domingo, 26 de febrero de 2017

He intentado presentar al Jesús de los Evangelios como el Jesús real, como el "Jesús histórico" en sentido propio y verdadero - Benedicto XVI

PRÓLOGO
Al Primer tomo del Libro Jesús de Nazaret

Este libro sobre Jesús, cuya primera parte se publica ahora, es fruto de un largo camino interior. En mis tiempos de juventud -años treinta y cuarenta- había toda una serie de obras fascinantes sobre Jesús: las de Karl Adam, Romano Guardini, Franz Michel Wiliam, Giovanni Papini, Daniel Rops, por mencionar sólo algunas. En ellas se presentaba la figura de Jesús a partir de los Evangelios: cómo vivió en la tierra y cómo -aun siendo verdaderamente hombre- llevó al mismo tiempo a los hombres a Dios, con el cual era uno en cuanto Hijo. Así, Dios se hizo visible a través del hombre Jesús y, desde Dios, se pudo ver la imagen del auténtico hombre. En los años cincuenta comenzó a cambiarla situación. La grieta entre el "Jesús histórico" y el "Cristo de la fe" se hizo cada vez más profunda; a ojos vistas se alejaban uno de otro. Pero, ¿qué puede significar la fe en Jesús el Cristo, en Jesús Hijo del Dios vivo, si resulta que el hombre Jesús era tan diferente de como lo presentan los evangelistas y como, partiendo de los Evangelios, lo anuncia la Iglesia?
Los avances de la investigación histórico-crítica llevaron a distinciones cada vez más sutiles entre los diversos estratos de la tradición. Detrás de éstos la figura de Jesús, en la que se basa la fe, era cada vez más nebulosa, iba perdiendo su perfil. Al mismo tiempo, las reconstrucciones de este Jesús, que había que buscar a partir de las tradiciones de los evangelistas y sus fuentes, se hicieron cada vez más contrastantes: desde el revolucionario antirromano que luchaba por derrocar a los poderes establecidos y, naturalmente, fracasa, hasta el moralista benigno que todo lo aprueba y que, incomprensiblemente, termina por causar su propia ruina. Quien lee una tras otra algunas de estas reconstrucciones puede comprobar enseguida que son más una fotografía de sus autores y de sus propios ideales que un poner al descubierto un icono que se había desdibujado. Por eso ha ido aumentando entretanto la desconfianza ante estas imágenes de Jesús; pero también la figura misma de Jesús se ha alejado todavía más de nosotros.
Como resultado común de todas estas tentativas, ha quedado la impresión de que, en cualquier caso, sabemos pocas cosas ciertas sobre Jesús, y que ha sido sólo la fe en su divinidad la que ha plasmado posteriormente su imagen. Entretanto, esta impresión ha calado hondamente en la conciencia general de la cristiandad. Semejante situación es dramática para la fe, pues deja incierto su auténtico punto de referencia: la íntima amistad con Jesús, de la que todo depende, corre el riesgo de moverse en el vacío.

sábado, 25 de febrero de 2017

La Providencia de Dios en la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino

