domingo, 30 de marzo de 2014

El abandono de los Sagrarios acompañados (15) Beato Manuel González García

XV. El abandono de la Eucaristía-Presencia real

Los cuatro abandonos
Expuestas en capítulos anteriores varias de las formas de abandono con las que afligen al Corazón Eucarístico de Jesús en su estado de Misa y Comunión, no los infieles o herejes, impíos o indiferentes que, o no creen en Él o no lo tratan jamás, sino sus amigos, sus asiduos comensales y visitantes, quédame, para dar remate a este somero y triste estudio, presentar algunos modos de abandono que también por parte de sus acompañantes recibe hartas veces nuestro paciente Jesús en su vida o estado de Sagrario.
Y, sin más preámbulos, puesto que hablo con corazones amigos y enterados, con los que no hay que gastar tiempo disipando prevenciones o ignorancias, apunto las formas de abandonos con que, a mi pobre juicio, lastiman (y no digo ofenden porque casi siempre es más la rutina o la ligereza que la mala voluntad la actora) las almas buenas al Corazón de Jesús en su presencia real del Sagrario.
A saber:
El Corazón de Jesús suele estar abandonado en sus Sagrarios acompañados:
1º. Por la escasa compañía de presencia corporal y espiritual.
2º. Por la débil compañía de imitación.
3º. Por la fría compañía de compasión.
4º. Por la rarísima compañía de la confianza filial y afectuosa.
Cierto que ninguna de esas faltas de compañía pueden pesarse, contarse ni medirse por los medios humanos. Pero los ojos, los oídos y sobre todo, el Corazón que miran, oyen y palpita al lado de allá de la puertecita dorada, ¡vaya si pueden pesar, contar y medir esas faltas y echar de menos las compañías a que esa rica, exuberante, regalada, fecunda y radiante presencia real tiene derecho!

¡Cuántas veces, ante una gran muchedumbre de cabezas inclinadas ante el sacerdote, que bendice con la Hostia consagrada o la pasea en triunfo, se derraman dos clases de lágrimas: de satisfacción y consuelo por nosotros los que estamos al lado de acá, por lo que se rinde ante la presencia de Jesús, y de pena y desconsuelo, al lado de allá, por lo que no se acaba de rendir y dar a Jesús!...
¡Está Él en el Sagrario tan dado a cada uno de nosotros! ¡Tiene tanto derecho y nosotros tanto deber de que nos demos a Él de todos los modos!...
¡Cuánto hay que hablar de esto, amigos míos!...

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