XV. El abandono de la Eucaristía-Presencia
real
Los cuatro abandonos
Expuestas en capítulos
anteriores varias de las formas de abandono con las que afligen al Corazón
Eucarístico de Jesús en su estado de Misa y Comunión, no los infieles o
herejes, impíos o indiferentes que, o no creen en Él o no lo tratan jamás, sino
sus amigos, sus asiduos comensales y visitantes, quédame, para dar remate a
este somero y triste estudio, presentar algunos modos de abandono que también por
parte de sus acompañantes recibe hartas veces nuestro paciente Jesús en su vida
o estado de Sagrario.
Y, sin más preámbulos,
puesto que hablo con corazones amigos y enterados, con los que no hay que
gastar tiempo disipando prevenciones o ignorancias, apunto las formas de
abandonos con que, a mi pobre juicio, lastiman (y no digo ofenden porque
casi siempre es más la rutina o la ligereza que la mala voluntad la actora) las
almas buenas al Corazón de Jesús en su presencia real del Sagrario.
A saber:
El Corazón de Jesús
suele estar abandonado en sus Sagrarios acompañados:
1º. Por la escasa compañía de presencia corporal
y espiritual.
2º. Por la débil compañía de imitación.
3º. Por la fría compañía de compasión.
4º. Por la rarísima compañía de la
confianza filial y afectuosa.
Cierto que ninguna de
esas faltas de compañía pueden pesarse, contarse ni medirse por los medios
humanos. Pero los ojos, los oídos y sobre todo, el Corazón que miran, oyen y
palpita al lado de allá de la puertecita dorada, ¡vaya si pueden pesar, contar
y medir esas faltas y echar de menos las compañías a que esa rica, exuberante,
regalada, fecunda y radiante presencia real tiene derecho!
¡Cuántas veces, ante
una gran muchedumbre de cabezas inclinadas ante el sacerdote, que bendice con la Hostia consagrada o la
pasea en triunfo, se derraman dos clases de lágrimas: de satisfacción y
consuelo por nosotros los que estamos al lado de acá, por lo que se rinde ante
la presencia de Jesús, y de pena y desconsuelo, al lado de allá, por lo que no
se acaba de rendir y dar a Jesús!...
¡Está Él en el
Sagrario tan dado a cada uno de nosotros! ¡Tiene tanto derecho y
nosotros tanto deber de que nos demos a Él de todos los modos!...
¡Cuánto hay que hablar
de esto, amigos míos!...
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