miércoles, 31 de octubre de 2012

¿CELEBRAR O NO CELEBRAR HALLOWEEN?

Entrevista para Zenit
con Paolo Gulisano,
autor de un libro sobre el tema
ROMA, lunes, 30 octubre 2006

          Grandes calabazas vaciadas iluminadas en su interior, como si fueran calaveras, esqueletos y sombrías figuras encapuchadas, risotadas escalofriantes y un estribillo obsesivo: ¿dulce o broma? Todo esto es Halloween, una moda, una fiesta, una nueva costumbre que se ha impuesto en los últimos años, gracias en parte a la persuasión del cine y la televisión.
          La fiesta de Halloween se ha metido incluso en las escuelas de países en los que hace tan sólo unos años se desconocía la existencia de la fiesta: en muchos centros escolares, desde la escuela primaria a la superior, los profesores organizan la fiesta junto a los alumnos, con juegos y dibujos.
          El tema de Halloween ha sido afrontado en todos sus aspectos por el escritor italiano Paolo Gulisano, autor de numerosos ensayos sobre literatura de fantasía y sobre la cultura anglosajona. Junto a la investigadora irlandesa, residente en Estados Unidos, Brid O'Neill, ha publicado en estos días en italiano un libro titulado «La noche de las calabazas» («La notte delle zucche», editorial Ancora).
          Para profundizar en el significado de la fiesta de Halloween, Zenit ha entrevistado a Paolo Gulisano.

lunes, 29 de octubre de 2012

La urgencia de anunciar nuevamente a Cristo donde la luz de la fe se ha debilitado - Benedicto XVI

Benedicto XVI
En la Misa de clausura
del Sínodo de Obispos
“La nueva evangelización
 para la transmisión de la fe cristiana”
28 de octubre de 2012
Venerables hermanos,
ilustres señores y señoras,
queridos hermanos y hermanas
      El milagro de la curación del ciego Bartimeo ocupa un lugar relevante en la estructura del Evangelio de Marcos. En efecto está colocado al final de la sección llamada «viaje a Jerusalén», es decir, la última peregrinación de Jesús a la Ciudad Santa para la Pascua, en donde él sabe que lo espera la pasión, la muerte y la resurrección. Para subir a Jerusalén, desde el valle del Jordán, Jesús pasó por Jericó, y el encuentro con Bartimeo tuvo lugar a las afueras de la ciudad, mientras Jesús, como anota el evangelista, salía «de Jericó con sus discípulos y bastante gente» (10, 46); gente que, poco después, aclamará a Jesús como Mesías en su entrada a Jerusalén. Bartimeo, cuyo nombre, como dice el mismo evangelista, significa «hijo de Timeo», estaba precisamente sentado al borde del camino pidiendo limosna. Todo el Evangelio de Marcos es un itinerario de fe, que se desarrolla gradualmente en el seguimiento de Jesús. Los discípulos son los primeros protagonistas de este paulatino descubrimiento, pero hay también otros personajes que desempeñan un papel importante, y Bartimeo es uno de éstos. La suya es la última curación prodigiosa que Jesús realiza antes de su pasión, y no es casual que sea la de un ciego, es decir una persona que ha perdido la luz de sus ojos. Sabemos también por otros textos que en los evangelios la ceguera tiene un importante significado. Representa al hombre que tiene necesidad de la luz de Dios, la luz de la fe, para conocer verdaderamente la realidad y recorrer el camino de la vida. Es esencial reconocerse ciegos, necesitados de esta luz, de lo contrario se es ciego para siempre (cf. Jn 9,39-41).

"Entusiasmo por profundizar la transmisión de la fe y renovar la pastoral ordinaria de la Iglesia" - Mons. Aguer

LA MISIÓN DEL INTELECTUAL CATÓLICO HOY - P. Alfredo Sáenz S.J.

Conferencia pronunciada
por el
P. Alfredo Sáenz
al recibir el
Doctorado
Honoris Causa
en la Universidad Católica
de La Plata
22 de octubre de 2012

         Confrontados a una situación inédita, el católico de hoy, sobre todo el intelectual católico, tiene una misión inédita y debe, por consiguiente, dar una respuesta inédita. Antes de abocarnos al contenido de tal respuesta, no dejará de ser útil un sucinto análisis histórico de las distintas etapas de la cultura, para considerar la diversidad de reacciones que caracterizaron a los católicos.
         Es indudable que la Edad Media conoció una admirable Weltanschauung, una cosmovisión muy esplendorosa del mundo. Durante esa época, el orden natural y el orden sobrenatural eran, sí, órdenes distintos, pero en modo alguno divorciados. Así como en Cristo la naturaleza humana y la divina se unen en la Persona divina sin dejar de distinguirse, así lo temporal se unió con lo eterno, lo carnal con lo espiritual, lo visible con lo invisible, sin perder cada ámbito su límite de autonomía.

domingo, 28 de octubre de 2012

Himno del año de la Fe - "Credo, Domine" en español (c/letra)