Suma Teológiga 
Primera parte
Cuestión 22: De la providencia de Dios


Determinado ya lo que en absoluto pertenece a la voluntad divina, es preciso que nos ocupemos ahora de lo que se refiere, a la vez, al entendimiento y a la voluntad. Esto, en cuanto a todos los seres en general, es la providencia, y respecto al hombre en particular es la predestinación, y la reprobación en orden a la vida eterna y sus consecuencias. La razón de este orden es porque en la ciencia moral, tras el estudio de las virtudes morales, viene el de la prudencia, a la que, al parecer, pertenece la providencia. Acerca de la providencia se han de averiguar cuatro cosas:
Primera: si la providencia compete a Dios.
Segunda: si todas las cosas están sujetas a la providencia divina.
Tercera: si hay providencia divina inmediata, sobre todas las cosas.
Cuarta: si la providencia divina hace necesarias las cosas que provee.
ARTÍCULO 1
Si la providencia compete a Dios
Dificultades. Parece que la providencia no es cosa que competa a Dios.
1. La providencia, según Cicerón, es una, parte de la prudencia. Pero la prudencia, según el Filósofo, tiene por objeto aconsejar bien, cosa inadmisible en Dios, que no, tiene duda alguna para que necesite reflexionar. Luego la providencia no compete a Dios.
2. Todo lo que hay en Dios es eterno. Pero la providencia no es eterna, porque tiene por objeto las “cosas existentes” que, según el Damasceno, no son eternas. Luego en Dios no hay providencia.
3. Nada de lo que en Dios hay es compuesto. Pero la providencia parece ser algo compuesto, porque incluye en sí la voluntad y el entendimiento. Luego no la hay en Dios.
Por otra parte, dice el Sabio (Sb 14,3): “Tú eres, Padre, el que por tu providencia gobiernas todas las cosas”
Respuesta. Es necesario que haya providencia en Dios. Hemos demostrado (S.Th. 1, 6, 4) que todo el bien que hay en las cosas ha sido creado por Dios. Pero en las cosas, hay bien, no sólo por lo que se refiere a su naturaleza, sino además en cuanto al orden que dicen al fin, y especialmente al fin último, que es la bondad divina, según hemos dicho (S.Th. 1, 21, 4). Por tanto, el bien del orden que hay en las criaturas ha sido creado por Dios. Pero como Dios es causa de las cosas por su entendimiento, por lo cual ha de preexistir en Él la razón de cada uno de sus efectos, como ya tenemos dicho (S.Th. 1, 15, 2; q.19, 4), es necesario que preexista en la mente divina la razón del orden que hay en las cosas con respecto a sus fines. Ahora bien, la razón del orden de las cosas al fin es precisamente la providencia, que es, por tanto, la parte principal de la prudencia, y a la cual están subordinadas las otras dos, o sea, la memoria de lo pasado y la clara visión de lo presente, ya que, recordando lo pasado y entendiendo lo presente, conjeturamos las medidas que hemos de tomar para lo por venir. Pues, según el Filósofo, lo propio de la prudencia es ordenar las cosas a sus fines, bien sea respecto a nosotros mismos, y por esto llamamos prudente al hombre que ordena sus actos al fin de su propia vida, o bien respecto a los que nos están encomendados en la familia, en la ciudad o en el Estado, que es el modo en que, en el Evangelio, se habla del “siervo fiel y prudente a quien el Señor constituyó sobre su familia” (Mt 24,45), y éste es precisamente el sentido en que la prudencia o providencia puede predicarse de Dios, en quien nada hay ordenable a un fin, puesto que el fin último es El mismo. Por consiguiente, lo que en Dios se llama providencia es la razón del orden de las cosas a sus fines, y por esto dice Boecio que “providencia es la misma razón divina asentada en el príncipe supremo de todas las cosas, que todo lo dispone”, y lo mismo se puede llamar disposición a la razón del orden de las cosas respecto al fin, que al del orden de las partes con relación al todo.
Soluciones. 1. Según el Filósofo, propio de la prudencia es mandar lo que la eubulia aconseja y la synexis juzga acertado. Por lo cual, si bien no compete a Dios aconsejarse o deliberar, en cuanto deliberación es investigación de lo que se ha de hacer en materia dudosa, le compete, sin embargo, dar preceptos de cómo se ordenan a su fin las cosas, de las que tiene la más perfecta idea, como se dice en un salmo (Ps 148,6): “Ha puesto precepto y no lo traspasará”; y en cuanto a esto, e, como compete a Dios la razón de prudencia y de providencia. –Aunque también se puede decir que el mismo concepto de las cosas que ha de hacer, se llama en Dios “consejo”, no por le que el consejo tiene de investigación, sino por la certeza a que investigando llegan los que deliberan, y de aquí que diga el Apóstol: “Hace todas las cosas según el consejo de su voluntad” (Ef 1,11).

jueves, 23 de febrero de 2017

Acta del martirio de San Policarpo de Esmirna

Martirio de san Policarpo 
según la versión antigua latina (año 155)
La Iglesia de Dios, establecida en Esmirna, a la Iglesia de Dios establecida en Filadelfia, y a todas las partes de la Iglesia santa y católica extendida por todo el mundo; la misericordia, la paz y el amor de Dios Padre y Nuestro Señor Jesucristo sobreabunde en vosotras.
Os escribimos relatándoos el martirio de nuestros hermanos, y, en especial, del bienaventurado Policarpo, quien, con el sello de su fe, puso fin a la persecución de nuestros enemigos. Todo lo sucedido fue ya anunciado por el Señor en su Evangelio, en el cual se halla la regla de conducta que hemos de seguir. Según, El, por su permisión, fue entregado y clavado en la cruz para salvarnos.
Quiso que le imitáramos, y El fue el primero de entre los justos que se puso en manos de los malvados, mostrándonos de ese modo el camino que habíamos de seguir, y así, habiéndonos precedido El, no creyéramos que era demasiado exigente en sus preceptos. Sufrió El el primero lo que nos encargó a nosotros sufrir. Se hizo nuestro modelo, enseñándonos a morir, no sólo por utilidad propia, sino también por la de nuestros hermanos.         El martirio, a aquellos que le padecen, les acarrea la gloria celestial, la cual se consigue por el abandono de las riquezas, los honores e incluso los padres.

