, con su muerte. Y aunque no experimentaban sufrimiento alguno, era ,muy grande su deseo de ver a Dios.
     Jesucristo descendió ahí para consolar estas almas justas, hacerles saber que el misterio de la Redención se había realizado, y que pronto irían con El al cielo.

martes, 9 de julio de 2013

La evangelización se hace de rodillas - Papa Francisco

HOMILÍA DEL
SANTO PADRE
FRANCISCO
Santa Misa con seminaristas y novicios
Domingo 7 de julio de 2013
 
Queridos hermanos y hermanas:
Ya ayer tuve la alegría de encontrarme con ustedes, y hoy nuestra fiesta es todavía mayor porque nos reunimos de nuevo para celebrar la Eucaristía, en el día del Señor. Ustedes son seminaristas, novicios y novicias, jóvenes en el camino vocacional, provenientes de todas las partes del mundo: ¡representan a la juventud de la Iglesia! Si la Iglesia es la Esposa de Cristo, en cierto sentido ustedes constituyen el momento del noviazgo, la primavera de la vocación, la estación del descubrimiento, de la prueba, de la formación. Y es una etapa muy bonita, en la que se ponen las bases para el futuro. ¡Gracias por haber venido!
Hoy la palabra de Dios nos habla de la misión. ¿De dónde nace la misión? La respuesta es sencilla: nace de una llamada que nos hace el Señor, y quien es llamado por Él lo es para ser enviado. ¿Cuál debe ser el estilo del enviado? ¿Cuáles son los puntos de referencia de la misión cristiana? Las lecturas que hemos escuchado nos sugieren tres: la alegría de la consolación, la cruz y la oración.

lunes, 8 de julio de 2013

Advertencia sobre la brujería, el curanderismo y el culto umbanda - Mons. Ariel Torrado Mosconi

Recientemente la localidad argentina de Santiago del Estero ha sido el escenario de algunos ritos esotéricos que han visto la luz pública y han ocasionado la preocupación en su población, dado que se ha difundido el tema a través de los medios de comunicación. En este contexto, un obispo católico ha hablado claro, además de comentar también un suceso que acabó con la muerte de una niña tras un ritual umbnada. Recogemos a continuación las informaciones más destacadas, extraídas de la prensa de Argentina.
“Ante los hechos lamentables de diversas acciones supersticiosas y ritos satánicos que frecuentemente debemos lamentar en nuestra provincia es necesario recordar las enseñanzas de la Iglesia al respecto… Este tipo de accionar los va llevando a lo que comúnmente se denomina un lavado de cerebro que hace que se pierdan los parámetros inhibitorios de una persona normal”, sostuvo monseñor Ariel Torrado Mosconi, obispo auxiliar de la Diócesis de Santiago del Estero.
Perversión de la religiosidad
El prelado se manifestó con suma preocupación sobre los hechos que ocurren en la localidad de Maco, al sur de la ciudad, y que fueron revelados recientemente por El Liberal. Llamando a recordar lo que dice la Iglesia sobre este tema, el obispo enfatizó que “los trabajos de superchería son una verdadera perversión de la religiosidad”. También hizo hincapié en los perjuicios que generan estas prácticas a las personas que se las involucra en sus prácticas.

domingo, 7 de julio de 2013

DOmingo XIV (ciclo c) - Vaticano II

Concilio Vaticano II
Decreto
Apostolicam Actuositatem
Capítulo I
Vocación de los laicos al apostolado

Participación de los laicos en la misión de la Iglesia
2. La Iglesia ha nacido con el fin de que, por la propagación del Reino de Cristo en toda la tierra, para gloria de Dios Padre, todos los hombres sean partícipes de la redención salvadora, y por su medio se ordene realmente todo el mundo hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo Místico, dirigida a este fin, se llama apostolado, que ejerce la Iglesia por todos sus miembros y de diversas maneras; porque la vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado. Como en la complexión de un cuerpo vivo ningún miembro se comporta de una forma meramente pasiva, sino que participa también en la actividad y en la vida del cuerpo, así en el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, “todo el cuerpo crece según la operación propia, de cada uno de sus miembros” (Ef., 4,16).Y por cierto, es tanta la conexión y trabazón de los miembros en este Cuerpo (Cf. Ef., 4,16), que el miembro que no contribuye según su propia capacidad al aumento del cuerpo debe reputarse como inútil para la Iglesia y para sí mismo.
En la Iglesia hay variedad de ministerios, pero unidad de misión. A los Apóstoles y a sus sucesores les confirió Cristo el encargo de enseñar, de santificar y de regir en su mismo nombre y autoridad. Mas también los laicos hechos partícipes del ministerio sacerdotal, profético y real de Cristo, cumplen su cometido en la misión de todo el pueblo de Dios en la Iglesia y en el mundo.
En realidad, ejercen el apostolado con su trabajo para la evangelización y santificación de los hombres, y para la función y el desempeño de los negocios temporales, llevado a cabo con espíritu evangélico de forma que su laboriosidad en este aspecto sea un claro testimonio de Cristo y sirva para la salvación de los hombres. Pero siendo propio del estado de los laicos el vivir en medio del mundo y de los negocios temporales, ellos son llamados por Dios para que, fervientes en el espíritu cristiano, ejerzan su apostolado en el mundo a manera de fermento.