CREDO, DOMINE
Himno del Año de la fe

1. Caminamos llenos de esperanza,
pero a tientas en la noche.
Vienes tú en el Adviento de la historia,
eres tú el Hijo del Altísimo.
Credo Domine, credo!
Con los santos que caminan con nosotros,
Señor, te pedimos:
Adauge, adauge nobis fidem!
Credo Domine, adauge nobis fidem!

sábado, 27 de octubre de 2012

Domingo XXX (ciclo b) Mons. Castagna

28 de Octubre de 2012
Marcos 10, 46-52
          El mundo ciego y mendigo. Este mundo ciego ¿es como el de Jericó? Quizás necesita saber más de Jesús para invocarlo “a gritos”, con la esperanza de recobrar la vista. Es bueno preguntarse si está en esas condiciones o requiere, de parte de los evangelizadores, un llamado fuerte que lo ponga de rodillas frente a su verdadero Salvador. A esta altura de los acontecimientos es perjudicial complicar el discurso evangelizador. Es preciso llamar las cosas por su nombre y aplicar sobre los ojos ciegos de la sociedad actual la palabra del Señor presente. Bartimeo es un mendigo de todo lo que necesita para ser valorado como persona entre sus coetáneos. Jesús, con la devolución de la vista, lo promueve a ser dueño de todos sus derechos. Ya no tendrá que mendigar mendrugos de verdad y de respeto. Se encuentra con la Verdad, Jesús“el Hijo de David” según la carne, comisionado por su Padre a fundar el Reino, o la nueva humanidad, sobre Él mismo, como base fundamental de toda auténtica edificación. Bartimeo recobra la visión, la ocular y la que lo orienta a conocer toda la verdad: la de Dios y la suya.

Domingo XXX (ciclo b) San Agustín

Jesucristo
médico del alma
y del cuerpo

1. Cristo, Médico nuestro
—Sabéis como nosotros, hermanos míos, que nuestro Señor y Salvador Jesucristo es el médico de nuestra salud eterna, y que tomó nuestra enferma naturaleza para que nuestra enfermedad no fuera sempiterna. Porque asumió un cuerpo mortal para en él matar la muerte. Y aunque crucificado en nuestra enfermedad, como dice el Apóstol, vive por la virtud de Dios. Del mismo Apóstol son, además, estas palabras: Ya no muere ni está sujeto a la muerte. Todo esto bien notorio es para vuestra fe, pero debemos también saber que todos los milagros que obró en los cuerpos tienen por blanco hacernos llegar a lo que ni pasa ni tendrá fin. Devolvió a los ciegos los ojos que había de cerrar la muerte; resucitó a Lázaro, el cual morirá por segunda vez. Todo lo que hizo en beneficio de los cuerpos no lo hizo para hacerlos inmortales, bien que al mismo cuerpo le habrá de dar en el fin una eterna salud; mas, como no eran creídas las maravillas invisibles, quiso por medio de acciones visibles y temporales levantar la fe hacia las cosas que no se ven.

Domingo XXX (ciclo b) Catena Aurea


Marcos 10, 46-52
Y llegaron a Jericó; y al partir de Jericó con sus discípulos, seguido de muchísima gente, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino pidiendo limosna. Habiendo oído, pues, que era Jesús Nazareno (el que venía), comenzó a dar voces, diciendo: "Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí". Y reñíanle muchos para que callara; sin embargo, él alzaba mucho más el grito: "Hijo de David, ten compasión de mí". Parándose entonces Jesús, le mandó llamar. Y le llaman, pues, al ciego diciéndole: "Ten buen ánimo, levántate, que te llama". El cual, arrojando su capa, al instante se puso en pie, y vino a El. Y Jesús le dijo: "¿Qué quieres que te haga?" El ciego le respondió: "Maestro, que yo vea". Y Jesús: "Anda, que tu fe te ha curado". Y de repente vio, y le iba siguiendo por el camino.

San Jerónimo
El nombre de la ciudad corresponde a la ya próxima pasión del Señor 1. "Después de esto -dice- llegaron a Jericó". Este nombre significa luna o anatema. Porque, cuando se acerca el abatimiento de la carne de Cristo se prepara la Jerusalén celestial.
"Y al partir de Jericó, un ciego", etc.

Beda
San Mateo dice que eran dos los ciegos que sentados junto al camino, imploraban a Cristo y recobraron la vista. San Lucas afirma que cuando se aproximó el Señor a Jericó curó del mismo modo a un ciego. Pero nadie -por lo menos ningún hombre prudente- pensará que se contradicen aquí los evangelistas, pues lo que hay aquí es que uno refiere con más extensión lo que omite el otro. Debe entenderse, pues, que uno de los ciegos era muy conocido, circunstancia que se desprende de citarlo San Marcos con su nombre y el de su padre.