miércoles, 22 de febrero de 2017

La misión doctrinal del sucesor de Pedro - San Juan Pablo II

JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL

Miércoles 10 de marzo de 1993

 (Lectura: 
capítulo 22 del evangelio de san Lucas, versículos 28-32)
1. De los pasajes del Nuevo Testamento que hemos analizado varias veces en las catequesis anteriores se deduce que Jesús manifestó su intención de dar a Pedro las llaves del reino, como respuesta a una profesión de fe. En ella Pedro habló, en nombre de los Doce, en virtud de una revelación que venía del Padre. Expresó su fe en Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Esta adhesión de fe a la persona de Jesús no es una simple actitud de confianza, sino que incluye claramente la afirmación de una doctrina cristológica. La función de piedra fundamental de la Iglesia que Jesús confirió a Pedro comporta, por consiguiente, un aspecto doctrinal (cf. Mt 16, 18-19). La misión de confirmar a sus hermanos en la fe, que también le confió Jesús (cf. Lc 22, 32), va en la misma dirección. Pedro goza de una oración especial del Maestro para desempeñar este papel de ayudar a sus hermanos a creer. Las palabras «Apacienta mis corderos», «Apacienta mis ovejas» (Jn 21, 15-17) no enuncian explícitamente una misión doctrinal, pero sí la implican. Apacentar el rebaño es proporcionarle un alimento sólido de vida espiritual, y en este alimento está la comunicación de la doctrina revelada para robustecer la fe.
De ahí se sigue que, según los textos evangélicos, la misión pastoral universal del Romano Pontífice, sucesor de Pedro, comporta una misión doctrinal. Como pastor universal, el Papa tiene la misión de anunciar la doctrina revelada y promover en toda la Iglesia la verdadera fe en Cristo. Es el sentido integral del ministerio petrino.

martes, 21 de febrero de 2017

La liturgia, fuente de vida, de oración y de catequesis (CIC 1071 a 1075)

OFICINA PARA LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS 
DEL SUMO PONTÍFICE
  
Los numerales 1071-1075 del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) se ocupan de la sagrada liturgia como fuente de vida y su relación con la oración y la catequesis. La liturgia es fuente de vida, sobre todo porque es “obra de Cristo” (CIC, 1071). En segundo lugar, porque "es también una acción de la Iglesia" (ibid.). Pero entre estos dos aspectos, ¿cuál es el más importante? Y además, ¿qué significa en este contexto la palabra "vida"?
Responde el Concilio Vaticano II: "De la Liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente, y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin."(Sacrosanctum Concilium [SC], 10). Esto deja en claro que cuando a la liturgia se le llama fuente de vida, significa que de ella fluye la gracia. Con esto, se ha respondido a la primera pregunta: la liturgia es fuente de vida, sobre todo porque es obra de Cristo, Autor de la gracia.

lunes, 20 de febrero de 2017

La crisis de la familia y los sacramentos - Card. Camilo Ruini

La comunión a los divorciados en nueva unión no es posible

El Magisterio es claro y no es modificable
La célula básica de la sociedad, que es la familia, está atravesando un período de evolución extraordinariamente rápido. Ahora parecen obvias las relaciones prematrimoniales y casi normales los divorcios, muy a menudo como resultado de la ruptura de la fidelidad conyugal. Nos alejamos así de la tradicional fisonomía familiar, en los países y civilizaciones signadas por el cristianismo.
En las últimas décadas, entonces, al menos en Occidente, caminamos hacia territorios inexplorados. Han ganado terreno, de hecho, las ideas de «género» y «matrimonio homosexual».
En la raíz de todo esto se halla la primacía y casi la absolutización de la libertad individual y el sentimiento personal. Así, la relación de parentesco debe ser flexible a voluntad y no rígida, hasta desaparecer o a ser prácticamente irrelevante.
En la misma lógica de que esta vinculación debe ser accesible a todo tipo de pareja, basado en la demanda de la plena igualdad que no acepta ninguna diferencia, vemos especialmente las que se relacionan con una voluntad externa, ya sea humana (leyes civiles) o divina (ley natural).
Sin embargo, permanece todavía fuerte y generalizado, el deseo de tener una familia y una familia estable: deseo que se traduce en la realidad de muchas familias «normales» y muchas familias auténticamente cristianas. Estas últimas son una minoría, pero consistente y suficientemente motivada.

sábado, 18 de febrero de 2017

Domingo VII (ciclo A) Guión litúrgico


Entrada: El santo Sacrifico de la Misa, es el acto supremo del amor de Dios, acción de gracias por excelencia. Conscientes de esta verdad participemos ofreciéndonos al Señor, correspondiendo a tanto amor. Nos ponemos de pie y cantamos…

Lecturas: La Palabra de Dios nos invita a compartir con nuestros hermanos la misericordia que recibimos del Padre. Escuchémosla con docilidad y fe.

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