Domingo XIV (ciclo c) Catena Aurea

Lucas 10,1-12.17-20
          Después de esto señaló el Señor también otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí a toda ciudad y lugar, a donde El había de venir. Y les decía: "La mies ciertamente es mucha, mas los trabajadores son pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe trabajadores a ella".
          "Id: he aquí que yo os envío, como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado, ni saludéis a nadie por el camino".
          "En cualquier casa que entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa: y si hubiere allí hijo de paz, reposará sobre él vuestra paz, y si no, se volverá a vosotros. Y permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan: porque el trabajador es digno de su salario. No paséis de casa en casa. Y en cualquier ciudad en que entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante; y curad a los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. Mas si en la ciudad en que entrareis no os recibieren, saliendo por sus plazas, decid: Hasta el polvo, que se nos ha pegado de vuestra ciudad, sacudimos contra vosotros; sabed, no obstante, que se ha acercado el reino de Dios. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma, que para aquella ciudad".
          Y volvieron los setenta y dos con gozo, diciendo: "Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu nombre". Y les dijo: "Veía a Satanás que caía del cielo como un relámpago: Ved que os he dado potestad de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder del enemigo, y nada os dañará; mas en esto no os gocéis, porque los espíritus os están sujetos; mas gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos".

San Cirilo
Había dicho el Señor, por medio de sus profetas, que la predicación del Evangelio no sólo se extendería a todos los pueblos de Israel, sino también a todos los gentiles. Por esto el Señor no sólo escogió doce apóstoles, sino que instituyó también otros setenta y dos. Por lo que se dice: "Y después de esto señaló el Señor también otros setenta y dos", etc.
 
Beda
Oportunamente fueron enviados setenta y dos, porque había de predicarse el Evangelio a otras tantas naciones en el mundo. Y así como antes había escogido doce, a causa de las doce tribus de Israel, así ahora éstos son escogidos para enseñar a las gentes de fuera.

sábado, 6 de julio de 2013

Domingo XIV (ciclo c) Guión litúrgico

ENTRADA:
Hermanos: Nos hallamos reunidos en el nombre del Señor, dispuestos a seguirlo como sus fieles discípulos. Él mismo nos llama y nos envía para dar frutos en los diversos ámbitos de la sociedad, adonde quiere que seamos voz y presencia suya. Para iniciar el Santo Sacrificio de la Misa nos ponemos de pie y cantamos...

Domingo XIV (ciclo c) - Juan Pablo II

 De la homilía de
JUAN PABLO II
en Bucaramanga Colombia
el 6 de julio de 1986

Los laicos convocados a una nueva evangelización
"La gracia y la paz sea con vosotros de parte de Dios Padre y de Nuestro Señor Jesucristo" (Gal 1,3).
En la narración del evangelista San Lucas que acabamos de oír, el Señor designa y envía setenta y dos discípulos a todos los pueblos y lugares donde Él pensaba ir. Además de los Apóstoles y siguiendo su testimonio, muchos otros son llamados y enviados por el Señor para que, a lo largo de los siglos y hasta nuestros días, fueran precursores, mensajeros y testigos que anuncien la presencia y llegada de Cristo y proclamen el advenimiento del Reino de Dios.
Vosotros formáis parte de esa multitud ininterrumpida de discípulos que, de generación en generación, y en todos los pueblos y ciudades, en todas las culturas, ambientes y naciones, son testigos y pregoneros de la cercanía de ese reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz (cfr. Lumen Gentium, 36).

Domingo XIV (ciclo c) - San Ambrosio

Misión de los 72 discípulos
(Lc 10,1-24)

He aquí que yo os envío como corderos en medio de lobos. Esto es lo que les dice a esos 72 discípulos a quienes designó y envió de dos en dos delante de Él. ¿Por qué razón los envió de dos en dos? Porque de dos en dos, es decir, macho y hembra, habían sido introducidos los animales en el arca; y aunque este número era inmundo por naturaleza, no obstante, había sido purificado por el misterio de la Iglesia. Esto fue completado por aquellas palabras que San Pedro escuchó cuando le dijo el Espíritu Santo: lo que Dios ha purificado no lo llames impuro (Hch 10,15). Y advierte que esto se refería a los gentiles, ya que ellos atienden más a una sucesión de filiación corporal que a la espiritual. Pero también a éstos los purificó el Señor y les hizo herederos de su pasión.
Por eso, una vez que hubo enviado a sus discípulos a su mies, que, aunque había sido sembrada por la palabra de Dios, sin embargo, necesitaba el trabajo del cultivo y el cuidado de un operario, con el fin de que las aves del cielo no acabaran con la semilla sembrada, dijo: He aquí que yo os envío como corderos en medio de lobos.
En verdad, estas dos clases de animales son tan enemigos, que una de ellas devora a la otra. Pero el Buen Pastor hace que su grey no tema a los lobos, y por eso sus discípulos son enviados, no como presas, sino como distribuidores de gracia; pues la solicitud del Buen Pastor consigue que los lobos no puedan atreverse a dañar a los corderos. Y así envió a los corderos entre los lobos para que se cumpliera aquello de: Entonces pacerán juntos los lobos y los corderos (Is 64,25).

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