Domingo XXX (ciclo b) Guión litúrgico

ENTRADA:
La participación interior en la alegría de Cristo resucitado implica compartir plenamente el amor que late en su corazón: ¡no hay alegría sin amor! Jesús mismo lo explica, relacionando el « mandamiento nuevo » con el don de la alegría: « Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Os he dicho esto, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado. Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado » . La Eucaristía dominical, pues, no sólo no aleja de los deberes de caridad, sino al contrario, compromete más a los fieles « a toda clase de obras de caridad, piedad y apostolado, mediante las cuales se manifieste que los cristianos, aunque no son de este mundo, sin embargo son luz del mundo y glorifican al Padre ante los hombres ». Nos disponemos a iniciar la celebración de la Eucaristía cantando…

jueves, 25 de octubre de 2012

Conociendo los Símbolos de la Fe


LOS SÍMBOLOS DE LA FE

Preguntas del Compendio del catecismo de la Iglesia Católica
33. ¿Qué son los símbolos de la fe?
Los símbolos de la fe, también llamados «profesiones de fe» o «Credos», son fórmulas articuladas con las que la Iglesia, desde sus orígenes, ha expresado sintéticamente la propia fe, y la ha transmitido con un lenguaje común y normativo para todos los fieles.
34. ¿Cuáles son los símbolos de la fe más antiguos?

miércoles, 24 de octubre de 2012

¿Cómo fue la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica? - Card. Karlic

''El catecismo
fue un fruto profético
del Concilio Vaticano II''
Entrevista al Card. Karlic
miembro de la comisión redactora
 
          La iniciativa de elaborar un catecismo universal partió del Sínodo de los Obispos de 1985, convocado para celebrar los 20 años del Concilio Vaticano II. Los obispos le manifestaron a Juan Pablo II su deseo y el papa inmediatamente hizo suya la idea. ''El catecismo fue un fruto profético del Concilio Vaticano II'', afirma el cardenal argentino Karlic, miembro de la comisión redactora.
          En la obra extraordinaria que es el catecismo se ha manifestado la naturaleza colegial del Episcopado, se ha atestiguado la catolicidad de la Iglesia, con un contenido que expresa la sinfonía de la fe. Vale decir que es un verdadero fruto profético del Concilio Vaticano II. Lo dijo el cardenal argentino Estanislao Esteban Karlic, 86 años, miembro de la comisión redactora, en entrevista concedida a Sergio Mora para  ZENIT, en la que manifestó algunos entretelones poco conocidos por el gran público sobre la elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica.
¿Cuál era el catecismo universal anterior al actual?
          Cardenal Karlic: En la historia de la Iglesia solamente hay un catecismo semejante, es el de san Pío V, llamado Catecismo del Concilio de Trento o Catecismo de los Párrocos, publicado en el siglo XVI, poco después de la invención de la imprenta. Fue un ejemplo a seguir por su gran valor. El actual Catecismo de la Iglesia Católica sin embargo tiene novedades que lo enriquecen no solamente en el aprovechamiento del Magisterio Pontificio de los últimos tiempos, sino también en la atención de los problemas contemporáneos. El Catecismo Tridentino y el de la Iglesia Católica son los dos únicos en las historia que fueron aprobados por un papa y destinados a toda la Iglesia.
¿Cómo nace esta idea y por qué un nuevo catecismo?

lunes, 22 de octubre de 2012

El fanón : escudo de la fe que vuelve a usar BenedictoXVI

Mons. Nicola Bux explica las motivaciones y el significado de una sorpresiva introducción en la liturgia pontificia de las Canonizaciones, celebradas el 21 de octubre de 2012 en el Vaticano, junto a la anunciada modificación del rito: el retorno del fanón papal, un ornamento exclusivo del Romano Pontífice, que se encontraba en desuso desde los primeros años del pontificado de Pablo VI y que sólo había sido usado en una ocasión por el Beato Juan Pablo II.

Don Nicola Bux, ¿por qué Benedicto XVI ha utilizado el fanón papal?
          El fanón se usa sobre la casulla, y está formado por dos mucetas superpuestas la una a la otra; la inferior es más larga que la superior. Es de tela blanca y dorada, con largas líneas perpendiculares, separadas por una franja amaranto o roja. Sobre el pecho tiene una cruz bordada en oro.
¿Cuál es el significado litúrgico del fanón papal?
          Simboliza el escudo de la fe (cfr. Efesios 6, 16: “Tened siempre embrazado el escudo de la fe, para que en él se apaguen todas las flechas incendiarias del maligno”) que protege la Iglesia católica, representada por el Papa. Las bandas verticales de color dorado y plateado representen la unidad y la indisolubilidad de la Iglesia latina y oriental.

Aggiornamiento no significa reducir la fe rebajándola a la moda de los tiempos - Benedicto XVI

DISCURSO DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
EN EL ENCUENTRO CON
LOS OBISPOS QUE PARTICIPARON
EN EL CONCILIO VATICANO II

Viernes 12 de octubre de 2012

          Venerados y queridos hermanos:
          Nos encontramos reunidos hoy, después de la solemne celebración que ayer nos congregó en la plaza de San Pedro. El saludo cordial y fraterno que deseo ahora dirigiros nace de la comunión profunda que sólo la celebración eucarística es capaz de crear. En ella, se hacen visibles, casi tangibles, los vínculos que nos unen como miembros del Colegio episcopal, reunidos con el Sucesor de Pedro.

domingo, 21 de octubre de 2012

Himno al Beato Juan Pablo II - Coro de la Diócesis de Roma



Texto:

APRITE LE PORTE A CRISTO
Inno al beato Giovanni Paolo II


APRITE LE PORTE A CRISTO! NON ABBIATE PAURA:
SPALANCATE IL VOSTRO CUORE ALL'AMORE DI DIO.

