"No tenía, como acostumbramos a ver en las representaciones artísticas, forma de diadema, sino más bien de gorro o casquete de espinas que cubría toda la cabeza: la frente, el occipital y todo el cuello por detrás, incluida la nuca. En el lienzo de Turín se han contabilizado unas 50 heridas puntiformes procedentes de las espinas, con sus regueros de sangre vital, venosa y arterial. Estas se clavaron profundamente en su cuero cabelludo, como se puede deducir por la sangre que originaron. Debieron afectar a troncos nerviosos, como los occipitales entre otros, provocando dolores intensísimos. En Jerusalén se encuentran plantas espinosas, tales como el Zízyphus spina o el Paliurus spina Christi, que con alta probabilidad utilizaron los soldados romanos de la cohorte para trenzar dicha corona".
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(Tomado de: http://tomaylee-sagradasescrituras.blogspot.com.ar/ )
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