X. El
abandono de la liturgia de la Misa
Amargada
todavía el alma ante las consideraciones que hacía en el capítulo anterior
sobre el olvido, ignorancia o abandono en que los cristianos, y entre ellos,
hartas personas piadosas, tienen el dogma de la santa Misa y, por
consiguiente, su valor y trascendencia como Sacrificio único y acto culminante
de su religión; centro de todo su culto; compendio viviente de toda su doctrina
y fuente de toda gloria de Dios y de toda vida sobrenatural. Amargada, repito,
el alma ante ese desaprovechamiento y abandono de tan rico don, cúmpleme, según
el plan propuesto, llamar la atención de los benévolos contertulios de estos
mis ratos de charlas piadosas y desahogos de corazón, sobre otros abandonos que
atañen también a la santa Misa y que, prácticamente al menos, son tan
perniciosos y funestos como los hasta ahora denunciados.
¡Los
abandonos de la liturgia de la santa Misa!
Lo que no
es la liturgia
Y
ruégote, al llegar aquí, lector paciente, que detengas ese gesto o mohín de
incredulidad o compasiva tolerancia con que empiezas a contraer tu cara al
asegurarte yo cosas tan serias, como consecuencia del olvido y abandono de la
santa liturgia.
Porque
es el caso, y tú no me lo negarás, que, para muchos dice y significa lo mismo
liturgia que etiqueteros melindres y minuciosas e incomportables ceremonias,
más propios para el aparato y la tiesura exterior que para el alimento y la
elevación del alma.
Y
¡claro!, para los que así piensan, cosa dura ha de ser mi afirmación de
atribuir al abandono de la liturgia, especialmente de la Misa, casi los mismos
efectos del abandono del dogma.
No;
la liturgia católica no es esa lluvia de minucias vacías que ahogan sin mojar
ni refrigerar.
Lo que es
La
liturgia es la Iglesia viviendo su fe, su adoración, su amor. El culto es el
cuerpo visible de la religión. Y la liturgia es su expresión, su gesto, sus
modales, su palabra. (1)
La
liturgia es el dogma vivido, y metido en lo más hondo de la vida de los
creyentes; enseñado auténtica, intuitiva, solemne y oficialmente; y puesto al
alcance de los rudos y abriendo horizontes sin fin a los sabios humildes.
Es
Dios, por medio de su Cristo, llamando, acogiendo, trabajando, uniéndose al
alma. Es el alma, dejándose modelar por el divino buril para poder ser hecha miembro
del Cuerpo místico de Cristo. Piedra de su Iglesia. Oveja de
su rebaño. Hija de Dios. Hermana del Primogénito Jesús. Participante
de su vida y de su gracia y coheredera de su gloria.
La
liturgia es en Cristo, por Cristo y con Cristo, la grande obrera de la
predestinación de los elegidos, trabajando por conformarlos y unirlos a Él y
hacerlos crecer en Él. Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, es el arquitecto que,
por los medios que la liturgia aplica, obtiene la realización de su oración
sacerdotal: "que todos sean uno" (2).
Es el gran sacerdocio de Cristo realizado y practicado entre nosotros mientras
vivamos aquí abajo (3)...
¡Qué
pena que se conozca y se quiera tan poco la liturgia!
¡Qué
gloria y qué bendiciones recibirán los que, enamorados de la tradición santa y
fieles a las enseñanzas de la Iglesia y de sus Pontífices, trabajan por
desenterrar esos tesoros de piedad litúrgica que la rutina, un torpe
sentimentalismo y la desorientación de la piedad, sepultaron; y por
presentarlos a los ojos y al corazón de los hijos de la Iglesia para que sean
de nuevo conocidos, admirados, queridos y explotados!
¡Bien
haya, entre otros paladines, la egregia Orden Benedictina, por el valor y el
tesón, en ella tradicionales y característicos, con que se ha puesto a
desplegar y mantener enhiesta la gloriosa bandera de la restauración litúrgica
del arte religioso y de la piedad del pueblo cristiano!