Eleccion del Papa Juan Pablo II

Domingo XXIX (ciclo b) Catena Aurea

Marcos 10,35-45
          Entonces (oyéndole hablar de la resurrección) se llegaron a El Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y (por medio de su madre) le hacen esta petición: "Maestro, quisiéramos que nos concedieses todo cuanto te pidamos". Díjoles El: "¿Qué cosa deseáis que os conceda?" "Concédenos, respondieron, que en tu gloria (o glorioso reinado) nos sentemos el uno a tu diestra y el otro a tu siniestra". Mas Jesús les dijo: "No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz (de la pasión) que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo (de sangre) con que yo voy a ser bautizado?" Respondiéronle: "Podemos". "Pues tened por cierto, les dijo Jesús, que beberéis el cáliz que yo bebo, y seréis bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado; pero eso de sentarse a mi diestra o a mi siniestra, no está en mi arbitrio (como hombre) el darlo a vosotros, sino a aquéllos para quienes se ha destinado (por mi Padre celestial)".
          Entendiendo los (otros) diez dicha demanda, dieron muestras de indignación contra Santiago y Juan. Mas Jesús, llamándolos (todos) a sí, les dijo: "Sabéis que los que tienen la autoridad de mandar a las naciones las tratan con imperio y que sus príncipes ejercen sobre ellas el poder. No debe ser lo mismo entre vosotros; sino que quien quisiere hacerse mayor, ha de ser vuestro criado; y quien quisiere ser entre vosotros el primero, debe hacerse siervo de todos. Porque el Hijo del hombre no vino a que le sirviesen, sino a servir y a dar su vida por la redención de muchos".

San Juan Crisóstomo homiliae in Matthaeum, hom. 65, 2
Los discípulos oyendo hablar frecuentemente a Cristo de su reino juzgaban que no había de tener lugar éste después de su muerte, y por tanto, anunciada su muerte, se acercaron a El para hacerse luego dignos de los honores de su reino. "Entonces se acercaron a El Santiago y Juan", etc., pues avergonzados del sentimiento humano que los animaba, se acercaron a Cristo, llevándolo aparte de los discípulos. Mas como no ignoraba el Salvador lo que iban a pedirle y queriendo obligarles a que lo declaren abiertamente, les pregunta: "¿Qué cosa deseáis que os conceda?"

Teofilacto
Los discípulos citados creían que subía a Jerusalén para reinar allí y que padecería después lo que había predicho, y pensando de este modo deseaban sentarse uno a su derecha y otro a su izquierda. "Concédenos, respondieron, que en tu gloria nos sentemos, uno a tu diestra y el otro a tu izquierda".

viernes, 19 de octubre de 2012

Guión Litúrgico Domingo XXIX (ciclo b)



ENTRADA:
Hermanos: En las Misas dominicales de la parroquia, como « comunidad eucarística », es normal que se encuentren los grupos, movimientos, asociaciones y las pequeñas comunidades religiosas presentes en ella. Esto les permite experimentar lo que es más profundamente común para ellos, más allá de las orientaciones espirituales específicas que legítimamente les caracterizan, con obediencia al discernimiento de la autoridad eclesial. Por esto se ha de procurar salvaguardar y promover plenamente la unidad de la comunidad eclesial , la que se alimenta y fortalece a partir de la Eucaristía.  Para inicuiar esta celebración nos ponemos de pie y cantamos…

INTRODUCCIÓN A LAS LECTURAS:
La Palabra a de Dios nos invita a vivir la actitud de servicio siguiendo el ejemplo del Salvador. Recibámosla con humildad y fe.

Credo o Símbolo Atanasiano ; Quicumque


          Hay verdades que aveces nos cuesta entender, incluso aceptar.  Debemos pedir la gracia de Dios para creer, rogar para que nuestra fe sea siempre aumentada, en todas las enseñanzas de Nuestro Señor a través de la Iglesia, Mater et Magistra.  ¿Cuál es el corazón de nuestra fe? ¿en qué creemos? la respuesta más simple que un cristiano católico puede y debería poder dar a esa respuesta es: creo en lo que dice el Credo.
          En la hermosa riqueza de nuestra Iglesia, podemos encontrar una versión del Credo, llamado Quicumque o Símbolo Atanasiano.  Esta bellísima profesión de fe, nos ayuda a meditar la maravilla del misterio de la Santísima Trinidad y nos invita a dar gracias por la belleza que encierra nuestra fe.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Hay que insistir que la fe no es una mera emoción subjetiva - Mons Aguer

Este es un sínodo sobre todo
"para la transmisión de la fe"

Entrevista al arzobispo Héctor Rubén Aguer,
arzobispo de La Plata y padre sinodal

