jueves, 24 de enero de 2013

La verdadera devoción - San Francisco de Sales

Descripción de la devoción verdadera

     Aspiras á la devoción, carísima Filotea, porque sabes como cristiana, que es una virtud sumamente agradable á la Majestad Divina; pero como los defectos leves que se cometen al principio de cualquiera obra, van creciendo infinito en el progreso de ella, hasta llegar á ser casi irremediables en el fin, es necesario antes de todo que sepas lo que es la virtud de la devoción, porque devociones falsas y vanas hay muchas, verdadera una sola, y si no la conoces puedes engañarte y seguir alguna vana y supersticiosa.
     Pintaba Aurelio el rostro de todas las imágenes parecido al de las mujeres que amaba; así cada uno pinta la devoción según su pasión y fantasía. El que es inclinado al ayuno se tiene por muy devoto si ayuna, aunque su corazón esté lleno de rencillas, y al paso que por sobriedad no se atreve á llegar con la lengua al vino, ni aun tal vez al agua, no hará escrúpulo de bañarla en la sangre de su prójimo con murmuraciones y calumnias: otro se juzgará devoto porque reza muchas oraciones al día, aunque después de esto se desate su lengua en palabras duras, arrogantes é injuriosas contra sus domésticos y vecinos: otro sacará con gran prontitud de su bolsa el dinero para dar limosna á los pobres, pero no puede sacar de su corazón dulzura con que perdonar á sus enemigos: otro perdonará á enemigos, pero jamás pagará á sus acreedores, sino obligado por la justicia. Todos estos están vulgarmente reputados por devotos, y ciertamente no lo son. Cuando los soldados de Saúl buscaban á David en su casa, Michol puso una estatua en el lecho, y vistiéndola con las ropas de David, les hizo creer que era él mismo que estaba enfermo y dormía. A este modo hay muchos que se visten de ciertas acciones exteriores, propias de la santa devoción y el mundo cree que efectivamente son devotos y espirituales, pero en la realidad no son mas que estatuas y fantasmas de devoción.
     La devoción verdadera y viva, ó Filotea, presupone amor de Dios, ó por mejor decir, es verdadero amor de Dios; pero no un amor cualquiera, pues cuando el amor divino hermosea nuestra alma se llama gracia, porque nos hace agradables á la Divina Majestad: cuando nos da fuerzas para obrar bien, se llama caridad; mas cuando llega á tal grado de perfección que no solamente nos hace obrar el bien, sino practicarle con cuidado, con frecuencia y prontitud, entonces es cuando se llama devoción. Los avestruces nunca vuelan, las gallinas vuelan, pero con pesadez, muy bajo y raras veces; las águilas, las palomas y las golondrinas vuelan muchas veces con gran velocidad y muy alto. A este modo los pecadores jamás vuelan en Dios, porque hacen todo su camino en la tierra y por la tierra: los buenos que todavía no han llegado á la devoción, vuelan alrededor de Dios con sus buenas obras, pero pocas veces con lentitud y pesadez: las almas devotas vuelan en Dios muy á menudo, con prontitud y elevación. En una palabra, la devoción es una agilidad y viveza espiritual, con que produce la caridad sus obras en nosotros, ó nosotros las hacemos por ella, con prontitud y complacencia, y asi como es propio de la caridad hacernos practicar general y universalmente todos los mandamientos de Dios, así es propio de la devoción hacer que los practiquemos con prontitud y afición. Por esta razón el que no guarda los mandamientos de Dios no debe ser tenido por bueno, ni por devoto, pues para ser bueno es preciso tener caridad, y para ser devoto es necesario además de tener caridad ejercitarla con actividad y prontitud.
     Y como la devoción estriba en un grado excelente de caridad, no solo nos hace prontos, activos y diligentes para guardar los mandamientos de Dios, sino también para practicar pronta y gustosamente cuantas mas obras buenas podamos, aunque no sean de precepto, sino solamente de consejo ó inspiradas. Porque así como un hombre que acaba de salir de una enfermedad anda lo que necesita, pero con lentitud y pesadez, así también el pecador curado de su iniquidad, camina lo que Dios le manda, pero con pesadez aun y lentitud, hasta tanto que llega á la devoción, que entonces ya como hombre perfectamente sano, no solo camina, sino corre y salta por el caminos de los mandamientos de Dios, y además de esto pasa y corre por las sendas de los consejos é inspiraciones celestiales. Finalmente la diferencia entre la caridad y la devoción es la misma que hay entre el fuego y la llama, pues siendo la caridad un fuego espiritual, cuando levanta llama toma el nombre de devoción. Así que la devoción solo añade al fuego de la caridad la llama que la hace pronta, activa y diligente, no solo en la guarda de los preceptos de Dios, sino también en la práctica de los consejos é inspiraciones celestiales.
(De “Introducción a la vida devota” Primera parte – Capítulo I )

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