Y
perdonen los amigos, a título de desahogo, esta digresión.
La Misa en
la liturgia
La
santa Misa es el acto central, la obra maestra, la clave del arco, el tronco
vital de toda la liturgia, hasta el punto de que ésta es siempre eucarística (4).
Cuando
veo a tanto devoto de cultos fastuosos, de mucha música y muchas luces, y veo
tan vacías de asistentes las iglesias en las que se celebra la santa Misa, y
singularmente las parroquias durante la Misa del domingo, que es la de toda la
familia parroquial. Cuando veo que en iglesias donde se gastan miles de pesetas
para el manto, el "paso" de la titular o de la cofradía, o las
túnicas de los nazarenos, o los fuegos, o la música de la procesión..., carecen
los sacerdotes de estipendio para sus Misas diarias. Cuando oigo, como lo he
oído, a fieles y a corporaciones, encargar Misas modestitas..., me
pregunto con pena: pero ¿tan poco representa para estos cristianos una Misa?
¡Razón sobrada para proponer a los católicos la anterior pregunta o punto de
examen!
Doy
la palabra a Dom Baudin, O.S.B., que, con frase magistral y ardiente, lamenta
esta funesta postergación de la santa Misa en el culto de los fieles:
"Dar
más solemnidad y esplendor a las bendiciones que a la santa Misa, habituar al
pueblo cristiano a las Misas tan privadas, tan cortas y poco solemnes como sea
posible -una verdadera liturgia de catacumbas y de persecuciones. Y, por otra
parte, inculcarle, por una publicidad intensa, por audiciones musicales de todo
género, por predicaciones de tono, iluminaciones eléctricas, ornamentaciones
piramidales, en una palabra, por todos los recursos y atractivos modernos, la
más grande importancia a las Bendiciones.
Convertir
el altar principal en rico soporte del Tabernáculo, y aun a veces en pedestal
de un santo. Transformar la mesa del altar santificada por las purificaciones y
las unciones solemnes del pontífice; osario inviolable en donde reposan las
reliquias de los mártires; piedra simbólica que besamos con amor y saludamos e
incensamos con respeto; místico calvario en donde nuestro Salvador renueva
todas sus maravillas. Transformar, digo, el objeto más sagrado del santuario en
gradería cubierta de bujías y de flores, o también cubrirlo y hacerlo desaparecer
durante todo un mes. Todos estos abusos y tantos otros, contrarios a las
prescripciones y a los principios de la liturgia, falsean a la larga la
mentalidad de los cristianos. Relegan a segundo término el aspecto primordial
de inmolación y de unión con Dios. Hacen perder de vista, en el culto, el acto
esencial. Y reducen la Eucaristía a sólo una Presencia real, o una Comida
sagrada, aislada del todo más sagrado de que forman parte, es decir, los
santos Misterios Eucarísticos".
Abandono
por olvido o ignorancia de la liturgia ¡de cuántos abandonos eres la causa!
El
carácter vulgarizador de estos renglones me impide meterme en largas descripciones
litúrgicas de la Misa.
Para
unirse con la Iglesia y con el sacerdote en la celebración del santo Sacrificio
y empaparse del espíritu litúrgico, transcribo aquí las partes de la santa
Misa, añadiendo las disposiciones con que los fieles -según un ilustre
liturgista- deben ir participando en cada una de esas partes.
-Ritos
iniciales: actos de contrición, o el amor que se purifica.
-Liturgia
de la palabra: actos de fe, o el amor que se ilumina.
-Liturgia
eucarística: actos de abandono (entrega), de esperanza y de caridad, o el
amor que se ofrece, se inmola y se une.
-Rito
de conclusión: actos de reconocimiento, o el amor que agradece.
Notas:
1 Conc. Vat. II, SC nº 10
2 Jn 17,21.
3 Conc Vati II, SC nº 7, p.3º y 4º
4 Ib. nº 10
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