H. Sergio Mora ha entrevistado para ZENIT a uno de los padres sinodales, el arzobispo argentino de la ciudad de La Plata, Héctor Aguer*, sobre este evento eclesial, que no es un concilio ni un consejo deliberante, el cual presentará una serie de propuestas a Benedicto XVI para que oriente a la Iglesia a través de una exhortación postsinodal.
¿Cuáles son las expectativas sobre este sínodo?
--Mons. Aguer: El sínodo ha sido convocado para tratar sobre la nueva evangelización para la trasmisión de la fe, y creo que no habría que disociar esos dos elementos.
¿El concepto de nueva evangelización cómo nace?
--El concepto de nueva evangelización ha sufrido una transformación. Lo utilizó por primera vez en 1983 el beato Juan Pablo II referido a la evangelización que la Iglesia debía emprender ante la perspectiva de los 500 años. Luego fue aplicado a la situación de los países de vieja tradición católica, en la cual la fe se vino socavando por diversas circunstancias en particular por los embates del secularismo.

Ningún Padre de la Iglesia expresó con la intensidad de san Ignacio el deseo de unión con Cristo - Benedicto XVI

BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 14 de marzo de 2007

San Ignacio de Antioquía

          Queridos hermanos y hermanas: 
          Como hicimos ya el miércoles pasado, hablamos de las personalidades de la Iglesia primitiva. La semana pasada hablamos del Papa Clemente I, tercer Sucesor de san Pedro. Hoy hablamos de san Ignacio, que fue el tercer obispo de Antioquía, del año 70 al 107, fecha de su martirio. En aquel tiempo Roma, Alejandría y Antioquía eran las tres grandes metrópolis del imperio romano. El concilio de Nicea habla de tres "primados":  el de Roma, pero también Alejandría y Antioquía participan, en cierto sentido, en un "primado".

lunes, 15 de octubre de 2012

El Vaticano II es un fuerte llamamiento a redescubrir cada día la belleza de nuestra fe, a conocerla de modo profundo - Benedicto XVI

BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 10 de octubre de 2012

          Queridos hermanos y hermanas:
          Estamos en la víspera del día en que celebraremos los cincuenta años de la apertura del concilio ecuménico Vaticano II y el inicio del Año de la fe. Con esta Catequesis quiero comenzar a reflexionar —con algunos pensamientos breves— sobre el gran acontecimiento de Iglesia que fue el Concilio, acontecimiento del que fui testigo directo. El Concilio, por decirlo así, se nos presenta como un gran fresco, pintado en la gran multiplicidad y variedad de elementos, bajo la guía del Espíritu Santo. Y como ante un gran cuadro, de ese momento de gracia incluso hoy seguimos captando su extraordinaria riqueza, redescubriendo en él pasajes, fragmentos y teselas especiales.

Santa Teresa de Jesús es verdadera maestra de vida cristiana para los fieles de todos los tiempos - Benedicto XVI

BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 2 de febrero de 2011

Santa Teresa de Jesús
          Queridos hermanos y hermanas:
          A lo largo de las catequesis que he querido dedicar a los Padres de la Iglesia y a grandes figuras de teólogos y de mujeres del Medievo me detuve también a hablar de algunos santos y santas que fueron proclamados doctores de la Iglesia por su eminente doctrina. Hoy quiero iniciar una breve serie de encuentros para completar la presentación de los doctores de la Iglesia. Y comienzo con una santa que representa una de las cimas de la espiritualidad cristiana de todos los tiempos: santa Teresa de Ávila (de Jesús).
          Nace en Ávila, España, en 1515, con el nombre de Teresa de Ahumada. En su autobiografía ella misma menciona algunos detalles de su infancia: su nacimiento de «padres virtuosos y temerosos de Dios», en el seno de una familia numerosa, con nueve hermanos y tres hermanas. Todavía niña, cuando tiene menos de nueve años, lee las vidas de algunos mártires que le inspiran el deseo del martirio, hasta el punto de que improvisa una breve huida de casa para morir mártir y subir al cielo (cf. Vida 1, 5); «quiero ver a Dios» dice la pequeña a sus padres. Algunos años más tarde, Teresa hablará de sus lecturas de la infancia y afirmará que en ellas descubrió la verdad, que resume en dos principios fundamentales: por un lado «el hecho de que todo lo que pertenece al mundo de aquí, pasa»; y, por otro, que sólo Dios es «para siempre, siempre, siempre», tema que se reitera en la famosísima poesía «Nada te turbe / nada te espante; / todo se pasa. / Dios no se muda; / la paciencia todo lo alcanza; / quien a Dios tiene / nada le falta / ¡Sólo Dios basta!». Al quedar huérfana de madre a los 12 años, pide a la santísima Virgen que le haga de madre (cf. Vida 1, 7).

sábado, 13 de octubre de 2012

Domingo XXVIII (ciclo b) - P. Raniero Cantalamessa

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap

¡Qué difícil es que un rico
entre en el Reino de los Cielos!



Sabiduría 7, 7-11;
Hebreos 4, 12-13;
Marcos 10, 17-30


          Una observación preliminar es necesaria para despejar el terreno de posibles equívocos al leer lo que el Evangelio de este domingo dice de la riqueza. Jesús jamás condena la riqueza ni los bienes terrenos por sí mismos. Entre sus amigos está también José de Arimatea, «hombre rico»; Zaqueo es declarado «salvado», aunque retenga para sí la mitad de sus bienes, que, visto el oficio de recaudador de impuestos que desempeñaba, debían ser considerables. Lo que condena es el apegamiento exagerado al dinero y a los bienes, hacer depender de ellos la propia vida y acumular tesoros sólo para uno (Lc 12, 13-21).
          La Palabra de Dios llama al apegamiento excesivo al dinero «idolatría» (Col 3, 5; Ef 5, 5). El dinero no es uno de tantos ídolos; es el ídolo por antonomasia. Literalmente «dios de fundición» (Ex 34, 17). Es el anti-dios porque crea una especia de mundo alternativo, cambia el objeto a las virtudes teologales. Fe, esperanza y caridad ya no se ponen en Dios, sino en el dinero. Se realiza una siniestra inversión de todos los valores. «Nada es imposible para Dios», dice la Escritura, y también: «Todo es posible para quien cree». Pero el mundo dice: «Todo es posible para quien tiene dinero».

Domingo XXVIII (ciclo b) - San Juan Crisótomo


El joven que se acerca a Jesús
Y he aquí que, acercándosele uno, le dijo:
" Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?"
(Mt 19,16 ss.)

Hay quienes hablan mal de este joven, como si hubiera sido un taimado y perverso que se acercó a Jesús para tentarle. Por mi parte, no tendría inconveniente en decir que fue avaro y estaba dominado por el dinero, puesto que Cristo mismo de­mostró que así era; pero en manera alguna taimado. Primero, porque no es cosa segura lanzarse a juzgar de lo incierto, ma­yormente tratándose de culpas; y, segundo, porque Marcos nos quita totalmente esa sospecha. Marcos dice, en efecto, que, corriendo hacia Jesús, se le postró y le suplicaba. Y que luego, dirigiéndole Jesús una mirada, le amó. Pero es muy grande la tiranía de la riqueza, y bien se ve por el hecho de que, aun siendo en todo lo demás virtuosos, ella sola lo echa todo a perder. Con razón, pues, la llamaba también Pablo la raíz le todos los males. Porque: Raíz—dice—de todos los males es la avaricia.  Ahora bien, ¿por qué le respondió Cristo, dicien­do: Nadie hay bueno? Porque como el otro le miraba como a puro hombre, como a uno de tantos, como a simple maestro judío, también el Señor habla con él como hombre. En rea­lidad, en muchas ocasiones vemos que Jesús responde de acuerdo con las ideas de sus interlocutores, como cuando dice: Nosotros adoramos lo que sabemos. Y: Si yo, doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verda­dero. Así, pues, al decir ahora: Nadie es bueno, no se ex­cluye a sí mismo de ser bueno, ni mucho menos. Porque no dijo: "¿A qué me llaman bueno? Yo no soy bueno", sino: Nadie es bueno, es decir, nadie entre los hombres. Y aun, al decir esto, no pretende negar absolutamente la bondad de los hombres, sino sólo en parangón con la bondad de Dios. De ahí lo que añade: Sino sólo uno: Dios. Y no dijo: "Sino sólo mi Padre", por que nos demos cuenta que no se quiso revelar a este joven. Por modo semejante había anteriormente llamado malos a los hombres, diciendo: Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos._ Y tampoco en este pasaje llamó malos a los hombres porque quisiera condenar la maldad de toda la naturaleza humana (dice "vosotros", no todos los hombres), sino que, en comparación de la bondad de Dios, bien pudo llamar malos a los hombres. De ahí que también aquí añadió: ¡Cuánto más vuestro Padre dará bienes a quienes se los pidan! Mas ¿qué interés, qué utilidad tenía —me dirás en responder así a aquel joven? —Es que que­ría levantarlo poco a poco y enseñarle a huir de toda adu­lación y desprenderle de la tierra y unirlo a Dios; quería, en fin, persuadirle a buscar lo venidero y saber quién es el verdaderamente bueno y raíz y fuente de todos los bienes y que a Él refiriera todo el honor. Lo mismo cuando dice: No llaméis a nadie maestro sobre la tierra, lo dice en parangón con Él y porque se den cuenta quién es el principio primero de todos los seres.       

Domingo XXVIII (ciclo b) - Juan Pablo II

Cristo habla con los jóvenes
(Carta Apostólica ‘Dilecti amici’
Año Internacional de la Juventud, 1985)

Dios es amor
4. Cristo responde a su joven interlocutor del Evangelio. Él le dice: «Nadie es bueno sino sólo Dios». Hemos oído ya lo que el otro preguntaba. «Maestro bueno ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?». ¿Cómo actuar, a fin de que mi vida tenga sentido, pleno sentido y valor? Nosotros podemos traducir así su pregunta en el lenguaje de nuestro tiempo. En este contexto la respuesta de Cristo quiere decir: sólo Dios es el último fundamento de todos los valores; sólo Él da sentido definitivo a nuestra existencia humana.
Sólo Dios es bueno, lo cual significa: en Él y sólo en Él todos los valores tienen su primera fuente y su cumplimiento final; en Él «el alfa y la omega, el principio y el fin». Solamente en Él hallan su autenticidad y confirmación definitiva. Sin Él –sin la referencia a Dios– todo el mundo de los valores creados queda como suspendido en un vacío absoluto, pierde su transparencia y expresividad. El mal se presenta como bien y el bien es descartado. ¿No nos indica esto mismo la experiencia de nuestro tiempo, donde quiera que Dios ha sido eliminado del horizonte de las valoraciones, de los criterios, de los actos?
¿Por qué sólo Dios es bueno? Porque Él es amor. Cristo da esta respuesta con las palabras del Evangelio, y sobre todo con el testimonio de la propia vida y muerte: «Porque tanto amó Dios al mundo, que lo dio su unigénito Hijo». Dios es bueno porque «es amor».

Domingo XXVIII (ciclo b) Catena Aurea

Marcos 10, 17-30
          Así que salió para ponerse en camino, vino corriendo un joven, y arrodillado a sus pies le preguntó: "Oh buen Maestro: ¿qué debo yo hacer para conseguir la vida eterna?" Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos que conducen a la vida: No cometer adulterio, no matar, no hurtar, no decir falsos testimonios, no hacer mal a nadie, honrar padre y madre". A esto respondió él, y le dijo: "Maestro, todas esas cosas las he observado desde mi mocedad". Y Jesús, mirándole de hito en hito, mostró quedar prendado de él, y le dijo. "Una cosa te falta aún: anda, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, que así tendrás un tesoro en el cielo, y ven después y sígueme". A esta propuesta, entristecido el joven, fuese muy afligido, pues tenía muchos bienes. Y echando Jesús una ojeada alrededor de sí, dijo a sus discípulos: "¡Oh, cuán difícilmente los acaudalados entrarán en el reino de Dios!" Los discípulos quedaron pasmados al oír tales palabras. Pero Jesús volviendo a hablar, les añadió: "¡Ay hijitos míos, cuán difícil cosa es que los que ponen su confianza en las riquezas entren en el reino de Dios! Más fácil es el pasar un camello por el ojo de una aguja, que no entrar un rico semejante en el reino de Dios". Con esto subía de pronto su asombro, y se decían unos a otros. "¿Quién podrá, pues, salvarse?" Pero Jesús, fijando en ellos la vista, les dijo: "A los hombres es esto imposible, mas no a Dios; pues para Dios todas las cosas son posibles".
          Aquí Pedro, tomando la palabra, le dijo: "Por lo que hace a nosotros, bien ves que hemos renunciado todas las cosas, y seguidote". A lo que Jesús, respondiendo, dijo: "Pues yo os aseguro que nadie hay que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o heredades por amor de mí o del Evangelio, que ahora mismo en este siglo y aun en medio de las persecuciones no reciba el doblado por equivalente de casas, y hermanos, y hermanas, de madres, de hijos y heredades, y en el siglo venidero la vida eterna.

Beda, in Marcum, 3, 40
Un hombre, que había oído decir al Señor que los que quieren ser semejantes a los niños son dignos de entrar en el reino de los cielos, le pide que se lo explique claramente y no con parábolas, y que le diga qué méritos tiene que hacer para conseguir la vida eterna. "Así que salió para ponerse en camino, vino corriendo un joven, y arrodillado a sus pies, le preguntó: Oh buen Maestro: ¿qué debo hacer yo para conseguir la vida eterna?".

Teofilacto
Causa admiración ese joven que, cuando los demás se acercan al Señor a causa de sus enfermedades, él pide la posesión de la vida eterna, a pesar de la maligna pasión de la avaricia por la cual se vio afligido después.

Domingo XXVIII (ciclo b) guión litúrgico


ENTRADA:
Hermanos: el domingo es por excelencia el día de la fe. En él el Espíritu Santo, memoria viva de la Iglesia, hace de la primera manifestación del Resucitado un acontecimiento que se renueva en el hoy de cada discípulo de Cristo. Ante él, en la asamblea dominical, los creyentes se sienten interpelados como el apóstol Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente». Sí, el domingo es el día de la fe. Lo subraya el hecho de que la liturgia eucarística dominical, prevé la profesión de fe. El Credo pone de relieve el carácter bautismal y pascual del domingo, haciendo del mismo el día en el que, por un título especial, el bautizado renueva su adhesión a Cristo y a su Evangelio con la vivificada conciencia de las promesas bautismales. Acogiendo la Palabra y recibiendo el Cuerpo del Señor, contempla a Jesús resucitado, presente en los santos signos, y confiesa con el apóstol Tomás «Señor mío y Dios mío». Iniciando este primer domingo del año de la fe nos disponemos a celebrar los sagrados misterios cantando ....

viernes, 12 de octubre de 2012

50 años, dos noches, dos Papas, dos multitdes, una misma fe

          En la noche del 11 de octubre de 1962, al iniciarse el Concilio Vaticano II, una multitud iluminada con antorchas se reunía en la plaza de San Pedro, el Papa Juan XXIII se asoma a su ventana con la intensión de bendecir a los fieles reunidos y pronunciaba unas emotivas y memorables palabras. Cincuenta años después al iniciarse el Año de la Fe en la noche del 11 de octubre de 2012, organizada por la Acción Católica Italiana se realiza una vigilia en la misma plaza de San Pedro, la cual se cierra con las palabras y la bendición del Papa Benedicto XVI.




Estas fueron sus palabras:

          “Buenas noches a todos y gracias por haber venido. Hace cincuenta años, este mismo día, yo también estaba en esta plaza, mirando a esta ventana a la que se asomó el Papa bueno, el beato Juan XXIII, que pronunció palabras inolvidables, palabras llenas de poesía, de bondad, palabras que salían del corazón.
          Éramos felices y estábamos llenos de entusiasmo. El gran Concilio ecuménico se había inaugurado; estábamos seguros de que llegaba una primavera para la Iglesia, una nueva Pentecostés, con una presencia nueva y fuerte de la gracia liberadora del Evangelio.
          Hoy también somos felices, tenemos la alegría en nuestro corazón, pero podríamos decir que es una alegría, quizás, más sobria, una alegría humilde.

Juan XXIII el discurso de la luna en la noche del inicio del Concilio Vaticano II

          El 11 de octubre de 1962, con el ingreso solemne de los padres conciliares en la basílica de San Pedro, se inauguró el concilio Vaticano II. Juan XXIII había fijado para ese día el inicio del concilio con la intención de encomendar la gran asamblea eclesial que había convocado a la bondad maternal de María, y de anclar firmemente el trabajo del concilio en el misterio de Jesucristo.
          Aquella noche, mas de cien mil personas se congregaron en la plaza San Pedro llevando antorchas; esta celebración espontánea era una elocuente imagen de la Iglesia pueblo de Dios. Mons. Capovilla invitó al Papa a mirar a través de las cortinas. El Pontífice se asomó y quedó sobrecogido. "Abre la ventana, daré la bendición, pero no hablaré", le dijo a su secretario.
          Los reflectores de la plaza estaban apagados porque no se preveía ninguna celebración, pero el gran murmullo y las luces de las velas y de las antorchas que se levantaron al aparecer el Santo Padre indicaban la presencia de una gran multitud.
          Entonces Juan XXIII, iluminado por la luz del pueblo de Dios y bajo una esplendida luna de octubre, improvisó aquel famoso discurso que completó aquel día memorable.



          Queridos hijitos, queridos hijitos, escucho vuestras voces. La mía es una sola voz, pero resume la voz del mundo entero. Aquí, de hecho, está representado todo el mundo.
          Se diría que incluso la luna se ha apresurado esta noche, observadla en lo alto, para mirar este espectáculo. Es que hoy clausuramos una gran jornada de paz; sí, de paz: "Gloria a Dios y paz a los hombres de buena voluntad" (cf. Lc 2,14).

          Es necesario repetir con frecuencia este deseo. Sobre todo cuando podemos notar que verdaderamente el rayo y la dulzura del Señor nos unen y nos toman, decimos: He aquí un saboreo previo de lo que debiera ser la vida de siempre, la de todos los siglos, y la vida que nos espera para la eternidad.

jueves, 11 de octubre de 2012

Que se reavive en toda la Iglesia aquella tensión positiva, aquel anhelo de volver a anunciar a Cristo al hombre contemporáneo - Benedicto XVI

HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
EN LA SANTA MISA PARA LA APERTURA
DEL AÑO DE LA FE

Plaza de San Pedro
Jueves 11 de octubre de 2012

          Venerables hermanos,queridos hermanos y hermanas
          Hoy, con gran alegría, a los 50 años de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, damos inicio al Año de la fe. Me complace saludar a todos, en particular a Su Santidad Bartolomé I, Patriarca de Constantinopla, y a Su Gracia Rowan Williams, Arzobispo de Canterbury. Un saludo especial a los Patriarcas y a los Arzobispos Mayores de las Iglesias Católicas Orientales, y a los Presidentes de las Conferencias Episcopales. Para rememorar el Concilio, en el que algunos de los aquí presentes – a los que saludo con particular afecto – hemos tenido la gracia de vivir en primera persona, esta celebración se ha enriquecido con algunos signos específicos: la procesión de entrada, que ha querido recordar la que de modo memorable hicieron los Padres conciliares cuando ingresaron solemnemente en esta Basílica; la entronización del Evangeliario, copia del que se utilizó durante el Concilio; y la entrega de los siete mensajes finales del Concilio y del Catecismo de la Iglesia Católica, que haré al final, antes de la bendición. Estos signos no son meros recordatorios, sino que nos ofrecen también la perspectiva para ir más allá de la conmemoración. Nos invitan a entrar más profundamente en el movimiento espiritual que ha caracterizado el Vaticano II, para hacerlo nuestro y realizarlo en su verdadero sentido. Y este sentido ha sido y sigue siendo la fe en Cristo, la fe apostólica, animada por el impulso interior de comunicar a Cristo a todos y a cada uno de los hombres durante la peregrinación de la Iglesia por los caminos de la historia.

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